martes, 22 de diciembre de 2015

La Vara Trail 2015



Lugar Sierra del Noroeste, Caravaca de la Cruz.

Hora, sitio salida y llegada: 08:00, ida y vuelta desde el pabellón Juan Antonio Corbalán.

Tiempo máximo: 9 horas, que eran 10, pero que la organización debe ser que se cansó de esperar a los últimos...aunque pagaron lo mismo que los primeros.

Distancia y desnivel: 42 kms con un desnivel acumulado de 4.600, que finalmente fueron 48 kms y vaya usted a saber que desnivel.

Cota: Máxima de 1.402 metros. Mínima de 570 metros, o al menos eso dijeron

Precio de la inscripción: 30 euros.







Número total de inscritos:      Dijeron que 110.                      Mi dorsal: 56
                             
Primer Clasificado: Angel Mayor en 5:16

Mi clasificación: Pues, entre que llegué con la carga de toda la temporada, mis problemas musculares y mi estóma......vale, que el 74 de los 76 que acabaron...y gracias, por que camino del 21 ya no podía más. "Solo" tardé 8:51:08, 9 minutos más y llego fuera de control. Pero llegué.


Como cambiaron el recorrido varias veces, pues el perfil podría ser éste....






... o éste...




...o quien sabe si éste.





Ultima carrera del año, ¡¡árbitro, la hora¡¡. Llego fundido a línea de salida, así que mala pinta tiene la historia. Tras ocho pruebas exigentes (3 ultramaratones, 3 maratones y dos carreras de más de 21 kms, todas menos una, de montaña) estoy cansado antes de empezar.


Otros corredores podrán apuntarse a una cada quince días. Yo no. Me mantengo en forma. Me intento cuidar, pero mis piernas tienen un límite que ya de por sí vengo forzando. Además, parecerá un contrasentido para los no corredores, pero este año he entrenado de más (más de 3.000 kms) y tanto el defecto como el exceso se paga.


Al terminar la Cartagena Trail, hace tres semanas, sabía que esta prueba de hoy iba ser "la madre de todas las maratones". En dichas tres semanas intenté compaginar el descanso con el mantenimiento activo haciendo pocas salidas, no muy duras, para intentar recuperarme. El martes pasé por el taller y el fisio ya me dio su veredicto y sentencia. Tensión muscular y necesidad imperiosa de descanso. El fisio me aplicó acupuntura directamente a los sartorios de ambas piernas, pero me lo dijo claro. ¡¡Tienes que parar¡¡. Y como siempre, hice caso. El domingo 48 kms de montaña, exigentes. En las fotos podéis ver las tiras rosas que me puso para "aguantar" los músculos sin que se me desmoronaran.


8:15 de la mañana. Todos los macedonios juntos. Llevábamos sin reunirnos desde septiembre. Este fue uno de los principales motivos de ir, la reunión. Al lado nuestro el incombustible Anthony of the Kings y la corredora que nadie quiere ver, la "escoba".





Allí estaba otro que nunca falta, Pablo Footer Troter, que también me lo encontré en lo alto del Pico del Buitre. Allí me dijo que su fin de semana había sido bueno....y algo más, pero es que llegaba tan mal que se me olvidó el resto. Eso sí, compartió noche con Fausto, así que a lo mejor un día de éstos nos dan la sorpresa y anuncian algo. Foto de lujo con mi compañero de viajes, Pepe.




Ya tenemos ofertas de la saga de La Guerras de las Galaxias (esa que ahora todo el mundo llama Estar Güors) para un papel de clones.


Venga, que me salgo del tema y luego se me van 5 hojas de crónica. Salimos 15 minutos más tarde de lo previsto, empezando por dar una vuelta a la pista de atletismo, que fue la parte donde menos sufrí. Esos primeros ¡¡200 metros¡¡. Salida urbana de Caravaca a través de una rambla, un par de puentes de madera, el museo de la Fiesta (que Richy quiso visitar tanto a la ida como a la vuelta) y a poco de salir, empezaba la primera subida.





Pepe decidió tirar hacia adelante junto con Antonio y ya no le vimos hasta la entrada en meta. Así que no veremos más su foto, eso le pasa por hacerse el serbio. Y lo de éste, será un capítulo aparte. Atrás, Richy, Fernando, Salva y servidor. Fausto, que supo regular muy bien para terminar, se impuso su propio ritmo desde salida. Vamos, que no nos hizo ni caso.


Primera, el Alto de las Balsicas y si bien mis músculos me respaldaban notaba el cansancio. En ningún momento me sentí cómodo subiendo. El estómago revuelto. La respiración pesada. Y la cabeza echando leña al fuego de verme nada más empezar tan cansado como si estuviera a 4 kms de meta. No nos engañemos, sabía lo que iba a pasar.


Un clásico, la conversación política salió a escena y en el día mas indicado, elecciones generales 20D. Con el tiempo que llevamos corriendo juntos y las carreras tan largas, aquí cada uno ya sabe de que pié cojea el otro. Desde el radical, hasta el conservador, desde el vacilante hasta el comprometido. Ya cada uno que se apunte el rol.


Sin llegar a los 10 kms, primera caída. Pero esta vez fui previsor, llevaba guantes. Ni un rasguño.


Primer avituallamiento y cosa rara, me trago un gel, a ver si me sirve de algo. No podría decir que el sabor era mejor o peor, pero la textura del potingue que me eché a la tripa fue entre peliagudo y ay-madre-mía. Poco más comí. Fue la tónica de toda la carrera. Avituallamientos algo distanciados de más, con poca variedad y un inexplicable último avituallamiento a lo que la organización dijo que era dos kms a meta, que fueron cuatro.






Primera bajada en un terreno de pinos, arbustos y muchas piedras. Piedras y mas piedras. Que hartura de piedras, a ver cuando limpian esos montes de tanta piedra. En este caso el mayor problema fue la cantidad de piedras sueltas.


El gel de fresa-frambuesa-vaya-usted-a-saber empezó a hacer su efecto en la bajada. Peor no pudo haberme sentado. Un dolor de estómago de cuidado. Oteé en lontananza donde estaban los aseos de La Vara, que, felizmente, no hicieron falta.


Poco duró la alegría de la bajada, tocaba ascender al punto álgido de la maratón, el Pico del Buitre. Mi tercera vez en esta subida y cada una de ellas por una ruta distinta. Larga, pero lo que se dice larga. Se pegaba de una forma tremenda, si a eso se suma unas piernas fundidas y que el motor diesel lo tenía en la reserva, da como resultado una escalada muy sufrida.





Ya no fueron las primera dudas. Esas las llevaba de serie desde el comienzo. Si no la seguridad de que el día iba a ser especialmente duro, pero, eso sí, también la seguridad de que ¡¡si se puede¡¡.


Nos disgregamos. A la marcha de Pepe, se suma en la subida la de Salva y Richy mucho más frescos. Sin poner mucho de mi parte, voy dejando atrás a Fernando y Fausto. Solo, me encuentro solo. Pues nada, cuando el seguir se pone duro, solo los duros siguen.





Con paciencia subí y subí. Hasta toparme con una pared vertical de unos 100 metros que ni el calleja de la tele. Ahí quisiera ver yo a los bisbales, coronados o roviras de turno. No podía más. No era el dolor muscular, era la falta de motor, de fuelle, de oxígeno, de fuerzas. Iba arrastrando los pies a cada paso. Sin ser una subida muy vertical salvo en el tramo de la pared, era exigente y agotadora.


A poco de alcanzar la cima, aquí estaba otra vez Footer Trotter como salido de la nada. No sé como lo hace, pero siempre está en cada esquina.




La mejor foto que me pudo echar, casi a cuatro patas, tirando más de testosterona (léase güevos) que de fuerzas, que no me quedaban muchas y tenía todavía más de la mitad de la carrera por delante. Es cierto que sufrí mucho la carrera, pero si de algo me acordaré felizmente es de la resistencia mental ante la ausencia física. El no rendirme pese a tenerlo todo en contra.


En la cumbre me encuentro de "acampada" a Richy y Salva. Esperamos a los demás y foto al canto.




En las primeras rampas de la bajada queda claro el panorama. Salva y Richy van muchos mas fuertes. No puedo seguirles, de hecho, mi debilidad física me asusta y mido el ritmo para no caerme y hacerme daño de verdad. Los veo marchar pero mi objetivo no es seguirles, es otro, aguantar y ver hasta donde me queda la reserva.


Bajada con más miedo que vergüenza, incluso en la zona de camino forestal amplio voy dando traspiés al borde del agotamiento. Pero algo me animaba. Ese algo indefinible que te brota del interior, ese no querer rendirse, ese convencimiento de que hoy no toca pararse. Y así llego al avituallamiento del 22, mitad de carrera. Simple y llanamente, muerto. Me dolía todo y mi situación general era, digamos, catastrófica.





Desde aquí empezó a cambiar la cosa. No, el físico no se recupera, pero se entra en un punto donde la resistencia da paso a la resiliencia, esa capacidad del ser humano para superar sus adversidades. La primera buena noticia, Richy estaba esperándonos. Fue otra vez, quien me ayudó a llegar a meta. Salva siguió su camino, al final nos sacó una hora.


Casi seguro que hubiera acabado, pero en compañía de Richy, la cosa fue mucho mejor, al menos, compartida. Hablamos de lo divino y de lo humano, de Dart Vader y Yoda, de la MSN y del ridículo de Cádiz, de todo hubo tiempo, y pim pam, pim pam, los kilómetros iban cayendo.


Segunda noticia buena, la chispa de la vida empezó a caer en los vasos. Voy a empezar a cobrarles por la propaganda, pero ese azúcar en vena hizo milagros. Tercera y última, entré en el momento zen. Sin mejorar mi estado físico, mi mente y mi cuerpo se anestesió al sufrimiento, abandonó el pesimismo y desistió de la desesperación para adecuar el paso al objetivo de hacer meta.


Salimos del avituallamiento y en pocos kilómetros alcanzamos la bifurcación para los que acababan la media maratón y los que seguíamos a maratón....¿que hago?....bueno, no me lo pienso mucho por si flaqueo.


Subida. El Pico de El Reventón, que sin ser mas largo ni mas duro que el Pico del Buitre fue el único momento en que temí que mi nueva aventura concluyera. En las primeras estribaciones, el dolor de ambos sartorios hizo aparición. Dejo marchar a Richy. Me paro. Me saco las piedras de los bambos. Sigo a ritmo lento, pero el dolor no baja. Saco el móvil, primer parte de guerra a Pomelandia. En esta ocasión no quise endulzar la situación. Estoy fundido fue mi mensaje literal.


Saco un pequeño bocata y sigo andando. A lo lejos veo a Richy, que zagal, muchas gracias, pero de verdad, no tienes que cargar con minusválidos, podías haber seguido solo y hacer meta con Salva...¡¡¡y lo sabes¡¡¡.


Coronamos y en la bajada, revivo un poco. Más piedras que la acrópolis de Atenas. Ojito a no irse al suelo. Y llega el momento felixrodríguezdelafuente. A unos 200 metros vemos pasar en fila india por una senda a unos diez jabalíes de todos los tamaños. Si pudiera esprintar me habría subido encima de uno para que me llevara un rato. Animalicos, si os pillara Obélix




Me viene a la memoria mi niñez. Los cómics que leíamos mi hermano y yo. Entonces pensaba que la vida era todo diversión y felicidad. Me equivocaba, pero, esa es otra historia.


Al pie de El Reventón, avituallamiento. Pues ya por el km 26. Nos dicen que, según creen, quedaba un única subida. Se equivocaban. El recorrido que originariamente era de 42 kms, pasó a 48 kms largos. Mas o menos bien balizado, aunque no del todo, de hecho, en una de esas, nos perdimos y echamos 500 metros de mas en ir y volver a buscar el camino.


Podría decir en favor de la organización que el recorrido era estupendo, precioso, de ensueño, pero no sería justo. Que el recorrido de una carrera sea bonito o no, no es mérito de la organización, si no de la naturaleza en sí. Por donde corremos, corrían animales y personas hace cientos y miles de años. Ya estaba allí mucho antes de que se inventaran los dorsales y los sableos de las inscripciones. Lo que si pueden hacer bien quienes organizan carreras de este estilo es diseñar una ruta adecuada, y, tampoco en esta atinaron.


Cuando a un camino de por si duro se le añaden recovecos y sube-y-bajas innecesarios, senderos impracticables y cañadas pedregosas peligrosas, pues, no se le da emoción, mas bien se putea a los corredores. Se sufre, está claro, pero el que diseña una carrera, lo mínimo que tiene que hacer es ponerse en la piel de cada corredor y no llevar el límite más allá de lo médicamente necesario.


Cuando salimos de aquel avituallamiento vemos a la lejos a Fausto y Fernando. Les echamos un grito, bajamos el ritmo para ver si nos alcanzan, Les llevamos poco más de 500 metros, pero no aparecieron, de hecho, se les busca en los Andes, donde se dice que están comiéndose entre ellos. Se los tragó la tierra.





Subida no muy larga hacia La Alberquilla. Estuvimos adelantándonos con un compañero de ruta que llevaba un vara de 2 metros o era quien le daba nombre a la carrera, La Vara Trail o era el famoso viejo la vara. Cada vez me encuentro mejor. Ha sido una carrera que, en contra de lo esperado, he ido mejorando con los kilómetros. En esta segunda mitad, fue donde más kilómetros corrí.


Cima y nueva bajada, no muy larga, aprovecho para segundo mensaje a Pomelandia. Informo que mejora mi estado para que no se preocupe. Llegó el momento nostálgico, siempre estará con nosotros. Siempre nos acordaremos de ella.





Según el perfil, ya no había más subidas, así que esta cuesta, ¿que es?. Tras 10 minutos de subida continua. Richy me convenció que no era subida, que era  bajada hacia arriba. Así que piloto automático. A poco que el camino se endurecía hacía la goma, me iba quedando y Richy me sacaba un par de decenas de metros. Adelantamos a una pareja de sufridores que se creían a 4 kms de meta. Les sacamos del engaño y les damos la mala noticia, no son 42, si no 46, "lo dijeron en la reunión previa a la carrera". Finalmente fueron 48. Otra para el debe de la Organización...y van...


Cuando menos lo esperamos, aparece un nuevo cartel, Calar Ortega, quinta cima.




Nos perdimos. No iba mirando las balizas, así que, mea culpa, de repente no vemos señales, avanzamos unos 250 metros y nos tuvimos que volver, 10 minutos perdidos, Regresamos al sendero y empezamos la que esperábamos fuera la última bajada.


Otro mal sendero, con zona de tierra y piedra y algún trozo peligroso, pero con el convencimiento que esta medalla no se escapaba. Me gustó esta bajada pese a todo, con el animo por las nubes al verme en auge en lugar de declinando. Cuidado con las caídas....¡¡al sueeeelooo¡¡¡. Fue una culada, pero sirvió de aviso a navegantes, no has llegado a meta, así que no te confies.


Avituallamiento, tan monótono como siempre y pregunta al avituallador, ¿como quedó el  Barcelona?. Y no, no lo pregunté por que sea culé, nada mas lejano a la realidad.




Lo hice por mi primera pomelita, que no se sabe por qué, si lo es. Y me dice el avituallador, literal, "Messi, un gol. Suarez, dos goles. Y River, 50.000 patadas".


Cogemos camino de cemento y descanso los pies unos cientos de metros hasta que llega la rambla. Vamoooossss, que hartura, piedra grande, pequeña, sube, baja, vigila no torcerte el tobillo, caminos de ida y vuelta a la rambla totalmente innecesarios, la paciencia al límite. Si después te enteras que la "escoba" decidió saltarse este tramo y bajarse en coche, pues, apaga y vámonos organización.


Ya se ve Caravaca al fondo, pero como en la UTBS, a la organización le da por añadir kms por que sí. Vueltas y vueltas sin sentido, pero, un oasis entre tantas piedras, un plantío de arboles en flor por la primavera fantasma, son unos preciosas flores amarillas.


Ultimo avituallamiento, km 44 nos dicen, dos a meta, nos dicen. Pues ni lo uno ni lo otro, el gps de Richy acabó en 48 kms. Mira, ya da igual, tras superar el sufrimiento y el agotamiento inicial, el desfallecimiento de fuerzas general, no voy a rendirme aquí. Pero nos cuentan que ahí mismo tuvo que abandonar un corredor a 4 kms de meta, con vómitos.


Entramos Caravaca, otra vez por la puerta del museo de la Fiesta hasta la pista. Allí llega el momento del triunfo. Salen corriendo los hijos de Richy para acompañarlo. Meta.


8:51, muy, pero que muy cansado, pero meta. Nos dan una medalla, vamos, un trozo de lata en el que ni se molestaron en grabar el nombre de la prueba ni la fecha.





Poco después apagaron el cronómetro, así que los que entraron después, lo hicieron solos en una suerte de desprecio a los últimos finalizadores que pagan los mismo que los del medio y los del principio y cuyo esfuerzo, casi seguro, que es el doble. Esto si que no, es un detalle imperdonable..


Algunos llegaron cuando ya os habíais ido, no les esperasteis, pero llegaron. Ahí estaban Fausto y Fernando. No se les había tragado la tierra, felizmente.






Resumiendo para la organización, recorrido muy mejorable en algunos tramos; avituallamientos sosos; arroz para quien lo pillara; bolsa de corredor paupérrima que valorada en 50 euros por la organización y que con una camiseta de mal material, unos calcetines enclenques y un pin, no valía mas allá de 15 euros; pero que no tengan el detalle de esperar con honores hasta el último finalizador dice muy poco de quien la organiza. Mucho tendrá que mejorar para la próxima edición para que pueda haber una tercera, por que, estas carreras se basan el el boca a boca....ahí lo dejo.


Pues eso, medalla, besos y abrazos,


Y veo a Pepe, el niño perdido, que nos cuenta que bajando del Buitre se dio cuenta que había perdido el dorsal y tuvo que volver a buscarlo. No contento con eso, en la bifurcación de la media y maratón, se equivocó y cuando llevaba 5 horas y 10 minutos se vio entrando en meta, antes del primer corredor de la maratón. ¡¡¡Yayo¡¡¡.


Otro ladrillo en la pared. El mundo al revés, la carrera que en la que iba mejorando cuantos mas kilómetros y horas iban pasando. Pese a la agonía inicial, tanto en meta como ahora rememorando, el balance es más que positivo por la fortaleza mental que hizo posible acabar.


Ahora si, ahora toca descansar en serio, al menos tres semanas de paro total, sin bicicleta ni paseos ni nada. Recuperarme para abordar nuevas aventuras y nuevos retos para 2016.


Felices fiestas a todos, que el año nuevo os traiga toda la felicidad que os mereceis.


¿Que dices? ¿Que?. ¡Ah, si, se me olvidabaaaaa¡.





¡¡¡¡Cantabria, mañana, será republicana¡¡¡¡


¡¡Roma Victrix¡¡



martes, 1 de diciembre de 2015

IX Cartagena Trail - 2015



Lugar Sierra de La Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, en las cercanías de Cartagena.

Hora,sitio de salida y llegada: 8:00 horas del domingo 29-11 desde la Torre de Santa Elena en La Azohía con meta en Canteras.

Tiempo máximo: 10 horas.

Distancia y desnivel: 43 kms con un desnivel positivo de 2.200 y un coeficiente FEDME de 103.

Cotas: Máxima de 545 metros. Mínima del nivel del mar.

Precio de la inscripción: 40 euros.










Número total de inscritos: 200                              Mi dorsal: 123
                               
Primer Clasificado: Francisco José Diaz Pozo en 4:19:30

Mi clasificación: Puesto 141 de 184 que terminaron. 49º en la categoría de veteranos, de 74 que terminaron en 7 horas y 48 minutos.







La vida sigue su curso inexorable. Nos creemos inmortales, pero no, nada de eso. Me viene a la memoria la típica cadena de mensajes navideños en la cual se compara a la vida con un tren. 






Hasta hace poco solo viví la parte del viaje en la que veía subir gente a mi tren. Es cierto que algunos de que los que me han acompañando ya se han bajado pero era por que llegó su parada tras muchos kilómetros recorridos.


Hace poco más de tres semanas se bajó de mi tren una persona buena, que se subió a mi tren hace 22 años. Durante todo ese tiempo la tuve a mi lado, llegando a ser como otra madre para mí. Nunca pensé, y me cuesta aceptarlo todavía, que le tocara ya el turno de su parada, pero...la-vida-sigue-su-camino- inexorable. Hasta siempre, Madre.


Y aquí estoy en una nueva aventura, con su recuerdo presente, listo para disfrutar del momento por que la vida es así, dura lo que dura. Mis amigos los romanos ya lo decían, "carpe diem", disfruta el momento, por que nunca sabes cuando te llaman a tu parada.





4:45 del domingo 29 de noviembre levantándome de mi cama para empezar mi nueva aventura. Desayuno frugal de zumo de naranja con pomelo (el de verdad, a mi medio pomelo la dejo durmiendo) y alguna galleta. Enseguida al coche camino de Cartagena, a la barriada de Canteras, donde nos reunimos los tres macedonios del día. Ricardo, Fernando y éste Centurión.






Sin casi tiempo para recoger el dorsal, nos suben a los autobuses que nos llevan a La Azohía, donde estaba situada la línea de salida.





Saludo a los pocos conocidos que veo. Paulino, Juanjo y Juanfran. Que como no podía ser de otra manera, terminaron, mas o menos perjudicados, pero hicieron meta.


Tras meses de entrenamientos, a poco más de 2 semanas, el recorrido fue totalmente modificado. Nos informaron que era muy similar al final de la Ultra de la Fortalezas que hicimos en primavera, pero, una vez terminada, pues no digo que algún tramo no fuera igual, pero fue casi todo muy diferente.


Casi con puntualidad británica iniciamos la carrera en la Torre de Santa Elena en la ya mencionada La Azohía. Fresquito, muy soleado y con un brillo especial del mar. Un día ideal para sufr.....digo, para correr.





Primer barullo. El omnipresente Footer Troter, con su cámara voladora, nos fue retratando a todos a lo largo y ancho de la ruta. A Fernando le daba risa y Ricardo....¿pero que balaba Ricardo?. Todavía llevaba mi botellín, que luego quedaría hecho añicos. Juanjo detrás no sabía el castañazo que se iba a dar, pero terminó.





A partir de ahí, empezamos la ruta camino de la Batería de Castillitos. Si en la Ultrafort era por la subida de los Siete Cucones en este caso, al borde del mar. Ritmo tranquilo, con senda estrecha y algo pedregosa, pero segura....hasta que cuando llevábamos poco más de 5 kms, la primera caída. El botellín de agua, destrozado. Tragedia. no tenía más reserva de agua. La mano izquierda magullada por que una vez más, me dejé los guantes en casa. 


Me levanto y sigo ruta, pero vuelvo a tener dos amagos de caída. Como siempre, soy el hazmerreír del trail, cayéndome a cada paso.


Mas o menos entero llegamos a Castillitos. Primer avituallamiento en el km 6. Agua, fruta y poco más.





Al verme la mano ensangrentada, me echaron agua en la herida y como no tenían tiritas me dieron un guante de látex. Así que salgo con mi único guante cual un "maiquelyakson" cualquiera. 


Bajamos por pista amplia, pedregosa y de ese tipo de camino que tienes que ir con todos los sentidos puestos en lo que haces. Fernando no prestó atención a esta explicación y en una curva se fue todo lo largo que es al suelo caída que mas adelante le obligaría a retirarse.


Bordeamos varias calas espectaculares, nada que envidiar a los paraísos lejanos. Agua azul turquesa y cristalina. Si no fuera por las prisas y por que el agua debía estar que cortaba la respiración, casi para capuzarse.


Antes de llegar al segundo avituallamiento, segunda caída. Guante de latex destrozado, me lo quito y la mano otra vez ensangrentada. Ya no me la limpio, dejo que haga "masa".


Tras varios sube-y-bajas, oímos unos cencerros. Alguno que se había escapado del frenopático más cercano azuzaba con violencia el badajo hasta casi dejarnos sordos. Empinamos la subida con escaleras y ya estamos en el avituallamiento del 14, el Cuartel de Bolete.





Fernando ya se ha quedado atrás, no lo vemos pese a que lo esperamos. Justo antes de salir del avituallamiento lo oimos a lo lejos y nos dice que sigamos, que no se encuentra bien.


Comenzaba la larga subida a La Muela. Primer tramo exigente, estrecho, que va marcando. Y aquí es donde me vienen a ver mis dos némesis del día, mis centuriones fustigadores. Sartorio y Abductor.





Tras subir bastante bien el tramo inicial, cuando empezaba a suavizarse la pendiente empiezo a sufrir los primeros pinchazos y dolores en ambos sartorios, tanto derecho como izquierdo. No era la primera vez, ya me pasó en alguna otra prueba, pero en esta carrera han sido demoledores. Tuve que luchar durante 20 kms, más de 4 horas con dolores que en el punto álgido me obligaban a parar.


Seguro que lo inteligente, ante las señales que me estaba mandando mi cuerpo, era parar, descansar un rato y estudiar el abandono. Pero eso sería lo inteligente. Como ya sabrá mi sufrido lector, no me gusta repetir carreras, así que quiero acabarlas a toda costa para no tener que volver.


Seguí andando hacia la cumbre. Empecé a ralentizar a Ricardo que se le veía mucho más fresco. Mira que le dije que siguiera solo hacia adelante, pero no me hizo caso. Gracias zagal, sin ti seguramente habría terminado también, pero a tu lado aguanté mejor el castigo. Me lo tenía merecido. 


Muchas palizas este año, Salí a participar con la GR10 (96 kms), Subida al Portazgo (27 kms), Maratón de Barcelona (42 kms), Ultrafortalezas (111 kms), Dragon Challenge (31,6 kms) y UTBS (125 kms) en mis piernas. Al final, el cuerpo dice basta y en la CT Trail he pagado todos mis delitos contra mis piernas.





Terminado el primer tramo de subida, había unos kms de cresteo para dar la vuelta a La Muela y acometer la cumbre por la zona izquierda, para a su vez, salir por la derecha camino de El Portús.


Esta zona la superé mas o menos bien, con pequeños dolores, pero soportables, pero el tramo final fue insufrible. El dolor se intensificaba por minutos y no encontraba la postura para sobrellevar los pinchazos. Eso sí, durante todos estos kms de sufrimiento, solo una idea, llegar. Nunca me planteé la opción de abandonar, tan solo pensé en no reventar ni romperme.


A esto tenía que sumar que no tenía agua. Recordemos que reventé el botellín en el km 5. Lengua reseca, garganta cerrada, que si le sumas que te duele hasta el desmayo los músculos te pinta una paisaje dantesco.


Coronamos. Y nos hacen bajar por una escalera. En mitad de la cumbre, cuando menos era curioso. ¡Que vértigo¡.




Atravesada la media maratón, cogemos senda camino de El Portus. Nos agrupamos con el maestro, Juande, que con sus taitantos años se conserva de forma espléndida y que un domingo sí y otro también, se hace una de estas como el que va a la compra. ¡Chapó¡, yo con una cada dos meses ya voy más que sobrado.


En la bajada de La Muela, en el avituallamiento, aparece otro de mis ángeles de la guardia del día, Chary Ortín, que me deja su botellín de agua. Me dio la vida el resto de la carrera. Parece increíble que algo tan simple pueda ser tan importante, de beber cuando quieres a cuando puedes va un trecho largo. Muy cariñosa como siempre. Sigue lesionada pero mas pronto que tarde la veremos correr y adelantarnos por esas sendas del trail.


Al trotecillo, bastante recuperado de mis dolores, llegamos al avituallamiento del El Portus, que era el mejor dotado de todos, hasta migas tenía. Comí algo de fruta, empanada y chispadelavida. Pero es que el problema no era físico, que me encontraba muy bien de motor, si no muscular, y contra eso, poco o nada se puede hacer.


Venga, a por la segunda o tercera subida de la jornada. Escarihuelas.




De Fernando, nada sabemos. En meta, leyendo sus mensajes, conoceremos que se retiró en el km 20.


La subida a Escarihuelas, ya la conocía. No es especialmente dura, pero si pesada y larga. Tras las primeras estribaciones, vuelven a la escena mis centuriones Sartorio y Abductor. Me paro en un par de ocasiones. No podía seguir el ritmo de Ricardo, so pena de reventar.


Como ya conocía la subida, lo mantuve a la vista hasta que llegamos a la asomada de El Roldán donde empezamos a bordear en dirección hacia la playa. Mal rollo, si tenemos que hacer cumbre en El Roldán y nos llevan hacia la playa, kms y kms, la última va a ser criminal, ¿no?.


Mejor no pensarlo. Ruta de los Jabalíes, con cuidado, bien de piernas, disfrutando del paisaje. Vamos, mucho mejor, parece que los centuriones se han quedado atrás definitivamente.


Al fondo se ve la Batería de La Parajola. Pero está muy lejos, no creo, ¿no, verdad?.





Pues fue que sí. Nos hicieron bajar hasta la playa. Y cuesta abajo, volvieron mis némesis a darme castigo. Llegué a la playa algo más que tocado, pero moralmente intacto. Insensata es la palabra adecuada para definir mi actitud. Bien de motor, bien de cabeza, no vi peligro en ningún momento ante mis persistentes dolores. Felizmente no pasó nada, pero pabernosmatau.


Cruzamos la playa por la orilla. Y era de esas playas de piedra que me recordaban algo...






....y no sé, no me viene a la cabeza de que me suena esta playa....




...bueno, cuando me acuerde, lo diré.


Al final encontramos a un voluntario que nos dijo que íbamos por el km 30, a 10 de meta. Durante los siguientes 5 kms, a decir de los voluntarios, estabamos siempre a 10 de meta. Ainssss, si supieran lo que se sufre al final, intentarían ser concretos.


Este voluntario nos dijo que era una pequeña subida a la Parajola y la subida final al Roldán y, desde ahí, todo cuesta abajo. Eterno, se me hizo eterno. Sin ser un terreno especialmente duro en otra situación, se me hizo eterno. Salvo algunos tramos, era "llevadero" hasta el avituallamiento de la pista militar de El Roldan, pero mis centuriones no me dieron tregua.


Ricardo se iba con facilidad. Yo ya no podía sufrir más. Cada vez que tenía que elevar la pierna  más de un palmo, se me rebeleban mis amigos Sartorio y Abductor, ahora ya ambos a la vez y de ambas piernas. Muy durísimo como diría aquel ciclista ochentero.






Ya no me preocupo de Ricardo. Ahora solo de dar un paso tras otro. De intentar poner las piernas de forma que los pinchazos disminuyan. Ya se que no desaparecerán hasta que acabe, pero al menos, que me permita terminar. 


Avituallamiento del 33, y veo la pista. Espero que sea por ahí, no puedo subir mas sendas. ¿Que por donde tengo que subir? ¿Por ahí? ¿No sería más fácil la pista en lugar de la senda esa, que llaman del perro?. Vale, vale, pero ¡¡que perros¡¡.


Fueron escasamente 300 metros, pero que mal lo pasé. Cada paso fue un suplicio. En esa distancia, Ricardo, con el que había contactado antes del avituallamiento me sacó cinco minutos en nada de espacio. Llegué a la pista, pero ¡¡como me costó¡¡.


Relax, dentro de lo que cabe. La pista hasta coronar el Roldán fue soportable, pero, en el último momento, el gracioso de turno añadió unos 100 metros por un pedreguerio de cuidado. Pisando uvas por no decir una grosería.





Corono. Pese a todo el sufrimiento, correr, andar o pasear por las fortalezas de Cartagena es una experiencia especial. Me encanta correr por esta zona. Lo que es una lástima es la desidia y dejadez de las autoridades, ya sean civiles, ya sean militares, que dejan derrumbarse todo este patrimonio histórico. Hay cosas que deben estar por encima de los intereses partidarios que es el interés general y estos caminos, sendas y baterías de costa deberían ser cuidados y mantenidos para el uso y disfrute de todos. Y si no, que lo vean como negocio turístico, pero que lo cuiden.


Empezamos la bajada por el zig-zag, a buen ritmo, Ricardo marcando zancada. Con cuidado de no echar a perder en 30 minutos el esfuerzo de siete horas.


Tras un par de cambios en el recorrido habitual de las Fortalezas, vemos Canteras al fondo.






Un kilómetro a meta. Al fin asfalto, estaba mas que harto de piedras. En ese momento me viene a la cabeza mi comentario al comienzo de la carrera de que "el recorrido está al alcance de cualquier corredor". Pues a lo mejor si, pero ya te digo que no. Mucha senda, sin zonas de descanso, sube-y-baja continuo, piedra a tutiplen, es una carrera caníbal. Va devorando a los corredores.


Meta a 200 metros, aparecen los hijos de Ricardo que vivirá su momento mágico de terminar junto a su familia. Allí veo a Paulino, que acaba de terminar, eso me dijo. A Juanfran y Juande, que entraron justo a continuación de nosotros. Chary a la que devolví el botellín...¿o no?. Y al gran Ramón Iborra, convaleciente de sus lesiones que nos lo tienen demasiado alejado de las carreras. 


Final, 7 horas y 48 minutos. Pudo ser mejor, pero estando como estaba, pudo ser mucho peor.


Ahora toca confirmar el alcance de mis dolores, los motivos, si tengo que entrenar distinto, mas, menos, variar el tipo de carrera, espaciarlas, no sé, pero hoy no....¡¡¡mañana¡¡¡.


Gracias a la organización por un recorrido que si bien muy exigente y con algún pequeño tramo prescindible, hizo de la prueba un paseo de foto. Gracias a los voluntarios que se desviven por ayudar. Gracias a los corredores que te dan ánimos cuando te ven flaquear. Gracias a la marina americana por haber hecho posible esta película. Y sobre todo, gracias a Ricardo, que sin su ayuda, no habría acabado esta aventura.






A lo largo de toda la carrera, no dejé de pensar y comunicarme con mi medio pomelo. En este caso, con remordimiento por la salvajada de seguir adelante pese a que mis centuriones ya me habían dado el alto. Finito...




lunes, 9 de noviembre de 2015

Hasta siempre, Madre




Me has tratado como un hijo,
te quiero como mi otra madre
Ya te has ido,

has dejado de sufrir.



No merecías este final,
eras todo bondad y generosidad
te entregabas sin reservas
fuiste madre para tus hijos, para tus nietos
también para tus sobrinos, hermanos, yernos
para todo el que te necesitó


Ahora nos toca llorar tu ausencia
y seguir adelante
pero no nos podemos hacer a la idea
de no tenerte a nuestro lado nunca más
de no poder recurrir a tí
para recibir tu ayuda, apoyo y consuelo


Si no existe el paraíso
lo inventaremos para ti
allí habrás sido recibida 
por tus padres Antonio y Josefa


El coro de santos y ángeles
te habrán acompañado,
habrán formado un pasillo
aplaudiéndote a tu entrada
te habrán sentado a su lado
como el ángel que eres.



Si, el sol ha vuelto a salir
pero ya no brillará como antes
ya no estás aquí con nosotros
y sin tí, la vida será más triste


Eras nuestro faro
el corazón que latía por todos
despertabas nuestro días
velabas nuestras noches


Intentaremos hacer honor a tu legado
intentaremos perpetuar tu memoria
lo intentaremos
pero ya no será como antes.


Atrás quedarán aquellos días en el campo
en el que disfrutabas con tus flores
tu risa contagiosa en todas las celebraciones
cada beso y cada mimo
cada buena palabra, cada esfuerzo callado
el amor y cariño que derramaste a tu paso



Podríamos quejarnos de tan gran injusticia
patalear, quejarnos, chillar, gritar
pero no lo haremos
al contrario
daremos las gracias por cada instante
que disfrutamos a tu lado


Descansa,
arropándonos desde la altura 
ya solo podemos llorar y seguir tu ejemplo
pero, Madre, será tan difícil seguir sin ti


Que pena mas grande.






Desde allá donde estás, verías a tu nieta María
dedicándote su despedida.
fue muy valiente
pensó solo en tí
nos puso el corazón en un puño


Así te habló:


Con tu sonrisa has abrazado lo más profundo de nuestro corazón. Tu presencia se hacía notar con tus pasos suaves y livianos.

Silencio y escucha, mirada atenta y tierna.


Te agradecemos infinitamente el habernos enseñado a través de tu persona: al Dios Amor, al Dios Ternura, al Dios Madre, al Dios Manso, al Dios Que no juzga, al Dios Amigo y Hermano y al Dios Humilde.

GRACIAS por habernos enseñado el arte del silencio, el arte de apreciar con los ojos del amor. Por ayudarnos a apreciar lo sencillo, lo cotidiano, los gestos más humildes. El arte de mirar desde el corazón, el arte de abrazarnos, asombrarnos, de apreciar, contemplar...

Tus cursos eran poesía, caricia, pasión, ternura para el alma y para el cuerpo.

Te caracterizabas por tu atención y presencia, apertura y disponibilidad, por tu corazón y ternura, por tu sonrisa y asombro.

GRACIAS por habernos enseñado a mirar la luna, el firmamento, las estrellas y las flores. La gota del rocío, el amanecer, el viento, el calor del sol y que en lo pequeño está la felicidad.

GRACIAS por la vida, gracias por tu presencia, tu vida entregada y fecundada a todos nosotros. Por habernos hecho crecer como personas, habernos ensanchado el corazón y la mirada interior.

Hoy estamos aquí siguiendo tu ejemplo, con la sencillez del simple hecho de ser, vivir, amar, de servir silenciosamente, amorosamente, delicadamente.

Nuestra gratitud no cabe en ningún poema, ni en palabras siquiera, allí en lo escondido de nuestro corazón has dejado una brasa viva y ardiente que seguiremos alimentando con tu recuerdo, tu inspiración y tu presencia.

GRACIAS.

No podemos decirte adiós, porque estás en nuestro corazón, en el que llevamos todas las miradas, tus sonrisas, tu luz, las estrellas, las flores, el basto firmamento y la humilde tierra.

Sigues con nosotros en el camino de la vida.

Descansa en paz, descansa en la paz de Dios, abuela.


Hasta siempre, Madre, 
nunca te olvidaremos, 
siempre te tendremos presente