Mi novena Vuelta al Mar Menor, primera vez de sherpa. Físicamente la más dura por un ritmo diferente que alargó 5
horas mi tiempo habitual pero que hice con gusto para no dejar solo a nadie.
Nunca caminaréis solos.
Primer Reto Normalito, que para los ajenos os sonará a chufla pero para los propios sabéis perfectamente lo que significa. Ese momento en el que la chulería y prepotencia de un jefe con sueldo galáctico, sentado en su poltrona, enganchado a su barquito de pega, ofendió de forma gratuita la honestidad laboral de más de 5.000 profesionales minusvalorando su compromiso laboral calificándolo de normalito, cosa que no voy a dejar pasar ni un día. Se creen dioses en sus torres de Babel y no son más que gañanes con piel de lobo. Te crees superior pero no lo eres, solo cobras más.
Hace meses un par de compañeros
me dijeron de ir conmigo a dar la vuelta entera, sabían que yo lo había hecho
varias veces. Era una ilusión por su parte, un reto para ellos especial, superar su límite. Y como soy rival fácil, me dejé involucrar.
Es un espacio revisitado, un
recorrido ya conocido, es tan fácil como no perder de vista el Mar Menor. Adictivo.
Hablé con el amigo Juan Carlos, que puso todo su interés y apoyó la iniciativa. Y la financiación, que nunca viene mal. A lo largo del recorrido estuvo pendiente. Presidente.
Preparé la actividad, la lancé al
colectivo de empleados y me sorprendió la acogida. Donde pensé que serían de cinco
a diez como mucho, se me disparó a 32 los inscritos. Algo abrumado, me
comprometí conmigo mismo para hacerlo lo mejor posible.
Contacté con Antonio, compañero macedonio, compañero cajamarero, para que me echara una mano con el grupo. Ni un pero me puso.
Contacté con Hilario, de Korridor, al que le hice el pedido de unas camisetas
conmemorativas.
Contacté con mi amigo Salva, del club SR, para que nos
gestionara el seguro de día de los que no estaban federados, por si acaso.
Seguridad ante todo.
Cuadritos de colores en excell, uasás,
llamadas, correos con explicaciones previas del recorrido, de lo que hacer y
hasta donde llegar. Listos.
04:30 del 14/06/25
Me levanté, me vestí rápido,
desayuné algo y me hice un emparedado para el recorrido.
05:50
Llegué al punto de inicio, el Molino Quintín, donde se inicia cada
año la Vuelta Macedonia al Mar Menor.
Algunos amigos ya esperándome, llegué tarde por un molesto tránsito intestinal
irreversible de última hora.
Elías, compadre sindical, a quien he de pasarle el testigo cuando
mi tiempo de delegado acabe, ya más cerca que nunca por mi edad y
por mis 24 años tirando de ese carro. Sé que quedará en buenas manos, sabe cuándo
si y cuando no vale la pena una batalla.
Repartí las camisetas. Algunos se
la pusieron, otros no. Mi recomendación era no estrenar. Alguno me hizo caso,
otros no. Pero parece que ninguna pega generaron.
Incluso contamos con Jesús , compañero de Almería, y Encarna, su pareja. Se trasladaron para
la actividad. Él, callado, ella, como buena mujer, interesada en las cosas de
la entidad que puedan afectar a su marido. Javier, si dije más de lo necesario,
lo sientoooo.
6:10
Empieza la ruta a los acordes de Thunderstruck pero incluso con altavoz poco se escuchaba.
Foto de familia.
Empezamosssss.
En línea de salida, de los 32 inscritos, tuvimos 6 bajas por distintos motivos personales, de salud o familiares. José Deogracias, Pepito Sao, Luisje, Juanmi, Manolo Ayllón y Andrés, que amigo, tu recuerdo me acompañó todo el recorrido. Mucho ánimo para ti y tu familia.
Enseguida vi que había dos ritmos
en el grupo. Unos ya trillados en
carreras o caminatas, se iban de ritmo hacia adelante. Otros, la mayoría que
nunca habían andado más allá de 15 kms, en cola de grupo. Con la
inconmensurable colaboración de Antonio,
con el que he compartido muchos kms y Elías
de subalterno, dejé el primer grupo en sus manos. Fui adelante y atrás para
intentar compactar el grupo lo máximo posible pero la realidad de ambos ritmos
me hicieron desistir aunque tanta ida y vuelta me supuso hacer 4 kms
adicionales a la ruta original. No pasa nada.
Antonio de los Kings, ay, hermano albano, no era la primera y
espero que no sea la última vez que compartamos kms, aunque hoy fueron pocos,
pero tu trabajo cabecero fue fundamental para el resultado final del grupo.
Gracias.
Durante el recorrido intenté
estar unos minutos con cada grupo.
Manolo, compañero con el que coincidí en mi primera sucursal hace
28 años, ya prejubilado. Envidia me da el canalla. Siempre me gustó su claridad
al hablar, aunque no siempre me gustara el mensaje. Honestidad se llama eso.
Lo Pagán a
Santiago de la Ribera, amaneciendo. Muchos zagales de recogida de la
fiestaca de la noche. La vida es así, una generación sustituye a la siguiente
en sus idas y vueltas. Solo pensar en salir una noche hasta la madrugada, me da
algo, estaría días para recuperarme.
Tuvimos bastante suerte con el clima. Nublado durante muchas horas, algo de brisa y no caliente, lo que nos permitió hacer muchos kms sin un sufrimiento más allá de lo muscular. A partir de La Manga fue otra historia.
José Manuel Mínguez, de esas personas que solo saben recibirte con una
sonrisa, que nunca olvidan que el compañero del otro lado es una compañero.
Santiago de la
Ribera a Los Narejos. El recorrido estaba plagado de policías,
militares y controles. Casualmente, al día siguiente, habría exhibición de
la Patrulla Águila, que cumplía taitantos
años y como además venía de visita Borbón VI, todo vigilado. Bajo la atenta
mirada de soldados, bien pertrechados y armados, vieron pasar la marea roja de las camisetas del reto normalito.
Rita y Kino, poco les pude ver. Rita, seria, reflexiva. Muy agradecida por la experiencia. Kino, con ganas locas de salir corriendo para que no se le hiciera eterno.
Los Narejos a Los Alcázares, por un incendio reciente tuvimos que variar el recorrido, eludiendo las pasarelas de madera, más bonitas, que el duro asfalto. Menos mal que teníamos a Alicia de correctora del recorrido, si no, habríamos ido y vuelto.
Alicia, sorpresa-sorpresa, dijo 10/15 y superó los 20 kms, fue la cicerone del grupo al comienzo, se conoce todos los bares. Ahí lo dejo.
Venta del Puerto,
a la salida de Los Alcázares, primera parada para
beber y comer algo. Empecé con la chispa-de-la-vida y no paré hasta el final.
Me debí meter dos litros al cuerpo pero era necesario tanto el azúcar como el
subidón.
Ultimo momento en el que el grupo fue compacto. Se partió por la mitad. Camino de El Carmolí, para evitar que se partiera la cola en otros pequeños grupos, forcé el paso de los últimos para alcanzar a unos cuantos para formar un grupo de 15, más o menos compacto.
Natalia y su marido Juanjo.
Los conozco ya más de 15 años. Con ella compartí la oficina de Santomera,
prometía y ha llegado, seguro que para quedarse. Juanjo, la sonrisa perpetua.
Desde El Carmolí empezó la sucesión de urbanizaciones y pueblos que da igual que sea mi novena edición, sigo sin tenerlo muy claro. Vicky lo intentó pero seguro que la próxima vez volveré con las mismas dudas si de Mar de Cristal está antes de Islas Menores o después de Playa Honda. Para mi gusto, es la parte más lucida del recorrido ante de empezar la pared de La Manga.
Vicky nos trajo una grupito de amigos, Álvaro, Ángel, Elsa y Javier. Buena gente, como debe ser, gente que conoces y con la que hablas de todo y de nada, sin complicaciones. Parece raro, pero últimamente no sabes con quien ni de qué hablar para no meter la pata.
Entre Estrella de Mar y Mar de Cristal, últimos kms de mi grupo entero. Por delante ya nos iban sacando distancia los pros, empujados por José Manuel y Elías. Por detrás, primeros finales. José y Ana, su pareja. Natalia y Juanjo. Y Alicia.
Ana tenía un evento por la tarde, de su hija. José se quedaba para acompañarla. Bien hecho, la familia por delante de todo.
Hicimos entrega de las primeras
medallas, de bronce. Muy bien, más de 20 kms. Como les dije a todas y cada uno
de los que se fueron quedando, lo importante es que los disfrutaran. No
consistía en morir en el intento.
Seguimos adelante. La zona de Los Urrutias, totalmente abandonada en comparación con el resto
de los paseos. Debe ser que en esta zona no vive ningún político que quiera que
le mejoren su entorno.
Gustavo, nueva medalla. Ejemplo de fortaleza mental, se ha recompuesto
a una bola de partido y dispuesto a dar lo mejor de sí mismo. Gus, pero sin
pasarte, toma nota.
Los Nietos,
el puntazo del día. Juana Mari, un
encanto de compañera, y su marido, nos sacaron una mesa, con decenas de
pulguitas, plátanos y bebidas frías. Fue el último momento en el que ambos
grupos coincidimos. Ellos casi se iban cuando nosotros llegamos. Dos horas de
diferencia al final. Medalla para Juana
Mari. Gracias infinitas.
Paco, fue la última vez que le vi. Le ha cogido gusto a las largas
distancias. Tras su antología militar a la búsqueda de otros retos. Bien hecho,
la vida está hecha para exprimirla.
Los Belones hasta el comienzo de La Manga. A disfrutarlo chavales, que nos queda lo mejor. Ahahahaha.
Dejamos a Emilio,
buen zagal, que sabe lo que es estar arriba
y abajo en esta entidad nuestra. Ha sabido adaptarse y reinventarse.
Medalla.
Vicky, Álvaro y Ángel se quedaron. La entrega de medallas contó con
una aparición estelar, mi hija Marta,
que estaba de fin de semana allí.
La Manga, la suerte estaba echada. No será que no avisé. Estos 15 kms son mortales. La poca nubosidad se había disipado. Mucho sol.
Entrando en La Manga, paramos en el 24H. Sé que Vicky me dijo el nombre pero no he podido archivarlo en mi memoria.
Allí nos encontramos a Mou, que estaba esperando que lo
recogieran, tenía un evento familiar a media tarde y no podía faltar. Gran
tipo, de esos que llama a las cosas por su nombre o por ese nombre que solo se
puede decir en petit comité pero no
deja de ser cierto.
Descansamos un rato. Intenté prepararles sicológicamente para la tortura que iban a ser los 15 kms en La Manga. Ya solo estábamos Manu, Juan Antonio, Javier y Elsa, Vanesa y el sherpa.
Antonio me dijo al teléfono que nos llevaban 2 kms, digamos media
hora. Supe que no había forma de alcanzarlos, más al contrario, la distancia se
fue haciendo cada vez más larga.
El tramo de La Manga se divide en dos partes. La zona con edificios, la más calurosa, por la barrera que suponen para notar la brisa, y la zona a partir del Estacio, más despoblada.
Mis compis iban muy tocados. Se
lo notaba en la cara. Manu estaba
muerto, no solo eran dolores musculares, tenía un cabreo interno por verse así,
ya le dije, ahora es normal, pero mañana lo verás de otra manera y en una
semana (o menos) solo recordarás lo bueno. El día después me contó que pasó
mala noche, que ni loco, pero en unos meses, quién sabe si el año que viene….
Juan Antonio, en cambio, no decía nada, pero buscaba la sombra por
cada esquina. No sé cómo pudo cargar tantas horas con los bastones. Al menos
teníamos la seguridad de tener traductor de idiomas si nos hiciera falta.
Vanesa, que en principio se iba a incorporar a mediados de la ruta, la hizo entera. Sorprenderte su fuerza de voluntad por terminar. Eso sí, menudo zigzagueo para buscar paseos con brisa, parada incluida en su puerta, donde su marido y su pequeña nos llevaron empanadillas y bebidas.
Cada parada era una derrota segura por que costaba ponerse en movimiento, pero no se podía forzar más la máquina. Y mis piernas también estaban ya muy trilladas. El ritmo era demoledor para mí.
Javier y Elsa, se quedaban. Nos separamos varias veces. Fui hacia
atrás para asegurarme de reunir la grupeta.
Antonio por un lado y Elías por el otro, preguntando por donde cruzar. Antonio parece que me entendió. Elías y José Manuel no y acabaron nadando.
Costó una hora llegar a La Encañizada, hoy sorprendentemente limpia, sin fango. El
momento de meterlo todo en bolsas para evitar que se mojara. 20 minutos para
cruzar. El agua estaba ya caliente pero alguno sigue negando el efecto
invernadero.
Al otro lado, a 4 kms de meta. El baño fue medicinal, al menos durante los primeros dos kms, tonificando la masa muscular. En la otra orilla me llamó Antonio, que se iban los últimos que habían llegado a meta, que llevan ya horas esperando. No pasa nada, no es una carrera. A casa, que os queda tiempo en el coche. Poco después, fue Elías, que ya había dejado a Manolo en Alhama y seguía hasta Lorca.
El último kilómetro fue eterno. Manu y Vanesa arrastraban los pies, se
bamboleaban para impulsarse, hablábamos de cualquier cosa para que olvidaran su
situación física. Javier y Elsa se
adelantaron, locos por llegar al final. Juan Antonio, modo robot. Y llegamos, 13 horas y unos pocos
minutos después de salir. Muertos todos.
Entrega de medallas y camino de
vuelta. Cuando llegué a mi casa tenía las piernas como si hubiera corrido una
ultra de montaña de 100 kms o más, pero si lo disfrutaron, valió la pena.
A descansar y ya se verá el futuro si hay otras rutas. Después del verano por Sierra Espuña, Muralla de King Kong, y no se lo pierda, 16 de mayo de 2026, II Reto Normalito Vuelta al Mar Menor
Ahora, siempre,
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