domingo, 13 de septiembre de 2020

IV Vuelta ¿Macedonia? al Mar Menor

 



Los meses van pasando y a todo nos acostumbramos. Lo hemos hecho para reducir las relaciones sociales, los viajes, el contacto personal....¡¡como no lo íbamos a hacer con las correr carreras¡¡. No digo que antes o después vuelva a colocarme un dorsal para participar en alguna ultra pero por ahora no sólo ha pasado a segundo plano, si no que no tengo nostalgia. No veo necesario participar en carreras para disfrutar corriendo y mucho menos con tantas normas y restricciones que las desnaturalizan. Cuanto mas tiempo pasa disfruto más de los entrenamientos y de retos los particulares. Y pasados tres meses desde la tercera Vuelta Macedonia al Mar Menor, me dejé embarcar en la cuarta, aunque de macedonia venía a tener poco. Mi camiseta y el abuelo Pepe, que ni tan siquiera portaba la bandera. Corrió con su camiseta naranja de correbirro.



Todo se forjó hace poco más de un mes desde el grupo de corredores de Cabezo de Torres. Las ganas de Pepe de repetirla se juntó con el ímpetu de Paco y la connivencia de Jaguar y José Antonio Megías. En la última semana el zamarro se borró por una inflamación de rodilla pero seguramente mas por vergüenza torera que por deseo deportivo, decidió hacerla, pero en bicicleta trayendo de compadre a otro cabezotorrense, Toledo, al cual no tenía el gusto de conocer hasta la fecha.


4:00 de la madrugada. Sábado 12 de septiembre. Tras una semana estresante de trabajo, me levanté para desayunar. Como siempre que voy a correr de mañana, zumo de pomelo y tostadas de pan integral con aceite.


5:00, cita previa de los cuatro corredores. Para cumplir con la nueva normalidad, dos coches y bien pertrechados de mascarillas.


6:00 llegamos al Molino Quintín en Lo Pagán, habitual punto de partida y llegada de la Vuelta al Mar Menor, la macedonia. Ya antes de empezar mi estómago no carburaba bien. Intenté, sin éxito, hacer un chelfi de los cuatro antes de salir. Y es que no lo consigo, cuando no es que no encuadro, es que me tiembla el pulso, o no enfoco, el caso es fracasar. Ni una foto de la salida.




Los compañeros de esta edición son mas duchos en asfalto y eso me daba yu-yu mucho yu-yu, por que no me van los ritmos altos. No me gusta apretar y mucho menos de salida. Prefiero ir de menos a mas. Ellos, en cambio, se les veía ligeros, sueltos. Primeros metros por los paseos al borde del Mar Menor. Playa de Villa Nanitos en Lo Pagán. Ni un ruido, ni un alma. De noche. Y como solo me había llevado las gafas de sol tuve que escoger entre correr a oscuras o a ciegas. Pues fue a oscuras. Cual ristomejide, me coloqué las gafas de sol desde el principio, prefería verlo negro a verme en el suelo.




La Puntica, con los restos del club marítimo quemado. En una valla me enganché la visera que llevaba colgada y la rompí, con esta edición, me ha rendido su último servicio. Largo paseo de Santiago de la Ribera. Primero grupitos de paseantes. Íbamos a buen ritmo, quizás demasiado, prefiero ir de menos a mas, correr por debajo de 6:30 o incluso a 7:00 para ir entrando en calor. Ya me conozco y sé que hasta que no pasan 20-30 kms, o voy al trotecillo, o sufro de más.




Es la cuarta edición pero sigo disfrutando de los largos paseos de Lo Pagán, Santiago de la Ribera, Ciudad del Aire, que mantiene el aroma del veraneo del siglo XX, que no viví en persona, pero que se puede ver en cada recodo, cada casa, cada balneario de madera. No muy bien, con dolores de estómago, me callo y troto.






Primera edición sin Salva el Sherpa, así que nos tocaba a Pepe y a mí hacer de cicerones pero mas concentrados en otras cosas, saliendo Santiago de la Ribera, absortos en las historietas de la mili de Pepe, nos pasamos la ruta, así que acabamos haciendo mas asfalto y menos senda. En aquellos restos de cuarteles pude imaginar a Pepe, más de 40 años atrás, echando mal de ojo a aquel capitán que le arrestó sin saber que acaba de firmar su triste destino en Sevilla. Pepe es mucho Pepe.




En la parte final del paseo, han debido echar miles de euros en cuatro o cinco réplicas en hierro-bronce-lo-que-sea, de modelos de aviones de la Patrulla Águila. Otra vez, con más tiempo, volveré para pararme a fotografiarlos, ver los modelos y su uso.




Pasando por la Academia General del Aire, km 5, observamos los restos de las construcciones que otrora acogieron a adolescentes aspirantes a pilotos que ahora Megías propone convertir en ¡¡campo de concentración¡¡. Yo no llegaré a tanto, pero es una pena la decrepitud de los edificios que podrían reutilizar de muchas maneras pero por esta desidia tan española de no hacer nada hasta que se viene abajo, pues acabará cayéndose a trozos de pura inacción. 




Más fantasmas, el aeropuerto de San Javier, sin movimiento. Mi estómago dijo basta y tuve que pararme a balizar. Al empezar a trotar, me dolía todo. Los tres galgos, muy tranquilos, iban a buen trote o yo iba hecho un ¿caracol?. Km 10, amaneciendo, primera parada para tomar un té que me vino muy bien, me sentó el estómago. Primer mensaje a mis pomelos. Todo bien. 




Retornamos a la carretera para, en seguida, coger los puentes sobre las cañas para entrar en el paseo eterno de Los Narejos y Los Alcázares, kms 12 a 15. De vuelta a 1970. Pepe, abuelo cebolleta, nos contó sus años de veraneo, cuando la orilla estaba 10 metros más arriba, justo al borde de las casas. A un lado, paseo, espigones de cemento y nuevo mobiliario urbano. Al otro, casas de veraneo de cuando Franquito era corneta. 




Saliendo de Los Alcázares, en lugar de coger la orilla como hicimos en las anteriores ediciones, cogimos la carretera directa hacia El Carmolí atravesando la Rambla del Albujón, recuperando en tiempo que perdimos en los kms de asfalto que cogimos por error. Y evitamos el fango, mosquitos y agua estancada que nos tragamos en la edición de junio. 




Km 21, Playa de Punta Brava. A partir de ahí, macedonia combinación de casas pequeñas, antiguas, horteras tal vez, con nuevos chalé con piscina, ventanales y playa a 20 metros. ¡¡Que viva la ley de costas¡¡...para el vulgo, no para los señoritos.




Paco empezó a dar señales de vida. Varias llamadas. Empezaron a las 8:00 desde Santiago de la Ribera. Poco a poco nos fueron acortando distancia. ¡¡Que viene el Zamarro¡¡.




Entre Los Urrutias y Estrella de Mar, un par de kms de tierra, algo de fango, un mucho de peste a agua estancada y buen ritmo de carrera. Para evitar abrasarme antes de tiempo, intenté controlar el ritmo, no muy rápido, que los 16 kms de La Manga luego se pegan y mas en esta ocasión, en la que además de humedad, hacía mas calor.






Segunda parada, primera chispa-de-la-vida. Sacamos los bocadillos. Pan integral con chorizo pamplonica. Me encanta. Los geles, para la ducha. El camero, muy simpático, nos dijo; "no se puede comer comida de fuera, por esta vez os vamos a dejar, pero no la próxima". Tomo nota...para no volver a pararnos allí. Será por bares. El bocata que cayó de lujo. El otro que llevaba, pues aquí de vuelta, a espera de que me lo meriende hoy. 




Km 26, comienzo de Los Nietos. Unificación del grupo. Paco y Toledo llegan a nuestra altura. Paco nos enseña un móvil Manzana que encontró tirado. 800-1000 €. Tirándose de los pelos estará el dueño. Con buen criterio, se lo llevó por si apareciera el dueño. Y hasta ahí puedo leer. Desde ese momento, Paco y Toledo, hicieron la goma, iban venían.


Tras los kms por la parte oeste del Mar Menor, entramos en la parte este, desde Los Urrutias hasta Cabo de Palos. Empecé a carburar. Y como cambia ese tramo. De hacerlo de noche, parece que Cabo de Palos no va a llegar nunca, a hacerlo de día, que si no te das cuenta, te lo pasas. De forma consecutiva Islas Menores, Mar de Cristal, Las Lomas, Playa Honda y Playa Paraíso. Y con restos romanos, para que nuestra legión rinda pleitesía a la ciudad eterna, el yacimiento de El Castillico. Cuarta ocasión y es la primera vez en que me doy cuenta de que Roma también estaba allí. Punto para Jaguar.




Entre el 32 y el 36, el giro desde Las Lomas al comienzo de La Manga, mi zona preferida del recorrido. A alguno ya se le empezaba a notar el cansancio. Megías, empapado en sudor, pedía cuartelillo. De forma consecutiva, Playa de los Alemanes que supongo que será por decenas de teutones cerveceros que invadan el arenal, Playa del Vivero hasta Puerto Bello, que no tanto. Por el club náutico, a la Goa de Marchamalo, atravesando el puente del mismo nombre hasta llegar al 24H en que siempre nos paramos, km 2 de La Manga.




Y estábamos tranquilamente almorzando cuando un treintañero, con camisa verde pistacho, fue directamente hacia Paco y preguntó: "Vosotros no habréis encontrado un móvil?". Paco, todo parsimonia, sin responder, abrió la riñonera y sacó el móvil Manzana. La cara de alivio del pistachero era un poema, todo alegría. Hablaba atropelladamente sobre como había perseguido la señal gps del móvil. Para que luego digan que el covid es un invento para controlarnos. ¡¡Si no les hace falta¡¡. Perla final, "podías haberlo dejado en un cuartel de la guardia civil". Con buen criterio, Paco calló y no dijo nada ante la sombra de la duda que quería hacer caer sobre él.


La Manga, 16 kms por delante de asfalto, gente, calor, vía única. Mejías reventó. Salimos del 24H corriendo. Pepe y yo marcábamos buen ritmo. Los primeros 4 kms a una media 5 o 5:30, quizás demasiado rápido y los gemelos de Megías dijeron que ¡¡hasta aquí¡¡. A partir de ahí, desde el 7 hasta el 18 anduvimos mucho mas rato del que corrimos. Pero esto es así. Si uno cae, los otros le esperan. Paco y Toledo fueron y vinieron varias veces. 






La Manga en sí, es un disparate urbanístico de juzgado de guardia. En una barra de arena de 20 kms de largo, por unos centenares de metros de ancho, se han dejado caer edificios, hoteles, casas y chalés por doquier. Sin orden, sin control. Pura especulación. Alguien se ha hecho muy rico, la naturaleza muy pobre. Los primeros kms, desde el Zoco hasta la Punta del Galán, insufrible de aglomeración. Mejora desde la Playa de Poniente hasta la del Pedrucho, con edificaciones a un solo lado, atisbando lo que debió ser la zona antes de los años 60. Megías sufriendo. Los demás, aguantando. Paco apareció con "flí" efecto frío. Playa de las Gaviotas y del Estacio. Playas estrechas, arena negra. Mucha gente tomando el sol, otros bañándose y demasiada gente sin mascarilla. Luego a quejarnos. 






Puente levadizo del Estacio, con las obras del pelotazo valcarciano del nuevo puerto que ahora la Justicia obliga a derruir pero que nadie va a devolver la mascá atesorada. Se intuía ya el final. Desde la Playa de la Ensenada del Esparto hasta el Veneziola, mucho mas espacio. Chalés de lujo, con piscina y jardín, pero tan adentro de La Manga, que solo pensar en el tiempo desde Murcia, no vale la pena ir salvo que vayas para quedarte varias semanas. Veneziola, esqueleto de lo que quisieron que fuera un mallamibich, torciendo a la derecha por el restaurante de lujo Collados Beach.




Y llega el momento de cruzar por la encañizada. Cada vez lo veo mas lejos. Nos quitamos la ropa, todo en bolsas de basura. En el primer tramo, mucha vegetación, se hundían los pies. Opté por una ruta en diagonal al ver al fondo, a la derecha, flamencos de pié. Con ello nos hundíamos como mucho hasta la cintura. Momentazo ver a Paco y Toledo cargando con la bicicleta. Al otro lado, una señora nos vio salir ojiplática. "Alguna vez habías visto algo así", le preguntó Paco. "No, y mucho menos cargando una bici".






Km 55. A cuatro kms de meta, sálvese quien pueda. Corriendo a tope con Pepe, en muchos momentos a 4:45. Llegamos a meta. Megías se recuperó y llegó a los 3-4 minutos. Y Jaguar, pues con su reportaje fotográfico. 




Otra vez, gran experiencia, que habrá que repetir. La próxima ocasión, en invierno. Encañizada incluida. Dorsales olvidados, ¡¡será por retos¡¡. Próxima parada, 17/10 I Ruta Macedonia de las Fortalezas. Para otra ocasión, ruta desde Cabo de Palos a Cartagena por la orilla. Como dice el bosnio, no digas que no puedes hacerlo....


¡¡¡ Roma Victrix  ¡¡¡







sábado, 18 de julio de 2020

Cantabria (V), Julio 2020 💢






De vuelta a casa, otra vez. Junto con mi hija Julia, que con 13 años, se me escapa de las manos. Marta, con 19, ya vuela sola. Pasa el tiempo. La nostalgia se apodera de mí. Quiero disfrutar cada día pero los veo correr. Me da miedo ver pasar el tiempo y tener la impresión que no los aprovecho. ¡Basta¡, dejaré de tanta lamentación. Hoy os presento mas de mi Cantabria, lo que he visitado en la semana del 5 al 10 de julio.


Día 5-7, Costa Quebrada:

Primer día en casa. Bajamos a disfrutar de la Segunda del Sardinero. Marea baja. Agua congelada, güena a decir de los paisanos. Nos quemamos como cámbaros.





Costa Quebrada:

Ya por la tarde, empezamos por Gornazo. Son unas pocas casas y la iglesia parroquial. Pueblo partido por la autovía pero tiene su historia familiar. Cada vez que pasamos nos reímos del nombre por que suena, peculiar, "¡¡te voy a dar un gornazo¡¡. Así que había que ir si o si.





Cuchía, el comienzo de la Costa Quebrada, enfrente de Suances, en la desembocadura de los ríos Saja y Besaya. Paseo por las playas del Marzán y de los Caballos.





Tercera parada, Miengo. Punta del Cuerno, con vistas a las islas Pelies y la paradisíaca Playa de Usgo, con sus aguas turquesas y unos sospechosamente peligrosos remolinos en la orilla.






Seguimos la línea de costa hasta Robayera para ver la foto de las playas de Liencres y el Abra del río Pas.





Circunvalamos el abra, hasta Mogro y la Playa de Usil.






Pues no se vayan todavía, aún hay más. Mortera, que ha crecido demasiado. El pueblo de Liencres y la línea de costa de la Costa Quebrada.


Somocuevas,




Portio,



y los increíbles Urros,








Cansados por el día tan intenso, volvimos a casa de los abuelos. Como para mi era pronto, salí un rato a correr por mis calles.






Día 6-7, Valle del Bajo Asón:

Por la mañana, nos llovió. Fuimos de tiendas, sin suerte. Para enjuagar la pena, nos acercamos al Faro a comer las afamadas rabas del bar del facha. Y no lo digo con acritud, solo hay que ver su decoración. Cada cual es muy libre, faltaría más.





Rasines:

Ya por la tarde. Es un puebluco en el final del valle del Asón. En el barrio de Helguera está el Parque Paleolítico, abierto para cualquier visitante. Hay que aparcar el coche en un aparcamiento de tierra y, a la izquierda, pasear por la pista forestal. Es un paseo, en poco más de una hora se recorre el entorno.

Al comienzo, a mano derecha, la entrada a una mina, en bastante mal estado, sucia, algo agobiante.




Un km de paseo, la Cueva del Valle, horadada durante miles de años por el río Silencio. ¡Chistt¡ Al entrar, se abren sendas galerías, muy resbaladizas, oscuras. Como soy algo aprensivo con los sitios cerrados, no entré mas adentro.




En el centro del parque, el amigo mamut. Alto, silencioso, pensativo. Será el tataranieto de aquellos que vagaron por estos parajes hace miles de años.




Ampuero:

El antiguo Emporium, es la capital del bajo Asón, camino de su desembocadura. Hay varias casonas de indianos, cántabros que marcharon a hacer las américas, que cuando volvieron para jubilarse en la Tierruca, se construyeron grandes casas señoriales. Son muy famosos los encierros, en septiembre, aunque este año la pandemia los ha anulado.


 




Santuario de la Bien Aparecida:

A la salida de Ampuero, sin separación, está Marrón. Al cruzar el pueblo, a mano izquierda, comienza la subida al santuario de la patrona de Cantabria. Subida con un carril para bicicletas, corredores o paseantes. En otra ocasión lo haré corriendo desde Ampuero.

Virgen Bien Aparecida? Es que hay alguna Virgen Mal Aparecida o es que la nuestra lo hizo con banda, música, público, jolivudiense?. 

La imagen de la virgen la encontraron unos niños en 1605, apoyada en la ermita de San Marcos. El santuario lo recordaba de cuando me arrastraban a misa mis padres hace 40 años. Sigo teniendo la misma impresión, mucho cemento. Lo mejor son las vistas al Valle del Asón desde el mirador del aparcamiento. 




Día 7-7, Valle de Campoo:

Fontibre

A escasos 5 kms de Reinosa, capital del Valle de Campoo, camino de Brañavieja. Está muy bien indicado. Ya Plinio el Viejo, en el siglo I de nuestra era, escribía sobre las fuentes del río de los íberos, Fontes Iberis. Lo que hace 40 años me parecía una zona de maleza con una figura sobre un pequeño pedestal en medio de un lodazal, se ha convertido en una zona ajardinada, pulcra, de verde reventón con un paseo circular sobre grandes losas. Que buen rato de fotos echamos los dos.







Argüeso y Castillo de San Vicente:

Siguiendo la carretera hacia Espinilla, a mano derecha está Argüeso. En un breve altozano, vigilando el valle, el Castillo de San Vicente. Su construcción se inició en el siglo XIII, ampliado durante el siglo XV. Hasta mediados de los años ochenta estaba en ruinas. A partir de esa fecha, una reforma integral lo ha rescatado con el aroma medieval que debió tener hace quinientos años.







De vuelta, a mano izquierda, el pueblo de Argüeso. A la salida hay un camino de tierra-piedra que en un km y medio lleva a una recreación de un poblado cántabro. Se puede subir por el camino casi un km. También a mano izquierda hay una pequeña zona de aparcamiento. A partir de ahí son unos 300 metros andando. El final del camino es muy boscoso. No llegamos a entrar dado que hay que pedir cita para una visita en grupo. Pero unos fotos si que echamos.






Reinosa:

Apretaba ya el calor. Así que decidimos ir a Reinosa a comer algo. En un pequeño bar, junto a la iglesia, nos comimos unos pinchos de tortilla sabrosos, con bocadillo de rabas y croquetas. Paseamos por el centro del pueblo comiéndonos un helado. Reinosa, es un pueblo muy castellano, en el amplio sentido de la palabra. La carretera que cruzaba el centro del pueblo cuando era niño, donde parábamos a comprar las típicas pantortillas de la pastelería Vejo, ahora es un paseo peatonal.





Cervatos y la Ermita de San Pedro:

Ya repuestos, seguimos ruta. Saliendo de Reinosa, en dirección a Palencia, está Cervatos. Un pueblo con cuatro casas contadas, cuatro, pero con la incomparable Ermita de San Pedro.

Me sigue impresionando, y emocionando, Cantabria. La Ermita de San Pedro data del siglo XII. Mis antepasados paseaban por allí hace siglos, incluso mucho antes de que decidieran  construir iglesias románicas. Ni más ni menos que más de 30.000 años, aproximadamente, en la zona de Altamira. ¡¡Como no estar tan orgulloso de ser cántabro¡¡.

La ermita está perfecta. Para visitarla por dentro hay que pedir cita al Museo Diocesano. Allí parados, escuchando los arrieros de diez siglos atrás, fuimos espectadores privilegiados del paso veloz y balido de decenas de cabras.







Retortillo y Julióbriga:

Antes de llegar al embalse del Ebro, parada obligada para saludar a la legión establecida en Julióbriga, defendiendo el norte de la Hispania romana. Construida en tiempos de las guerras cántabras, del 29-19 antes de nuestra era, era el punto de asentamiento de las legiones que defendieron la conquista de las tribus cántabras, por que los cántabros no era un pueblo homogéneo, eran un grupo de tribus con costumbres y lengua común, pero muy diferentes según su paisaje. Los Blendios, Plentusios o Vadinienses vivían en las montañas. Los Orgenomescos o Cóncanos, en las costas. Los Salaenos vivían en las orillas del río Pas, en el Valle de Toranzo. Yo desciendo de aquellos milenarios Salaenos.




De la ciudad romana quedan restos de los cimientos de casas y edificios. Algunas columnas. Hay una réplica de una domus romana con horario fijo para visitas en grupo. Como quedaba mucho rato, no nos esperamos. 





Alrededor de los restos de Julióbriga crecieron con el tiempo las casas de Retortillo y la iglesia de Santa María que data de los siglos XII-XIII. Una pindia escalera permite subir al campanario para observar los restos de Julióbriga.






De vuelta al coche, bajamos por la carretera. En el cruce, el Gato con Botas nos retó. Y por más que lo intentamos, no se apartó. ¡¡Que tío¡¡. Tuvimos que rodearlo.




Embalse del Ebro:

Al sur de Cantabria, lindando con la provincia de Burgos, está el embalse del Ebro que acumula millones de litros de agua para disposición de todos aquellas provincias bañadas por el río. Con la acumulación del agua también se evitan los desbordamientos, río abajo, causados por el deshielo en la cordillera cantábrica. Pese a los nostálgicos del pequeño Franquito, el proyecto de la construcción del embalse data de 1913. Su desarrollo, desalojo de los pueblos inundados, total o parcialmente, y construcción se comenzó en los años 20, continuando en los 30. Fue inaugurado en 1952. Tras el esfuerzo de décadas, las renuncias de miles de paisanos y la desaparición de decenas de pueblos, resulta ridículo que ahora tanto aragoneses como catalanes se abroguen la titularidad de un agua que no pertenece a nadie, pero mucho menos a ellos, que solo la ven pasar.






Día 8/7, Santander:

Fue un día de descanso. Por la mañana, tercer día en la playa del Sardinero.





Por la tarde, visita familiar para conocer a mi primera sobrina-nieta, Sofía, hija de mi sobrino Manuel. Un bombón rizoso.


Día 9/7, Pas-Besaya:


Me levanté pronto para ir a correr un rato. Subí al faro de Cabo Mayor, bajé por la senda de la campa hasta la playa de Mataleñas. Rodeé la punta de Cabo Menor. Pegado al campo de golf, la playa de Los Molinucos...









...hasta llegar al aparcamiento al lado del hotel Chiqui. Cantabrum indoctum iuga ferre nostrum dice la placa al pié de la estatua de guerrero cántabro, Corocotta. Cántabro no enseñado a llevar nuestro yugo que decían de nosotros los romanos.





A la vuelta, playeo en el Sardinero, como casi cada día.

Solares:

Ya por la tarde. Había leído en algún blog que en Solares había un parque con figuras de la mitología cántabra, en Mina Pepita. Allí que nos fuimos guiados por el gepeese, que gran invento. Tremenda decepción. Tres figuras medio rotas. Los caminos, llenos de maleza. Vimos un operario haciendo labores de mantenimiento, tiene mucho trabajo para dejar aquel lugar adecentado.






Colegiata de Castañeda:

Dejamos Solares. Me fié de mis recuerdos para llegar a la colegiata de Castañeda. Pero mis recuerdos, no recordaban que habían hecho una autovía que unía Asturias con Bilbao a través de Torrelavega. Me volví loco. Tuve que recurrir a mi amiga gepeese. En Socovio, pegada a la nueva autovía, está la colegiata románica que además de llevar allí desde el siglo XII, una prueba más de la milenaria Cantabria, es donde se casaron mis padres en 1959. Cercano, el cementerio donde, entre otros, reposan mis bisabuelos Aureliano y Florentina Villar Fernández.








Cartes y Torrelavega:

Siguiendo por la autovía, llegamos a la villa de Cartes, con una calle principal flanqueada por casonas montañesas de los siglos XVII y XVIII, presidida por el torreón medieval, camino tradicional,  junto al río Besaya, hacia Castilla. A ambos lados ha ido creciendo el pueblo incluso los jardines junto al río.





Muy cerca, Torrelavega, segunda ciudad de Cantabria. Portugal para los santanderinos, por su bandera de colores rojo y verde. ¡¡Que decir¡¡. Pues que si, que ha crecido mucho, que tendrá mucha actividad comercial, industria, lo que sea. Pero para mí, totalmente prescindible, por mucho que atribuyan su fundación a Garcilaso de la Vega que al parecer construyó allí una torre, la torre de De La Vega. 

De regreso a Santander, paseamos por el centro. Nos comimos un buen helado. Fuimos de tiendas. Bien pertrechados de mascarillas, para cumplir con la sociedad y con nosotros mismos. Se nota el efecto de la pandemia. Una ciudad como Santander, que en verano es invadida por miles de turistas, y en esas fechas estaba medio vacía. Que época tan fea.


Viernes, 10-7:

Amaneció nublado. Así que decidimos salir a pasear. Primero, de tiendas. En ADIC http://www.adic-cantabria.com/, para renovar mi camiseta con el lábaro, pero no tenían mi talla. Tendrá que esperar a mi próxima visita en navidad. De ahí, nueva visita al faro.

Comillas:

Ya por la tarde. Cuando salimos de casa de los abuelos, llovía y empezó a arreciar cuando pasábamos por Torrelavega camino de Comillas, no nos arredramos. Dejamos el coche en la parte alta del pueblo, junto al parque enfrente de la casa que llamábamos, cuando éramos niños, la casa de Mary Poppins.






De ahí, bajamos a la plaza a comprar otro helado para continuar la visita por el palacio del Marqués de Comillas.





Ruiloba:

Pues no sabía que había allí, pero recorrimos carreterucas de cuento, casonas montañesas, la iglesia en el ¡¡barrio de La Iglesia¡¡.






De vuelta a casa de los abuelos. Empezamos a recogerlo todo. El sábado amaneció sol y sombra. Sin prisas, desayuno y sobre las 10 nos pusimos en carretera. Sobre las seis y media de la tarde llegamos a casa, en Murcia

El tiempo volverá a pasar y volveré a Cantabria. Y volveré a visitar cada recodo que hace décadas no veo. Liébana, Puentenansa, Cabuérniga, Pechón, quizás no por ese orden, pero esas serán mis próximas etapas.

Hasta pronto.