viernes, 7 de enero de 2022

Cantabria (VI), agosto 2021 💢

Verano 2021


Tercer viaje del año a Santander🌲🌲. En agosto, con mi hija Marta. Playa. Paseos. Helado. Y poco coche. Alguna ruta cercana, repetida para mí. 



Me encanta venir con mis hijas👧👧. Sé que no lo consigo, pero intento transmitirles mi amor por Cantabria. Aunque solo sea por que su padre, y la mitad de sus genes, son cántabros. No hay manera.

Faro del Caballo, Santoña. Fue cosa de Marta. Que se lo había contado nosequien. Todavía la oigo quejarse. Si las 1.500 escaleras son agotadoras, no lo son menos los kms de ida y vuelta desde Santoña por la pista pedregosa.



El necesario paseo y helado de Regma en Comillas. El Acantilado del Bolao. El paseo en barca a Somo. Los Urros. Que buena semana.

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En el puente del primero de noviembre, con Inmaculada👫. Llovió mucho. Poco pudimos hacer. Familia. Hotel. Tan sólo una ruta.




Camino de los Valles Pasiegos. Por la mañana había salido a correr y sufrí un pinchazo en el hueco poplíteo. Que no lo conocía, pero últimamente estoy aprendiendo a marchas forzadas. Casi dos meses he tardado en recuperarme.

Primera parada, Puente Viesgo, el llar de mis mayores, donde pasó la niñez mi madre, con los abuelos Faustino y Violeta, y sus hermanos.




Corvera de Toranzo, Ontaneda y Alceda. Donde pasó la niñez mi padre con los abuelos Alberto y Aurora. 

En dirección hacia Vega de Pas, cogimos la desviación hacia San Pedro del Romeral, pasiego a más no poder. Cuando llegamos, intentaba andar, pero poco más que cojeaba. En la entrada de la iglesia se debía haber reunido toda la feligresía local. Preguntamos a un niño que qué esperaban. ¡¡ Al cura¡¡, me respondió. Llega tarde de otra misa.




Seguimos hacia arriba, hasta llegar al Reloj Solar de la Peñuca, desde donde contemplamos los valles pasiegos.




Ya con hambre, aparcamos en Vega de Pas. Tuvimos que esperar, en el bar del Cruce, pero valió la pena. Cocido montañés, alubias pintas con chorizo, un platazo de morcilla y para terminar, quesada natural. Tripada. Casi reventamos.




Volvimos por la Braguía, Selaya y Villacarriedo. Estuvimos toda la tarde-noche digiriendo el banquete. Y barato.





Al lío, decía, navidades 🎁de 2021.

24/12:

El propio día de Nochebuena salí a primera hora desde mi casa. 841 kms por delante. !Que pereza!. Que poco me gusta conducir largas distancias. Ya no me hace falta llevar a las niñas sentadas detrás, sin llegar a Cieza ya me digo a mi mismo: " ¿Falta mucho? ". 

Puse el control de velocidad para evitar sorpresas de parte de Tráfico. Y a ver pasar kms. Música, Rock FM. RNE. Cuando me cansé, conecté el móvil al altavoz para escuchar los podcast de Nieves Concostrina, "Acontece que no es poco". Sesión continua. Desde la festividad de Sol Invictus, Sinatra o Médicos sin Fronteras hasta La Chata, Rasputín, la muerte de Disney pasando por el Concilio Vaticano II, Alfonso XII, Jardiel Poncela o cuidado con los apaches. Minutos de historia, contada de otra manera.

Primera parada por la carretera por Cuenca. Mensaje a casa. Un té rápido. Atravesar Madrid, pendiente del gepese para no perderme y acabar en la carretera hacia Badajoz. Pasado Madrid la parada que llevo queriendo hacer 28 años. 


Buitrago de Lozoya:

Parece ser que ya los romanos tuvieron allí un asentamiento pero no hay restos que lo demuestren. Las primeras referencias históricas fiables, 1.085, bajo el reinado de Alfonso VI, que ya está bien. Casi 1.000 años de historia. Durante la Alta Edad Media fueron los marqueses de Santillana los que ostentaron el Señorío de Buitrago, siendo Iñigo López de Mendoza el primer marqués, en 1.445. Los franceses terminaron con el Señorío tras su invasión en 1.808. Durante la Guerra Civil el centro histórico sufrió grandes daños.

No hay que perderse en una visita a Buitrago:

- Plaza de la Constitución, con la Torre del Reloj (la torre es del Siglo XIV, el reloj, del siglo XX).

- El Arco de la Nieves.

- La Muralla, cerrada por motivos Covid.

- Iglesia de Santa María del Castillo, del siglo XIV que se llevó la Guerra Civil por delante. Se restauró durante los años 80 del siglo XX.

- El Castillo de los Mendoza.

Paseé despreocupadamente. Disfruté de sus calles empedradas, de sus vistas al río Lozoya, entré en la iglesia adornado con un sobrio belén.








Sin haber anochecido, llegué a Santander. Antes de llegar a mi casa, paré en La Concha, para pasearme un poco, estirar la piernas, airearme e ir absorbiendo el espíritu de Cantabria.



Llegué a casa. Descargué las maletas. Las naranjas y mandarinas que mi cuñado Mariano me regaló para llevarle a mis padres. Besos. Abrazos. Los años van pasando. Y no he de faltar en estas fechas. Cenamos en familia.


25/12


Despierto a las 6:00. Siempre que vengo a Santander me sigo sorprendiendo de la diferencia horaria, amanece mucho mas tarde que en Murcia. Desayuné bizcocho con un té. Al coche.

Primera ruta. Senda Mitológica de San Felices de Buelna. 45 kms y 45 minutos desde Santander. Autovía de Palencia. Desviación para San Felices. Se coge la carretera en dirección al Alto de Hijas, abandonándola enseguida para cruzar Rivero y aparcar en Tarriba, poco más que un montón de casas.

Negro amanecer, pero no muy frío. Aparqué el coche junto a lo que parecía el centro del pueblo, al lado de un bar. Varios coches con perros de caza parecían esperarme.




Me cambié rápido los bambos. Lesionado desde el 01/11, estuve cinco semanas casi parado por el problema de rodilla. Así que empezaba mi pretemporada

El camino hacia la Senda Mitológica la comencé en el mismo Tarriba. Subida, p´arriba, en dirección a la Cuevas de Hornos de la Peña, cerrada, entre otros motivos, por el Covid19.

Cueva con marcas desde el Paleolítico Medio hasta el Neolítico, más de 30.000 años de cántabros antiguos. 

Información Cueva





Mañana de sol radiante. Primeros kms, la rodilla se quejaba tras la larga parada "técnica". Dejando a un lado la entrada de la cueva, pasé junto al área recreativa.




En 4 kms, comenzaba la senda mitológica. Que no es tal, dado que no hay un camino fijado. Al fondo Monte Tejas, entre varias laderas, serpenteando junto al río, sin señalización. Pero no tiene pérdida. Como un niño pequeño busqué casi a tientas cada figura, todas de madera, muy coloridas aún, por que el clima las respeta, todavía. Colección de figuras de la mitología de Cantabria.

Como todo, la mitología es un invento, pero me siento totalmente identificado con cada personaje. Mitología de Cantabria

Allí me estaban esperando la rubia Anjana, el feo Ojáncano, su muy fea esposa la Ojáncana, el Hombre Pez, la Osa de Ándara, el Trastolillo, etc. Todos. O casi. Yo me pido el Trasgo. Cuando dejé este valle de lágrimas, quiero convertirme en Trasgo y zascandilear por toda las casas de Cantabria.
















Que buen comienzo de vuelta a Cantabria. Un niño pequeño, con sus juguetes recién estrenados, no disfruta tanto como lo hice yo en esa hora de idas y vueltas alrededor del río.

Cuando estuve casi seguro de haber saludado a todos mis espíritus, la ascensión hasta el pico del Monte Tejas





Estupenda vista 360º. Aproveché tan mágico momento para hacer profesión de patria cántabra. Saqué el móvil. Viento del Norte a todo lo que dejaba el sonido. Una pelona vaca me miraba con ojos sorprendidos. ¡¡ Muu, mu, muuuhu ¡¡, le dije. Pues no debíamos hablar el mismo dialecto vacuno.




La bajada, alguna vuelta di, orientándome a ojo. La cuesta final, un camino en cemento, tremendo, los cuadriceps a reventar. La próxima vez la haré en sentido contrario, tramos a más de 15%.

De vuelta a casa, navidad, comida familiar, tarde de televisión. Pronto a dormir.


26/12


Segundo día. Dudas sobre si las piernas me aguantarían dos días seguidos de ruta. Comienzo de ruta, Isla, pero en la parte de la puebla antigua. Otros 45 kms, en este caso por la autovía hacia Bilbao, al lado de la coqueta iglesia de San Julián y Santa Basilisa.



Frente a ella, la loma del Monte Cincho.




Totalmente a ojo. Seguí varios caminos vecinales. Algo de campo a través para finalmente iniciar la subida al monte por la parte de Isla. No llega a 1 km, no existe posibilidad de equivocación. Ruta a El Nuberu. En la cima, pequeña torre, con escalera circular y vistas 360º sobre Isla, Noja, al fondo Santoña y Laredo, detrás Meruelo, al fondo, Alisas.






De bajada, camino de Arnuero, hasta el aparcamiento en la zona de subida por aquel lado. Rodeé el Monte Cincho por la carretera. A 4 kms de Isla, ví una senda que volvía a subir. Y ¡como no¡, si lo fácil era seguir la carretera y llegar ya al coche, pues cogí la senda.

Embarrada. Irregular. Tras 50 metros de subida, en una pequeña planicie, se acaba la ruta. Se cruzaron delante de mi unos corzos, a los cuales seguí con la vista como saltaban y se metían en la espesura. Lo suyo, darse la vuelta y volver por donde me había venido. No había más senda. Pues no, seguí la ruta de los corzos. Tras varias idas y vueltas, una ladera con decenas de colmenas de abejas.




Desandé lo andado, hacia la bajada. Pues cogí otra subida. Entre matojos. Una hilera de balizas de alguna antigua carrera parecía abrirme la ruta. Otro error.




La seguí, y la seguí, hasta que me vi perdido en mitad de ninguna parte, una bajada entre zarzas, musgo resbaladizo, pendientes imposibles. No, tampoco me dí la vuelta. Oía al fondo el ruido de coches así que, cabezón, seguí adelante. Una hora para bajar 500 metros. Aún hoy no puedo dormir del lado derecho del dolor en las costillas de un golpetazo contra un árbol. Que era eso, o romperme algún hueso en varios pedazos. Como mínimo.






Finalmente avisté la carretera. El pastor electrónico al borde de la carretera. Electrificado, como ya sabía, para evitar que el ganado salte a la carretera. Lo sabía. Y ahí fuí con toda la manaza a agarrarme para saltarlo. Latigazo para recordarme lo que ya sabía. ¡¡ Alta tensión ¡¡. Me estuvo bien empleado.

De vuelta a la civilización de una carretera, corrí los 4 kms de vuelta al coche. Muerto y casi matao por la bajada salvaje. Parada obligada en el mirador de la Ría de Cabo Queja.





Tarde muy lluviosa. Tarde en familia.


27/12


Otro madrugón. No me cuesta. Soy de acostarme pronto, pero de levantarme aún mas pronto.

Camino de la Ermita de las Nieves, en Guriezo. Carretera de Bilbao, casi 60 kms hasta Ampuero. Carretera hacia el Alto de Guriezo, fui buscando donde dejar el coche, tardé 4 kms. ¿Que como estaba la plaza? Ahí se quedó el coche.




Entre el km 6 y 7 de la carretera entre Ampuero y Guriezo hay una desviación hacia la ermita. Empecé a correr en el km 4. Mucho frío. Un río muy cerca y la humedad calaba los huesos. Subiendo

Tras dos kms corriendo, imagen que solo se puede ver en Cantabria. En mitad del monte, a más de 20 kms del mar, casa con....barca en la puerta. Debe ser el bisnieto de Noé.




La comarcal hacia la ermita, perfecta. Asfaltado reciente. No hacía falta llevar agua, riachuelos y corrientes a ambos lados de la carretera. Llegué a la Casa de la Virgen, donde dicen que vivía un ermitaño ya en mitad del siglo XIV, cuidando una ermita a la Virgen. Como siempre, la Virgen escogió a unos pastorcillos sin muchas luces, para aparecerse y pedirles que construyeran una nueva ermita en la parte mas alta. Como dice Nieves Concostrina, desde que existen móviles, la Virgen ya no se aparece. Ahí lo dejamos.




Pegado a la Casa de la Virgen, sube directo una senda hacia la ermita, que se hace de rogar. Tras varios cientos de metros, se la otea al fondo. Silencio absoluto. Ni un alma, ni una vaca. Estaba solo. 

Al pié de la ermita, área recreativa, con mesas y sillas, que supongo que en verano y sobre todo, en fiestas, se llenará.





La subida final, unos 300 metros, se pegan. Pero una vez arriba, la vista es espectacular. Me quedé asombrado. Nunca había subido. 








En el fragor del silencio, un ruido ensordecedor, como si un camión estuviera a punto de pasarme por encima. Busqué por toda partes. Nada. Miré al cielo. Arriba, lejano, muy arriba, un avión, pero entre el silencio, se escuchaba el reactor como si lo tuviera al lado.

Me demoré más de 20 minutos. La vista, espectacular. Tercer día. Y otra vez mejorando la ruta anterior.

Para bajar, lo fácil no era necesario. Cogí una pista forestal. Marcas de ruedas. Por ahí tenía que pasar circulación. Fango. Hasta llegar a un punto de derecha o izquierda. Increíble, pero tiré a derecha. Acerté, bajada por asfalto raído hasta Las Garmillas. Feliz por la ruta, las vistas y la paz. 




De vuelta desde Ampuero, Limpias, a escasos 5 kms. Otro pueblo por el que he pasado varias veces y nunca me había parado. Parada obligada

Limpias es un pueblo en dos partes. Una, junto a la ría. La otra, alrededor del famoso Cristo de Limpias.

Aparqué el coche al lado de la ría, frente al ayuntamiento. Un gracioso paseo corre paralelo a la ría. Las gaviotas cotillean desde las barcas. Los restos del crucero Almirante Cervera, lo que quedan de la armada nacionalista. Durante décadas el cañón de este barco estuvo expuesto en las cercanías del edificio Feygon, en Santander, así que fue grande mi sorpresa al verlo en el paseo de Limpias. Lo llamaban "El chulo del Cantábrico", por la impunidad por la que se paseaba por nuestras costas. 





En la parte interior de Limpias, comienza una carretera camino del Cristo de Limpias, donde mozas y mozos han ido a pedir. Por pedir que no quede.





Por la tarde, paseo por Santander, a la luz de la decoración navideña. Siempre está bien pasear por Santander.

28/12

¡¡ Que buenas tres rutas ¡¡¡ Iba a ser imposible mejorarlo. Y se mejoró.

Otro madrugón y camino de Liendo, en la carretera hacia Bilbao. 55 kms, hasta el aparcamiento de la Subida al Monte Candina. Hay una ubicación en el GPS. El destino, ruta circular Oriñon, Sonabia, Monte Candina y los Ojos del Diablo.

En el aparcamiento comienza una ruta de ida y vuelta a los Ojos del Diablo. No es fácil, ni ligera, pero es más rápida y más segura que la ruta circular. Y si, yo opté por la circular.

Saliendo del aparcamiento, un par de kms por una carretera nacional. Lo peor del recorrido. Esperé a que amaneciera del todo para ver y ser visto y evitar un atropello. Superados estos dos kms, crucé por debajo de la carretera y continué hacia Oriñón, cuya playa recorrí de ida y vuelta, fotografiando la desembocadura del río Agüera.





Otros dos kms camino de Sonabia. Al fondo, un saliente mas conocido como la Ballena. Intenté llegar hasta al punta, pero el oleaje me lo desaconsejó. Con el mar, poca broma.





Mirador de Punta Pilota, empezó a lloviznar. Pocos minutos. Playa salvaje de Sonabia.






Desde la playa, comienza la ascensión por la cara marítima hasta Monte Candina y los Ojos del Diablo. No tiene pérdida.




La subida, por la cara marítima, no es sencilla. Camino muy estrecho. Vertiginoso. En las alturas, los Ojos del Diablo. En un punto concreto, escalada vertical para rodear la Punta Las Presas.





Si la subida marítima es complicada, la segunda parte, con vistas a Santoña, no mejoran la dificultad. Tras un tramo amplio, una pedriza peligrosa hace cumbre. Un cresteo sobre un sendero duro, con piedras de puntas y poco espacio, para, de repente, un cráter, un circo, un paisaje circular que me deja mudo. Creo que ha sido la mejor ruta que he hecho en años. Me repito. Espectacular. Cada vez tengo mas claro la suerte que tuve nacer cántabro. Infinita.






La hoya, circular, va desde los Ojos del Diablo, Pico Candina, Pico Llandesagú  hasta Pico el Angulo. Subiendo desde el mar, enseguida a la izquierda, los Ojos del Diablo, que son dos, que mas de uno sube y se pierde el más pequeño.







Aproveché que había una pareja, para hacerme una foto. Rara vez me presto a aparecer en una foto. Felizmente. Soy la mota roja. Hablando con el fotógrafo, me aconsejó de hacer la ruta circular en la parte alta del cráter. No está al alcance de miedosos, torpes o cuerdos. Hice la ruta circular, pero algunos tramos, no aptos para sustos. Pero las vistas, valieron la pena.





Varias errores, idas y vueltas, hasta encontrar la ruta de bajada. Y, como todo el recorrido, preciosa. Pedregosa, peligrosa, incómoda, pero bien bonita.

Y en esa ruta, la que antes decía que era la ruta fácil de subida y bajadas desde el aparcamiento, me fui encontrando parejas y familias. Algunos con niños. Que creo que no es sitio ni lugar para ir con niños. Un riesgo innecesario.

La senda de bajada, embarrada, terminó conmigo junto al coche, extenuado tras 4 horas de ruta, un kg barro en cada bambo y el culo morado de un resbalón.

Feliz es decir poco. La mejor ruta en años. De ahí, al bar del Faro en Santander, donde se comen las mejoras rabas con la mejor vista de la ciudad. No fue su día, tarde, mal, lentos, servicio pésimo.

Tras una paseo por la tarde para estirar las piernas cargadas, pronto a dormir. Al día siguiente, de vuelta a casa.

Volveré, claro, y espero que el tiempo me acompañe para mapear a fondo Liébana y Valderredible.

Hasta pronto.