lunes, 29 de julio de 2019

Viena y Bratislava, Julio 2019




Y una vez más vino (y ya se fue) el momento más esperado del año, nuestro  viaje anual en familia. Hace ya meses, juntos los cuatro, votamos para decidir el destino. Roma y Londres fueron las primeras candidatas, Cracovia la elegida. Una vez en el lío, las combinaciones de vuelos y precios nos hicieron cambiar. Camino inverso, buscando mejores precios y horarios, nos encontró la imperial Viena. Dicho y hecho. El 26 de mayo los vuelos quedaron cerrados. Tras varias reservas con anulación gratuita, a mitad de junio el hotel también quedó contratado. Empezó el trabajo de campo. Compré mi guía de viaje DK, un libro de historia del país y consulté varios foros y blogs para llegar con los deberes mas o menos hechos. 


+ Martes, 16 de julio:


Pese a las resonancias históricas, la historia de Austria como país es reciente, surgida tras la caída del imperio austro-húngaro tras su derrota en la I Guerra Mundial. Hasta entonces la identidad austríaca era más un concepto que una realidad nacional.

Desde 800 antes de nuestra era hay indicios de poblamiento en Viena, en lo que hoy es Hoher Markt. Hubo asentamientos celtas desde el 400 antes de nuestra era, aprovechando el curso del río de Danubio y las defensas naturales de los montes colindantes. Los romanos fundaron en el 15 antes de nuestra era Vindobona, topónimo del que derivó el nombre de la ciudad. Aquí murió el emperador (y filósofo) Marco Aurelio en 180, el mismo que es asesinado por su hijo en Gladiator, supongo que por licencia artística. Lo contrario sería un error histórico garrafal. 

El espacio natural de Austria fue ocupado por la provincia romana del Nórico. Viena, situada en el confín de la provincia de Panonia, limítrofe con la anterior. 

Con la caída del imperio romano, el territorio fue invadido por hordas germánicas. Carlomagno la incorporó a la Marca Germánica, (Ostmarkt, de la cual deriva el nombre germano actual del país, Osterreich, y su latinización, Austria) como muro de defensa oriental del Sacro Imperio Romano Germánico. No fue hasta a partir del siglo X que la dinastía germana de los Babenberg gobernaron el territorio alrededor de Viena con algo parecido a la independencia durante tres siglos.   



   * A Madrid

  
Martes 16 de julio, un día más de trabajo pero con el nervio de saber que tras salir de la oficina emprenderíamos nuestro viaje. Primera etapa, Madrid

No hubo forma de encontrar vuelos desde Alicante o Valencia con unos horarios razonables. Opté por usar la capital como punto de salida y llegada. A la vuelta, de noche, conduciendo por la autovía, agotado, algo mareado, me arrepentí. Carretera muy trillada por las decenas de veces que la hemos recorrido de ida y vuelta a Santander. Los campos de girasoles en flor nos deseaban una gran semana.  Un Quijote metálico con recibió a mitad de camino en un área de descanso en la provincia de Cuenca.

El vuelo hacia Viena despegaba a las 9:30. Preferimos dormir en las cercanías del aeropuerto. Por tercera ocasión en el SHS Aparca y Vuela, a escasos 10 minutos de las terminales.  Nuestro coche quedó aparcado en el hotel toda la semana. Seguro que no era la mejor opción, pero como lo dejé para la última semana, el resto de hoteles estaban completos. Precio muy asequible, que también es importante.



+ Miércoles, 17 de julio:



En el año 1147, en pleno dominio de los Babenberg, se consagró la catedral de Stephansdom. Tras la muerte del último Babenberg, Federico II, Austria sufrió varias décadas de turbulencias hasta que los Habsburgo se hicieron con el poder que, con altibajos, duró 640 años, llegando a extender sus dominios a casi todos los confines del mundo conocido en la Edad Media. El primer Habsburgo coronado como conde de Ostmarkt fue Rodolfo I de Alemania manteniendo ese camino paralelo entre Alemania y Austria que es difícil de diferenciar a lo largo de la historia.


En 1359 se puso la primera piedra de la torre de Stephansdom con la asistencia de Rodolfo IV. En 1438, Alberto V es elegido primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, convirtiendo a Viena en capital del imperio. 

Los húngaros, liderados por su rey Matías Corvino ocuparon Viena en 1485 dando inicio a una historia paralela de ambos pueblos que duró 530 años. 

Maximiliano I casó a su numerosa prole con otras casas reinantes europeas, llevando el dominio Habsburgo a su cénit. Entre sus dominios, 200 años de reyes Habsburgo en el trono español desde Felipe I el Hermoso hasta Carlos II el Hechizado que murió sin descendencia en 1700. 

En 1490 los húngaros fueron expulsados de Viena y Maximiliano culminó su estrategia matrimonial entronizando a los Hasburgo en los tronos de España, Holanda, Borgoña, Bohemia y Hungría, además de en el territorio austríaco. A partir de esta fecha, los Habsburgo se sucedieron casi de forma continuada como emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico que englobaba una amalgama de territorios germánicos donde además de los territorios anexionados no se sabía donde empezaba lo austríaco y donde acaba lo germano.



Nos despertamos pronto. A las 7:00 nos recogió el autobús para llevarnos al aeropuerto. En la T1 nos dirigimos al mostrador de facturación de la compañía húngara Wizz Air con la que volamos a Viena. Durante las semanas previas intentamos, en vano, facturar e imprimir las tarjetas de embarque pero un problema en su página web nos lo impidió. Pese a ser un problema suyo, nos obligaron a pagar la facturación. Exigimos un justificante de los pagos y ya en casa he presentado la pertinente reclamación que espero que tenga como resolución la devolución del cobro  indebido. 

Pasando por el control de equipajes de mano echamos bolsas, carteras, móviles, ordenador, llaves y demás, en bandejas. Pasada la prueba sin incidencias, me giré para oír a Marta: "Ehuu, que te dejas el portátil". "No", la respondí, "lo llevo en esta bandeja". A su espalda, un muchacho fortachón se reía seguramente por no cabrearse, al darse cuenta que Marta se había quedado con su ordenador. 

Aún sabiendo que volar es el medio mas seguro para viajar, me sigue dando yu-yu, sobre todo los despegues y aterrizajes. El vuelo de ida fue bastante llevadero pero eso no evitó que con el despegue sudara varios litros de sangre-sudor-y-lágrimas. Me escondí en las páginas del libro que me daba apoyo. Leyendo sus páginas intenté ahuyentar mis miedos, sin mucho éxito. Para la ocasión, me acompañó Rhapsody in Black, de Giorgio Bettinelli, autor de varios libros de viajes en vespa por todo el mundo. En este caso, desde Angola a Yemen, bordeando toda la costa de Africa. Muy recomendable.


   * Llegada a Viena


Entorno a la una del mediodía aterrizamos en Viena, Schwechat. Aeropuerto pequeño que nos entretuvo poco más de 20 minutos. Un tren de cercanías lleva directamente a Viena. Mi miedo atávico a lo desconocido me hace preferir, al menos en los primeros momentos, coger un taxi pese al clave que pueda conllevar. Me da la tranquilidad que va a ser un puerta a puerta. El taxista, gordo, ceñudo y muy serio, Misolav Markovic para más señas (lo sé por que había una chapa con su nombre) no dijo ni hola. Sufrimos su respiración ruidosa y una conversación telefónica en algún ininteligible idioma eslavo durante los 30 minutos del recorrido. Allí seguirá, a la puerta del aeropuerto, yendo y viniendo, sin saber que a miles de kms su nombre queda reflejado en una historieta de viajes.


   * Hotel en Viena


 MyNext-Hotel Leo, situado al otro lado del canal del río Danubio, a 15-20 minutos andando del centro. Un paseo. Reciente apertura, su clientela más habitual son estudiantes universitarios en período lectivo. Instalaciones en muy buen estado. Habitaciones sencillas o dobles. Con gimnasio, sala con lavadoras, salón para desayunos, sala de reuniones e incluso una sala para ¡¡fiestas universitarias¡¡. Que se preparen los del hotel, no me imagino a decenas de adolescentes de diferentes nacionalidades, aislados por las inclemencias del clima, sin otra cosa que hacer que organizar una fiestaca tras otra.

En la recepción nos recibió Valerie, austríaca, con un mas que aceptable castellano aprendido tras un año en Barcelona cuidando de un niño. Nos explicó el funcionamiento del hotel, nos recomendó varias cosas que hacer en la ciudad e incluso como ir al aeropuerto el día de la vuelta. 


La habitación al mas puro estilo IKEA. Estanterías y armarios más funcionales que estéticos. Cuatro camas en una sala. Un pulcro aseo, con ducha. Una pequeña cocina. Y para de contar. Según las especificaciones de la reserva tenía aire acondicionado. Al llegar no lo notamos. Esperando disfrutar del frío huyendo del tórrido verano murciano caímos en el caluroso verano vienés. Al día siguiente, tras comentarlo en el desayuno, nos pusieron el aire condicionado, que no era si no un ventilador. No acostumbrados al calor, no deben ver la necesidad de instalarlo.



   * Primer paseo por Viena


Tras dejar las cosas en el hotel, fuimos en busca de gasolina. Nuestro barrio tenía poco de imperial. El hotel estaba en una de las innumerables calles impronunciables, Untere Augartentrasse, en el barrio distrito de Leopoldstadt, muy cerca del parque de Augarten (espero no cometer muchos errores con los nombres, pero son retorcidos). Edificios sosos, sin gracia, habitados por una numerosa comunidad judía ashkenazi, (ver historia), muy reconocibles por sus trajes y sombreros negros, y, sus inconfundibles mechones de pelo colgando de las sienes. Una comisaría de policía en el corazón del barrio vigila la pacífica convivencia de la comunidad judía en una ciudad, un país, que sigue marcado por un pasado sombrío retratado por numerosas placas pegadas en el suelo y paredes con el nombre de vieneses deportados y exterminados en campos de concentración. Con el mismo diseño de las placas que vimos en 2013 en Roma, nos trajimos un testimonio gráfico de algunos de aquellos 65.000 judíos muertos durante los negros años del nazismo que por acción u omisión hizo de Austria culpable de cada crimen contra la Humanidad que supuso el Holocausto. 

Es muy triste leer nombres de mujeres, hombres y niños torturados y asesinados vilmente por inmorales justificaciones raciales. No puedo entender que 75 años después los partidos ultranacionalistas, con un discurso y actitudes xenófobas, puedan estar subiendo como la espuma en cada cita electoral. El hombre es el único animal que tropieza una y otra vez con la misma piedra. Quisiera creer que es una marea pasajera pero me temo que no y mucho menos en este tipo de países con muchos siglos acumulados de rencores, desprecios y odios por motivos raciales, étnicos o simplemente económicos incomprensibles que ha segado millones de vidas... por que sí.

En España, aunque debemos estar vigilantes con los últimos movimientos ultranacionalistas, es más difícil una involución hacia actitudes inhumanas de tal calaña de personas. Nuestra historia, jaspeada por fusiones de íberos y fenicios, romanos y griegos, visigodos y resto de pueblos germánicos, árabes y judíos, ha conformado el cemento de una identidad pluricultural que nos hace ser, con reprochables excepciones, mas tolerantes. El español es un pueblo acogedor con los visitantes mientras que los pueblos escando-germánicos son bastante más soberbios y displicentes con los extranjeros.

Primera comida en Viena, en una pizzería muy cercana al hotel que nos recomendó Valerie. Pizza Mari. Primeras barreras idiomáticas. Con total desconocimiento del alemán, el inglés es el vehículo de comunicación. El inglés, mi asignatura pendiente que espero poner solución a lo largo de este otoño e invierno. Poco o nada ayuda el doblaje de todas las películas. España es de los pocos países que dobla todas las películas aún a sabiendas que nos aísla idiomáticamente. Parece ser que pesan más los 80 mil puestos de trabajo que directa o indirectamente viven de la traducción o el doblaje que facilitar el aprendizaje del inglés. Si todas la emisiones en inglés se mantuvieran en versión original con subtítulos también en inglés, los niños aprenderían el idioma fácilmente, por que es un idioma gramaticalmente mucho mas fácil que la mayoría. En Pizza Mari tuve la suerte que la camarera hablara italiano. Pedimos tres pizzas para los cuatro, grandes, sabrosas, que nos costó acabarnos. Precio aceptable.

   * Prater


Primeras fotos de las calles camino del Prater. Enganchado a la guía y dos callejeros, empezamos a caminar sin rumbo fijo por que el barrio no es un dechado de diseño urbano. Si a eso se suma que las placas de las calles en muchos casos están en caracteres góticos tan ininteligibles como el idioma, nos hizo dar tumbos hasta llegar a una heladería donde rebajar el calor. Veganista se llamaba. No quiero pensar como los preparan por que sigo sin entender el concepto vegano. Como el calor apretaba, primera visita a uno de los muchos Supermercados Billa, para comprar unos refrescos fríos.

Andando, el canal del río. El Danubio, a su paso por Viena es muy amplio a las afueras de la ciudad. Hay un canal que atraviesa la zona céntrica y varios brazos menores entre ellos la desembocadura del río Wien. Strauss lo vería azul pero baja verdoso. En ambas orillas del canal hay bares y restaurantes repletos en las noches de verano. A la hora que pasamos nosotros, todo vacío, daba la impresión de suciedad, dejadez y algo de antisocial por las pintadas. A lo lejos se divisaba el Prater.

Coto de caza del emperador José II, abierto en 1766. A mediados del siglo XIX la parte occidental se convirtió en un parque de atracciones en la que resalta una noria gigante, la mas lenta del mundo, que se mueve a una velocidad de 75 cm por segundo. La mitad de las cabinas son originales, las restantes se destruyeron en un incendio en 1945. En el interior del parque, todo tipo de atracciones a cual mas vertiginosa. No me subí en nada. El vértigo me lo prohíbe. Vagabundeamos a golpe de cuello, entre las altas lanzaderas y los curiosas figuras de cartón-piedra que adornan algunos cruces. A la entrada, el Museo de Cera. Al fondo, una zona ajardinada para pasear, correr o montar en bicicleta. A punto de salir del parque, escuchamos a una orquesta juvenil tocar la banda sonora de Piratas del Caribe. En una de las capitales de la música clásica, esperábamos algo de más calidad, dado que más de uno desentonaba. Pero al que pone todo de su parte, no se le puede pedir más.



   * Rathaus
   

Salimos del Prater no sin antes entretenernos en una ráfaga de fotos a la noria. En la plaza de Praterstern, una columna en honor del almirante Von Teggethof, muy conocido en su casa a la hora de dormir (un militar que comandó las tropas austrohúngaras en las guerras de mitad del siglo XIX). Perdidos por el dédalo de calles, regresamos al hotel para sin mucho tiempo para descansar dirigirnos hacia el ayuntamiento nuevo, Rathaus, en Rathausplatz, según consejo de Valerie, que nos comentó que en verano colocan una pantalla en la que diariamente emiten actuaciones musicales grabadas. 

Unos 20 minutos andando, atravesando el puente de Augartenbrücke, por el que cruzamos un par de decenas de veces. Subimos por la avenida Schottering, el edificio de la Bolsa (Börse) a la izquierda y la Universidad a la derecha. En los aledaños, varias facultades en las que estudiarán los estudiantes que se alojan en nuestro hotel durante el curso. Delante del Rathaus, muchos puestos de comida abiertos mañana, tarde y noche, punto de encuentro para los locales y turistas. 



Rathaus es un edificio espectacular que nos anuncia la Viena imperial. Fachada en restauración que no impide disfrutar de cada detalle. Un coqueto y modernista anfiteatro sirve de acomodo para todos aquellos que se dirigen a sus gradas para disfrutar de la noche. Con rigidez germánica carente de sentido, impiden comer o beber en las gradas no así en los bancos delanteros. Un gordo vigilante que con su chaleco amarillo debía cubrir alguna frustración policial, obligaba a abandonar las gradas a todos aquellos que hubieran cometido el delito de estar comiendo o bebiendo algo. Las actuaciones del día fueron un curioso montaje musical del cellista Matthias Bartolomey y del violonista Klemens Bittman y un concierto dirigido por Daniel Barenboim, que no se contentaba con dirigir sino, además, hacer el solo de piano.







Impresionante. Ni soy un experto ni un entusiasta en música clásica pero una vez que lo escuchas en vivo o que descubres la genialidad de aquellos compositores capaces de escribir la partitura de todos y cada uno de los instrumentos de la orquesta, has de reconocer el arte frente a la machacona, insulsa, casi obscena y aburrida música actual del reguetón...o como se escriba.

Cansados del largo viaje, a mitad de concierto nos fuimos de vuelta, con una parada para comprar algo ligero de cena, paseando lentamente por las grandes avenidas disfrutando de la noche vienesa.

Primer día, 13 kms en las piernas.


+ Jueves, 18 de julio:


En 1533 el emperador Fernando I trasladó su corte al palacio del Hofburg. Las vidas paralelas de los Habsburgos austríacos y españoles llevaron a fundar en 1572, junto al Hofburg, la Escuela Español de Equitación, aún hoy en activo. En 1618, tras la sublevación de Bohemia, actualmente en los límites de Chequia, se inició la Guerra de los Treinta Años.


En 1621, primeros pogromos contra la población judía, expulsada del centro de la ciudad. En 1643 una peste se llevó 30.000 almas. Hubo nuevos brotes en 1679. Los turcos llegaron ante las puertas de Viena en 1683, sitiándola durante dos meses, retirándose dejando tras de si la tradición de los cafés vieneses con los almacenes de café que dejaron repletos y la forma de media luna que se dio a los croisáns, curasanes, cruasán...eso.

Entre 1683 y 1736 el Príncipe Eugenio de Saboya coleccionó victorias contra los turcos y franceses restableciendo las glorias austríacas. De 1700 hasta 1714 apoyaron al candidato austríaco al trono español vacante tras la muerte de Carlos II el Hechizado. Fue una guerra entre dos dinastías para imponer su candidato al trono español, Borbones contra Hasburgos, no una guerra de independencia de Cataluña como mienten los analfabetos independentistas catalanes. 



   * Corriendo por Viena


Uno de los grandes placeres cuando viajo es salir a correr por las calles de cada ciudad. A las 6:15 ya estaba en pie. Llevaba horas despierto. Desde las 4:30 ya era de día y no me podía dormir. Cogí el móvil, un mapa por si me perdía y algo de dinero. Muy cerca del hotel está el parque y el palacio del Augarten. Reconstruido por Leopoldo I tras ser destruido durante el asedio de los turcos en 1683 el palacio es la sede de los famosos niños cantores de Viena. Grandes pasillos flanqueados por arbolado. Pese a lo temprano de la hora, mucha gente andando y corriendo, disfrutando del paisaje. Al fondo dos grandes torres de cemento, macizas e insulsas, únicos restos de las defensas antiaéreas de los nazis. Tras darle la vuelta al parque, salí en dirección al canal del Danubio paralelo al cual troté hasta llegar al puente de Franzensbrücke. Del otro lado del río, en el distrito de Landstrasse, la Hundertwasserhaus, literal. Un colorido bloque de pisos con un café en la esquina. Con 15 kms, llegué a ducharme.




   * Stephansdom


Primer desayuno. Bien surtido. Huevos revueltos o cocidos con beicon, mi menú casi diario. En casa nunca los como, muchas calorías, pero cuando viajamos me apunto cada día. Zumos penosos, salvo un soportable zumo de piña. No soy cafetero, pero tenía buena pinta. Pastelería típica vienesa (pasteles tipicos vieneses), la tarta Sacher (inventada en 1832 por el entonces joven pastelero Franz Sacher), bizcocho de chocolate recubierto por una capa más gruesa de chocolate; el Apfelstrudel, un rollito de hojaldre que suele ir relleno de algo similar al requesón o con manzana, pasas y canela. También tenían bizcocho con mermeladas de diferentes sabores. Algo de embutido, cremas y patés de untar, queso y todo tipo de panes para tostadas. Fruta mejorable e infusiones de todos los colores y sabores.

Atendiendo el salón conocimos a Rafael, un veinteañero que a lo largo de la semana nos fue ayudando dentro y fuera del hotel. Nos contó que había nacido en Israel, pero que desde joven había viajado mucho. Estuvo años en España, en Córdoba, y también en Venezuela, por lo que hablaba un castellano sudamericano. Siguiendo a su pareja montando hoteles, ha recorrido ya 32 países. Nos dio su número por si conocíamos al alguien que quisiera trabajo. ¿Algún candidato?. 

Ruta hacia el centro. En los primeros momentos, titubeando, hasta centrarnos con el mapa y los nombrajos tan rarunos. Primera parada, Hoher Markt la plaza mas antigua de Viena, que pasa totalmente desapercibida si no fuera por el reloj Anker delante del cual había una nube de chinojaponeses con la cámara en ristre. Algunas de las calles del centro estaban en obras, para peatonizarlo todo, lo que me hizo perder un poco el rumbo hasta Griechische Kirche, iglesia cristina ortodoxa griega, oscura pero refulgente con los paños y mosaicos en color dorado. Jesuitenkirche, con un interior decorado de columnas de todo tipo de mármoles muy al estilo ampuloso de los jesuitas. A la búsqueda de la catedral, nos tropezamos con una de las residencias de Mozart. Según parece Mozart cambió mucho de casa en su estancia en Viena pero viendo el número de casas que se venden como Mozarthaus, debió hacerlo cada semana de los pocos años que allí vivió. No entramos en ninguna.




Un pasadizo con tiendas de decoración y regalos, y, nos encontramos ante la catedral, Stephansdom (historia), también con alguna fachada en restauración. 800 años de historia la contemplan. A la par que construían esta, construían la de Murcia, otras vidas paralelas. Dos veces entramos en su interior, las dos estaban diciendo misa, así que dimos una vuelta por un lateral. Me gustó mucho mas el exterior con sus figuras, rosetones y tejas de colores que el interior, muy oscuro y anodino. Por ordenanza municipal, ningún edificio de Viena puede superar en altura a Steffl, la aguja gótica del campanario.




Entre un mar de turistas salimos hacia la azulada Haas Haus, edificio modernista de cristaleras de espejo  que desentona con la zona. Amplias calles peatonales. Graben, con el Pestsäule, columna barroca  erigida como recuerdo a la peste de 1679 buscando Steiff, en una bocacalle, donde venden los mas grandes peluches de Viena. Entramos para pasmarnos con sus precios prohibitivos. Por una oveja pequeña, 200 euros. El oso panda grande, algo más de 1.000.


De regreso al Graben, vimos las tiendas de las firmas mas prestigiosas como Trollez, Cartiero, Es San Lorenzo, Braga, Pachi, Acho Es Eme, etc. Alguna de las joyas costaban más de 80.000 €. Una bagatela. Al fondo, Peterskirche que no puede esconder desde el primer segundo su carácter opusiano, cubierto por todo tipo de recuerdos del fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer. Cúpula verdeazulada muy llamativa, su interior desbordaba suficiencia. Bajo el altar reposan los restos de algunos mártires de la época de los romanos. Aunque el término mártir habrá que ponerlo en valor. Nunca podré aceptar la religión con su colección de mandatos y prohibiciones que esclavizan al ser humano al servicio de una organización bimilenaria que acumula todos los pecados que pretende perdonar a los demás.




A la espalda de Peterskirche,  el Altes Haus, el antiguo ayuntamiento. Judenplatz en cuyo centro está el monumento en memoria de las víctimas del Holocausto. Un mazacote de cemento sin gracia alguna. En una esquina, una de las dos sedes del Museo Judío en el cual quería entrar Marta, me imagino que creyendo ver horrores varios. Tras comprar la entradas, uno de los momentos del viaje. Intentamos abrir la puerta de la consigna para depositar la mochila. No acertábamos. Sin meditar lo que iba a decir, me acerqué a uno de los vigilantes para soltarle: "Jelnus", donde debía haber dicho "Help us". Cuando nos dimos cuenta del ridículo, nos echamos a reír sin parar, hasta que se nos saltaron las lágrimas. Jelnus fue una de las cantinelas durante todo el viaje.

El museo, nada aportaba. Vimos el otro, al día siguiente, y tampoco valía la pena. Hambre. Atravesamos la plaza Am Hof, invadida por un circo, con varios edificios entre ellos la iglesia Kirche am Hof. Distrito de Freyung, cruzamos por un pasaje surcado de terrazas, bares y restaurantes para salir directamente a la ya conocida Rathausplatz, donde agotados, decidimos comer en alguno de sus numerosos puestos de comida étnica, algo así como unos fideos con un trozo de carne encima cocinados por un par de orientales poco aseados, unas hamburguesas y pollo frito en un aceite sospechoso.




   + Hofburg

R
uta de tarde. Punto de partida el espléndido Burgtheater (historia). Construido para albergar obras de teatro, es el escenario por excelencia en lengua alemana. En el lugar donde se alza ya hubo un teatro en el siglo XVII, durante la época de la emperatriz Maria Teresa. Remodelado a partir de 1897 una bomba lo destruyó casi por completo durante la II Guerra Mundial. La reconstrucción se hizo tomando como modelo el teatro destruido.




Enfrente, además de la Rathaus y la Universidad está el edificio del Parlamento el cual no pudimos ver por las obras de restauración que casi lo ocultaban completamente. Al otro lado, el Volksgarten construido a partir de la demolición por Napoleón de la murallas que encerraban la Viena medieval. Preciosas rosaledas, el templo de Teseo en cuyo interior adornan los techos figuras creo que disecadas de numerosas palomas y una fuente en recuerdo de la emperatriz Sissi te conducen hacia los palacios del Hofburg (historia). donde tenían la corte los emperadores.

Museos de Historia del Arte y de Historia Natural. Detrás, el barrio de los museos con el MOMOK (museo de arte moderno) y el ZOOM (museo para los niños). Al frente, el Neue Burg, presidido por una estatua ecuestre del Príncipe Eugenio de Saboya, construido entre siglos XIX y XX como añadido a los palacios imperiales desde el cual Hitler tuvo la mala idea de proclamar el Anschluss, la unificación de Austria y Alemania en 1938 para convertir su nacionalidad de nacimiento austríaca en alemana. El enorme edificio actualmente acoge la biblioteca nacional.


A la izquierda, el pasaje hacia la Heldenplatz, adonde dan las ventanas de los aposentos imperiales. A la derecha, Schweizertor, la zona mas antigua del complejo que conduce a la Escuela Española de Equitación,  a la plaza con la estatua ecuestre de Jose II (biografía) y al Albertina, museo con varias plantas con exposiciones de arte. En su frente, el Hotel Sacher, lugar donde se inventó la famosa tarta Sacher. ¡Como iríamos de cansados que no nos dimos ni cuenta que en la otra acera estaba la Opera¡. Giramos por el Albertina para tirarnos en el césped de Burggarten donde hay una estatua de Mozart (biografía) a cuyo pie, en un parterre, una clave de sol roja marca el lugar de concentración de decenas de personas, haciendo cola para echar fotos. Más chinojaponeses.


Tras un pequeño descanso, dejando a la derecha el Barrio de los Museos, paseamos por la calle comercial Mariahilfer, con todo tipo de tiendas asequibles. De todas las cafeterías fuimos a escoger la mas roñosa, con los aseos mas siniestros posibles, escenario de alguna serie de espías de la KGB.





Poco hay que destacar en esta zona, así que reculamos para tomar la Getreidemarkt camino del edificio Seccession con su cúpula dorada dando entrada a la Karlsplatz. Era momento de ir volviendo. Karntner Strasse, en su mayor parte peatonal, sin duda la mejor para pasear viendo escaparates. Al comienzo, a mano derecha, el mas famoso café vienés, el Café Central, que no deja de ser una cafetería con más nombre que estilo. Al fondo divisamos el inmenso edificio de la Opera. En la entrada compramos unas entradas para un concierto en otro palacio. Poquito a poco, Stephansplatz hasta el Danubio para caer rendidos en el hotel con 19 kms en las piernas.




+ Viernes, 19 de julio:



En 1713 el emperador Carlos VI proclamó la Pragmática Sanción que permitía la sucesión femenina al trono, entre ellas, la mas importante e imprescindible para el fortalecimiento del imperio austríaco, su hija María Teresa (biografía), con otra guerra de sucesión por medio. Entre 1716 y 1726 se terminaron los dos palacios del Belvedere.

Esta emperatriz terminó al gran palacio de verano de Schönbrunn 70 años después de su inicio por parte de su antecesor Leopoldo I. Durante el siglo XVIII y  XIX, Viena fue el centro cultural en el cual desarrollaron su carrera artística genios como Mozart,  Schubert, ambos Strauss, Beethoven, Bach o Brahms entre otros. 

En 1780 subió al trono José II, rey aperturista, que quiso acercar el trono al pueblo, dándole participación. Una muerta temprana, 1790, y unos herederos autocráticos y retrógrados,  Leopoldo II y Francisco I, tiraron por tierra la modernización del imperio austríaco, que impidieron su desarrollo condenándole a la paralización y empobrecimiento, causa de su caída décadas mas tarde. Tras las derrotas en las guerras napoleónicas, a primeros del siglo XIX el Sacro Imperio Romano Germánico dejó de existir, pasando el emperador con tal título, Francisco II, a denominarse emperador Francisco I de Austria. 





Amanecía el tercer día y ya estábamos fundidos. Desayuno copioso para coger fuerzas. Primer contacto con el Metro. Es sencillo, con máquinas a la entrada de todas las estaciones, en muchos idiomas. Se pueden comprar billetes de un único viaje, para todo el día o plazos mas largos. Una vez impresos, hay que picarlos en las máquinas de la entrada. No hay barreras que impidan el paso así que nos sorprendió ver pasar a toda la gente sin picar sus billetes. 2,40 cada billete, algo caro para un servicio público esencial. 5 líneas de metro, diferenciadas por colores. Además una amplia red de autobuses y tranvías. Estos, sobrevalorados. Serán una tradición pero estorban con tanta vía, ocupando tanto espacio y con la maraña de cables que contaminan visualmente la ciudad. Hay que añadir múltiples kms de carril bici, muy usados, que  abusan de los peatones por que en muchos carriles, el espacio para los viandantes es mínimo.

   + Karlskirche



Metro hacia Karlsplatz. De frente a la estación, el Musikverein, el palacio donde se celebra el concierto de Año Nuevo. Alrededor, placas con estrellas con nombres de grandes autores. 







Karlsplatz y Karlskirche, otra espectacular iglesia. Mandada construir por el emperador Carlos VI en agradecimiento a San Carlos Borromeo por su supuesta intercesión para librar a Viena de la peste. Frente a la entrada principal hay un gran estanque. Dos enormes columnas flanquean la entrada, decoradas con relieves emulando la Columna de Trajano. Dentro tienen una escalera circular que conduce al pináculo, pero no están abiertas al público. La cúpula verde-azulada destaca desde casi cualquier punto de Viena. En el interior, el museo. Escaleras y cuatro casullas, poco más. Dentro de la iglesia la vista era espectacular. Dos grandes esferas ocupaban casi todo el espacio, con su material de espejo que nos devolvía cada imagen. Un ascensor en un lateral sube hasta la cúpula. Recientemente restaurada, los frescos brillaban por el pan de oro usado en la decoración.

A poco más de 10 minutos está la Plaza de la Liberación, con una arcada semicircular y una gran estatua construida por los soviéticos en recuerdo de los soldados que lucharon para liberar Viena. Desde allí, el Belvedere (historia), conjunto de palacios y jardines que alberga diversos museos.



   * Belvedere
   
No pudimos ver el palacio de Schwarzenberg, en obras de remodelación. Subimos por la Prinz Eugen Strasse, paralela al Belvedere, sede de muchas embajadas, entre ellas la española. Al fondo, el Belvedere Superior, que acoge una gran exposición de arte, pinturas y esculturas, uno de los puntos marcados por Marta para ver las obras, entre otros, de Gustav Klimt (biografía). Klimt murió en 1918 por la llamada gripe española.



¿Qué si vimos cuadros?. A centenares. El ritmo de procesión empezó a pasarme factura con un terrible dolor lumbar. Una cosa es hacer decenas de kms corriendo, subiendo o bajando, andando deprisa y otra, más dura, este ritmo de paseo. El que supera un viaje de estas características está preparado para cualquier ultramaratón. Yo tuve que tirar de paracetamol.

Desde las ventanas del Belvedere Superior se ven los jardines y el Belvedere Inferior, el otro palacio usado como museo para distintas exposiciones temporales. Ya con hambre, la Naschmarkt, gran alameda cerca de la Karlsplatz donde la guía aconsejaba perderse y comer a buen precio. Eso hicimos. Nos pedimos el típico plato vienes, el Schnitzel, un simple filete de ternera, pollo o cerdo, rebozado. Si que fueron unas raciones hermosas, pero entre el precio y las propinas nos clavaron míseramente. Apuntar para no volver.



Casualidades de la vida, Ana, una amiga de Marta, también estaba de viaje en Viena. Tras varios intentos de encontrarse, este fue el día en Stephansplatz, momento que aprovechamos para descansar un rato. Nos volvimos pronto para ir de concierto.


   * Concierto en el Palacio Auersperg

Ya habíamos comido tarta Sacher y el Schnitzel, nos quedaba oír un concierto. La ciudad está plagada de personas que te venden entradas para conciertos. Da cierto miedo pensar que compras unas entradas, sueltas el dinero y pocas mas garantías, pero otra cosa no la seriedad germana siempre es una garantía.

Nos dirigimos al palacio pasando por delante de la Votivkirche, también en restauración, construida en agradecimiento del emperador Francisco José por haber resultado ileso de un intento de asesinato en 1853 por parte de un sastre trastornado. A la carrera que no llegábamos, cruzamos la Universidad y los jardines de la Neues Rathaus.


A las 20:30 comenzaba el concierto de la Residenzorchester, un sexteto con una pianista, una flauta, dos violines, una viola, un cello y un contrabajo. A estos, en diferentes piezas, se les sumaban una pareja de bailarines, la mezzosoprano Rita Schneider y el barítono Marco di Sapia. Pero, con diferencia, el primer violín, Christian Scholl hizo de la noche una jornada única, un momento para recordar y atesorar en esos días aburridos y monótonos tan habituales en el día a día. Un auténtico virtuoso. Algo leímos de su currículum y ha tocado con las principales orquestas. Nos dejó atónitos con sus solos. A la salida, nos dedicamos al salseo, pergeñando una historieta de la vida de los intérpretes. El violinista, Scholl, pues seguramente está liado con la bailarina, una rusa menuda y rubia. Ambos estarán casados. Ella, muy enamorada, está dispuesta a dejar a su marido para correr mundo con Scholl, pero éste, bien casado, con un suegro con mucho poder en el mundo de la música, no se puede permitir un divorcio, aunque fuera por amor. Por su parte, el bailarín, un vivelavida, lo sabe todo, y aprovecha para ser el alcahuete de la historia por si le cae algo.

Con 19 nuevos kms en las piernas, llegó la hora de dormir.


+ Sábado, 20 de julio:



Con el final de las guerras napoleónicas, tras el Congreso de Viena de 1814-1815, Austria perdió Bélgica pero ganó el norte de Italia, mas próximo. 

Entre 1831-32 brote de cólera. Tras la ola de revoluciones de 1848, subió al trono al emperador mas longevo y famoso cinematográficamente, Francisco José (biografía), que se desposó con Sissi (biografía). En un largo y muy desacertado reinado, consiguió destruir en poco más de 60 años, lo que les constó construir a los Habsburgo precedentes 580 años.

De forma paralela al languidecimiento imperial, nueva explosión artística con diversos movimientos vieneses con los períodos Biedermeier o Seccession. Entre 1857-65 se demolieron los restos de la murallas, dando lugar a la Ringstrasse surgiendo el barrio de los museos, el palacio de la Opera o Votivkirche. 




Ante los movimientos de los territorios orientales del imperio, en 1867 se constituyó el Imperio Austro-Húngaro, corona dual por la cual el emperador austríaco era a la vez coronado como rey de Hungría en aplicación de Compromiso Austrohúngaro para dar el miso estatus a la parte germana con la parte eslava.


   * Museo de Historia del Arte:

Amanece nuevamente en Viena. Tenía la idea de salir a correr pero mi espalda me aconsejó lo contrario. Desayuno otra vez copioso. Me encantan los desayunos tipo buffet. Reconozco que me excedo y me dejo llevar por el niño que llevo dentro. Voy cogiendo de todo un poco hasta acabar con un dolor de estómago que me recuerda que el niño lo llevo dentro, pero el viejo ya empieza a aflorar fuera.

Primera parada del día, Museo de Historia del Arte entre el Hofburg y el Barrio de los Museos. Al que le guste la Historia, con H, es imprescindible. Museo para estar una semana, mañana y tarde. Impresionantes las salas egipcias, feliz frente a los bustos de mis queridos romanos, griegos, orfebrería y decenas de salas de grandes pintores como Velázquez, Vermeer, Tiziano, Caravaggio o Durero. Si el contenido es arte puro, el continente, el palacio, con sus columnas, mármoles, detalles cromados y techos decorados no tiene nada que envidiar al resto de obras de arte.




Enfrente, el no menos imponente Museo de Historia Natural. A medio camino, otra estatua de María Teresa, los omnipresentes Hasburgo que siguen controlando el ambiente vienés 100 años después de su caída. Los austríacos no son monárquicos ni republicanos, son, monarquinanos.




   * Parque del Danubio

Una vez más atravesamos el Hofburg, pero está vez por Michaelerplatz, con los pocos restos de la Vindobona romana que se contemplan en sus calles. A la caza de los restos de los Hasburgo, entramos en la Kapuzineskirche donde reposan 138 miembros de la familia. No hubo suerte, por obras, cerrada. Cansados de andar, metro hacia el Danubio, no el canal, si no el gran Danubio al lado de Alte Donau que aúna altos rascacielos de conocidas multinacionales con jardines en las orillas donde se agolpan los vieneses para darse un baño. A miles de kms de la playa mas cercana, Julia y yo no dejamos pasar la ocasión de darnos un baño en el Danubio azul, verde también en esta zona, con la compañía de decenas de nativos y dos cisnes para encuadrar el vals. El agua no estaba muy fría pero tampoco muy limpia. Di un paseo por la inmediaciones. Tienen un parque bien preparado, con distintas zonas de baño, campos de futbol y otras actividades recreativas.

   * Corriendo al Cementerio Central.

Relajados, al hotel, para descansar para nuevos esfuerzos. Me puse los bambos con destino al Cementerio Central, sin mirar los kms que me separaban. Mapa, algo de dinero y correr.

Bajé al canal del Danubio y por Schottering, plagado de gente a la hora del café, llegué a la Julius Raab Platz donde desemboca el rio Wien en el Danubio, con muy poco cauce. Más adelante otro de los numerosos parques vieneses, Stadtpark, con una laguna algo sucia y mucha glorieta con cafeterías. Plaza de la Liberación, para correr por la avenida Rennweg y Simmering Hauptstrasse. Kms y kms de avenida. 13 kms en concreto. Cuando llegué a la puerta del cementerio solo tenía media hora por delante ante del cierre. Impresiona el cartel de la entrada con las nacionalidades de todas las áreas. Rusa, armenia, serbia, judía, alemana....todas las posibles. Se dice que hay mas gente alojada en el Cementerio Central que viviendo en los edificios de Viena. En el centro un monumento, cerca del cual descansan Strauss, padre e hijo, Brahms, Schubert y Beethoven. Se supone que Mozart está enterrado en el Cementerio de St Marx, pero nadie lo puede asegurar. Masón e iluminista, Mozart no quiso un entierro convencional ni mucho menos glorioso de acorde a su fama, si no que lo enterraron de forma rápida, así que nadie tiene certeza de donde reposan sus restos.



   * Paseo nocturno por el centro de Viena

Como se me hizo tarde, no quise pegarme la carrera de vuelta. En Erdberg cogí el metro de vuelta al hotel. Allí mis tres niñas descansaban. Mis hijas ya no querían salir, seguramente agotadas de tanto andar. Inmaculada y yo aprovechamos para dar un paseo por la zona imperial para ver Viena de noche. Schottering, Rathausplatz, Volkdgarte, Neue Burg, Hofburg, Michaelerplatz, Kohlmarkt, Graben, Stephansdom, Rottenturmstrasse, Hollandstrasse, Leopoldsgasse y vuelta al hotel. Palacios iluminados, multitudes de paseantes, tiendas y escaparates de lujo, vida vienesa. 6 kms de paseo y a dormir.




+ Domingo, 21 de julio:


Camino del fin del siglo XIX, el emperador Francisco José fue enterrándose en sus palacios, generando desapego en sus súbditos, a lo que no ayudó su nula relación con la emperatriz Sissi con la cual, tras unos primeros años de amor, les separó una cadena de desencuentros e infidelidades mutuas cortadas de raíz por el asesinato de la emperatriz ausente a manos de un terrorista anarquista. La muerte en extrañas circunstancias de su hijo y heredero, Rodolfo, terminó por alejar definitivamente al emperador de su Pueblo.

En 1889 nació en la localidad austríaca de Braunau am Inn el mas tristemente famoso austríaco de la historia, Adolf Hitler.

A rebufo de su vecino germano que durante siglos fue minando al imperio austríaco, la primera unificación de Alemania, con el duro e implacable almirante Von Bismarck a la cabeza, convirtió al imperio austrohúngaro en una marioneta de Berlín, abocándole a una I Guerra Mundial que nunca quisieron. El largo brazo alemán empujó al viejo hermano austro-germano a librarla. Desatadas las beligerancias, tras unos modestos éxitos iniciales, la lista de derrotas se fueron amontonando. La más fuerte Alemania se hizo cargo de casi todo el esfuerzo bélico, arrastrando a Austria a una posición de segundón. Solo aportaba maquinaria, materiales, mercancías y carne de cañón.


   * Schönbrunn

En toda visita a Viena no debe faltar Schönbrunn (historia), residencia veraniega imperial. A escasos kms, mucho no se movían estos Habsburgos. Encargado por el emperador Leopoldo I a finales del siglo XVII tardaron más de 70 años en acabar el conjunto que ahora se aprecia. Por unas reformas en la línea verde, tuvimos que coger tres metros distintos para llegar a sus puertas.


Desde las taquillas el tamaño del palacio y de los jardines exteriores ya sobrecoge. Se pueden visitar gratuitamente los jardines interiores, donde había mucha gente corriendo. Todo lo demás hay que pagarlo. Al rebasar la entrada principal, por su lado derecho, entras en un parque enorme, al fondo del cual, sobre una ladera se ve la Glorieta. Vaya pillos los Hasburgo, así también paso yo las vacaciones de verano.



Entre los parterres nos hicimos unas fotos que nos tomaron unos españoles, con los cuales nos reímos de los nombres impronunciables de jonfantonfon, escrudifongase o eschicholchistrase. Primera parada, el zoo, con 250 años de antigüedad. Rinocerontes, ciervos y aves en la entrada. Lobos, linces y vacas en la zona tirolesa. Osos blancos y pardos. Pingüinos de varias especies. Acuarios. Reptilario. En el centro, tigres, guepardos, hipopótamos, jirafas, elefantes y las estrellas del zoo, los osos panda. Aunque nos llovió algo, un par de horas se nos fueron.

La Glorieta, en alto, tiene rampas cortas pero intensas. Dimos varias vueltas hasta encontrar la puerta de acceso a las escaleras que llevan a la terraza superior desde donde echar las mejores fotos de Schönbrunn. Bajando a la izquierda, los laberintos. Cinco, pero por falta de tiempo solo vimos dos. El segundo llegó a agobiarnos, por que no había forma de llegar a la caseta del centro. Pegados al palacio varios jardines, los del Príncipe Rodolfo (salseo), hijo y heredero de Francisco Jose y Sissí, muerto en extrañas situaciones, parece ser que suicidado por su falta de personalidad, y la Orangery.


A las cuatro, teníamos cita para ver el palacio por dentro. Milimétricamente lo tienen dispuesto. Te dan hora y no esperas nada. Precios muy razonables para museos y palacios con el añadido que la mayoría de ellos son gratis para las personas con 19 años o menos. 

Para recorrer el palacio, unas audio-guías. Nunca las habíamos usado. Si bien es demasiado encorsetado, te enteras de cada rincón y al fijarte un ritmo, no se te hace muy pesado. Nos enseñaron todas las habitaciones de Francisco José y Sissi, sin duda, el gancho comercial por la empalagosa película de los años sesenta. Salones de baile enormes, con todo lujo de detalles. Cuadros con retratos de muchos miembros de los Hasburgo. A vista del siglo XXI parecen muy impersonales estas estancias pero en su época, con toda su vida, debían resultar muy cómodas.

Se nos hizo tan tarde que no nos dio ni tiempo ni ocasión de comer. Cogimos el metro y nos bajamos en Stephansdom con la sana idea de comer-cenar en el centro. Dei Fratelli, en una bocacalle de Rotertunstrase. Comimos pasta de alta calidad. Tras muchas horas sin parar, con 5 días a la espalda, y 15 kms más en las piernas, nos fuimos al hotel donde a las 10 ya estábamos dispuestos a dormir.


+ Lunes, 22 de julio:


A mitad de la I Guerra Mundial murió el emperador Francisco José, en 1916, sucedido por el meapilas Carlos I, trasnochado gobernante anclado en las monarquías de origen divino de la Alta Edad Media. Terminada la guerra, tuvo que abdicar en 1918, muriendo en el exilio, solo y pobre como una rata, en 1923. Tras 640 años de imperio, los Habsburgo veían caer su telón.

En 1918 se proclamó la República de Austria, surgida de la desmembración del imperio austrohúngaro. Queriendo limpiar la imagen alemana, adoptaron el pabellón rojo-blanco-rojo de los Babenberg como bandera nacional, olvidando que dicha familia era alemana. Un contrasentido más en la historia austríaca. Entre 1920-24 triunfa el socialismo en el período conocido como la "Viena roja", pero muy influenciados por su alma mater alemana, en  1933 el canciller Dollfuss disuelve el parlamento e instauró un régimen fascista, aunque algo alejado de los nazis. 

A partir de ese momento, los nazis influenciaron en la sociedad austríaca de forma progresiva hasta conseguir la unificación de ambos países en 1938, el Anschluss, sin mucha oposición pese a la propaganda posterior a la guerra que quiso blanquear unas manos manchadas por la colaboración activa de los austríacos en las atrocidades nazis. Cinco millones de soldados a disposición de los nazis y 65 mil judíos exterminados no se pueden ocultar.

Tras la derrota en la II Guerra Mundial fue invadida por los aliados. En 1955 recuperó su independencia total iniciando un camino en el alambre entre el poderoso bloque comunista al este y el capitalista al oeste que hizo de Austria un País No Alineado, pero de hecho, fue el campo de batalla de ambos lados del Telón de Acero. Nunca pudieron limpiar la mancha nazi de su pasado y con el siglo XXI los sospechosos grupos de ultraderecha en ascenso hacen sonar nuevamente tambores ultranacionalistas excluyentes que se creían acallados. ¿Y mañana?.

   * Opera

Era el día escogido para ir a Bratislava, la única excursión que teníamos clara. Inmaculada quería ir a Salzburgo pero los 600 kms ida y vuelta nos hicieron pensar en una visita en otra ocasión. Para ir a Bratislava, ferry por el Danubio, pero te dejas 80 euros por cabeza ida y vuelta. Tren o autobús. Escogimos esta opción, por que la estación de autobuses está pegada al casco antiguo.


Sin haber hecho ninguna reserva cogimos el metro hasta Erdberg, donde esta la estación de autobuses, pequeña para lo esperado para un ciudad como Viena. No pudo ser. Mucha gente hace el recorrido a diario, no solo por turismo, y no quedaba ni un billete. Un mucho decepcionados volvimos al centro para rehacer el plan del día.

Empezamos con la visita a la Opera (historia). Hoy tocaba el interior. Hay visitas con guía, en español, cada hora. Nuestra guía, Elena, era de Teruel. A decir suyo, todo es muy bonito, pero ella en septiembre se vuelve a casa. Comenzamos por el escenario. La Opera en temporada tiene todos los días actuaciones, no repiten obra ningún día. Cada obra lleva muchos decorados, cientos de personas trabajan a diario en sus instalaciones. En verano, fuera de temporada, salvo que la usen para eventos concretos, no hay actuaciones. Elena nos contó que varios días antes lo habían alquilado unos japoneses. Nos pasearon por los pasillos, las salas privadas del emperador, patios, butacas, salones para los entreactos e incluso el palco imperial.



Al final de la visita, nos dividimos y eso nos hizo estar perdidos al salir por puertas distintas. Inmaculada y Julia por un lado. Marta y yo por el otro. Mientras esperábamos, un guiri, se reía de mi agenda con tantas anotaciones y etiquetas. Me contó que hay una aplicación con todo al información a lo que le respondí que me gusta más el papel. Su padre, de 71 años, dijo lo mismo.


   * Museo Albertina


Cercano a la Opera, el museo Albertina, con tres pisos. En la planta superior, cuadros de Monet, Miró, Chagall, Kandinsky o Picasso. Muy bonitos, algunos muy conocidos. En la primera planta, muebles, salas, aposentos, etc. En la planta baja, una exposición del ínclito Hertmann Nitsch, que será un artista, pero cuadros repletos de rayones, pintados con sangre, con camisetas pegadas y manchadas no los veo el arte. De remate, un video de la semana del arte del tal Nitsch, una orgía de sangre, vísceras, locura y basura.


Nuevamente sentados en el Burggarten, a la espalda del museo Albertina, para descansar. Repasando la chuleta, vi que uno de los restaurante aconsejados estaba muy cerca. El Moulin Rouge, de la franquicia Vapiano, con varios restaurantes en Viena. ¡¡Gran acierto¡¡. Te dan una tarjeta a la entrada y te diriges al mostrador  donde, delante tuyo, te cocinan el plato. Comida muy buena, picante la mía, pero exquisita. Bonita decoración. En el piso superior, una sala circular para el café o el postre. A unas españolas que se habían quedado dormidas las llamaron la atención. ¡¡Estos vieneses¡¡.


   * Prater nocturno

Tras el mal comienzo del día, salimos de Vapiano contentos y felices. Paseamos sin rumbo fijo por las aglomeradas calles del centro de Viena para acabar en el hotel. Intentamos comprar los billetes para el autobús para Bratislava por internet pero problemas con la pasarela del tpv nos lo impidieron. Como no tuve cabeza el día anterior para comprar los billetes, tuve que tener pies para ir hasta la estación. Salí a las 7:00 corriendo al metro de Schottering. Cambio de estación. Comprar los billetes. Viaje de vuelta. En 45 minutos arreglado.


Mientras nuestras niñas se quedaban a descansar, nos fuimos de paseo para ver el Prater de noche. Lo que parecía corto en el mapa fueron 30 minutos. Ya fuera por que era lunes, ya por que fuera de noche, no había mucha gente. Luces de colores por doquier. Unas cuantas fotos y de vuelta al hotel. 14 kms de museos más otros 6 por el Prater.


+ Martes, 22 de julio:


   * Bratislava

Otra ciudad en la ribera del Danubio. Capital de Eslovaquia, es de esas ciudades que se visitan si te coge de paso, no como destino directo. Conocida como Presburgo, recibió su actual nombre tras la I Guerra Mundial.

Ya en el 5.000 antes de nuestra era había en esta zona habitantes. Los romanos la ocuparon del siglo I al IV, en la zona limítrofe de los límites del Imperio. Los antepasados eslavos llegaron entre el siglo V y VI. En el siglo X cayó bajo la influencia de los húngaros recibiendo sus primeros privilegios ciudadanos en 1291, declarada ciudad real en 1405 por el rey Segismundo. Tras rechazar a los turcos en 1536 fue declarada capital de Hungría. Desde esa fecha hasta 1830 los reyes húngaros fueron coronados en la catedral de San Martín. 

Con el final del siglo XVIII Presburgo se convirtió en el centro nacional eslovaco. En 1805 se firmó el Tratado de Presburgo, la paz entre austríacos y franceses. Tras la I Guerra Mundial, ya Bratislava, tras el desmorone austro-húngaro, ante las protestas de la población de origen húngaro o alemán, en 1918 fue declarada ciudad libre. En 1919 fue obligada por la fuerza a integrarse en la artificial Checoslovaquia.

Declarada en 1939 capital de la Republica de Eslovaquia, cayendo enseguida en manos de los nazis. Expulsión de judíos. Bombardeos e invasión soviética. Desde 1945 al 1989 formó parte de la república socialista checoslovaca hasta la división del país en Chequia y Eslovaquia, de la cual fue proclamada capital en 1993.


Tras el primer intento fallido, a las 10:30 estábamos subidos en el autobús. Solo 60 kms separan ambas ciudades, con la peculiaridad de que Bratislava, capital de Eslovaquia, está pegada a frontera de Austria. Escasos 5 kms desde el límite y el centro de la ciudad. Por toda aquella planicie solo se veían molinos de energía eólica. La estación Most SNP de Bratislava es pequeña, sucia y destartalada pero está en el centro. Hay otras dos paradas, pero si no te bajas en esta, toca coger tranvía o autobús.


Bratislava es una ciudad en tres capas. La ciudadela medieval, imperial, hasbúrgica y germánica del casco antiguo. La zona mas turística. A su alrededor, creció durante la segunda mitad del siglo XX, una ciudad feúcha, con grandes edificios de cemento, muy típicos del bloque soviético. Al fondo se divisan los primeros edificios modernos y funcionales de una capital europea en crecimiento, aunque sigue siendo pequeña, con una población no mayor de 500.000 habitantes.

   * Castillo

Pegadas a la estación de autobuses están las escaleras que suben al Castillo en la ribera del Danubio, siempre presente en estos viajes centroeuropeos. Construido y rehabilitado entre los siglos IX y XVIII, en 1811 sufrió un incendio que lo destruyó casi al completo. Sobre las ruinas, se reconstruyó a partir de 1950. Del castillo original quedan restos como la puerta del emperador Segismundo, del siglo XV. Paseo de subida que se pega. En la parte posterior hay unos jardines enmarcados por los restos de la muralla sobre la cual están construyendo dúplex. Que gente. De bajada, se ven los restos de la muralla, hoy cerrados. La casa del Buen Pastor, del siglo XVIII.





   * Casco antiguo

Zona peatonal. Hay que disfrutar del callejeo. Al otro lado de la carretera, la Catedral de San Martín, donde se coronaban los reyes de Hungría. Un grabado en la zona del altar enumera todos los reyes allí coronados.


Bratislava está plagada de pequeños detalles y esculturas que hacen vistoso el paseo. En poco mas de tres o cuatro horas puedes dar por recorrido el casco antiguo. Bajando de la catedral nos encontramos con la embajada española, por si acaso.



La Puerta de San Miguel, único recuerdo de las fortificaciones medievales, construida en 1.300. En el camino que lleva hasta su arco, tiendas de souvenirs a derecha e izquierda. En el suelo, cada pocos metros, pequeñas coronas doradas que marcan el camino real realizado por María Teresa en su ruta camino de la coronación en esta ciudad. Tan pequeño es el casco antiguo que saliendo por la Puerta de San Miguel, ya se divisa la ciudad moderna.



Pegados a la avenida, bajamos por la Ursulinska Ulica con sendas estatuas en su plaza. Curva a la izquierda y entramos en el mercadillo de la Franstiskanske Namestie que acaba en Hlavne Namestie, algo así como la plaza mayor. En esta plaza el ayuntamiento viejo, Stara Radnica. Se puede subir a la torre para ver la vista del casco antiguo.  Una estatua de Maximiliano, primer emperador coronado en esta ciudad, preside la plaza. A su lado, un arco del que sale agua vaporizada que nos refresca del calor.


Arco del ayuntamiento, la plaza del Palacio del Primado, en rosa, restaurado recientemente. En la parte trasera varios restaurantes. Nos sentamos en el Urban Classic, también vegano, que nos persigue. Comimos muy bien, un local en madera con muchos detalles. 

Sobremesa tranquila, las fuerzas eran ya escasas. Volvimos a la Hlavne Namestie donde había un escenario donde varias orquestas chinas estaban dispuestas a deleitarnos con Mussorsky, si no fuera por el calor. En la esquina con Rubarska, la estatua del hombre del sombrero, Schöne Nacl, que con su sombrero de copa saludaba a todas las damas con las que se cruzaba a principios del siglo XX. Justo al lado, helado, sentados en el borde de un escalón. Al fondo, la más curiosa de las estatuas, Cumill, que se asoma por una alcantarilla.


La calle termina en el boulevard Hviezdoslavovo, también muy conocido a la hora de cenar. En una punta, el teatro. En la otra, la estación de autobuses. Andamos por la sombra a la búsqueda de la estatua dedicada a Hans Christian Andersen. Nos sentamos a tomar un café en Goodday. Otro momento a recordar. Algo flojos, quejicas pero con buen humor,  nos pusimos a soltar chorradas para reírnos un poco. A una vuelta, sin saber como ni porqué, suelto, refiriéndome a no-se-quien: "¡¡Ojalá se te caigan los muertos y los pies te huelan a culo¡¡". Todavía me río por el disparate.


Como soy culo de mal asiento, quise ir a ver la iglesia azul dedicada a Santa Isabel. Había leído en algún blog que valía la pena. Un poco remisos pero cuando estuvimos enfrente supimos que valió la pena. Parecía salida de uno de los cuentos de Andersen o del país de los pitufos. Poquito a poco de vuelta a la estación de autobuses. Vuelta a Viena. Camino al hotel. Otros 15 kms.



+ Miércoles, 23 de julio:


   * Vuelta a casa.

Y ya se acaba. Sonó el despertador. Ultimos retoques a las maletas, ultimo desayuno. Nos despedimos de Rafa, nuestro camarero favorito. De Valerie, que tras verla el primer día, coincidimos nuevamente el ultimo día. Paseo rápido por Aurgarten.


Cogimos las maletas hasta la estación de Praterstern desde donde sale un tren hasta el flughafen, aeropuerto en alemán. Facturación, control de equipajes de mano, comida y descanso hasta que a las 5 de la tarde despegamos. Adiós Viena. ¿Volveremos?.





De vuelta a Madrid, nos recogieron en la T1 con un calor sofocante tras un aterrizaje que me hizo casi llorar sangre. A las 9, aproximadamente, salíamos del SHS Aparca y Vuela. Viaje de vuelta a casa para olvidar. Agotado. Mareado. Tuvimos que parar a cenar para ver si me recuperaba. Sobre la una y media de la madrugada ya en la cama. Cuando sonó el despertador a las 7:00 solo quería morirme, pero, así es la vida. Tras muchos euros, más de 130 kms en las piernas ya ha empezado la cuenta atrás para el próximo viaje, todavía sin destino, pero esperando está.