Jueves, 5/6/25
De vuelta a casa, una vez más. Serán ya 60 o 70 veces que he hecho este camino. Lo que hace años era casi un paseo ahora es una tortura. Agotad cuando vi el cartel de Albacete solo me quedaban otros 700 kms y ya no me apetecía seguir al volante.
Iba solo. Al menos la radio y los podcast me acompañaban. La Concostrina y Acontece que no es Poco. Lukitas Botta, argentino y su Historia en Podcast. La geopolítica de El Orden Mundial con No es el Fin del Mundo. La Unidad de Vigilancia. La Escóbula de la Brújula. Pero en más de nueve horas, me aburro de todo.
A media tarde llegué a casa. Desde que mamá no está, no es lo mismo. Perder a tu madre es la pérdida, lógica, más dolorosa, de la que te repones pero ya nunca es lo mismo. Miro su asiento en el sofá, sus fotos, sus libros, pero no puedo hablar con ella. Al menos sigue aquí papá, mientras le tenga, tengo donde volver, la casa de tus padres siempre será un lugar donde volver.
Papá está muy mayor, camino de los 93, los achaques le tienen cercado y la ausencia de mamá le empuja hacia un túnel al que no podemos dejarle entrar, un túnel oscuro, sin retorno. Aun no papá.
Me senté a su lado y le escuché. Oye poco. Le dejé hablar. El Rácing. Su salud. Sus cosas. Estuve toda la tarde junto a él.
Muy cansado, me fui a dormir para madrugar e irme de ruta por mi amada Cantabria. Esta vez me acompañaba Kim, de Rudyard Kipling, que será Premio Nobel, pero se me ha atragantado.
Ya en la cama, papá entró en la habitación. “Deja abierta la ventana que sino pasarás calor”, me dijo. No pude evitar la carcajada. “Papá", le respondí, “Calor? Que vivo en Murcia. Esto ni se acerca al calor”.
Viernes, 6/6/25
6:10 suena el despertador. Desayuno rápido y en ruta.
Primera parada el Collado de Carmona. Paisaje de postal. Todo verde. Montañas sin fin. Abajo, el pueblo de Carmona, con sus casonas de piedra y sus viejucas en la puerta, habla que te habla. Puentenansa, al lado de la carretera con el goteo de casas en la ladera. Cosío, lo atravesé camino de San Sebastián de Garabandal, donde empezaba mi ruta.
En 1961 dicen que aquí se apareció la virgen pero ni el Vaticano lo confirma. Como siempre, dicen que se apareció a niños. Hay que ver, desde que hay cámaras y móviles, la virgen no se aparece por ninguna parte. Y digo yo, si quiere avisarnos de un peligro, de un gran pecado o defendernos de hordas rojas ateas, porque no se aparece en una gran ciudad, a un montón de personas, para asegurarse que recibamos sus mensajes? Nada, que le gustan los pueblos perdidos. Aun así, llegan muchos peregrinos, la mayoría de América. Hay gente “pa tó”.
Aparqué el coche junto a la estatua a la madre del emigrante. Me senté, leí y lloré solo.
Desde Garabandal sube una pista durante10 kms hasta el Collado de Abellan. Hoy no era el día. Muy cansado, con dolores en tobillo y gemelo, hice un ejercicio de resistencia. Ya en el alto, me crucé con decenas de vacas, entre ellas, tudancas, raza autóctona cántabra. Tras una larga bajada, volví al punto de partida. 21 kms de ruta y decenas de fotos. Valió la pena el esfuerzo. Coche y de vuelta a comer a casa.

Por la tarde mi hermana Techu, mi padre y yo nos fuimos a dar una vuelta a Hijas, para ver cómo está mamá en su descanso. Parece que bien, eso espero. De allí al Balneario de Puente Viesgo, donde mañana se cumplirán 66 años de la fecha de su boda. Allí empezó todo.
Sábado 7/6/25
Seis de la mañana. En pie. Esto no es normal.
Tras rápido desayuno me subí en el coche camino de Reinosa. Mañana nublada con mucha niebla baja. Rodeando el pueblo me dirigí en dirección a la estación invernal de Alto Campoo, ahora lógicamente cerrada.
Al llegar a Brañavieja, hoteles y bungalós para época de esquí, aparqué. Nada más salir se me acercó un San Bernardo enorme que me sometió a un marcaje más férreo que un central del Osasuna.
Desde ese punto, a 1.500 metros de altitud, mucha niebla y un ligero calabobos, empecé la ascensión hacia el Pico Tres Mares así llamado por que aquí nacen los ríos Nansa y Pisuerga que directa o indirectamente llevan sus aguas hasta el Atlántico, Mediterráneo y Cantábrico.
A medida que ascendía, la niebla se iba disipando, acabando por descubrirse el pico bajo un cielo azul. La subida se endurece con los kilómetros hasta llegar a una pista que termina en una subida pindia hasta el mirador con una espectacular vista de los valles cubiertos de un mar de nubes, flotando los picos sobre los vaporosos mechones de niebla.
Arriba me senté, leí las placas de los que dejaron su vida allí en acto de servicio y escuché Viento del Norte.
La bajada la hice en paralelo a la pista que marca el telesilla.
De vuelta en Santander fui al faro, al ver al que familiarmente llamamos “del facha” y me comí unas rabas, que no son las mejores pero que la vista vale por todo.
Comí en casa con la familia y por la tarde di un paseo por el centro de Santander. Como un jubilado, me paré a ver como iban las obras, que como vengo cada seis meses, las veo avanzar. En el centro, una feria de comida típica, un festival de música montañesa y juegos de ajedrez para niños. Volví pronto, cené pronto, a dormir pronto.
Domingo, 8/6/25
Tercera levantá, hoy camino de los valles pasiegos. Punto de partida San Roque de Riomiera, dormido cuando yo llego, al pie del Portillo de Lunada, puerto de montaña, carretera de montaña, de difícil conducción. No hace mucho hubo un accidente mortal. DEP. No sé cómo el GPS les mandó por allí, de noche, carretera muy estrecha, sin quitamiedos. Una pena.
Inicié la subida con una niebla densa que se disipó poco a poco, pero sin llegar a desaparecer. Las laderas parecen de terciopelo verde. Animan a tumbarse para disfrutar del silencio. Mis antepasados, no hace muchas generaciones, vivían en casas en esos montes pasiegos. Correr por allí es un suerte de vuelta a casa, para hablar con la familia, para contarles a tatatatarabuelos lo que hace su renieto, pero suyo. Tengo la fuerza del viento del norte.
A poco de coronar me cruzo con un rebaño de vacas seguido por dos pastores en coche. La modernidad también llega al Pas.
La bajada, por una bonita senda con casas cada cientos de metros, en alquiler turístico. Que las vistas son espectaculares pero al cuarto día me desesperaría de tanta tranquilidad.
De vuelta al coche, de vuelta a casa, me paré a ver el llamado puente romano de Mirones, que forma tiene, pero es del siglo XVIII. Que tampoco está mal.
La tarde reservada para mi pasión quizás para algunos inexplicable. Verdiblanco es el color de mi corazón. Partido del Rácing. 46 años ya de socio. Cada año veo uno o ninguno. No me cuadran las fechas. El azar me llevó a coincidir con el partido. La fecha del viaje estaba cerrada antes de clasificarse. Ambientazo. Muy emocionante. Pocas aficiones como la racinguista. Mi amor por el Rácing solo se acabará con la muerte de uno de los dos.
El partido? Tuvimos mucha suerte, el Mirandés nos dio un repaso, así que el 3-3 final fue lo mejor. Esperemos que la suerte continúe. El gol final es de traca.
Lunes, 9/6, de vuelta a casa, mi casa, donde está mi vida, mi familia. Pero Cantabria siempre será donde quiero volver, es mi historia, mi tradición, mi pasado, mis raíces, mi orgullo. Tuve esa suerte, nacer cántabro. Cantabria Victrix.
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