sábado, 18 de julio de 2020

Cantabria (V), Julio 2020 💢






De vuelta a casa, otra vez. Junto con mi hija Julia, que con 13 años, se me escapa de las manos. Marta, con 19, ya vuela sola. Pasa el tiempo. La nostalgia se apodera de mí. Quiero disfrutar cada día pero los veo correr. Me da miedo ver pasar el tiempo y tener la impresión que no los aprovecho. ¡Basta¡, dejaré de tanta lamentación. Hoy os presento mas de mi Cantabria, lo que he visitado en la semana del 5 al 10 de julio.


Día 5-7, Costa Quebrada:

Primer día en casa. Bajamos a disfrutar de la Segunda del Sardinero. Marea baja. Agua congelada, güena a decir de los paisanos. Nos quemamos como cámbaros.





Costa Quebrada:

Ya por la tarde, empezamos por Gornazo. Son unas pocas casas y la iglesia parroquial. Pueblo partido por la autovía pero tiene su historia familiar. Cada vez que pasamos nos reímos del nombre por que suena, peculiar, "¡¡te voy a dar un gornazo¡¡. Así que había que ir si o si.





Cuchía, el comienzo de la Costa Quebrada, enfrente de Suances, en la desembocadura de los ríos Saja y Besaya. Paseo por las playas del Marzán y de los Caballos.





Tercera parada, Miengo. Punta del Cuerno, con vistas a las islas Pelies y la paradisíaca Playa de Usgo, con sus aguas turquesas y unos sospechosamente peligrosos remolinos en la orilla.






Seguimos la línea de costa hasta Robayera para ver la foto de las playas de Liencres y el Abra del río Pas.





Circunvalamos el abra, hasta Mogro y la Playa de Usil.






Pues no se vayan todavía, aún hay más. Mortera, que ha crecido demasiado. El pueblo de Liencres y la línea de costa de la Costa Quebrada.


Somocuevas,




Portio,



y los increíbles Urros,








Cansados por el día tan intenso, volvimos a casa de los abuelos. Como para mi era pronto, salí un rato a correr por mis calles.






Día 6-7, Valle del Bajo Asón:

Por la mañana, nos llovió. Fuimos de tiendas, sin suerte. Para enjuagar la pena, nos acercamos al Faro a comer las afamadas rabas del bar del facha. Y no lo digo con acritud, solo hay que ver su decoración. Cada cual es muy libre, faltaría más.





Rasines:

Ya por la tarde. Es un puebluco en el final del valle del Asón. En el barrio de Helguera está el Parque Paleolítico, abierto para cualquier visitante. Hay que aparcar el coche en un aparcamiento de tierra y, a la izquierda, pasear por la pista forestal. Es un paseo, en poco más de una hora se recorre el entorno.

Al comienzo, a mano derecha, la entrada a una mina, en bastante mal estado, sucia, algo agobiante.




Un km de paseo, la Cueva del Valle, horadada durante miles de años por el río Silencio. ¡Chistt¡ Al entrar, se abren sendas galerías, muy resbaladizas, oscuras. Como soy algo aprensivo con los sitios cerrados, no entré mas adentro.




En el centro del parque, el amigo mamut. Alto, silencioso, pensativo. Será el tataranieto de aquellos que vagaron por estos parajes hace miles de años.




Ampuero:

El antiguo Emporium, es la capital del bajo Asón, camino de su desembocadura. Hay varias casonas de indianos, cántabros que marcharon a hacer las américas, que cuando volvieron para jubilarse en la Tierruca, se construyeron grandes casas señoriales. Son muy famosos los encierros, en septiembre, aunque este año la pandemia los ha anulado.


 




Santuario de la Bien Aparecida:

A la salida de Ampuero, sin separación, está Marrón. Al cruzar el pueblo, a mano izquierda, comienza la subida al santuario de la patrona de Cantabria. Subida con un carril para bicicletas, corredores o paseantes. En otra ocasión lo haré corriendo desde Ampuero.

Virgen Bien Aparecida? Es que hay alguna Virgen Mal Aparecida o es que la nuestra lo hizo con banda, música, público, jolivudiense?. 

La imagen de la virgen la encontraron unos niños en 1605, apoyada en la ermita de San Marcos. El santuario lo recordaba de cuando me arrastraban a misa mis padres hace 40 años. Sigo teniendo la misma impresión, mucho cemento. Lo mejor son las vistas al Valle del Asón desde el mirador del aparcamiento. 




Día 7-7, Valle de Campoo:

Fontibre

A escasos 5 kms de Reinosa, capital del Valle de Campoo, camino de Brañavieja. Está muy bien indicado. Ya Plinio el Viejo, en el siglo I de nuestra era, escribía sobre las fuentes del río de los íberos, Fontes Iberis. Lo que hace 40 años me parecía una zona de maleza con una figura sobre un pequeño pedestal en medio de un lodazal, se ha convertido en una zona ajardinada, pulcra, de verde reventón con un paseo circular sobre grandes losas. Que buen rato de fotos echamos los dos.







Argüeso y Castillo de San Vicente:

Siguiendo la carretera hacia Espinilla, a mano derecha está Argüeso. En un breve altozano, vigilando el valle, el Castillo de San Vicente. Su construcción se inició en el siglo XIII, ampliado durante el siglo XV. Hasta mediados de los años ochenta estaba en ruinas. A partir de esa fecha, una reforma integral lo ha rescatado con el aroma medieval que debió tener hace quinientos años.







De vuelta, a mano izquierda, el pueblo de Argüeso. A la salida hay un camino de tierra-piedra que en un km y medio lleva a una recreación de un poblado cántabro. Se puede subir por el camino casi un km. También a mano izquierda hay una pequeña zona de aparcamiento. A partir de ahí son unos 300 metros andando. El final del camino es muy boscoso. No llegamos a entrar dado que hay que pedir cita para una visita en grupo. Pero unos fotos si que echamos.






Reinosa:

Apretaba ya el calor. Así que decidimos ir a Reinosa a comer algo. En un pequeño bar, junto a la iglesia, nos comimos unos pinchos de tortilla sabrosos, con bocadillo de rabas y croquetas. Paseamos por el centro del pueblo comiéndonos un helado. Reinosa, es un pueblo muy castellano, en el amplio sentido de la palabra. La carretera que cruzaba el centro del pueblo cuando era niño, donde parábamos a comprar las típicas pantortillas de la pastelería Vejo, ahora es un paseo peatonal.





Cervatos y la Ermita de San Pedro:

Ya repuestos, seguimos ruta. Saliendo de Reinosa, en dirección a Palencia, está Cervatos. Un pueblo con cuatro casas contadas, cuatro, pero con la incomparable Ermita de San Pedro.

Me sigue impresionando, y emocionando, Cantabria. La Ermita de San Pedro data del siglo XII. Mis antepasados paseaban por allí hace siglos, incluso mucho antes de que decidieran  construir iglesias románicas. Ni más ni menos que más de 30.000 años, aproximadamente, en la zona de Altamira. ¡¡Como no estar tan orgulloso de ser cántabro¡¡.

La ermita está perfecta. Para visitarla por dentro hay que pedir cita al Museo Diocesano. Allí parados, escuchando los arrieros de diez siglos atrás, fuimos espectadores privilegiados del paso veloz y balido de decenas de cabras.







Retortillo y Julióbriga:

Antes de llegar al embalse del Ebro, parada obligada para saludar a la legión establecida en Julióbriga, defendiendo el norte de la Hispania romana. Construida en tiempos de las guerras cántabras, del 29-19 antes de nuestra era, era el punto de asentamiento de las legiones que defendieron la conquista de las tribus cántabras, por que los cántabros no era un pueblo homogéneo, eran un grupo de tribus con costumbres y lengua común, pero muy diferentes según su paisaje. Los Blendios, Plentusios o Vadinienses vivían en las montañas. Los Orgenomescos o Cóncanos, en las costas. Los Salaenos vivían en las orillas del río Pas, en el Valle de Toranzo. Yo desciendo de aquellos milenarios Salaenos.




De la ciudad romana quedan restos de los cimientos de casas y edificios. Algunas columnas. Hay una réplica de una domus romana con horario fijo para visitas en grupo. Como quedaba mucho rato, no nos esperamos. 





Alrededor de los restos de Julióbriga crecieron con el tiempo las casas de Retortillo y la iglesia de Santa María que data de los siglos XII-XIII. Una pindia escalera permite subir al campanario para observar los restos de Julióbriga.






De vuelta al coche, bajamos por la carretera. En el cruce, el Gato con Botas nos retó. Y por más que lo intentamos, no se apartó. ¡¡Que tío¡¡. Tuvimos que rodearlo.




Embalse del Ebro:

Al sur de Cantabria, lindando con la provincia de Burgos, está el embalse del Ebro que acumula millones de litros de agua para disposición de todos aquellas provincias bañadas por el río. Con la acumulación del agua también se evitan los desbordamientos, río abajo, causados por el deshielo en la cordillera cantábrica. Pese a los nostálgicos del pequeño Franquito, el proyecto de la construcción del embalse data de 1913. Su desarrollo, desalojo de los pueblos inundados, total o parcialmente, y construcción se comenzó en los años 20, continuando en los 30. Fue inaugurado en 1952. Tras el esfuerzo de décadas, las renuncias de miles de paisanos y la desaparición de decenas de pueblos, resulta ridículo que ahora tanto aragoneses como catalanes se abroguen la titularidad de un agua que no pertenece a nadie, pero mucho menos a ellos, que solo la ven pasar.






Día 8/7, Santander:

Fue un día de descanso. Por la mañana, tercer día en la playa del Sardinero.





Por la tarde, visita familiar para conocer a mi primera sobrina-nieta, Sofía, hija de mi sobrino Manuel. Un bombón rizoso.


Día 9/7, Pas-Besaya:


Me levanté pronto para ir a correr un rato. Subí al faro de Cabo Mayor, bajé por la senda de la campa hasta la playa de Mataleñas. Rodeé la punta de Cabo Menor. Pegado al campo de golf, la playa de Los Molinucos...









...hasta llegar al aparcamiento al lado del hotel Chiqui. Cantabrum indoctum iuga ferre nostrum dice la placa al pié de la estatua de guerrero cántabro, Corocotta. Cántabro no enseñado a llevar nuestro yugo que decían de nosotros los romanos.





A la vuelta, playeo en el Sardinero, como casi cada día.

Solares:

Ya por la tarde. Había leído en algún blog que en Solares había un parque con figuras de la mitología cántabra, en Mina Pepita. Allí que nos fuimos guiados por el gepeese, que gran invento. Tremenda decepción. Tres figuras medio rotas. Los caminos, llenos de maleza. Vimos un operario haciendo labores de mantenimiento, tiene mucho trabajo para dejar aquel lugar adecentado.






Colegiata de Castañeda:

Dejamos Solares. Me fié de mis recuerdos para llegar a la colegiata de Castañeda. Pero mis recuerdos, no recordaban que habían hecho una autovía que unía Asturias con Bilbao a través de Torrelavega. Me volví loco. Tuve que recurrir a mi amiga gepeese. En Socovio, pegada a la nueva autovía, está la colegiata románica que además de llevar allí desde el siglo XII, una prueba más de la milenaria Cantabria, es donde se casaron mis padres en 1959. Cercano, el cementerio donde, entre otros, reposan mis bisabuelos Aureliano y Florentina Villar Fernández.








Cartes y Torrelavega:

Siguiendo por la autovía, llegamos a la villa de Cartes, con una calle principal flanqueada por casonas montañesas de los siglos XVII y XVIII, presidida por el torreón medieval, camino tradicional,  junto al río Besaya, hacia Castilla. A ambos lados ha ido creciendo el pueblo incluso los jardines junto al río.





Muy cerca, Torrelavega, segunda ciudad de Cantabria. Portugal para los santanderinos, por su bandera de colores rojo y verde. ¡¡Que decir¡¡. Pues que si, que ha crecido mucho, que tendrá mucha actividad comercial, industria, lo que sea. Pero para mí, totalmente prescindible, por mucho que atribuyan su fundación a Garcilaso de la Vega que al parecer construyó allí una torre, la torre de De La Vega. 

De regreso a Santander, paseamos por el centro. Nos comimos un buen helado. Fuimos de tiendas. Bien pertrechados de mascarillas, para cumplir con la sociedad y con nosotros mismos. Se nota el efecto de la pandemia. Una ciudad como Santander, que en verano es invadida por miles de turistas, y en esas fechas estaba medio vacía. Que época tan fea.


Viernes, 10-7:

Amaneció nublado. Así que decidimos salir a pasear. Primero, de tiendas. En ADIC http://www.adic-cantabria.com/, para renovar mi camiseta con el lábaro, pero no tenían mi talla. Tendrá que esperar a mi próxima visita en navidad. De ahí, nueva visita al faro.

Comillas:

Ya por la tarde. Cuando salimos de casa de los abuelos, llovía y empezó a arreciar cuando pasábamos por Torrelavega camino de Comillas, no nos arredramos. Dejamos el coche en la parte alta del pueblo, junto al parque enfrente de la casa que llamábamos, cuando éramos niños, la casa de Mary Poppins.






De ahí, bajamos a la plaza a comprar otro helado para continuar la visita por el palacio del Marqués de Comillas.





Ruiloba:

Pues no sabía que había allí, pero recorrimos carreterucas de cuento, casonas montañesas, la iglesia en el ¡¡barrio de La Iglesia¡¡.






De vuelta a casa de los abuelos. Empezamos a recogerlo todo. El sábado amaneció sol y sombra. Sin prisas, desayuno y sobre las 10 nos pusimos en carretera. Sobre las seis y media de la tarde llegamos a casa, en Murcia

El tiempo volverá a pasar y volveré a Cantabria. Y volveré a visitar cada recodo que hace décadas no veo. Liébana, Puentenansa, Cabuérniga, Pechón, quizás no por ese orden, pero esas serán mis próximas etapas.

Hasta pronto.








4 comentarios:

  1. Mira era una prueba y resulta que funciona ya. Pues eso, que has aprovechado el tiempo tio, asi da gusto viajar y recorrer esos parajes, con alguien que te sepa llevar y explicar. Cuando vaya a ir te avisare para que me hagas de guía. Un saludico.

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  2. Nos has parado por casa, Nacho!!!! Muy buen resumen de cantabria infinita. Muchas gracias

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  3. Contigo descubro la otra Cantabria, seguiré aprendiendo de ti.

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