miércoles, 22 de abril de 2015

I Ultra Fortalezas Trail

I ULTRA FORTALEZAS - CARTAGENA






Hora de la Salida: 00:01 del 18.04.15

Lugar: Plaza Héroes de Cavite, Cartagena

Distancia y desnivel :  111 kms de recorrido y entorno a 4.5oo metros de desnivel positivo, al menos, eso decía la Organización.




                                     
Número de Dorsal: 34

Total Inscritos: 300, al final, "solo" tomaron la salida 257.

Primer Clasificado General: Francisco J. Díaz Pozo, en 11:24:37

Mi tiempo: 19:37:04                                              Mi puesto en la General: 138
                                     
Finalizaron:      208                                               Abandonaron:   50

Primer Clasificado Veterano:  Juanjo Larrotcha, en 11:56:04


Total Inscritos Veteranos: 116                        Mi puesto en los Veteranos: 67







Bienvenidos mis sufridos lectores, si es que aún me queda alguno o alguna. Hoy, un nuevo capítulo de las andanzas y correrías de éste cántabro de maratón. Seguro que va ladrillo, así que piénsatelo antes de empezar, luego no vale dar las quejas.

Vuelvo a mi destino mas repetido para correr, las Fortalezas de Cartagena, en este caso, para la primera Ultrafort Trail, con "solo" 111 kms, que se convirtieron en casi 114.

Medianoche del 17 al 18 de abril. Plaza de los Héroes de Cavite y el grupo que arrancará compacto y que luego se irá disgregando, va juntando todas sus piezas.





8 salimos. 8 formamos el Bloque. Fernando, Ginés, Pau, Pepe, Ramón, Richy, Victor y un servidor. Antonio, el esperado, nunca apareció, y ¡menos mal¡ por que a su ritmo, habría caído en combate.





Antes de empezar, me encuentro con M. Francis, que me prometió ir a verme salir, con sus niñas, y a su amiga Raquel. 





Y empezamos la aventura. Han sido meses de entreno, pero con un último mes de via crucis. Tras correr la maratón de Barcelona, casi no pude encadenar dos o tres buenos entrenamientos.

La primera semana fui el objetivo de un virus estomacal que, no contento con dejarme baldado, se cebó también en mi medio pomelo y mi pomelita más pequeña. Como en un círculo vicioso, los tres hemos arrastrado durante semanas tos, mocos y diarrea. Debe ser que como el virus me lo traje de Barcelona....

El primer intento de entreno, el 22 de marzo, con Richy, fracaso absoluto. No podía con mis piernas. Las dos semanas siguientes, hice una mini-preparación, más que nada para no perder mucho fondo, pero el día de la carrera me noté muy cansado.

En Semana Santa, dos buenos entrenamientos con Pepe en el Valle, pero en uno de ellos, caída incluida que me provocó una contusión en el costado derecho que me obligó a llevar unas cintas para reducir al mínimo los dolores.

A falta de una semana, último entrenamiento largo, también con Richy, con mejores sensaciones, pero todavía falto de fondo.


*************

Antes de salir, reviso una vez más que llevo todo en su sitio. Bambos de asfalto para el inicio, dejé los de trail en la segunda mochila. Frontal, agua, manguitos, comida, botiquín, gafas puestas, mi camiseta con el lábaro de la patria cántabra y, hoy, un añadido especial, en el dorsal. Una de las gracias de mi pomelita mas pequeña, hoy corro con el nombre de Percy Low...es una larga historia, que ya contaré, pero hoy no....¿¿mañana??.




Primeros kilómetros por la zona marítima de Cartagena. Y llegando a la Grúa Sansón, cogemos la carretera hacia Cala Cortina, en dirección inversa a como lo recorre la ruta "pequeña". Pequeña por decir algo, 53 duros kms. Muchos amigos la hicieron, y muchos la acabaron y saben lo dura que es.

Vamos rápidos de más. Víctor no aparece por ninguna parte. A Antonio, parece que ni se le espera. A ver si vamos echando el freno.





Se oye a Richy...¡¡5:50¡¡. Fue el cronometrador oficial de la carrera, salvo camino del Bolete, que nos llevó a uña, sacándonos de rueda a todos. Y bajando hacia Galifa, pues, que "pa´matarlo".

Tras pasar por la Batería de Trincabotijas Alta en el km 5, primera subida del día, de la noche en este caso. San Julián, salvada con holgura. Si había algo de fresco, los primeros desniveles me hacen romper a sudar. 





El clima fue espléndido todo el día. Ni mucho frío por la noche, ni mucho calor por el día, lo cual no me libró de algunas quemaduras leves en frente, brazos y, sobre todo, cuello.

La bajada de San Julián tenía un tramo nuevo, que no conocía, más que técnico, digamos, cabrito. El típico sendero para morder el polvo. Pero, atención, noticia, pese a varios intentos....¡¡¡no me caí ni una vez¡¡¡. Premio para el cántabro.

Tras la GR-10, en enero, decidí una completa revisión de la vista. Y ahí tuve que oír la realidad. La oftalmóloga me confirmó mis sospechas. Me hago viejo. Me dijo que había perdido agudeza visual hasta 2.25 en cada ojo. Que el ojo está bien, pero que la miopía es cosa....de la edad.

Así que sin otra opción, me encasqueté las gafas para evitar caídas. Perfecto, veía perfecto, pero el ir tan concentrado de noche para no caerme, me provocó mareos y dolor de cabeza. Así que mas pronto que tarde, a eso de la una, me tomé el primer ibuprofeno. Tampoco es cosa de ir aguantando dolor por que sí.

En este tramo, aparece Víctor. Se había quedado cortado. Estaba preocupado por si se quedaba solo para todo el recorrido. No será así.

Lo dicho, bajada rápida y nueva subida, corta, ahora hacia el Monte Calvario.





Bajada por la escalera, con unos escalones perrilleros. Anchos de más, y bajos, que te obligaban a tirar de la misma pierna. Tras éstos, un tramo muy pindio de asfalto que provoca las primeras cargas a los gemelos. Pau, a poco que aprieta, nos saca un centenar de metros. Va sobrado.

Pasamos al lado del cementario. Yu-yu, mucho yu-yu.

Poco antes del asfalto, Ginés se cae, afortunadamente, sin consecuencias. Algo mas adelante, Víctor, con poco mas de 80 minutos de carrera se ve obligado a abandonar. Ya solo quedamos siete. El Bloque pierde su primer corredor.

Salimos otra vez a la zona del puerto, camino del Castillo de la Concepción donde tenemos la primera parada para repostar. Dos fuentes de agua.







Estamos en el km 13 y la sensación física no es buena. Me duele el costado. No encuentro el ritmo de pisada ni de zancada. No me siento al mismo nivel que los demás. Empieza la parte mas dura de cualquier carrera. La lucha contra tu propio yo. Pero es una sensación repetida últimamente, me cuesta entrar en calor, entrar en la carrera.

En pocos minutos recorremos el Teatro Romano, la Catedral Vieja, la Calle del Aire para subir al Cerro del Molinete, que tras la remodelación, ha cambiado diametralmente, siendo ahora un espacio urbano para disfrutar.





Atravesamos todo el centro de Cartagena. La zona de copas. Menudo ambientazo. Tenemos que pasar en fila india dado que nos hacen un pasillo. La moral, por las nubes. Y empieza la siempre presente "montaña rusa" de emociones que se vive en carreras tan largas y duras.




Dejamos atrás el centro y nos encaminamos hacia la Rambla de Benipila para alcanzar el Faro de Navidad. Perdemos las luces del centro. Otra vez rodeados por nuestros frontales y las luces lejanas. Mejoro. Vamos en grupo, frenando a Pau que se le ve suelto y con ganas. Ramón, muy hablador, nos cuentas mil y una historias de la ruta, que amenizan los kilómetros. Ginés, Richy y Pepe, a bloque. Fernando en su línea y su estilo, desgarbado, pero solvente.

Tras superar la batería de San Juan, enfilamos a la Batería de Fajardo. Subo bien.





Bajada rápida. Aprovecho para beber y comer algo. Sin suerte de continuidad, primeras estribaciones de la subida a Galeras. En la ruta "pequeña", la haríamos al trote, al menos, pero hay que economizar, llevamos poco mas de 3 horas y no podemos malgastar fuerzas.

Las vistas nocturnas de Cartagena y su mar desde las alturas son es-pec-ta-cu-la-res. No me cansaré de repetir la lástima que da el ver como no se aprovecha tanto patrimonio cultural. La mayoría de las baterías de costa están cuidadas, pero lo justo. No se sabe abrir a la ciudadanía con rutas, vías verdes, caminos para senderistas, puntos de descanso. Si, es cierto que Cartagena ha mejorado mucho en los últimos 20 años, pero se ha dejado de lado 150 de historia militar, que si no fuera por el esfuerzo de los organizadores de la Ruta, seguro que estarían en franca decadencia.

Coronamos el Castillo de Galeras. Km 25. Primer avituallamiento. Y cumplo con mi ritual. Comer, comer y comer. Jamón, plátano, y mucha chispa de la vida. Repasando todos los avituallamiento, me trisqué no menos de 2 litros de cafeína y azúcar que pudieron ser la diferencia entre el sí y el no. Pero no atiné en todos, en algunos comí de menos por problemas gástricos y estuve al borde del desfallecimiento.






Nueva bajada. Por que esta será la tónica de la carrera. Sube y baja. Baja y sube. Bajada y subida. Llegando de nuevo a la Rambla de Benipila, paramos de correr. Parece que todos tenemos el mismo pensamiento. Descansar un poco para la próxima subida, la Atalaya. Ya hemos hecho una cuarta parte del recorrido total.

Y también la subida es nueva. Se pone en cabeza Richy que conoce el recorrido y me pongo a rueda. Subo bien hasta que se me gastan las pilas del frontal en el peor momento. Voy ciego. Tomo como referencia los pies de Richy y la luz de Fernando. Me tocó subir una pared de unos 400 metros casi a tientas. Era mi día de suerte, pese a todo. Llego arriba sin ni tan siquiera un tropezón. Ya en el Castillo, cambio las pilas.





Y rula rulando, otra bajada y vamos llegando al primer punto intermedio. La Escuela de Infantería, donde está, también, la meta en el km 34 tras las primeras 6 horas.

Cambio de gafas. Dejo las normales y cojo las de sol. Primera visita al aseo. El fantasma del virus barcelonés aparece en escena. 





Empieza la zona de transición camino del segundo punto intermedio en San Ginés-La Azohía en el km 67.





Pues podría decir muchas cosas, pero, para ser sinceros diré que bonito, como bonito, no fue este tramo.

Mucha rambla, mucha piedra, mucha vuelta y revuelta. Los kilómetros pasan lentos. Empiezo a sufrir de ardor de estómago. Dolores. No puedo correr bien. Me quedo en medio del grupo. Sin ir "pájara", voy justo.

Según el plan de carrera pasamos por las Canteras Romanas, Torre Rubia, Torre del Moro y Las Victorias. Yo no sé si el resto de enteran, pero yo solo veo pasar y pasar kms, piedras y mas piedras. Voy de mal en peor. Empiezo a pensar en que o esto mejora, o voy a sufrir de lo lindo.

Avituallamiento del 51, Rambla. Todo lo que como, me sienta mal. En los primeros metros ya se va solo Pau, va muy sobrado. No es necesario que siga nuestro ritmo si le resulta lento. Yo, en cambio, prefiero el "calor" del grupo. He corrido carreras largas solo, y sé que en caso de dudas o problemas, la compañía lo hace casi todo.

El Bloque se queda con 6 corredores. Pau no es corredor...¡¡¡es un gamo¡¡¡.

Pasados dos kms del último avituallamiento, no puedo más. Decido parar. El grupo sigue, me aparto entre lo árboles. Tomo una pastilla para la diarrea. Bebo algo de agua. Respiro. Empieza la batalla contra las dudas.

Voy mal, y lo sé. Pero debo ser transparente por que Richy me lo nota enseguida. "¿que te pasa?", me dice. "No voy bien", le respondo. "Ya, me he dado cuenta. Si no vas hablando, malo".

Con las primeras luces del día, empiezan a remitir los dolores. Los mareos por correr de noche desaparecen. Eso sí, piedras y mas piedras.

Por delante, la Rambla de los Jarales.





En esta senda alcanzamos a Juanfra Martínez, que con un problema en la pierna derecha, no puede correr todo lo que él es capaz. Durante todo el recorrido nos irá haciendo la goma, ya sea quedándose, ya sea adelantándonos. De hecho, llegó antes a meta, pero no pudo cumplir con su reto de acabar con tiempo para ir a correr los 10 kms de Cabezo de Torres que eran esa tarde, a las seis.

La única cota a superar hasta el punto intermedio de San Ginés fue el Collado de la Cruz, corta pero intensa en el que Ramón se probó y tiró para adelante con sus inseparables bastones.

Los bastones, unos desconocidos para mí. Por una parte, me llama la atención por el descanso para piernas y sobre todo, espalda, que supone, pero por otra, es otra carga en la mochila cuando no los usas. Ya lo pensaré....¡¡¡mañana¡¡¡.

Y coronado el Collado, nueva bajada y otro ración de rambla pedregosa que pasamos corriendo en su mayor parte. Al fondo, ya se adivinaba el mar.

10 de la mañana, segundo paso intermedio. Km 67 en San Ginés. Poco antes, hemos alcanzado a Ramón que tras varias entradas, ya se quedará por detrás con otros corredores. El Bloque se queda con 5 corredores.





Cambio de bambos. Dejo los de asfalto y cojo los de trail que vengo echando en falta desde hace kms por la cantidad de piedras en las ramblas.

Como y bebo a dos carrillos. Me echo crema solar. Son muestras que me dieron en la feria del corredor de la maratón de Barcelona y, además de oler sospechosamente a alcohol, escuecen, pero, visto lo visto, me protegieron bien la cara. 

El buff, del cuello, a la cabeza, para evitar insolación...resultado, cuello quemado.  Fuera la camiseta interior, recuerdo de la Alhárabe. Fuera manguitos. Pido reflex para los cuadriceps y le pido a la enfermera que me ponga un apósito en una rozadura en la planta del pie izquierdo, que no me molestó ya más.

Primer mensaje a Pomeland. Estoy bien. Pasé un mal rato, pero estoy bien. Seguí mandando mas mensajes, pero la falta de cobertura las tuvo horas sin tener noticias.

Empieza lo duro. Tras casi 70 kms, con 44 kms mas por delante, parece risible decir que empieza lo duro, pero así fue. Tardamos en dicha distancias 9:37, casi el mismo tiempo que para lo andado, con los desniveles mas fuertes.





Salimos partidos de San Ginés. Pepe, Fernando y Richy por delante. Ginés y servidor, nos quedamos algo. Vamos hablando de otras carreras, de lo que queda, del día, de todo un poco. Estamos seguros de acabar. Ya que estamos en el 70, no vamos a fallar, pero, es que, ¡¡no sabemos la que nos espera¡¡¡.

Menos mal que no fuimos a ninguno de los entrenamientos previos específicos que se hicieron. De haberlo hecho, lo mismo, no participamos.

Pero no adelantemos acontecimientos.

Primer hito, la Torre de Santa Elena. Y como nunca he creído en casualidades, o si, quien sabe, encadeno carreras. La última, la maratón de Barcelona, con mi ahijada y prima Elena. Ahora, ante mis ojos, la torre de la santa que le da su nombre.





Subida corta y ligera, con bajada igual. Aprieto para alcanzar a los "escapados" y así afrontar juntos el Collado de los Siete Cucones, ¡¡vamos, que el nombre¡¡.





El avituallamiento del 67 va haciendo su efecto. Me encuentro mucho más entero. Los problemas de estómago casi han desaparecido. Ni mareos ni angustias. 

Decía Richy antes de empezar la carrera, que a partir de Garabitos nos íbamos a reír....jijiji....Pues con los Cucones éstos, ya nos íbamos desternillando por que la subida era engañosa. Vista desde abajo parecía corta, pero se hizo larga y muy dura, aún así pude subir a buen ritmo.

Otra vez Juanfra hizo acto de presencia, adelantándonos nuevamente. Coronados los Cucones, iniciamos la bajada en dirección al Cabo Tiñoso. Y allí, en mitad de la pendiente, a decenas de metros de cualquier carretera o camino, estaban los restos de un coche no muy antiguo. ¿Como llegaron allí?. Se admiten historias.





Bajamos bien, muy bien, pero llegando al pié del Cabo Tiñoso Fernando nos dice que no se encuentra bien. Se le ha reproducido un dolor en la cintilla de la rodilla, que ya lo tuvo parado en otra ocasión. ¿Puede seguir?, si, puede seguir. ¿Debe seguir?. Pues se da de tiempo hasta el avituallamiento del 80.

Cuando iniciamos la subida hacia el Atalayón ya baja Carmelo García, un auténtico fuera de serie. Otro que se había propuesto llegar a correr los 10 kms de Cabezo de Torres. No sé si lo hizo, pero por tiempo no sería. Una auténtica máquina. Fácilmente nos sacó dos horas y medias en meta.

Subida por asfalto, al trotecillo. Preocupados por Fernando.

Un km de ascenso y coronamos el Atalayón.






Vistas impresionantes. A un lado, el mar abierto. Al otro, varias calas de agua azul turquesa, limpias y brillantes. Nada que envidiar a los paraísos lejanos que nos venden las empresas turísticas. Con un barquito incluido y un par de piragüistas.

Bajamos mas que rápido. Es la hora de la comida en Castillistos. Nos cruzamos con Paulino. Va que chuta, en campeón. Bloqueee¡¡¡¡.






Y tras recorrer las baterías, caí en el porqué del nombre. Parecían construcciones de aquéllas del Exin Castillos con las que jugaba de pequeño, en los...bueno, hace tiempo.

Parada para comer. Nueva rociada de reflex. La planta del pié ardiendo. De todo lo que ví, cogí. Pasta. Jamón. Fruta. Mas chispa de la vida.





Y Fernando nos deja. Demuestra ser un gran corredor. No deja que el corazón pueda con la cabeza. Piensa, y seguro que acierta, que mas vale retirarse a tiempo que lesionarse. Acertó. Desde allí fueron otras 7 horas y media. Mucho esfuerzo para arriesgarse a algo mas grave.

El Bloque se queda con cuatro corredores.

Salimos del "restaurante" y literalmente, nos marean por el Jorel y el Cabo Tiñoso. Cuatro kms de sube y baja, sin sentido. Prescindibles.

Venga, que no se diga. Los cuatro, camino de la senda hacia Cala Salitrona.






Bajada entre técnica y peligrosa. Nos compactamos con un grupo en el cual va Carlos, de Blanca, amigo de Ginés, que nos acompañará casi hasta meta.

Con mucho cuidado, evitamos caídas. Terreno difícil. ¿Y a quien vemos mojándose las piernas en la orilla de la cala?. ¡¡A Juanfra¡¡.

En pocos metros, la subida en zig-zag al Collado Bolete. Richy lo conoce, y nos lleva en fila de a uno. Yo no sé los demás, pero fue el tramo que mas sufrí. De hecho, como iba el segundo, se fue unos 200 metros por delante, ¿con quien?. Pues sí, con Juanfra, que volvió a aparecer.


Llegamos al avituallamiento del km 92 tras una rápida bajada. Solo líquidos y tenemos por delante 500 de ascenso a Garabitos,  sin senda, señalada por puntos azules, a un desnivel no inferior al 30%. ¡Que risa Richy¡.

Son las tres de la tarde, y mejor no pensar. Un pie delante de otro. Para que no me pase lo del zig-zag anterior, cojo la cabeza y marco ritmo. Hacemos cumbre en 40 minutos. Gran subida. Sufriendo como es menester, pero sin parar para evitar "crugir".





Ocho kms hasta el próximo avituallamiento, en Galifa, pero fueron, de largo. Lo peor. Era un terreno muy quebrado. Con mucho sube y baja. Sendas anchas, otras estrechas. Y sin ganas de correr mas. Richy y Pepe se distancian a unos 300 metros. Así los tuve durante lo que me parecieron horas. 

A mitad del tramo, una avituallamiento sorpresa. Un hombre con agua fresca. Regalazo.





No veo el final del tramo. Voy en pájara. Sin fuerzas. Y rendido a la evidencia que estoy acabado. Me enfado con todo. Con el mundo, con los demás, cuando el único responsable soy yo mismo.

Dice Pepe que me quejo mucho en estas situaciones y es verdad. Seguramente es una forma de soltar presión. Pero es que si hubiera tenido una vara, a varazos los hubiera corrido a los dos por llevarme asfixiado. Eso si, si hubiera podido darles alcance.

Pero, es que, además, el tramo estaba mal medido por la Organización y no veía el final. No veía Galifa. ¡¡¡Quiero acabar¡¡¡.

Para colmo, veía como el Roldán, última subida, lejos de estar mas cerca, cada vez estaba mas lejos. Jajajaj, como me reía entonces, Richy.

Ginés y Carlos, van por detrás. Pepe y Richy, por delante. Voy solo. Conmigo mismo. ¡¡¡Y no me soportooo¡¡¡.





Mi cara lo dice todo. Mira que Pepe y Richy me decían que sonriera, pero si tengo una recortada a mano...¡¡¡los fundo¡¡¡.

Al fin Galifa. Como, bebo, reflex. Hablo con la gente, pero estoy hasta...ahí. En los últimos kms anteriores solo deseaba retirarme. Sabía que no lo iba a hacer, y menos 11 kms de meta, pero es que no me queda nada por echar. La testosterona ya la gasté en Garabitos.

Salimos.

Gines, está eufórico. Sabe que es el final. Y lo contagia al Bloque.

Cogemos otra rambla feota camino de Las Escarihuelas. 





Que parecía que no, pero se pegaba a las piernas. Subida, según dijo Richy, de 2,6 kms, pero debía ser mas corta, pero se me hizo eterna.

Como no era suficiente, pues, para rematarme antes del Roldán, la subida a la Punta del Moco. Pero con su parte buena, muy bonita.





Pero, Fernando, ahí llegó el momento zen. Si, iba muy cansado. Pero no me duele nada. Solo me faltaba fuelle. Aún así, una pierna, la otra, un paso, otro. Resto cada metro. Lo vamos a conseguir. Lo voy a conseguir. Momento zen.

Las vistas desde ahí, las mas bonitas de todo el recorrido. Volveré algún día aunque solo sea para hacer ese trozo de nuevo. Oigo a Richy contando no-se-qué de una carrera. A Gines, ultra-motivado, a Carlos cantando y a Pepe, a Pepe...bueno, Pepe es que no habla, solo quiere correr y llegar. Correr y llegar.

Y así que hemos llegado al Roldán.

600 metros de subida. Dura. Pero conocida. Y empezamos a disfrutar. Sabemos que lo tenemos. Los pelos de punta.

Empezamos a coincidir con corredores de la Ruta-53. Nos aplauden. Nos animan. Nosotros también a ellos. Vamos a acabar todos.

Ginés nos sube en volandas. Subidón que lleva. Y nos lo traspasa a todos.





Coronamos. Aplausos y mas aplausos. Ultima batería, y cuatro kms de bajada.

Ginés, en su nube, sale disparado. Pletórico..

Pepe, todo lo que sea correr....pues sale tras él.

Le digo a Richy que no voy a correr para evitar riesgos de caída.

Dicho y hecho. 100 metros después bajamos todos disparados. Ni caso.

Adelantando a todos los ruteros, militares, perros y gatos.

Tuve un par de amagos de caída, pero la suerte está de mi lado.

Oigo a Ginés bajar chillando a 200 metros por delante.

Esprinta.

Casi al final, veo a mi amigo Adrián, que va a acabar su Ruta. Nos hicimos foto en meta. Un tipo grande, y no sólo de tamaño.




Salimos hacia Tentegorra, hago amago de pararme y el Bloque me pasa por encima. Parar nada. Volvemos a correr. Tras mas de 19 horas, con todo lo pasado, los cuatro corremos, como locos, a casi 5 minutos el kilómetro.

A lo lejos, vemos la meta.

Por detrás de la grada. Doblamos camino de la meta. El "speaker" nos anuncia. Llegan cuatro ultras. Aplausos de todos. Entramos en meta. Nuestros nombres, leídos del dorsal, resuenan al público: "¡Ginés¡, ¡Pepe Galvez¡, ¡Ricardo¡....y ¡¡¡Percy¡¡¡".

Nos abrazamos. Gran emoción. Ginés desatado.





Hemos acabado. Eso es lo único que cuenta.

Llamo a mi medio pomelo. Fin de la carrera. He terminado. Estoy entero.

Podría decir que el recorrido tiene zonas escasamente balizadas o que hay tramos mal medidos, pero ahora, ya es lo de menos. Podría decir que fueron muy tiquismiquis con los dorsales, para luego sobrarles 50. Seguro que la Organización tomará nota para el futuro.

No ha sido mi mejor carrera. No he llegado en el momento de forma adecuado. He sufrido para seguir el ritmo en muchas ocasiones. pero el éxito, es que pese a ello, lo he conseguido.

Llegué a meta, y llegué con Richy, Ginés y Pepe.





Paulino llegó muy por delante. Ramón, por detrás, pero acabó. Fernando y Víctor, como si lo hubieran hecho. Ya es un éxito tener el cuajo de atreverse a participar en algo así.

Todo lo demás, medallas, parabienes, abrazos, quedará en mi memoria.




¡¡¡¡Roma Victrix¡¡¡¡