viernes, 6 de junio de 2014

Madrid-Segovia 22.09.12

Los Pasos son los Pasos: De Muvi.

22 de Abril, Madrid, Plaza de Colón…inicio de mi primera maratón..

22 de Septiembre, un poco más allá, Madrid, Plaza de Castilla… ¿otra vez aquí? ¿y otra vez para darme una paliza corriendo?. Lo mío no tiene arreglo. Pero así es, aquí estoy. A escasos 15 metros veo a la “speaker” informando de los pormenores de la prueba, y digo veo, no me he equivocado, por que oír, lo que se dice oír, no se oía nada. Lástima de parrafada que se echó, pues más de 800 participantes no nos enteramos de nada.



¿Qué como estoy?. Pues parece que bien. Tras el viaje desde Murcia, que siempre cansa, foto de equipo y entrada en el apartahotel… (que digo que mal suena eso, Aparthotel. ¿Adónde tengo que apartarlo? ¿o es que no es un hotel y tengo que quitarlo de la lista de hoteles?)….¡uff¡, otra vez desbarrando…en resumidas cuentas, algo nervioso, pero bien, con mucho ánimo.

Tras el habitual paseo en metro como cada vez que voy a Madrid, acabamos cenando el típico bocata “madriñeril” de calamares en El Ideal, en una transversal de la Plaza Mayor. Que no fue bocata, sino bocata y medio que me supo a gloria y me sentó mejor si cabe.

Para cuando quise coger la cama, y lo que es peor, el sueño, ya solo quedaban cinco horas para despertarme, pero debe ser el síndrome del “pre-maratoniano”, no dormir la noche anterior.

Al lío, salida en Plaza de Castilla. Bien desayunado, bien todo lo demás, en suma bien. ¿He dicho que estaba bien?.  Pues eso, bien. Pistoletazo y a correr. Ahí estamos todos juntos, empieza el reto. Veo a Fausto, Salvi, Ginés, Oskar, Manolo, Edu, Juande, Rai, Pepe, Fernando, José Antonio, Pinchi, Richy y Dani, los de la “orla”…que esa historia, ya la contaré en otra ocasión.



100 kms de Madrid a Segovia, ahí es nada….bueno, que al final fueron 102. Si, para los “puristas”, ¿Qué más dan 100 que 102?. Pues cuando llevas 15 horas y media corriendo-andando-corriendo, sí, sí que importan, ¡¡cómo que se te van ya otros 15 minutos y nadie te lleva en brazos¡¡.

Primera etapa, de Plaza Castilla Fuencarral (de la salida al km 4), ruta totalmente urbana. Fue una suerte de “deja vú”, de ya haber vivido esta experiencia. Me retrotraje a la maratón de Madrid, me recordaba aquella experiencia, pero Richy ya me sacó de mi “horror”…”¡¡para nada¡¡, no pasamos por aquí”. Vamos, que con gps me pierdo en el pasillo de mi casa.

Todos parlanchines, todos bromistas, todos hablando del cochinillo que nos comeríamos en Segovia (yo, con lo poco “comiente” que soy, sabía, que como mucho, verduras). Todos, en el fondo, con la responsabilidad y porque no decirlo, con algo de digamos respeto-miedo ante el reto que nos habíamos propuesto. 100 kilómetros, muchos de nosotros, yo el primero, no había pasado nunca de la cincuentena corriendo.

A lo lejos ya divisábamos, por poco tiempo, a los corredores, a los de verdad, a los que correrían hasta la meta. A los que ya estarían duchados y cenados cuando nosotros no habríamos ni llegado a Cercedilla a por el arroz. Pero no adelantemos acontecimientos.

Segunda etapa, de Fuencarral a Tres Cantos (del km 4 al primer avituallamiento en el km 15,8). Tres Cantos, otro curioso nombre. Te hace pensar en cuentos de hadas, un castillo y un embrujo que tan solo se elimina con los “tres cantos” del príncipe…aunque casi seguro será por algo menos prosaico y tendrá que ver con “tres piedras”.

Poco llevábamos corrido, pero camino del primer avituallamiento, del grupo inicial ya se van desgranando grupos más pequeños. Cada uno adapta el ritmo a sus piernas. En estas carreras de tan larga distancia, y lo que es más importante, de tan larga duración, es importante las piernas, no cabe duda, pero mucho más, la cabeza.



Pinchi y Edu se descuelgan. Van a su ritmo, muy bien. Buena cabeza. Manolo ni se le vio desde el principio. El se planteó la prueba en 20 horas, y fiel a su planteamiento, así lo hizo.

Por el contrario Juande y Salvi, mucho más fuertes, echaron adelante. Venga, con ánimo.
Los demás, pues junticos. Ya por la primeras vías pecuarias (que
 no pecuniarias, como oí a uno. Eso hubiéramos querido nosotros, que nos pagaran por correr), paralelos a la autovía, disfrutando de los corredores que nos cruzamos. También mucho ciclista, alguno eso sí, de mal humor, “exigiendo” que nos echáramos al arcén….”muchacho, ¿vas a hacer con los corredores lo mismo que hacen los coches contigo?”.  Sin más comentarios, hay que saber disfrutar todos de la naturaleza, dejando a cada uno su espacio.

Primer avituallamiento, y de “regalo” pasamos un puente sobre la autovía. Oscar, como ya me daría cuenta después….con prisas, prisas….que nervios…Güasapman…agua, isotónicos, cola y sobre todo fruta. Nunca dejo pasar un avituallamiento. Por costumbre lo hago. Es cierto que en muchos casos ni hambre ni sed hay, pero no se debe dejar que sea el cuerpo quien te lo diga. Desde mi punto de vista, es un error no avituallarse, es la madera de la caldera. Sin hambre y sin sed, básico comer y beber. El cuerpo te lo agradece, sino, luego te castiga y el castigo es duro, muy duro.

Tercera etapa, de Tres Cantos a Colmenar Viejo (del km 15,8 al km 26,8). ¿Colmenar Viejo?, y digo yo, ¿hay un Colmenar Nuevo?. No lo he mirado, ¿pero éste es el pueblo donde viven la “abejas matusalem”, de ahí lo de viejo?.

A un cuarto del comienzo, ya empiezan a notarse los problemas. Una corredora hablando por el móvil, aparentemente con su pareja, llorando por los dolores. Pronto empezamos, pero aún así, la llegué a ver 60 kms después, así que hizo de tripas corazón y cumplió, seguro.

Fausto se nos va quedando. Su rodilla le dolía. Se va demorando. Busco en la mochila y saco paracetamol pero eeguía dolorido. Poco después le oigo alto y claro: “¡¡Nachooo¡¡”, me vuelvo. “¿Qué?”. “La biciiii”. Me vuelvo y veo un ciclista, con una camiseta de un club de Cabezón de la Sal, de mi patria cántabra, con el lábaro, el mismo que colgaba de mi mochila, mi homenaje a mi Tierra.



Mi rodilla izquierda me empieza avisar, solo es una molestia, pero, molesta. Como Güasapman luego nos meterá prisa en el siguiente avituallamiento, me adelanto algo con Richy, correteamos, hasta que vemos “aquella-cuesta-del-cementerio”…madre mía, el Tourmalet. Que me perdonen los difuntos de Colmenar, pero con esa cuesta, casi más valdría mandar los féretros con ruedas.

Llegamos al pabellón de Colmenar y ahí están esperando las acompañantes del equipo, las mujeres sin cuyo apoyo y ayuda, más de uno habríamos caído antes de la meta. Como tenía cinco minutos hasta que llegara Güasapman con prisas, me dio tiempo a quitarme las piedrecillas de dentro de los “bambos”, que fue algo constante, y a comer sandía como si me fuera la vida en ello. Pero la parada tan larga me pasa factura, la rodilla me recuerda que sola no va a mejorar. Cuando echamos a correr, no me encontraba bien, me costaba seguir hasta que entré en calor.

Cuarta Etapa, Colmenar Viejo a Manzanares El Real (del km 26,8 al km 41,8). Se acabaron los chistes, se pone el recorrido cuesta arriba, y mucho. Me consoló que iba a ver el Manzanares real, debe ser que el que pasa por Madrid es de mentira.

Cada vez quedamos menos. Fausto y Rai definitivamente han quedado atrás. Seguimos Güasapman Oskar, Fernando, Richy, Pepe, Ginés y este humilde relator. Durante el camino cogimos a Dani, lo está pasando mal. Problemas musculares

Afortunadamente la información que nos dieron no era verídica del todo, en una etapa tan larga, a mitad de camino, junto al Puente Romano, también teníamos avituallamiento.

¿Fue la etapa que encontramos por primera vez a Begoña, la “alicantina” de Madrid?. No estoy seguro, lo que sí recuerdo es que nos contó que era su segundo año en la prueba. Fue nuestra constante “compañera”, durante y después, y nos dio información muy valiosa. Alegre y jovial, siempre iba “pegando la hebra” con alguien. Saludos para ella y para su hija, de la que nos habló.

También fue el tramo en el que jugamos al “píllame” con los amigos de Guadalajara, ahora te cojo yo, ahora me coges tú. Bajando a Manzanares El Real, uno de ellos se cayó y se marcó toda la cara. Les vimos en Cercedilla, ya no después, pero no me cabe duda que llegaron. También para ellos nuestro recuerdo.

                Alcanzamos a Salvi, su lesión en el empeine no le dejaba continuar. Para él, final del reto 2012, pero comienza el de 2013. Alguno le dijo algún comentario fuera de tono en relación con su abandono, pero Salvi, al ponerte en la salida, ya habías triunfado, porque ganaste a mucha gente que nunca se atrevería ni a intentarlo, y tú, pese a la limitación que traías, lo hiciste. Lo demás, le pasa a cualquiera.

A la entrada en Manzanares El Real, vimos el embalse, con la “caló” daba ganas de darse un baño, pero hoy no…¡¡¡mañanaaaa¡¡¡. Impresionante la acogida de las correbirras…Pilar, Ana, Maribel, Yolanda, Merce y Juanpe (si, he dicho “las”, pero es que nombrando a 5 mujeres y un hombre, decir “los” me parecería muy machista). No sé si las hubo mejores, pero nadie animó y ayudó tanto como el equipo de seguimiento correbirrero.



Nuevo avituallamiento, y me comí plátano hasta reventar. Casi no me dio tiempo a mandar un mensaje a casa, a mi medio pomelo, Inmaculada, y mis niñas, Marta y Julia, a las cuales, y eso es lo que más siento, las tuve en vilo todo el día. Las eché mucho de menos, y quise ver en cada ánimo, en cada apoyo y en cada aplauso a cada una de las tres. Fue duro hacerlo sin ellas, pero pude hacerlo por ellas.

Quinta etapa, de Manzanares El Real a Mataelpino (del km 41,8 al km 49,4), que digo yo que quien ponía los nombres a los pueblos. ¿Mataelpino?....¿xenofobia forestal?.

Calor, que calor, y yo sin crema. Empecé a notar la cara arder y la rodilla ya me está empezando a dar la tabarra más de lo soportable. Me tomé un paracetamol. Por detrás, Richy empezó a sufrir. Como dicen los ciclistas, “hizola goma”, pero nos alcanzó para hacernos la foto en el cartel de entrada en Mataelpino…50 kms, ¡ya somos ultramaratonianos¡.



Eso sí, pregunté el nombre del alcalde del pueblo, porque, hay que ser poco misericordioso para ponernos la rampa que nos tocó subir justo antes de llegar.

Entrada en avituallamiento, y comí otra vez como si me fuera la vida en ello. ¡¡Membrillo¡¡…Irene, Carmelo estos 6 trozos van por vosotros, solo faltó el queso. Chocolate, refresco de cola…y la peña correbirrera por todo lo alto. ¿Pero cómo lo consiguen?. Cuando lleguen a Segovia van a estar molidos…tic tac tic tac…Güasapman nos llama, que se va, ¡¡esperaaaa¡¡¡.

Sexta Etapa de Mataelpino a Navacerrada (del km 49,4 al km 54,8). Etapa que se me hizo eterna, con una subida final, junto a Fernando, que no parecía acabar. Y mira que yo iba con ganas de abrir la nava esa que tienen cerrada por ahí. El equipo perdió definitivamente a Richy, pero luego demostró lo que hay que tener.



Momento de revisar ritmo. Me encontraba bien, incluso fuerte, pero el dolor de la rodilla era un aviso que no debía olvidar. Podría tirar más rápido, pero preferí ir junto a los compañeros. Intentar una aventura en solitario que a lo mejor me reducía el tiempo en una hora, o a lo peor me hace reventar, para luego pagarlo caro, va  a ser que no. Pensé, por una vez pienso, y creo, como luego me demostré a mí mismo, que más vale ir en grupo, que lo importante es llegar y hacerlo bien.

Empezamos a ver vacas, muchas vacas, y muchas “pistas” de vacas. Hasta fotos se echaron de las vacas, pero bueno, ¿no son esas cosas con cuernos que dan leche?. Bueno, nada, fotos.

Séptima etapa, Navacerrada a Cercedilla (del km 54,8 al km 64,4), donde se fabrican los cercedos…como los carpinteros hacen carpintos. Ya se huele el arroz. ¡¡Como no¡¡, salimos corriendo detrás de Güasapman. Etapa que se hizo más cómoda. La confianza y la certeza de que ya llegamos a Cercedilla, para repostar fuerzas, fue el gran aliciente. En un exceso de confianza quise tirar de más del grupo y la rodilla se resintió, la hinchazón aumentaba de forma alarmante. El dolor, aunque tolerable, no remitía.

Cuando llegamos al pabellón de Cercedilla, 25 minutos de descanso. Aquí sí que hubo que explayarse. Comí arroz, por comerlo, porque debía estar hecho desde hacía mucho rato, ciertamente, el único fallo de la organización (junto con la falta de avituallamiento en la meta). Si, eran hidratos de carbono. Y no, no esperaba una paella valenciana, ¡pero frío y duro¡. Eso sí, su efecto recuperador fue inmediato.



Entre la gente, sin buscar mucho, encontramos a las correbirras, ya con Salvi entre ellos (había abandonado), con la mejor de sus sonrisas y sus ánimos. En campeón. Con crema y unos guantes apareció mi “ángel salvadora”, un masaje a mi maltrecha rodilla. 48 horas después tengo la certeza de que sin aquel masaje, no habría acabado. Me dio fuerzas para la cumbre de la Fuenfría sin sufrir dolores. 

Recogimos el material nocturno. El frontal (que follón, no pude aguantarlo en la frente, lo llevé en la mano), la manta térmica (que como fue, volvió, ni la abrí), la luz intermitente (un balón pequeño que los sardineros regalaron a mi niña Julia) y el silbato. No cabía nada, algo había que dejar. Como no le había dado “bola” cogí la bolsa de los frutos secos y de los orejones, y los dejé en la basura, con el pesar que me supone tirar comida.

Etapa Octava, de Cercedilla al Alto de la Fuenfría (del km 64,4 al km 79,3). Como bien decía Salvi en Cercedilla, si se llama Fuenfría es por algo. En un día caluroso, cuando llegamos arriba, casi al anochecer, pelaba…sino, la habrían llamado Fuencaliente, ¿no Salvi?. 

Empezaba lo duro. ¿Begoña?, otra vez por aquí…la cuarta o quinta vez que nos vemos. Ginés dejó su impronta, y frase memorable, “los pasos son los pasos”, o así, que con mi mala cabeza, ya se me va olvidando todo, de aquí que lo escriba.

Para engañar, los primeros 500 metros cuesta abajo, pero enseguida se puso, como se dice en Santander, “pindio”, para arriba, unas cuestas largas y duras. En fila india, me puse a la cabeza, marcamos un ritmo bueno, ni muy duro ni muy lento. No era cuestión de reventar, pero tampoco de llegar al desayuno. Paisaje espléndido. Un pinar de decenas de kilómetros. Ahora se da uno cuenta del patrimonio que se pierde con cada incendio y porque los pirómanos deben pagar con cárcel sus desvaríos.

Como en un parque, oímos múltiples voces de niños, ya fuera de camping, de fiesta o de paseo. Nos encontramos numerosas personas andando o en bicicleta. Ante tan placentero entorno, no es de extrañar la cantidad de excursionistas que disfrutaban del día. Pero la subida cada vez más dura. Navacerrada, que en su momento pareció dura, ahora era un juego de niños. Quince kilómetros para llegar a la cima, algo más de 2 horas y media nos costó coronar. Encontramos un avituallamiento mediada la subida. Nos vino muy bien, máxime cuando en Cercedilla dijeron que no había nada hasta la cumbre.

El segundo tramo era más suave de pendiente, pero las piernas tienen, como todo un tope. Entre los pinos vimos lo que en su época debió ser una carretera forestal. “Mirad por donde sube una carretera”, exclamé, cual colegial de excursión escolapia. Fernando, bregado en mil batallas montañiles aseveró, “esa es para nosotros”. Viendo la lejanía dije: “No, no puede ser”. Fallé, nos tocó ir por allí.

A falta de un kilómetro para la cumbre empecé a notar una pájara, suave, pero pájara. Iba mareado, y ya solo podía andar mirando al suelo. Afortunadamente al coronar, un caldito me revivió, junto con dos magdalenas. Que vaya mezcla ¿no?. Mano de santo. Fue el momento de ponerse más ropa, para no congelarnos y encender los focos. Llamé a casa, hablé con Inmaculada. Va todo bien. Me duele saber a la familia pendiente y preocupada. Va todo bien. ¡¡Como decir que iba con una “pájara”¡¡. Vamos, viéndolo por donde lo vieras, sonaba mal. Eso sí, lo de la rodilla, se lo iba contando. Su ánimo compensó la mala media hora que había pasado.

Novena Etapa, Alto de la Fuenfría a la Cruz Gallega (del km 79,3 al km 91). ¿Cruz Gallega?. Y digo yo, ¿cómo llegó una gallega a aquel punto en medio de la provincia de Segovia?. Da igual, con lo oscuro que estaba, podía ser la Torre de Londres, que no se vería tampoco.



Bajada en la que intentamos trotar para aligerar tiempo, pero el terreno, con muchas piedras, era demasiado propicio a las caídas, como Pepe nos demostró, eso sí, discreto hasta para caerse. Por fortuna, con solo unos rasguños. Contactamos con Richy, iba con Dani. Se habían “recuperado”. ¡¡Bien por los valientes¡¡. Finalizaron. Fausto parece ser que seguía en carrera, sin confirmación “oficial”, no nos quedaban dudas que llegaría aunque fuera arrastrándose. Cuando el seguir se pone duro, los duros siguen.

Recorrido que provocó mucha ansia, a tan poco de la meta y con tanta oscuridad, la ausencia de “civilización” atenazaba de angustia. Nos cruzamos con un compañero de reto que iba zigzagueante, que faltó poco para verle caer por el borde del camino. “Voy bien de cabeza”, dijo, “lo que voy mal es de piernas”. Ese era su problema. Le pedimos que no fuera al borde, por que iría bien de cabeza, pero si le fallaban las piernas, la cabeza poco haría para evitarle una grave caída y entre bosques, sería difícil de encontrar. Espero que llegara sin problemas.

En la bajada agrupamos a dos compañeros de ruta que nos acompañaron hasta casi la meta. Avituallamiento de la Cruz Gallega, lo dicho, no se veía nada. Un poco de leche, magdalenas y galletas y ¡¡cuidado con la próxima bajada¡¡ nos avisaron.

Etapa Décima, Cruz Gallega a Segovia. Ahí ya nos confirmaron que no eran 100 sino 102 kms. Que sí, que qué más da, pero lo mismo pasaba si hubieran sido 98 que 100 y ya estábamos reventados. El primer tramo, después de 91 kms era atroz, con un “pedreguerío” que invitaba a “besar la lona”. Afortunadamente, sin incidentes. Algún valiente, al olor del acueducto, todavía nos adelantaba corriendo.

Fuimos viendo mucha gente, me imagino que de la organización, cantándonos la distancia a meta, esa suerte del “increíble hombre creciente”. A cada persona, más distancia. “Os quedan 6 kms”...”os quedan 7,2”…mejor no escuchar, por que el próximo nos dirá que estamos en Plaza de Castilla. Fue el tramo del saberse “finalizador” (que no ese anglicismo hortera de finisher, eso para los guiris), pero a la vez, doliente de cada paso, de cada recodo, de cada camino….¡¡¡¡cuando acaba esto¡¡¡.

Entramos en la ciudad. Paramos para “equiparnos” para la foto. La bandera del equipo y la camiseta de homenaje al compañero Gaby que se tuvo que quedar en Murcia lesionado (¿¿??). Ultimo esfuerzo, trotamos por las calles de Segovia. Recibimos el aplauso de los paisanos. Por esas cosas del destino, nos equivocamos de ruta y pasamos por el centro de la zona de cena y picoteo, viviendo un momento mágico entre decenas de personas aplaudiendo.

Los “pelos como escarpias”, atrás quedaron meses de entrenamiento. Madrugadas y noches de palizas. Horas y horas de correr solo. 15 horas largas de ruta. Esto llega a su fin. El reto, está aquí.



A la vuelta de una esquina, milenario, hiératico, impávido tras siglos y siglos de ver correr la vida. Romanos, godos, árabes, castellanos, todos estuvieron a sus pies. Ahora éramos nosotros quienes nos presentábamos ante él, para su juicio. Si, el Acueducto de Segovia nos reconocía nuestra gesta. Nos saludaba, parecía que hasta sonreía. Ahí están los correbirras de apoyo, aplausos, abrazos, besos. Acabé, llegué a la meta. Oskar, Gines, Pepe, Fernando y yo. Abrazos. Lo hemos conseguido. Gracias a los cuatro.



Historia. Ya es historia, reciente, pero lo es. Lo tengo fresco, este relato tendrá que recordarme en el futuro detalles que iré olvidando. Muchos otros los habré dejado en el tintero. Seguro que no son todos los que están, pero están los que son. Los demás también fueron acabando. Cumplieron su reto. No era una carrera, ni una competición. No existían enemigos, tan solo compañeros. Mi reto era contra mi mismo. El que ganó llegó hace más de 6 horas y después de mi, seguramente, llegaron decenas, quizás cientos durante horas. Todos ganaron, todos cumplieron su reto. Todos se llevaron su medalla en recuerdo de su gesta.

 Este pequeño relato lo quiero dedicar a todos aquellos que afrontan sus retos y que algunas veces los cumplen. Y no me refiero a los deportivos, que también. Si no a todas aquellas personas que día a día afrontan el reto de vivir, de sacar adelante una familia, de ayudar a sus amigos, de comprometerse con causas sociales, a los que regalan su tiempo a favor de otras personas. Todas y cada una de esas personas son héroes. Yo, solo he cumplido un pequeño reto, al alcance de todos o casi todos. Pero todos y cada uno de vosotros, los que afrontáis vuestros retos diarios ante la adversidad, merecéis la medalla de honor de la vida.


Y como no, gracias a Inmaculada, Marta y Julia. Sin su apoyo total sin reservas, esto no tendría sentido. Os quiero.



6 horas de Molina 13-10-12

Y gira, y gira, y gira....

Buenas noches a un nuevo programa de “Cuarto Milenio” y ya vamos 12.673 emisiones.

Hoy viajamos a la Región de Murcia, específicamente a la localidad de Molina de Segura donde el pasado 13 de octubre sucedieron unos hechos, que cuando menos, calificaremos de extraños.

En una mañana nublada, se llevaba a cabo una prueba atlética, las 6 Horas de Molina de Segura. Y ya solo su objetivo nos hace calificarla de paranormal, porque no es muy normal que gente hecha y derecha, con “taitantos” años decida libremente levantarse a las 6 de la mañana para ir a correr 6 horas seguidas….si, lo han oído bien…¡¡¡6 horas seguidas¡¡¡.



A partir de ese momento, como una catarata,  se produjeron los hechos que siguen sin explicarse o, al menos, nosotros no hemos podido explicar. A continuación, les detallamos algunos de los que más nos impactaron:

-          ¿Es cierto que Fausto va a abandonar la “Melestérica” y le van a fichar para el elenco de actores de Anatomía de Grey?.  Porque gorro colorido y un punto cachuli sí que ya llevaba.
-          ¿Por qué Oskar desde el principio decidió correr solo y cada vez que se le veía iba acompañado de una bella señora o señorita?.
-          ¿Es cierto que Richy se afeita todas las mañanas y que esa barbaza se la pinta con rotulador?. Dicen las malas lenguas que Yoli lo usa como lija para la madera.
-          En un momento de la carrera se oyó entre los participantes el glorioso Himno de Riego ¿lloraba de emoción Salvi o como dicen algunos críticos “¡era solo sudor¡”?
-          ¿No es menos cierto que Juanpe y Ana hacían que andaban y no daban ni un paso?. Porque un grupo de corredores declaró que siempre se los cruzaban en el mismo punto.
-          Siendo una prueba deportiva ¿Qué se había tomado Pilar en la vuelta 22 que al paso de los corredores por meta estaba…creemos que bailando?.  Algunos decían que era una ritual yu-yu para que Oskar corriera solo.
-          La revista Hola se pregunta en titulares ¿es cierto que Edu y Pinchi se han divorciado?. Edu corrió, Pinchi….¿Pinchi, que hacías todo el rato solo?.
-          ¿Y es más, porque los Eduardos no dijeron que era su santo?
-          ¿Había un fantasma burlón robando bambos o es que Anita estaba practicando ir descalza para bailar por la tarde la danza del vientre?. ¿A quién?.



Atención, cortamos la emisión, hemos recibido noticias de Ultima Hora. Según cuenta en un teletipo “calentito” la Agencia Efe, Matías Prats ha presentado la dimisión tras 86 años presentando informativos ante el fichaje de la estrella emergente de la radiotelevisión. Tiene voz, tiene carisma, encandila a las mujeres, acogota a los hombres….uuuuhhh…es él…el líder de audiencia….uuuuhh….es Gaby¡¡¡¡.

Tras esta noticia de alcance, impactante, que cambiará la forma de hacer periodismo, seguimos con el relato de los hechos sin explicar en la Ultrafondo de Molina:

-          ¿Por qué Ginés no corrió con la camiseta del UCAM Murcia y su bombo? ¿No tuvo lo que hay que tener para afrontar ese reto?.
-          ¿Dónde compra los pantalones de correr Fernando Patas Largas que no pegaban ni con cola con su camiseta naranja?
-          ¿Cuánto hay de cierto en lo que se masculla en los mentideros televisivos sobre la posibilidad, tras su foto publicada con el uniforme oficial, de que Juanpe y Salvi formen parte de la nueva generación de los Village People?
-          Dada su afición a la vaselina y a llevar condones a todas partes ¿puede ser Oskar el Village People disfrazado de indio?
-          ¿Alguien paró a José Moratinos o como dicen los alcaynos, ha seguido corriendo toda la noche?
-          ¿Qué hay de cierto en el romance Anita y David Ortiz que siempre iban junticos?. Mariñasssss¡¡¡.
-          Se dice, se cuenta, que Pepe Gálvez…..¡¡¡habló¡¡¡…pero este punto no está confirmado.



Pero no contentos con esto, a las 12:30, ¡¡una nueva hornada de alocados¡¡, porque no tiene otra explicación, dado que no es muy sano ponerse a correr dos horas cuando se está mejor tomando una marinera en la Plaza de las Flores.

Allí salieron, lanzados, envalentonados todos, si, valientes…que es muy fácil adelantar cuando los demás llevan decenas de kilómetros,¡¡ chulillos, saltapuentes¡¡….estoooo, que me voy del tema.

Siguiendo con el ambiente de paranormalidad subversiva:

-          ¿Marcos corre así o es que sus bambos tenían ruedas?
-          ¿Por qué Pepe Hernández solo corría cuando le daba la gana? Y no, no vale la excusa de que corría en equipo.
-          ¿Por qué se empeña Pedro Escudero en ir de rosa?.  ¿Es cierto que esconde un pirata en su interior?
-          ¿Por qué Pakiko Muñoz hizo la vuela de reconocimiento al revés?.
-          ¿Qué le pasaba a Fran Serrano que parecía que tenía “azogue”? De pronto esprintaba, de pronto se paraba.
-          4 horas y media corriendo…..¿cuando acaba esto?.



Aterrador fue la cacofonía recogida por los medios técnicos de nuestro equipo. Al paso de los corredores…se oía una voz, solemne, algo tétrica, pero muy realista, bueno, realista no, de eso nada. Oíd lo que decía…

                ¡¡¡¡Borbón, cabrón, saldrás por Mazarrón¡¡.

Pasadas las horas, seguimos sin explicación a estos sucesos. A la vuelta de la publicidad, esperamos sus llamadas.

PD: Felicidades para Oskar, Manolo Rico y toda la organización. Fue todo perfecto…incluso el clima. Lo de las duchas, no es culpa vuestra. Por poneros un pero….¿donde está publicado el teléfono de la rubia que daba masajes….en las piernas?.

PD de la PD: Gracias a todos los que fueron dando ánimos, los que me acompañaron, los que me adelantaron y los que con su aliento hicieron posible llegar al final. Correr y estar a vuestro lado en estas ocasiones es un privilegio y un honor.




Y unas gracias enormes al amigo que, cuando llevaba 3 horas y media, y entré en crisis sicológica que me “invitaba” a abandonar, me dió su apoyo, me dijo las palabras justas y me dio la moral necesaria para cumplir el reto. Pinchi, gracias, seguramente, sin aquellos dos minutos, habría abandonado.

Maratón de Madrid 22 de Abril 2012

De Madrid a la Meta.

      6:15 de la mañana, suena el despertador. ¿Donde estoy?. ¡Ah¡, ya recuerdo. Madrid, 22 de Abril. Hoy es el gran día.

      Sigiloso para no despertarla, me pongo el "uniforme", pero mi torpeza habitual me hace parecer un elefante en una cacharrería....no, Juan Carlos, no, ¡¡baja el rifle!!.

      Es la hora del desayuno. Decenas de caras, todos con la camiseta para luchar y vencer. Rostros tensos. Si, lo hacemos por diversión, pero nadie quiere fallar. Todos queremos llegar, y en cada bocado nos vas la gasolina para la carrera.Veo al keniata, ¡¡comiendo huevos revueltos¡¡¡, ¿como puede hacerlo?....ganó, tomo nota.



      Zumo, tostadas, té....bueno, un poco de chocolate no viene mal, un brownie...venga, dos.

      Subo de vuelta a la habitación. Es el momento del recuento. Camiseta para las grandes ocasiones. Bambos, cremas, mp3 cargado, gafas de sol, gel de frutas, creo que lo llevo todo. No, vuelve atrás, no te vayas sin el móvil, por si ella te tiene que ir a buscar a mitad de carrera.

      Me subo al autobús que me lleva a la salida. Ahora no hay vuelta atrás, pero nunca la hubo, nunca hubo dudas, es lo que estaba deseando hacer desde hace meses. Gracias Enrique por meterme el gusanillo de las carreras.

      Plaza de Colón...como diría el abuelo...¡¡¡que mano gente¡¡¡...directo al mástil con la bandera española (¿no era tricolor?), allí veré a los compañeros de batalla, Ricardo y Marcos. La edad es importante. Les veo nerviosos. Yo no..¿debería estarlo?. ¡Debería estarlo¡.




      Preparación final, vamos, ultima visita al aseo, y van...

      Trotecillo para calentar, pero, ya habrá tiempo de empezar. ¿Donde estás Marcos?. Hemos perdido a uno.

      Entramos en nuestro carril, Jose Antonio mas tranquilo que unas pascuas. "Me conformo con hacerla en 4 horas". Ahí está un tío que no se altera.

      Suena el disparo de salida. Tras meses de palizas, ahí estamos. Me quedan más de tres horas corriendo.

      Ricardo me lleva, está fuerte, muy fuerte, me marca el camino, vamos, que si bajáramos un poco el ritmo, bueno, no, mejor así, hasta que pueda.

      El que diseñó el perfil debe haberse inspirado en una etapa del Tour por que esto es un sube y baja sin fin. No son duras las cuestas, pero tanto subir y bajar. Mira tu, uno con tres camisetas....¡¡¡anda, se ha quitado la técnica, y la ha tirado al suelo¡¡¡¡....pa´matarlo.

      Pasando por el kilómetro 12 los oigo, ella, y mis dos amigos, ¡¡Nacho, Nacho!!...voy bien, feliz les sonrío y levanto la mano. Que lujo correr por el centro de Madrid. "Vamos genial", dice Ricardo...si, lo vamos, tú al menos, a mi me sobran 15 segundos por kilómetro, pero aguanto.

      Tras varios sube y baja, salimos a la Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, C/Mayor y Palacio Real. Dos kilómetros para recordar. Los pelos de punta. Ambientazo tremendo, notas el calor del apoyo de la gente, te sientes una estrella, parece que corres solo, que vas a ganar, todo el mundo te apoya. Y ya estamos en el 20.

      Bajamos. "Al final de esta calle te voy a enseñar el sitio donde mejor se come en Madrid", me cuenta Ricardo. Vamos, que si tengo que comer algo ahora, lo vomito.



      Al fondo la entrada en la Casa de Campo, kilómetro 25. Otra vez ella está ahí. No lo sabe, pero verla, y ver a mis amigos, me ha dado las fuerzas para continuar por que he entrado en la crisis sicológica de "no se si podré".

      Puedo y podré.

      Km 28, Ricardo sigue fresco como una lechuga. De algo me deben servir las dos neuronas del cerebro. Ya lo dijo la cantante, "yo te dejé marchar". Me amoldo a un ritmo más cómodo, queda mucho por delante. Aun sufriendo, disfruto de correr por zona arbolada.

      Salimos de la Casa de Campo, y veo a lo lejos la marca del 32. Recuerdo por el perfil que a partir de aquí empieza la subida hasta meta. Ya lo sé, no es el Tourmalet, pero entre el calor que llevo, los kilómetros en las piernas, ahora me faltaba esto.

      Y por tercera vez, allí estaba ella. Omnipresente en todo el reto. Antes, durante y después.

      Antes, apoyando mi reto de correr la maratón, pero con los dos dedos de frente que a mí me faltan, ¡¡come, descansa, no hagas locuras¡¡.

      Empieza la cuesta del 33, ¡¡uf, uf¡¡, que duro, ¿me paro un poco?. No, hasta el final, puedo conseguirlo.

      El recuerdo de su ánimo me lleva en volandas. Luego me lo dijo, ¡¡¡que mala cara tenías en el 32¡¡¡. Cierto, lo pasé muy mal. Pero saber que confiaba en mi, que ella y mis amigos confiaban en mí, me dió la dósis extra de fuerzas que ya no me quedaban.

      34,36, 38...y noto el dolor en la rodilla izquierda, y ¡¡¡como duele¡¡¡. ¿Paro?. Si lo hago, seguro que no podré volver a echar a correr. Si no lo hago, a lo peor, reviento. No paro, lo tengo ahí.

      Durante, ella sabía que lo iba a conseguir.

      40, subida desde Atocha, con una de esas curvicas que matan.

      41, ¡¡que acabe ya, que acabe ya¡¡. Veo el Retiro, no que queda nada.



      Subo por el carril, rodeado de gente. Lo tienes ahí, ya llegas...si, se lo dicen a todos, pero, yo me lo tomo como personal. Me animan a llegar.

      Entro en el Retiro. Al fondo, la meta....¡¡hay que ver que lejos se ve la meta en el último kilómetro¡¡¡. Hago lo que siempre he soñado, sonrío, sonrío, disfruto del momento. Entro en meta, si, lo he conseguido. La vidad es un "valle de lágrimas", pero hay momentos de felicidad que no se olvidan. Llegué a la meta.

      No la he visto, quería haberlo compartido con ella, y con ellos, pero no les dió tiempo. Recojo mi medalla.

      Encuentro a Ricardo, nos fundimos en un abrazo. Noto su emoción. Esta fue mi segunda medalla, el placer de haberlo disfrutado con un amigo. Llega Marcos, lo hemos conseguido los tres. Mas tarde lo hizo Jose Antonio, pero, de él, no había dudas.

      Pasan los días, y recuerdo cada paso, cada kilómetro, cuanta felicidad.

      Después, "Nacho" - me dice ella - "¡¡estoy muy orgulloso de tí¡¡". Gracias, te quiero.

      Sin vosotros, Inmaculada, Irene y Carmelo, no lo habría conseguido, no habría sido lo mismo.


Maratona di Roma 17.03.2013

Roma Victrix¡

Ante diem XVI kalendas aprilis. Hora tertia. MMDCCLXVI ad urbe condita (16 días antes de la calendas del mes de abril. Hora tercera del año 2766 desde la fundación de la Ciudad)

         Para gustos se hicieron los colores...a estos les gusta el fútbol, a aquellos, el bar...a estas, la moda, a aquellas, el cafetito. Cada uno nace con su impronta, y la mía viene marcada por mi pasión por la Historia (sobre todo, la de Roma), los viajes y correr.

         Con estos mimbres, correr la Maratón en Roma más que un reto o uno objetivo, era un sueño. Tras muchos meses y años de preparación, el sueño se hizo realidad.

Y como nunca he creído en las casualidades, que la llegada a la Ciudad Eterna fuera un 15 de Marzo, fue una nueva señal. Los Idus de Marzo. 2057 años desde el asesinato de Julio César ante la curia pompeya. Para un profano, un dato, seguramente superfluo, pedante. Pero para mí, tras miles de páginas leídas sobre la Historia de Roma, fue el mejor augurio posible para los que han sido los días más felices en mucho tiempo.

Cuando desde el avión se divisaba el puerto de Ostia, con la desembocadura del Tíber, la máquina del tiempo empezó a bullir en mi cabeza. Las galeras romanas arriban al puerto trayendo los modius de trigo desde el granero romano, Egipto. La plebe ruge en los juegos gladiatorios, demandando del César su sustento. Pan y Circo.

Todo corredor sabe que ante pruebas de tanto esfuerzo como la maratón, lo normal, lo lógico, es descansar los días anteriores para estar con el depósito lleno en el momento de la salida. Pero, ¿quién se encierra en un hotel teniendo al alcance de unos pasos el pasado de toda nuestra civilización?.

Rumbo a la Feria del Corredor a recoger el dorsal, un grupo de nórdicos se nos pegan. Y digo nos, porque, ¡cómo no¡, mi compañera de batallas, mi medio pomelo, me acompaña una vez más, y esta vez con dos buenos amigos.

Pues eso, unos vikingos perdidos, se nos adosan a la mochila...como si yo fuera su cicerone. ¡Que equivocados estaban¡, cuantas vueltas dimos para dar con la Feria.

Recojo el dorsal, el 3047, la mochila (que más que mochila parece un saco de dormir), la camiseta técnica y a recorrer Roma. Tap tap tap, el sonido de unas bambas en el suelo resuenan...tic tac...tic tac....dos días, y a correr la maratón.

El día y medio posterior supuso la primera carrera, en este caso, por visitar la Roma imperial, la Roma renacentista, la Roma clásica, la Roma cristiana. Por muchas visitas que se hagan a esta sublime ciudad, siempre te quedarás a medias, el tiempo no da para tanto. Está por cumplir mi deseo de pasar unas largas vacaciones en Roma con mi Audrey particular. Recorrer cada piedra, cada recodo, cada monumento, impregnarme de Roma hasta el tuétano.

Coliseo, Foros Imperiales, Capitolio, Boca de la Verdad y Trastévere fueron los principales puntos del primer día. Primera noche y estoy tan cansado, que me quedó dormido al minuto de meterme en la cama...tic tac tic tac....la maratón al caer y no estoy haciendo los deberes.



Amanece un sábado radiante. Los manes, los lares y los penates, espíritus de los antepasados, nos regalan con un día espléndido. Y no perdemos la ocasión.

Repito, nunca he creído en la casualidades, así que, que dimitiera un papa por primera vez en 600 años y eligieran a otro en la semana de la maratón, con lo ello que conllevaba que la ciudad estuviera a reventar, dando todavía más vistosidad a nuestra visita, fue un punto y seguido a la épica del momento.

Y no podía faltar la visita al Vaticano. La visita a San Pedro te produce sensaciones encontradas de magnificencia y falsa pobreza; de grandeza y grandilocuencia; de verdad y falsedad. Pero lo que nadie puede negar es el culmen del arte renacentista que se respira desde la fachada hasta cada recodo de su interior.

Paseo al Castel Sant´Angelo, buena tirada de fotos y a recargarnos de hidratos de carbono. Pasta per tutti.



Por la tarde, tras la buena comida....nos faltó el helado de Gioliti, eh, Mercedes?...Piazza del Popolo, Jardines de Vía Borghese, Piazza de Spagna, Fontana de Trevi, Panteón y Piazza Navona fueron nuestras principales metas volantes.

Tras casi 12 horas sin parar, ya sé que en la maratón me tocará sufrir, pero, ¿quién puede resistirse a tan magnífica ciudad? ¿o a ese tráfico caótico y dominguero que te amenaza incluso en la acera? ¿o al estilo bullanguero de los romanos?....¡¡¡esto es Roma¡¡¡.

Si la noche anterior poco tardé en dormí, la presente fue visto y no visto.



17 de marzo. Seis y media de mañana, ha llegado el día que tantos meses, años, llevo esperando. Al fin voy a correr por las calles de la Ciudad Eterna. Recorreré los lugares donde se fraguaron el futuro, ahora presente, de nuestra civilización.

      Desayuno a dos carrillos. Cumplo con los ritos que tienen más de superstición que de necesidad.

Crema, aerosol, mi camiseta Correbirras de las grandes ocasiones, el reloj, el móvil para poder encontrar a mi medio pomelo cuando acabe y la música (si alguno piensa si llevaba a Gun N Roses, Iron Maiden o U2, pues se sorprenderá….llevaba una selección de las canciones que han ganado Eurovisión...verídico).


 

Ocho y cuarto, bajo por Vía de Cavour, tuerzo por San Gregorio y llego al Colosseo, no hay vuelta atrás, ni la quiero.

Callo, escucho y oigo las voces del pasado. Desde Julio César a Constantino el Grande. Desde Mucio Scevola hasta Trajano. Desde Rómulo hasta toda la pléyade de personajes que constituyeron y dieron forma a la capital del mundo, a la madre de todas las ciudades.

Los clavos de las caligae, el calzado de los legionarios, resuena en cada esquina. Los gritos de la plebe exigiendo diversión y sangre. Los atronadores bárbaros cartagineses a los pies de las murallas de la Ciudad. Los ecos del pasado acompañan cada paso, cada baldosa, cada esquina. Roma, historia pura. Cultura, derecho, tradiciones, legiones, idioma...la deuda con Roma es incalculable.

Ahora, desde la lejana Cantabria, un descendiente de los guerreros de Corocotta, viene a pasear el lábaro por tus calles. Tras dos milenios, Cantabria viene a conquistarte o a tus pies.

Atravieso las vallas, ya estoy dentro. Cientos, miles de corredores se agrupan en el breve espacio que queda. Sonrisas, nervios, ya da igual, si hemos hecho los deberes o no, y ahora si que pega, alea jacta est...la suerte está echada. Llamo a casa, quiero compartir con mis niñas Marta y Julia este sagrado momento. Estamos listos.

Por los altavoces se oye la banda sonora de mi película favorita, como no, Gladiator...la emoción me sube por la garganta. Una voz fuerte alienta a los corredores, ¡¡¡Gladiatori, Roma Victrix¡¡. La emoción me puede.

Empieza la carrera. Una vez mas asisto al rito que no por repetido, sigue sorprendiéndome.

En las primera zancadas, al paso de los foros imperiales...¡hola, Trajano¡¡¡...el Teatro Marcelo, el Campo de Marte, los gritos y las voces de los corredores son ensordecedores. Siempre, como un mecanismo de autodefensa ante el miedo que provoca la gesta, las hormonas mandan el mensaje de exteriorizar las emociones...habrá tiempo para callar.

Los primeros kilómetros se pasan rápido, demasiado. Tras atravesar la Puerta de San Pablo, empieza la realidad. Voy a recorrer 42 kilómetros, y no todos serán por los ecos del pasado.

Km 7, Ponte Maconi. Corremos por barriadas populares, de esas que hay por todas la ciudades, y como no, en Roma también.

La maratón, más que una carrera es un estado de ánimo. No solo cuenta el entrenamiento, el estado físico, también el cerebro. Por mucho que tu cuerpo esté en forma, si el cerebro no te apoya, estás perdido. Durante tantas horas de carrera se pasa del suelo al cielo en muchas ocasiones, y es ahí donde, cuando el seguir se pone duro, solo los duros siguen.

Km. 10 Ponte Testacio, demasiado pronto me viene las primeras dudas. Las largas avenidas junto al Tíber no me vienen bien.



Primera avituallamiento sólido del que hago uso. A partir de ahí, lo haré en todos, aunque al final, mi estómago me pasará una mala pasada.

Busco un objetivo a corto plazo. El Castel Sant Angelo está a 5 kms, a lo mejor veo a mi medio pomelo allí, dado que iba a ir a la Plaza de San Pedro. Me levanta la moral. Empiezo a adelantar corredores.

Banderas italianas, españolas, polacas, alemanas, estadounidenses e incluso, dos ikurriñas, pero llegado el km 15, no la veo. Venga, ánimo arriba. Miro el reloj y veo que voy en tiempo de batir mi marca, y así sigo al pasar la Media Maratón.

Los primeros síntomas del cansancio provocado por el día y medio anterior sin descansar me empiezan a castigar.

Km 27, cercano a Vía Borghese, empiezo el descuento. Ese punto en el cual el corredor ya solo ve los kilómetros que le quedan no los que van.

Dice mi amigo Pedro que la maratón son 32 kms de entrenamiento para correr 10 kms. Cuánta razón tiene, pero ¡¡que entrenamiento más largo¡¡.

El agotamiento llama a mi puerta. Los avituallamientos no surten efecto, pero no me salto ninguno para evitar la caída en la reserva que me obligaría a abandonar.

Piazza Navona, quizás las más bonita de Roma, pero el martilleo de los adoquines en los tobillos es inhumano. Empieza a dolerme todo. Entro en fase de piloto automático. Una zancada tras otra, mirada al frente y a resistir.



El silencio de los corredores es sepulcral. A estas alturas, todos, o casi, está sufriendo las mismas situaciones. Corren miles, pero cada uno, corre solo.

 Km 37. Piazza del Popolo, mi estómago me avisa, acaba o párate. El cerebro, para no ser menos dice lo mismo. Son 5 kms lo que quedan, venga, 32 o 35 minutos en el peor de los casos, tú puedes, pero es que me duele todo.

Km. 38. Piazza de Spagna, solo puedo mirar al frente. El sudor me empapa mi zamarra Correbirras, hace tiempo que no oigo la música, aunque la llevo. Solo oigo el tap tap de mis bambos, el tic tac de mi corazón.

Km. 39. Piazza de Venezia. Al fondo el Coliseo a vista de pájaro, pero todavía me quedan 3.000 metros, tres mil zancadas, tres mil golpes a mis articulaciones. Quiero parar, pero también quiero acabar. Me pesa el botellín, me duele la muñeca de cargar con el reloj.



Pasamos al lado del Capitolio. Miles de personas nos animan, noto el empuje de cada uno. Bajamos hacia el Teatro Marcelo. Entramos en la Vía del Circo Máximo. Mis objetivos a corto plazo menguan, ya no son kilómetros. Solo cuenta cada zancada.

Quiero oír el rumor de las cuadrigas, de la plebe romana en las carreras, pero solo oigo el zumbido de mis sienes. Noto llegar la pájara. Vista al frente. Vista fija en un punto cercano.

Atravieso la Puerta Capena. Sufro lo indecible en la Vía di San Gregorio. Por aquí pasaron los Julios, Flavios, Antoninos, Severos, ahora yo, pobre mortal, sufro a cada paso como lo hicieron antaño los legionarios que tras meses de ruta, volvían a casa.

Km 41. El Arco de Constantino al fondo, el Palatino, origen de la Ciudad, recuerdo de Rómulo. Piensa, piensa, recita la lista de emperadores, evádete, pero no pienses en el dolor y en el sufrimiento. Queda tan poco.



Km 42. Rodeo el Colosseo, ya lo tengo ahí.

No podría decir si dije algo, si levanté los brazos, si reí o lloré, solo recuerdo una cosa: Roma Victrix¡.

Avanzo tambaleante. Me imponen la medalla, como fruta, bebo isotónicos. Ando como un autómata. Dónde estás?.

En un tiempo que me parecieron horas, llego a la salida. Allí estás. Me fundo en un abrazo, lo he conseguido, ha valido la pena. Caída y auge en 3:32. No batí la marca, pero si mi reto.

La tarde, tras una breve visita a Santa María Maggiore y presentar nuestros respetos al Moises, acaba pronto. Morfeo me llama, el sueño viene solo.

La mañana siguiente, Roma llora por nuestra marcha. Sol, lluvia, frío, viento, hemos visto la Ciudad Eterna en todas sus facetas.

Tras un nuevo paseo bajo el paraguas por las céntricas calles, acabamos a la puerta de la casa de Costanza Sonnino, ciudadana italiana, judía, que fue arrancada por la barbarie de gente sin corazón ni escrúpulos, llevada a Austchwitz, donde desapareció. Tras más de 60 años, que nadie olvide aquella tragedia, para evitar que puede repetirse. Costanza, con noi.




Se acabó. La maratón ha muerto. Viva la maratón. 23 de marzo de 2014, XX Maratona de Roma, te vienes?.

Gracias a Inmaculada, sin tu ayuda, apoyo y compañía, todo esto no sería posible. Sin ti, no sería lo mismo.

Gracias a Mercedes y Diego, que se embarcaron sin dudar desde el primer momento. Os debo el helado de Gioliti y la cena en Baffeto. Diego, la mitad del triunfo es tuyo, hermano.


Gladiatori, Roma Victrix¡.