Lunes, 11/08/25
Pues no estaba previsto pero diversas circunstancias me han puesto de nuevo en camino hacia Santander, siempre buen destino. Me cuesta el viaje, solo pensar en los 845 kms que me separan de casa, se me quitan las ganas. Subirme al coche y tras lo que parece una eternidad, ni tan siquiera haber llegado a Albacete. Voy para mayor, pero el coche me resulta indispensable allí para poder hacer mi rutas, recorrer cada esquina de mi patria cántabra.
Nunca me esconderé detrás de ninguna bandera, tuve la suerte de nacer cántabro. Lo repito mucho pero es que se deben dar gracias por la suerte de tener una buena vida, podría estar en el otro lado, en el de los perseguidos, los rechazados, los asesinados, los humillados, los insultados, los desgraciados, los segregados, los olvidados. Tú también, no lo olvides. Mañana son ellos, quizás pasado nos toque a nosotros. Recuerda Weimar.
Un mínimo de 3.000 años de historia de las tribus cántabras recogidas en la literatura romana nos anteceden pero hace ya más de 35.000 años que estas montañas estuvieron habitadas. Por orígenes familiares, he de ser plentusio, creo.
Santander fue fundada por los romanos, Portus Victoriae Iuliobrigensius, como base para dirigir las guerras cántabras. Tras 10 años de lucha, en el 19 antes de nuestra era se consumó nuestra derrota ante las legiones romanas. Espero que en el fondo de mi ADN sobrevivan algunos de los genes plentusios, camáricos, vadinienses o salaenos. Y lo mejor, habérselos transmitidos a Marta y Julia, que aunque vivan lejos de la Tierruca, tan murcianicas ellas, no puedan negar sus orígenes cántabros.
Pasados los siglos, siglo VIII, los hispano-visigodos llegaron a nuestra bahía huyendo del avance musulmán, que nunca invadieron las tierras cántabras. Sois lo que sois, somos un crisol de culturas, árabe, judía, bereber, romana, cristiana o visigoda. Que les da por escuchar a cualquiera y se creen puros. Solo les falta escuchar a Wagner y querer invadir Polonia, Allen dixit.
En su huida, los hispano-visigodos traían las supuestas reliquidas de los mártires San Emeterio y San Celedonio. Decidieron darle su nombre a su asentamiento. Colonnia Sancti Emeterii et Sancti Celedonii. Pero se les hizo largo, lo dejaron en Sant Emeter. Sant Ender. Santander. De ahí al Rácing, no pasó mucho.
Cada 200-250 kms tengo que parar. Cansancio, aburrimiento, vejiga 🤣.
El camino se me hace eterno. A media tarde llegué a Santander. 31 grados y mucha humedad, pegajosa. Ha sido un julio lluvioso pero se acumulan 10 días de sol y calor. Al pasar al lado de las playas las via abarrotadas coincidiendo con una pleamar de coeficiente 95. Poca arena para tanta gente. Cuando en Murcia me hablan de oleaje o mareas, no puedo dejar de sonreír, un plato en comparación con el Cantábrico. No vasquico, galaico o asturianico, Cantábrico. Por algo será.
Mi padre, bien, gracias. 92 años, 93 en diciembre. Está, que no es poco, con las goteras de la edad y aunque el oído le abandonó, el cerebro le sigue funcionando.
Tarde en familia, con mi padre y mis hermanas. Los que hay. Pronto a dormir. Este viaje me he traído a Javier Cercas y El loco de Dios en el fin del Mundo. Autor literario de gran calidad, no como esos cansalmas que venden mucho, pero escriben poco y mal.
Martes, 12/8/25
Primer madrugón, 6:00 en pie. Desayuno rápido y camino de Vega de Pas, el auténtico centro de los valles pasiegos. Pasado el pueblo está Yera, con su estación abandonada hace décadas. En los años 50 se les ocurrió unir esos valles con Burgos, mediante un largo túnel, para llevar mercancías desde el Cantábrico al Mediterráneo. Prisioneros republicanos fueron obligados a trabajar allí. Lo acabaron pero nunca lo pusieron en funcionamiento. Los vascos, esos nacionalistas ofendiditos, se quejaron al dictador. Y éste dio órdenes para que se abandonara. Es que vascos y catalanes, mucho llorar, pero siempre favorecidos. Por allí están los restos de la estación, de las casas de los trabajadores y del Túnel de la Engaña. Verídico, engañados.
Desde ahí la subida, 9 kms de ascenso, viento de cara, calor, menos mal que encontré caños de agua fría para refrescarme. De bajada, más rápida, me dolían los gemelos. La edad, pero 18 kms en 2:10 con 800 de desnivel.
De vuelta, directo al faro, a repetir la tradición de cada viaje.
Por la tarde, visita a mi lugar favorito aunque solo, no es lo mismo. La playa de El Sardinero, la Primera, donde siempre vuelvo. Recuerdo aquellos veranos hace 40 años, 10 o 15 amigos, dormir, comer, baño con aquella llanta de un tractor. Éramos jóvenes, éramos guapos, éramos listos? No sé. Todo sigue igual, el tiempo se ha detenido, las caras cambian, ahora yo soy el solitario señor mayor. Di un paseo por la orilla para animarme al baño. No estaba congelada pero la noté muy fría acostumbrado al caldete mediterráneo.
Dos horas aguanté en la playa. Dos paseos, dos baños, el libro, una vuelta en la toalla, otra, otra, miré las nubes, se olía la tormenta y fue llegar a casa, empezó a llover.
Entre una cosa y otra, 26 kms en las piernas hoy, de vuelta a casa, mañana más. Allí escuché a mi hermana contar a mi padre una historieta del gato del vecino, que va y viene de casa de la vecina. Mi hermana le llamó el gato excursionista. Mi padre, sordo perdido dijo: “No entiendo eso del gato socialista”. Socialista? Excursionista!! 🤣🤣🤣
Miércoles, 13/8/25
Seis de la mañana, despierto, desayuno rápido y en carretera.
Ruta, de nuevo hacia los valles pasiegos. Aparqué a la salida de La Concha y empecé la subida hacia el Portillo de Lunada. Subida larga, 10 kms, media de desnivel del 6%, que se pega. Día húmedo, caluroso, subida por escalones, se ve de lejos y atenaza un poco. Pero poco a poco, curva a curva, parando en los miradores, coroné en la frontera con Burgos.
1:30 de subida, cuando coroné, paré para comer un pequeño bocadillo, para recargar el depósito. Vista hacia el lado burgalés pero enseguida de vuelta.
Al poco de empezar la bajada me paré en el punto en el que unos jóvenes se precipitaron, en diciembre. Cuentan que el GPS les mandó por allí. Carretera de alta montaña, noche, nieve, muy señalizado el peligro, una pena.
En el mirador de Covalruyo, saludé a unas congéneres. Fotos al paisaje.
Bajada larga, no se me hizo pesada. 22 kms de ruta. Ya en el coche, avituallamiento en Liérganes 🤣
Comida con mi padre, mis hermanas y mi cuñado. Por la tarde, paseo por el centro de Santander, para ver la bahía y la feria del libro antiguo.
Típico tras varios días de mucho calor, se puso a llover. Debajo de los toldos vi la feria de mala manera. Vagué sin rumbo bajo algo más que calabobos, así que de vuelta a casa, mojarse innecesariamente es de tontos. Mañana más.
Jueves, 14/08/25
Una mañana más y a las 6:00 en pie. Hoy camino de Liébana. Están en obras en el desfiladero y casi mejor evitar subir hasta que acaben.
Me paré en La Hermida, a dos kms del inicio de la ruta desde Urdón. Canal de subida hasta Tresviso, 7 kms de giros 180 grados, hasta 40, mucha pedriza, temperatura ideal. Aquel canal de subida se construyó en el siglo XIX para transportar, supongo que en burro, cinc que se extraían por ese monte.
La subida es dura, no muy larga, muy técnica. Pero preciosa, experiencia deportiva 5⭐️ y vistas espectaculares, un carrete de fotos gasté.
Tras algo más de 9 kms, llegué a Tresviso.
Catorce de agosto, vaya fresco. Me senté junto a la fuente a comer mi bocadillo de chorizo Pamplona, descansar un poco, no mucho, para no resfriarme.
De subida solo me crucé con tres cabras, de bajada, mucha gente, es una ruta que en esta época tiene mucha asistencia. Bajé corriendo, piedras y pedriza, lo disfruté mucho, aunque llegué muy cansado al final. Vuelta a casa. Por la tarde, tarde en Comillas con Ángel, compañero y amigo del trabajo; Nuria, su mujer. Alberto, su hijo. Max, su sobrino.
Buena gente, me temo que les agoté de tanto hablar. Les encanta Cantabria, normal, es Infinita.
Viernes, 15/8/25
Tras tres días de rutas duras y exigentes, hoy me desperté castigado pero resistiré. Al coche, camino del Valle de Cabuérniga. Que valle más bonito, 🤫, que no se enteren los turistas. Esas casonas con balcones floridos y praus bien cuidados.
Cogí la desviación hacia Bárcena Mayor, pasado Correpoco, capital de tantos corredores, a mano izquierda sube una pista forestal, ahí aparqué el coche, junto al arroyo Huzmeana.
Dolor de piernas de los kilómetros acumulados en los días anteriores, con mucho desnivel. Subí despacio. Carteles indicadores y para mi, recordatorios, de mi aventura en Los 10.000 del Soplao.
Tras unos primeros kms entre árboles, la pista se despeja pero se puebla de miles de mosquitos que crecen y se multiplican al calor del ganado. Ya llegará el frío y se les acabará el negocio.
Tras casi 10 kms de subida continua, llegué a la campa donde está la Ermita Del Moral, donde ya están preparando los festejos para subir a la virgen de turno.
Fue un no parar de saludar a Furia, Niebla y La Vaca que Ríe.
La bajada, larga larguísima, calor, mas mosquitos y piernas machacadas. 90 kms y más cuatro mil de desnivel positivo en cuatro días. Lo mismo mañana toca descansar. O no, veremos.
Por la tarde, la temperatura se disparó a 38 grados, cosa rara por estos lares. Tarde en familia, ya tengo suficiente con el calor murcianico.
Sábado, 16/8/25
Hoy toca paseo por mi ciudad, pero nunca es un paseo normal, siempre nostálgico, rememorando mi niñez santanderina hace ya medio siglo. Recorro las esquinas, busco mis recuerdos, escucho mi pasado, añoro a los que se fueron. No es la Santander de foto, es más, es mi vida. Contigo empezó todo.
Luego, claro, paseo de lujo junto a la bahía, la Magdalena y el Sardinero.
Tras cinco días de ruta, 110 kms me llevo en las piernas. Así mañana, conduciendo, tan cansado, a ver pasar kms.
Por la tarde, una ilusión nos persigue, Rácing. 47 temporada de socio. Como dice la canción, es una religión, pero sentimientos encontrados. Me encanta ir al estadio, siempre repleto, muchísimo ambiente, es muy especial.
Pero sufro mucho, he perdido el hábito de ir a El Sardinero, y casi me angustia cuando la cosa se tuerce. Nervios. Pero es el Rácing, mi Rácing, verdiblanco el color de mi corazón.
Se sufrió, pero se ganó 3-1, al Castellón. Primer batalla superada.
De vuelta a casa, comenté el partido con mi padre, que lo oye en la radio. Veo muy pocos partidos en la TV, recuerdo cuando me sentaba con mi padre hace décadas, me encantaba, comentábamos, criticábamos, nos reíamos. Eso pasó, el fútbol ya no es lo mismo.
Últimamente veo algunos partidos con mi Marta, finales de campeonatos. Recuerdo aquellos momentos con mi padre y los revivo con mi hija ⚪️💚. Volveremos.
Domingo, 17/8/25
Se acabó. De vuelta a casa. Al lado de mi persona favorita y de mis niñas. Volveré por Navidad, espero no tener que volver antes. Me agota el viaje pero una vez aquí recuerdo porque estoy tan orgulloso de haber tenido la suerte de nacer cántabro.
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