lunes, 9 de noviembre de 2015

Hasta siempre, Madre




Me has tratado como un hijo,
te quiero como mi otra madre
Ya te has ido,

has dejado de sufrir.



No merecías este final,
eras todo bondad y generosidad
te entregabas sin reservas
fuiste madre para tus hijos, para tus nietos
también para tus sobrinos, hermanos, yernos
para todo el que te necesitó


Ahora nos toca llorar tu ausencia
y seguir adelante
pero no nos podemos hacer a la idea
de no tenerte a nuestro lado nunca más
de no poder recurrir a tí
para recibir tu ayuda, apoyo y consuelo


Si no existe el paraíso
lo inventaremos para ti
allí habrás sido recibida 
por tus padres Antonio y Josefa


El coro de santos y ángeles
te habrán acompañado,
habrán formado un pasillo
aplaudiéndote a tu entrada
te habrán sentado a su lado
como el ángel que eres.



Si, el sol ha vuelto a salir
pero ya no brillará como antes
ya no estás aquí con nosotros
y sin tí, la vida será más triste


Eras nuestro faro
el corazón que latía por todos
despertabas nuestro días
velabas nuestras noches


Intentaremos hacer honor a tu legado
intentaremos perpetuar tu memoria
lo intentaremos
pero ya no será como antes.


Atrás quedarán aquellos días en el campo
en el que disfrutabas con tus flores
tu risa contagiosa en todas las celebraciones
cada beso y cada mimo
cada buena palabra, cada esfuerzo callado
el amor y cariño que derramaste a tu paso



Podríamos quejarnos de tan gran injusticia
patalear, quejarnos, chillar, gritar
pero no lo haremos
al contrario
daremos las gracias por cada instante
que disfrutamos a tu lado


Descansa,
arropándonos desde la altura 
ya solo podemos llorar y seguir tu ejemplo
pero, Madre, será tan difícil seguir sin ti


Que pena mas grande.






Desde allá donde estás, verías a tu nieta María
dedicándote su despedida.
fue muy valiente
pensó solo en tí
nos puso el corazón en un puño


Así te habló:


Con tu sonrisa has abrazado lo más profundo de nuestro corazón. Tu presencia se hacía notar con tus pasos suaves y livianos.

Silencio y escucha, mirada atenta y tierna.


Te agradecemos infinitamente el habernos enseñado a través de tu persona: al Dios Amor, al Dios Ternura, al Dios Madre, al Dios Manso, al Dios Que no juzga, al Dios Amigo y Hermano y al Dios Humilde.

GRACIAS por habernos enseñado el arte del silencio, el arte de apreciar con los ojos del amor. Por ayudarnos a apreciar lo sencillo, lo cotidiano, los gestos más humildes. El arte de mirar desde el corazón, el arte de abrazarnos, asombrarnos, de apreciar, contemplar...

Tus cursos eran poesía, caricia, pasión, ternura para el alma y para el cuerpo.

Te caracterizabas por tu atención y presencia, apertura y disponibilidad, por tu corazón y ternura, por tu sonrisa y asombro.

GRACIAS por habernos enseñado a mirar la luna, el firmamento, las estrellas y las flores. La gota del rocío, el amanecer, el viento, el calor del sol y que en lo pequeño está la felicidad.

GRACIAS por la vida, gracias por tu presencia, tu vida entregada y fecundada a todos nosotros. Por habernos hecho crecer como personas, habernos ensanchado el corazón y la mirada interior.

Hoy estamos aquí siguiendo tu ejemplo, con la sencillez del simple hecho de ser, vivir, amar, de servir silenciosamente, amorosamente, delicadamente.

Nuestra gratitud no cabe en ningún poema, ni en palabras siquiera, allí en lo escondido de nuestro corazón has dejado una brasa viva y ardiente que seguiremos alimentando con tu recuerdo, tu inspiración y tu presencia.

GRACIAS.

No podemos decirte adiós, porque estás en nuestro corazón, en el que llevamos todas las miradas, tus sonrisas, tu luz, las estrellas, las flores, el basto firmamento y la humilde tierra.

Sigues con nosotros en el camino de la vida.

Descansa en paz, descansa en la paz de Dios, abuela.


Hasta siempre, Madre, 
nunca te olvidaremos, 
siempre te tendremos presente