martes, 9 de enero de 2024

Cracovia, septiembre 2023

 




Domingo 17/09/23, despegamos rumbo a Cracovia



Nuevamente el viaje lo contratamos con Lourdes y DaviniaBenytours. No todo está en el precio. El servicio y la calidad humana es el auténtico valor.




Cracovia, fue durante años la capital de la Malopolska, la pequeña Polonia, sitio Unesco desde 1978. El nombre de Polonia, proviene de pole, llanura. Polska, su nombre actual en polaco, viene a significar "gente que vive en la llanura". La ciudad está situada al sur del país con una población entorno a los 750,000 habitantes, algo menos que Valencia. Estamos a 2.815 kms de casa. 




Parece que ya durante el Paleolítico había gente viviendo en Cracovia, en la zona de la colina de Wawel, donde hoy está la catedral y el palacio real. En el siglo VI de nuestra era llegó a la zona el pueblo vislano o vistulano, tribu de etnia eslava que dio el nombre al río Wisla (Vístula). 


Cuenta la leyenda que fue fundada por el legendario rey Krak, o Krakus, en el sitio VII de nuestra era. Krak, fue un simple zapatero pero muy listo. En una cueva vivía un terrible dragón, muy cercano a donde hoy está el castillo Wawel. El zapatero no se arredró y con el futuro premio de casarse con la hija del rey, rellenó una vaca con azufre. El dragón se la comió. Y eso le debió dar mucha sed. Bebió del Vístula. Y con la mezcla, reventó. Krak se casó con la princesa y se convirtió en rey. Hay otra versión parecida en la que Krak ya era rey pero el final es el mismo, el dragón reventaba. Son leyendas, lo sé, pero las prefiero a esas que han justificado durante siglos autos de fe, guerras, inquisiciones, oscurantismo, colaboracionismo con dictaduras o pederastia, entre otras lindezas.  







Despegamos desde Alicante, en un avión Ryanair. Te llevan apretados como anchoas. No te dan nada gratis. ¿Qué será lo próximo, viajar de pie o sin maletas? Algo más de tres horas hasta nuestro destino. En el aeropuerto nos esperaba un servicio de traslado al hotel. Como ya nos pasó en  Estocolmo, el conductor esperaba con un cartel a nombre de Juan Gómez. Ya preparados para la situación, no nos sorprendió. El aeropuerto está a unos escasos 20 minutos del centro. Fue un viaje corto y rápido hasta el hotel.






Fue nuestra casa durante la estancia en Cracovia. Dista escasos 500 metros del centro histórico. Ubicación inmejorable. Pequeño pero con mucha clase. La habitación muy bien equipada, limpia, con buen servicio de limpieza y correcta atención del personal. Teníamos contratado el desayuno, digamos que suficiente, sin alardes. De todo un poco, aunque distaba de otros bufés que hemos disfrutado en otras ocasiones.






Tras descansar un poco, abrir las maletas, asearnos y recoger lo necesario, empezaron los cuatro días y medio para conocer esta bella ciudad. Últimamente hemos preferido salirnos del circuito habitual de viajes. Los últimos Munich, Estocolmo y Cracovia han sido destinos que aunque conocidos, no son los habituales. Y nos gusta esta forma de viajar. Cuatro o cinco días. Ciudades no muy grandes. Evitando una excesiva masificación. Aún así, acabamos con más de 90 kms en las piernas. Helsinki, Tallín, Riga, Bucarest, Dublín los pongo a la cola. Roma nunca se olvida. Islandia el sueño dorado.


Los primeros momentos siempre conllevan dudas sobre la dirección a tomar. Y mira que preparamos los viajes. Leemos libros sobre la historia del país o artículos sobre temas o excursiones concretas. Estudiamos los mapas urbanos. Marcamos los puntos principales. Con el instagram, que tiene páginas con fotos de todas las ciudades, empiezas a conocer cada lugar antes de partir. Pero no es lo mismo que estar allí. Salimos del hotel y el primer paso es empezar a acostumbrarse a los nombres polacos, que como el idioma, resultan impronunciables. 


No tuvimos que andar mucho para la primera parada, Karmelitów Nawiedzenia, (Iglesia y Monasterio de los Carmelitas) que data del siglo XIV. Como se lee, impronunciable, optaré por la versión hispanizada en la medida de lo posible.





Los comercios. Además de encontrarnos con una tienda Carrefour en cada barrio, había tiendas de todo tipo. Comida local. Kebab. La grandes marcas. Bares y restaurantes. En el centro también algún centro comercial. Y las inevitables tiendas de regalos. Además de las habituales tazas, llaveros, camisetas y sudaderas, lo típico es el ámbar y el LajkonikCuenta otra bonita leyenda que el Lajkonik, también llamado El Tártaro o el Caballo de Zwierzyniec, era un personaje que apareció en 1287. Los tártaros llegaron sin ser vistos y acamparon en la orilla opuesta del Vístula. Avisados por los barqueros, la tropas los atacaron mientras dormían y les vencieron totalmente. Los barqueros se disfrazaron con los trajes de los tártaros, para gastar una broma a los cracovianos. Vaya broma. Les resultó tan graciosa que desde entonces cada año hay desfiles presididos por el Lajkonic, al que lo niños no solo no le tienen miedo, si no que les piden que les dé golpes con su bastón.




El casco histórico está rodeado por más de 4 kms de jardines donde hasta el siglo XIX estuvo erigida la muralla que defendía la ciudad durante siglos. Derruida, el espacio que ocupaba fue convertido en jardines. Hoy es el lugar habitual de paseo y deporte a la sombra de cientos de árboles, con algunas fuentes y muchos bancos. El único problema, general en toda la ciudad, es la escasa luz nocturna. Las farolas iluminan muy poco, dejando en semioscuridad las calles. Da un poco de respeto en las horas nocturnas. Tampoco podríamos decir que miedo. La ciudad está bien custodiada por las fuerzas de seguridad, muy presentes. El turismo es un gran negocio que hay que proteger. 





El punto mas al norte de los Jardines de Planty es la Barbakan (Barbacana). Es la única fortificación defensiva que queda en pie. Data del siglo XV. En aquellos siglos, la ciudad, además de la muralla, estuvo rodeada por un foso con agua y de las puertas surgían pequeños fuertes para la defensa de la ciudad de los ataques externos. La Barbacana, actualmente en reformas, es conocida como la cacerola y está en muy buen estado de conservación.





Desde la Barbacana se llega a Brama Florianska (Puerta de San Florián), también la única que se conserva junto con sendos paños de la muralla a ambos lados. A la entrada de la puerta y como en varios de los principales monumentos, hay maquetas metálicas que representan como fueron en su momento de uso.






Al atravesar la puerta, se accede al Camino Real. Esta puerta era el acceso para personajes, nobles y reyes en su camino hacia el castillo, recorriendo las calle Florianska, la Rynek Glowny, la calle Grodzka hasta la colina de Wawel, en la ribera del Vístula, donde está la catedral y el palacio real.








Durante la Edad Media no se pensó en crear una red de alcantarillado. Como única solución para los desperdicios se les ocurrió ir cubriéndolos con tierra, lo que fue elevando el nivel original de la ciudad, dejando por debajo las construcciones más antiguas. Esto ha provocado que a día de hoy sigan habiendo restaurantes, clubes y hasta museos en sótanos, por debajo del nivel de la calle.


En la calle Florianska pudimos empezar a comprobarlo asomándonos a varias tiendas. Calle peatonal, miles de personas la recorren a diario camino de Rynek Glowny (la Plaza del Mercado).





Pero antes, torcimos a la izquierda desde la Puerta de San Florian para ver el Teatro Juliusza Slowacliego, imponente.




En una de sus escaleras laterales un fotógrafo echaba fotos a una modelo, o eso parecía, ensayando todo tipo de posturitas. Nosotros no quisimos ser menos e IQ posó para mí pero me reservo el testimonio gráfico para evitar dormir en el sofá.


A la derecha del teatro, la Sw Krzyza (la Iglesia de la Santa Cruz). Será por iglesias. Hay una cada pocos cientos de metros. No debe haber tanto católico para tantas iglesias. Es conocido el fervor católico polaco, ahora exacerbado con la adoración a su polaco mas universal actualmente, San Juan Pablo II. Lástima de Copérnico, Chopin, Marie Curie.




De vuelta a la calle Florianska,  la recorrimos pausadamente. Tiendas de regalos. Bares y restaurantes. El museo de cera. Venta de comida. Con algo de hambre, compramos un dulce típico, los Paczki, con textura de donut, sin agujero y diferentes tipos de rellenos. Son típicos en una festividad religiosa durante el mes de febrero llamada Jueves Gordo. Dos nos comimos. Un bomba de calorías, con muchísima azúcar, pero que la vamos a hacer. Gordos y solo era domingo, el primer día.




Al final de la calle Florianska tienes que decidir si ir al pequeño mercado o al gran mercado. Pensando pensando, escuchamos por primera vez el sonido de una trompeta, con su melodía inacabada, desde lo alto de la torre de la Basílica de Santa María. Pero esa historia, más adelante.


Optamos por el pequeño mercado, Maly Rinek. E hicimos bien. En ese momento estaba vacío, pudimos ver la plaza. Dos días después comenzaron a instalar puestos de comida y todo tipo puestos con artículos de regalo que coparon la plaza. Esta plaza se dedicó a la venta de carne. Hace 7 siglos los frigoríficos no estaban en auge, la carne empezaba a oler pronto. Las refinadas narices cracovianas no lo soportaban y crearon este pequeño mercado a la espalda de la gran plaza. 




Y sin mas vueltas, entramos en Rinek Glowny, (la Plaza del Mercado). Muchas ciudades hemos visitado, preciosas plazas hemos visto, pero esta las supera con creces. Dicen los libros que es la la plaza medieval mas grande de Europa.  No lo sabemos pero si podemos afirmar que es enorme. Vayas donde vayas, hay cosas que ver.




Creada en 1257 cuando adquirió la calidad de ciudad, estaba situada en el cruce de varias rutas comerciales. A partir de esa fecha se fueron construyendo edificios que hoy la convierten en una foto continua. Imponente, preside la plaza la Basílica Sw Mariacka (Santa María) a la que dedicaríamos la mañana del jueves.




A su espalda, como si de una hermana pequeña se tratara la iglesia de Sw Barbary (Santa Bárbara).




En la plaza, un servicio de carros tirados por caballos para los turistas. Carros de estilo andaluz. Algunos incluso con flores amarillas y rojas como la bandera española. Pues no sé de donde saldrá esta costumbre pero si no me subí en una calesa en Sevilla que no me esperaran aquí.





En el centro, la Lonja de los Paños, con un mercado cubierto, Sukiennice, que la atraviesa de forma longitudinal, con tiendas a ambos lados. Este era el único lugar donde los extranjeros podían vender sus productos, especialmente sus telas, de ahí el nombre. Debajo, en los subterráneos, el Podziemia Rinku, (Museo Subterráneo del Mercado) donde se puede conocer la historia de la ciudad desde el siglo XI, varios metros por debajo del nivel actual.





A la espalda, Wieza Ratuszowa, (la Torre del Ayuntamiento) lo único que queda del edificio de tal institución que estuvo allí entre 1316 y 1820. Actualmente se usa para exposiciones.




En la esquina suroeste de la plaza, la estatua de Eros Atado, que proviene de una exposición callejera de 2005. Tuvo tanto éxito y fue tan fotografiada, que decidieron dejarla donde está, haciendo las delicias de los mas pequeños que suben y bajan.





Alrededor de la plaza, múltiples terrazas siempre repletas y edificios de colores, muy bien conservados que nos evocan a las plazas de Brujas o Bruselas, al Gamla Stan de Estocolmo, a las calles de Amsterdam.




En la esquina suroeste, la pequeña iglesia de Sw Wojciecha (San Adalberto), de la mas antiguas de la ciudad. Data del siglo XI. En su estructura se comprueba el diferente nivel de la ciudad de hace mil años, con la puerta dos o tres metros por debajo.




Nos sentamos en medio de la plaza. Vimos pasar miles de turistas. El clima fue estupendo casi toda la semana. Algunos cuantos españoles, no muchos. Los polacos, muy característicos. Ellas, delgadas, piel muy blanca, pelo largo liso, cara fina. Ellos, grandes, altos, cuerpo grande, cuello enorme. Pero todos muy serios. Sonreían poco.


Rinek Glowny, el centro de Cracovia, se abre en todas las direcciones. Cogimos la dirección del noroeste, calles con bares y tiendas de regalos. La Plac Szczepanski. En el lado oeste, el Museo Szolaski. En el sur, Teatr Stary (Teatro Viejo).





En una esquina, Sw Anny (Santa Ana), lindando con los jardines de Planty. Sita allí desde el siglo XVII, se la conoce como la colegiata universitaria.






Collegium Maius y Collegium Novum. Ciudad universitaria del sur de Polonia, el Maius fue construido en 1400. En el Novum está la sede del Programa Erasmus tan usado por nuestros hijos. No las mías felizmente.





Torciendo, el Palac Arcybiscupi (Palacio Archiepiscopal), donde vivió, fue arzobispo y dejó su retrato colgado el ubicuo papa Wojtila.




En la otra acera, la basílica Sw Franciszka Asyzu (San Francisco de Asís),  con un laberinto de pasillos, capillas, claustros y vidrieras. La primera iglesia en esta ubicación data de 1259, pero con la frecuencia de los incendios y que los materiales eran perecederos, la actual es de 1850.





A la salida no encontramos un detalle no pequeño. La ruta jacobea.




El Camino Real, que se inicia en la Torre de Florián, pasa por la Plaza del Mercado, continua por la calle Grodzka hasta terminal en la colina de Wawel. Plagada de todo tipo de tiendas a ambos lados, a mitad de camino la casa de los jesuitas, la iglesia de Sw Apostolów Piotra i Pawla (Apóstoles Pedro y Pablo), del siglo XVII. En la entrada, las estatuas de los 12 apóstoles nos vigilaban. En la fachada, el segundo por la izquierda, mi santo patrón y el de los jesuitas, San Ignacio de Loyola. Dos acordeonistas tocaban música clásica, que sonaba muy bien para mi inexperto oído. Dentro, todos los días había conciertos a las 20:00, pero a esas horas, ya muertos, si hubiéramos ido, nos habríamos dormido y yo seguro, roncado.






Pegada, la iglesia de Sw Andrzeja (San Andrés), data del siglo XI, ha sufrido muchas restauraciones y reconstrucciones, así que parece un puzle.




Muy cansados, con hambre, y tras las primeras visitas a las tiendas de regalos, ainsss, volvimos camino de la Plaza para verla al anochecer. No se cuantas veces pasamos por allí en diferentes horarios pero es para no cansarse.





Esta vez sí caímos en la tentación de probar la gastronomía local. Tanto Josemi, nuestro sobrino, como Laura, una amiga de nuestra hija Marta nos mandaron varios sitios. Cenamos en Mosrkie Oko. Local en madera, con varios pequeños salones muy acogedores. El camarero, lo justo. Pierogi, la especialidad de Cracovia, me parecieron unas empanadillas a medio hacer, algo grasientas. Las sopas para los polacos son las estrellas de su mesa de comer. La más conocida, la Zurek, hecha dentro de un pan, con huevo, salchichas, muy especiada. Esta sí, muy buena, repetimos otro día.


Propinas? Pues el servicio no estaba incluido. En este restaurante si dejamos, de pardillos, pero a medida que visitamos otros sitios, en unos si, en otros no, dependiendo del servicio.






Agotados, llegó el momento de volver al hotel, no sin antes ver en la misma plaza del restaurante el Palac Sztuki (Palacio de Bellas Artes)





Lunes, 18/09/23

Primera noche. La cama cómoda. La costumbre centroeuropea de los almohadones grandes en lugar de almohadas normales me levantó con mucho dolor de cuello. No cuento el primer desayuno pero solo decir que no tuve hambre en todo el día.


Primer día completo, primer objetivo Wawel. Salimos del hotel, en 5 minutos ya estábamos en la Plaza del Mercado, de mañana, con una luz diferente, así que una nueva ráfaga de fotos. Casi 900 nos trajimos de vuelta.






Bajamos por Grodzka, y enfrente de San Pedro y San Pablo, la plaza Sw Marii Mgdaleny (María Magdalena), a la que no vimos, debía estar de vacaciones. En su lugar, la estatua es del jesuita Piotr Skarga. Fue el antiguo emplazamiento del mercado de Okól, independiente de la ciudad, data en 1325. 

Muchas de las iglesias tenían claras influencias ortodoxas con muchos dorados. No fue en la única en la que lo vimos, pero la Iglesia se moderniza, ya no hay cepillos, directamente TPVs para la limosna. Dentro de nada, las misas por estrimin.





Mas tiendas. IQ tiene un imán, que le hace entrar en todas o casi. Todas le gustan. O casi.




Al final de Grodzka ya se adivinaba Wawel pero antes, a la derecha, otro iglesia. Ya perdí la cuenta. Sw Idziego (San Gil), con una ofrenda pero mi polaco es muy limitado. Tak, Si.





Colina de Wawel




Es uno de los lugares con más historia de Polonia. Sobre un breve promontorio, circundado al oeste por el Vístula, era un monte calizo rodeado de marismas. Fue el lugar escogido por las tribus eslavas, en el siglo VII, para instalarse y defender fácilmente sus hogares. En el siglo X el príncipe Mieszko I la eligió para establecer su residencia, siéndolo de las tres dinastía posteriores (Piast, Jagellon y Vasa), hasta que la capitalidad del reino se trasladó a Varsovia en el siglo XVI. Tiene dos puertas de acceso, la Brama Herbowa (Puerta Heráldica) y la Brama Wazów (Puerta Vasa).





Entramos por la Puerta Vasa, camino de la cueva del dragón donde se desarrolló la leyenda de zapatero Krak. Los accesos estaban en obras. No entramos. Nos dirigimos directamente a la plaza, con la catedral a la izquierda y el palacio al frente, rodeando unos floridos jardines. 






Katedra Wawelska (catedral de Wawel), la entrada está presidida por una estatua de Tadeusz Kosciuszko, héroe nacional polaco que luchó por la independencia. Y, a quién tenía al lado? Pues sí, otra estatua de Juan Pablo II.


La primera iglesia en esta ubicación data del año 1000. No se acabó el mundo y se dedicaron a construir. Se lo tomaron con tranquilidad, terminándola en 1364. Ha tenido varias rehabilitaciones con lo que tiene diferentes estilos. Gótico. Barroco. Algo de románico. Está dedicads a San Wenceslao y San Estanislao. Éste último, fue patrón de Polonia. Tras llegar a obispo de Cracovia, murió mártir en 1079, por orden del rey.


Ha estado estrechamente ligada a la monarquía. En su interior se coronaron los reyes desde 1320 (Ladislao el Breve) hasta el siglo XVIII. En su interior están enterrados numerosos reyes, ya sea en el suelo, ya sea en capillas o sarcófagos. Se puede subir a Wieza Zigmuntowska (Torre de Segismundo) a ver la vista y las campanas. La más antigua, la de Segismundo, es de 1521. Además de reyes, hay criptas con importantes personajes de la historia polaca, el último de ellos el presidente Lech Kaczynski y su esposa, que murieron en un accidente aéreo en 2010.









Y que decir de todas esa estatuas de reyes, obispos y santos tumbados? Poco serio.







Ya fuera, nos acercamos al patio del Wieza Zamek Krolewski (Palacio Real), en obras por donde miraras. Así que no entramos.




La plaza de Wawel es para entretenerse en pasear, echar fotos, mirar al horizonte.








Bajamos por la misma puerta para llegar a la iglesia Sw Bernardynow (San Bernardino).




A comer. Segunda recomendación, esta vez de Laura. Kochnia U Doroty entre Wawel, Kazimierz y el Vístula. Volvimos a probar la sopa Zurek, esta vez en un cuenco. Yo me pedí Bigos, algo así como un filete empanado de patata, si, patata. Hacen una masa de patata, la dan forma de filete, la pasan por pan rayado, y a freír. Comimos bien, mejor que en el Morskie Oko.








Ya descansados, empezamos la ruta de la tarde. Primer punto, la basílica Michala Archaniola i Sw Stanislawa (San Miguel Arcángel y San Estanislao). Lo primero, una estatua del pluriempleado Juan Pablo II. Ya en el siglo XI hubo allí una iglesia que derruyeron para construir la actual a partir de 1472. Además de la estupenda planta, tiene un gran claustro y un amplísimo jardín exterior con figuras y estatuas. 


En su interior, la primera placa en recuerdo de las víctimas del genocidio nazi. Curiosamente no vimos ni una placa dorada del  Proyecto Stolpersteine, que ya ha pegado más de 75.000 placas en el suelo, delante de las puertas de las casas de tantas víctimas de la Shoah, el asesinato sistemático por parte de los ultranacionalistas alemanes derivado de sus leyes raciales, de la eliminación de los opositores políticos y de los colectivos que consideraban inferiores. Ni una placa en Cracovia. Por el número de desaparecidos, las calles deberían ser doradas, pero vimos pocas muestras de homenajes. Extraño como poco. 







Kazimierz. De ruta por la tarde. Pues debo decir que decepcionante. Una colección de calles decrépitas, con edificios sucios, medio en ruinas, amontonados bares y sinagogas cerradas a cal y canto. Zydowskie Muzeum Galicja, que no era para los gallegos, con una exposición sobre el genocidio nazi. No entramos.




El barrio de las sinagogas camina por la calle Szeroka. La Synagoga Stara (sinagoga vieja) era la mas atractiva, pero no mucho, nada que ver con las iglesias. Las sinagogas son edificios funcionales, quizás por su creencia de vivir su fe en su interior, no de cara al exterior. La más antigua, del siglo XV.




El pueblo judío ha sido durante muchos siglos el paria del mundo. Tras su expulsión de Palestina por parte de los romanos entre los siglos I-II, comenzó la Diáspora. Se fueron extendiendo por todas partes. Pero nunca fueron bien aceptados. Su laboriosidad y, sobre todo, el control de los medios económicos, el dinero, les hizo blanco de las iras de sus vecinos, que fue inflado por la Iglesia, esa organización bimilenaria que lleva siglos cometiendo aberraciones vergonzantes que siempre se pretende presentar como la víctima. Verdugos cínicos que llevan décadas pidiendo perdón por sus crímenes, por tantos asesinatos cometidos en nombre de su dios. Y aún diré más, pero eso será mas adelante.


Los judíos fueron invitados a venir a Polonia por parte del rey Casimiro el Grande, que dio nombre al barrio Kazimierz, un poblado fuera de las murallas de Cracovia. Hábil gestor, vio lo que podrían aportarle los judíos. Pero tras su muerte, volvieron los pogromos. Durante siglos los judíos han sido perseguidos, acusados, expulsados y asesinados. Aunque eso no les da derecho a cometer los mismos excesos con sus actuales vecinos árabes para hacerse hueco en un territorio que les regalaron en 1948 las potencias occidentales para contentar a los poderes económicos judíos. Es como si ahora los italianos nos reclamaran la posesión de España. O los españoles reclamáramos Sicilia o Nápoles. Es una madeja muy liada, con muchos culpables, y demasiadas víctimas inocentes en nombre de Don Dinero y dioses que no están ni se les espera.


Synagoga Popper, de 1620, solo conserva la estructura. Los alemanes destruyeron el interior. Al entrar, una librería antigua, con olor a polvo y años de historia




Synagoga Remu y su cementerio, es la principal sinagoga en uso en la actualidad. Cuando nos acercamos, muchos feligreses salían supongo que de algún rezo, rito, misa o lo que sea. En el patio interior, muchas placas recordaban a los muertos. Pegado a la sinagoga su cementerio al cual no entramos. No me parece bien hacer negocio con el lugar de descanso eterno.








Justo en la puerta, el monumento a Jan Karski, al que también se le considera héroe nacional. Sobrevivió a sendos campos de concentración, uno nazi y otro soviético. Formó parte de la resistencia polaca y tiene dedicados monumentos por medio mundo, por ejemplo, en Nueva York. Intentamos sacar una foto de Jan, pero un pesado no se levantó para dar la nota.






En el centro de la plaza, el Monumento a las Víctimas del Holocausto en Cracovia. Me quedó la sensación de que lo quieren pasar por alto, no llamar excesivamente la atención. En otros lugares sería un monumento gigante, espléndido, luminoso, un gran homenaje. En su lugar, una pequeña placa, casi escondida en mitad del jardín.





Saliendo a la calle Miodowa, dos sinagogas más. La primera, Synagoga Kupa, que pasaría desapercibida. Y es que las sinagogas son así, sin alardes. En eso el cristianismo les ha ganado la batalla publicitaria aunque creo que es más honesto el judaísmo, priorizan el culto y sus creencias por encima de edificios enormes, llenos de arte y joyas. Su dios por encima de las apariencias. De esta sinagoga no nos habríamos dado cuenta si no fuera por el patio que tenía.





La segunda, Synagoga Tempel, la mas reciente. Como todas las anteriores, cerrada, no pudimos ver ninguna por dentro.




Pero en Kazimierz, no solo hay sinagogas. También hay iglesias. Y sobre todo bares y terrazas en cada esquina. Y muchos edificios a medio caer, sucios, con pintadas. Decididamente, no me gustó mucho. En el centro del barrio Plac Nowy (Plaza Nueva), con un edificio cochambroso de ladrillo rojo, rodeado de coches abandonados a su suerte en lugar de aparcados.





El mural histórico, rostros pintados directamente en las paredes. Cinco retratos de personajes tan heterogéneos como fueron el emperador Jose II, Helena Rubinstein, la creadora esa marca cosmética; el artista local Karol Knaus; Esterka, la amante judía del rey Casimiro el Grande; y el propio Casimiro.




Al salir de Kazimierz, la Plac Wolnica. Mas bien feica, todo cemento y ladrillo.




Y para despedirnos, la basílica Bozego Ciala (del Corpus Christi), que esta si, merecía la pena. Lo dicho, los cristianos han dominado mucho mejor el marketing que los judíos. Esta fue construida en 1340.




De vuelta, pasamos otra vez al pie de la colina de Wawel para ver la otra puerta, la Brama Herbowa, con cientos de placas con los nombres de las personas que colaboraron económicamente en los años 20 del siglo XX para su restauración. En ese momento un mitin, con unos 100/200 oyentes. Chillaban mucho, demasiado ruido. La policía los tenía a todos rodeados, los accesos, los grupos. No se deben andar con chiquitas.







A las seis de la tarde, nos dirigimos hacia el hotel, no sin antes saludar a dos viejos amigos matemáticos. Otto Marcin, a la izquierda. Stefan Banach, la derecha. 

Y el mismo tontucio de antes, de blanco.





Mientras IQ descansaba un poco, me puse los bambos y salí a correr un rato por las calles cracovianas. Esta sensación no tiene precio, verse corriendo por las calles de una ciudad así. Lo intenté otros días pero entre lo apretado del calendario y que ya no soy un crío, no pude.





Le di toda la vuelta a los jardines del Planty hasta llegar al río Vístula al anochecer. Las calles repletas de gente. Mucho cuidado con las bicis, se suben por las aceras sin previo aviso. En cambio la circulación de coches en el centro es perfecta. No hay casi semáforos pero es que es poner un pie en un paso de cebra y se paran coches, motos, bicis e incluso el tranvía. Otra cosa es el tráfico al salir de la ciudad, un auténtico caos.





Crucé el puente Most Powstancow Slaskich, para subir unas 100 escaleras hasta el Park Bednarskiego, un auténtico oasis verde en la ciudad. Que tranquilidad. Algo oscuro de más, di un vuelta rápida para volver por mis pasos camino de Plac Bohaterow Getta (Plaza de los Héroes del Gueto), que ocupa la esquina de lo que fue el gueto judío amurallado. 





A esta plaza convocaban los nazis a los judíos a partir de 1943 para la fatídica elección de campo de concentración. Como la espera podía ser larga, algunos iban con silla incluida para poder descansar. En recuerdo de tan triste espera, la plaza está ocupada por numerosas sillas grandes y pequeñas para rememorar a todas y cada uno de los que allí esperaron para hacer su último viaje.




Bajé hacia el río, camino del Kladka Ojca Bernatka (Puente del Padre Bernatek) creado en 2010 en homenaje al fraile Laetus Bernatek, impulsor de la construcción del hospital general. Está adornado por figuras circenses que simulan estar en equilibrio.





Crucé a la otra orilla y volví por la ribera del Vístula con la vista nocturna del parque de atracciones y un globo aerostático que se ha convertido en obligado.




De vuelta al hotel, ducha rápida, salimos juntos a dar un paseo por el centro, tomar un helado y de vuelta a dormir.




Martes, 19/09/23


Hoy teníamos excursión a Oswiecim y Brzezinka, que han pasado a la negra historia por sus nombres germanizados, Auschwitz-Birkenau, el mas terrorífico campo de concentración y de exterminio de la Alemania nazi. No fue el único, tuvieron decenas por toda Europa. Y todos lo sabían. Los aliados lo sabían y solo se centraron en ganar la guerra, no en salvarlos. El Vaticano lo sabía y lejos de exigir piedad y humanidad, Pio XII calló y remató su iniquidad facilitando la huida de criminales nazis usando su minisede como puerto franco camino de la España franquista o de las dictaduras derechistas de Sudamérica. 


No lo llamemos Holocausto, palabra que deriva del griego y que en la antigüedad era un sacrificio religioso en honor de las deidades, quemando a las víctimas. Genocidio. Shoah. Asesinato. Hijoputez. Pero no holocausto, porque parece que la muerte sistemática estaba justificada para ensalzar al gran pueblo ario.


Alemania no tendrá siglos suficientes para pedir disculpas. La misma Alemania que ahora pone todo tipo de pegas a las ayudas de la UE a los países del sur, España entre ellos. La misma Alemania a la que los vencedores de la II Guerra Mundial les condonaron más del 62% de sus deudas con los países que destruyó. La misma Alemania que sigue despreciando a todas las naciones no germanas. Volverán, lo llevan en los genes y en la historia.




Podría hablar y no parar durante días sobre el horror y la repugnancia que nos supuso esta visita. Lo odiosa que me parece la ideología nazi en concreto y la ultranacionalista en general, con sus tintes de racismo, intolerancia, intransigencia y xenofobia. Podría señalar a muchos que 80 años después parecen olvidar que el nazismo llegó al poder mediante unas elecciones democráticas para después imponer su loca dictadura y lo que fue peor, su criminal carrera de asesinatos que acabó con más de 60 millones de personas. Soldados, judíos, gitanos, eslavos, homosexuales, minusválidos físicos y mentales, niños, viejos, mujeres, hombres, opositores políticos. Incluso españoles. Llegaron al poder por las urnas, no dejemos a sus herederos políticos que lo consigan.




Podría recordar a los intransigentes del siglo XXI que señalan con el dedo a los inmigrantes, a los colectivos de género no estándar según sus mentes simplistas o a los extranjeros en general, que cientos de miles de españoles, quizás sus padres o sus abuelos, fueron emigrantes en los 50-60. 


Podría señalarles. Y lo haré. En mi mentalidad no caben las ideologías extremistas. Los que creen que la bandera lo justifica todo, que el país es nuestro y de nadie más, que ser español es más que ser ugandés, senegalés o marroquí, opino que os equivocáis y espero que esta ideología que tan solo trae odio, enfrentamiento, desprecio y violencia, nunca triunfe nuevamente. Los ultras de hoy son los nietos de los nazis y fascistas de entonces. No pasarán.



A primera hora fuimos al punto de encuentro. Llovía pero no nos importó mucho. Así podíamos ponernos en la piel de toda aquella gente. Imaginando una pizca de su sufrimiento. Pasear por Auschwitz-Birkenau es muy duro. Años después está dulcificado. Sin torres de vigilancia. Sin la mayoría de las verjas electrificadas. Sin ladridos. Sin disparos. Sin chillidos. Bien alimentados. Bien vestidos. A cubierto. Imaginemos si es posible, por un momento, que te lo quitan todo, que pierdes tus derechos, que te consideran poco más que un animal, que tu vida no vale nada. A partir de ahí, el Crimen Mas Grande Jamás Cometido.


Por más que lo intente no podré contar lo que sentí. Horror. Pena. Repugnancia. Asombro. Silencio abrumador. Nadie hablaba. Todos escuchábamos el relato monótono de la guía. Solo veíamos los miles de pares de zapatos. Maletas. Utensilios de cocina. Los botes de Zyclon B. Las duchas donde gaseaban. Los hornos donde cremaban. Como se puede ser tan malvado? Como alguien, hoy en día, puede justificar mínimamente esta ideología? Luchemos por evitar gente así. NO miraré hacia otro lado. Como no tengo palabras, que hablen los testimonios gráficos. Un vídeo sobre la fábrica de la muerte.



Una pequeña selección de las fotos que hicimos.
















No hay palabras para describirlo pero si para lo que hicieron. Nunca más. 




Hace años indagué sobre su vida. Llegué hasta el Centro de Recursos sobre las Víctimas y Supervivientes del Holocausto que tiene su sede en Washington DC. Costanza nació entre 1900/01. Sus padres se llamaban Mose y Sarah. Parece ser que su apellido de soltera fue Efrati. Tenían 16 documentos relacionados con ella. Estuvo en varios campos. De hecho, según la anotación adjunta, Amato Ester y Susanna Coen, también prisioneros del Lager, aportaron el último dato conocido, que fue vista en el campo de Bergen Belsen.




En amoroso recuerdo de Costanza, a la que casi conocimos en 2013 paseando por el barrio judío de Roma, que con tan solo 34 años, por el mero hecho de ser judía, fue sacada a rastras de su casa, obligada a dejar su vida, subir a un tren abarrotado de gente, viajar en condiciones horribles hasta el campo de concentración y perder la vida en aquel lugar que ahora visitamos. Costanza, tu recuerdo me acompañará siempre. Seguirás viviendo mientras al menos yo te recuerde. Ahora se cumplen 80 años de su secuestro. 


De vuelta, paseamos. En Plac Matejko, el monumento conmemorativo de la Batalla de Grunwald, en la cual las tropas polacas vencieron a los caballeros teutones en 1410, expulsando de su territorio a los antepasados de los nazis.



Mas adelante, la basílica de Sw Floriana.



De ahí a las Galerías Krakowska. Mera curiosidad. Tres plantas de tiendas de las marcas mas reconocidas. Tras varias vueltas, salimos a la luminosa Plac Jana Nowaka Jezioranskiego.




Como la visita a Oswiecim-Brzezinka duró de las 10 hasta las 7 de la tarde, volvimos con mucho hambre. Tras varias vueltas, acabamos cenando en Domowe Pzysmaki. Sitio pequeño, acogedor, en el centro de Cracovia







Miércoles, 20/09/23


Cuarto día en Cracovia. Ya como un rito, salimos paseando desde el hotel. Los alrededores tenían zonas de bares, sitios de comida para llevar y tan cerca del centro que no veo mejor elección.




Nuevamente cruzamos por mitad de la plaza. No me canso.



Por la zona este, andando un buen rato llegamos al Vístula a la búsqueda del primer destino. La fábrica de Schindler. En la calle Lipowa. La fachada era inconfundible. Hasta hace 30 años pasaba inadvertida hasta que el mago Spielberg rescató la historia del amigo Oskar. El fin de semana, tras la vuelta, volvimos a ver la película, la versión extendida de tres horas y cuarto. Creo que no hay mejor película sobre el tema. En su fecha, grandes directores la criticaron por blanquear el nazismo. Parece claro que la personalidad de Schindler estaba almibarada. Era un oportunista, un vividor, un fresco en dosis mayúsculas, pero hay una realidad que ha reconocido el estado de Israel plantando un árbol en su memoria y nombrándolo Justo entre las Naciones. Salvó a más de 1.000 personas. 






Iba avisado, sabía que íbamos a un producto turístico y comercial. De la historia real de Schindler; de su contable judío Itzhak Stern; de los más de mil de judíos que sobrevivieron, había poco o nada. Es un largo recorrido de más de tres plantas con videos, imágenes, fotos, recuerdos, banderas, que hacían un recorrido por la Cracovia bajo el régimen nazi. Pero teníamos que ir. Nunca mas cometeré el error de la casa de Anna Frank.










A la salida, comenzaba la visita a Podgorze el barrio donde se ubicó el gueto judío entre 1941-43. Curiosamente, en estas zonas de horror y dolor, no vi ni cruces ni estatuas de Juan Pablo II.


Durante muchos años, al estar al otro lado del rio, Podgorze fue una población independiente de Cracovia, convirtiéndose en ciudad independiente por mandato del emperador austríaco José II. En 1941 los nazis obligaron a los judíos que vivían en Kazimierz a cruzar el rio, instalarse en un reducido espacio de 16 manzanas, encerrándolos entre murallas, hacinados en pisos en los que habitaban el doble o el cuádruple de su cabida.





Pero es que lo que cuenta la película de esas calles es real. Son ciertos los asesinatos. Los crímenes contra la Humanidad.


Nuevamente la Plac Bohaterow Getta. Fue impulsado por el cineasta Roman Polanski, quien sabe si para intentar lavar su sucia conciencia.


En una esquina de la plaza, Apteka Pod Orlem (la farmacia bajo el águila), donde otro héroe, Tadeusz Pankiewicz (polaco católico), se mantuvo en el interior del gueto entre 1941-43 para proporcionar medicinas, ayuda y refugio a sus vecinos judíos.




Callejeamos sin un rumbo claro. Avenidas sin gracia, edificios en mal estado. Buscando el cementerio judío acabamos encontrando la Iglesia Sw Benedykta (San Benedicto), la más pequeña y antigua de Cracovia, que data del siglo X o siglo XI y se encuentra en mitad de un prau entre un colegio y el cementerio. Antes de entrar, pegado al colegio, había un pequeño parque infantil cerrado por un lateral por un recordatorio, un trozo del muro que encerraba el gueto entre 1941-4.






A su lado, el fuerte de San Benedicto, una torre de artillería defensiva que construyeron los austríacos a mediados del siglo XIX. Rodeado por una verja, con la vegetación desbocada, no pudimos entrar ni casi verlo.



Volvimos por nuestros pasos a través de una barriada con bonitas casas residenciales, por el Parc Bednarskiego, que ya había recorrido en mi ruta corriendo la tarde del lunes. Subimos juntos para que también lo viera IQ. Ya en dirección al rio, la iglesia Sw Jozefa (San José), fantástica en el exterior, con todo lujo de detalles, una torre exenta, un vía crucis en la roca, estatuas en un lateral, de estilo neogótico del siglo XIX. En cambio, el interior era insulso.





Cruzamos la plaza del mercado de Podgorze , la pasarela del Padre Bernatek, de día, sobre el Vístula.






Paseando por la vereda del Vístula llegamos a la Calle Krakowska, avenida que une el río con la colina de Wawel. Casi al principio, nos paramos a comer en Pierwszy Stopien, el mejor restaurante que conocimos. Además de un local muy acogedor con un decoración atractiva, muy buen servicio y comida estupenda coronada con la famosa tarta de queso polaca, Sernik.





Bien satisfechos por la comida vagabundeamos por las calles, con esa mezcla de historia y decrepitud que impregna muchas calles de la zona cercana al rio. Un ruido de coche, un sonido de bocina, y parecía que en cualquier momento un par de coches de la Gestapo pararían en seco delante de nosotros para llevarse a dos personas a quien sabe donde.


Rodeamos la colina de Wawel por la orilla del rio para visitar al dragón. 



Compras, mas compras. Volvimos a entrar en la Basílica Dominikanow justo en el momento en el que unos veinte monjes atravesaban el claustro camino de la capilla para el canto de sus oraciones como seguro hacían hace siglos sus antecesores, un viaje en el tiempo a la Edad Media. Maitines. Laudes. Tercia. Sexta. Nonas. Vísperas sonaban entonces, sobre las siete de la tarde. Y les quedaban Completas, a las nueve y media de la noche. Busqué a Fray Guillermo de Baskerville, pero debía estar buscando el nombre de la rosa.


Paseamos de noche por la plaza del Mercado, Stare Miasto, el centro histórico y sin más, al hotel.



Jueves, 21/09/23


Ultimo día completo en Cracovia. Comenzamos pronto con las compras para poder centrarnos en la Basílica Sw Mariacka por la cual habíamos pasado varias veces pero todavía no habíamos entrado. En Maly Rynek (Mercado Pequeño), que estuvimos el primer día, habían abierto ese día un mercadillo callejero que recorrimos a la caza del regalito.





Sw Mariacka fue construida entre 1290-1300, en la misma ubicación que otra iglesia anterior. A lo largo de los siglos se le fueron añadiendo elementos pero fue en el siglo XIX cuando se terminó su interior. Su fachada es muy característica, con ambas torres asimétricas. Una mide 81 metros, la otra 69. Cuenta otra leyenda que cada torre le fue encargada a un hermano. Que uno al ver que el otro iba más rápido, le asesinó para que no le superase. El sobreviviente continuó con su torre pero roído por el remordimiento, acabó suicidándose. 



Lo primero, subir a la torre, con sus 271 escalones de subida. Vale la pena, las vistas son insuperables. 





Cada hora un trompetista toca cuatro veces, hacia las cuatro direcciones, una tonada inacabada, la Hejnal Mariacki (Trompeta de la Torre). Cuentan mas leyendas que durante la Edad Media, mientras un trompetista avisaba de un ataque tártaro, recibió un flechazo en el cuello que interrumpió su melodía. La leyenda se convirtió en tradición y cada día, cada hora en punto, el trompetista toca.



El interior de la basílica Sw Mariacka es espectacular por su colorido, por cada detalle, cada capilla, el órgano. Presidiendo el altar, el Retablo de Wit Stwosz en el presbiterio, con distintas escenas bíblicas con la Virgen María, los Apandado....esto, los Apóstoles, Jesucristo y el resto de la cúpula directiva. A las 11:50, la ceremonia de apertura del retablo, que nos cogió allí mismo sin haberlo planificado.





Dimos vueltas por la basílica, hasta pararnos en la capilla de San Lorenzo en la que empezaba un misa privada, parecían filipinos, con un cura que debía haber pedido la misa por uasá.



Por la tarde teníamos excursión, así que paseamos por el casco histórico. Pensaba como sería Cracovia en febrero. Cuando el turismo baje. Cuando haya pocos turistas. Recuerdo Santander en invierno, solo los de casa, sin madrileños varios. Será así? Allí con el agravante de un largo y frío invierno. Espero que toca alguna vez hacer un viaje al norte de Europa en pleno invierno.


A las tres de la tarde al autobús para ir a las minas de sal de Wieliczka. Están a una media hora de Cracovia pero un caótico tráfico lo convirtió en una hora. El turismo lo tienen muy bien organizado. La mayorista te lleva hasta la puerta. Allí te están esperando guías locales que te llevan en grupo, respetando espacio entre el grupo precedente y el posterior, dando la impresión casi real de estar solos.


Como dijo varias veces nuestra guía, el origen de aquellas minas de sal se remonta a hace 13 millones de años cuando el norte de Europa estaba cubierto por un mar y hielo salado. Tras la última glaciación, los hielos se fundieron, el nivel del mar bajó y emergió la tierra. En algunas zonas (Wileczka no es única mina de sal en centroeuropa) la sal se petrificó. 




Ya desde muy antiguo la sal fue explotada principalmente por sus virtudes para la conservación de los alimentos. Siempre se cuenta que la palabra salario viene de sal, en época romana. Si y no. Es cierto que los soldados romanos recibían parte de su nómina en sal pero se la daban para que pudieran conservar sus alimentos. La mayor parte de su estipendio lo recibían en monedas.


La mina de Wieliczka tiene unos 300 kms de túneles y se visitan poco más de dos. Bajamos a una profundidad máxima de 135 metros y casi 900 escalones. La vuelta a la superficie, en ascensor. Era un dédalo de túneles excavados en la piedra salina. Y si, le di un lametón a una pared y era totalmente salada. Habían pasillos de madera blanca por que retenían la luz al contraste de las antorchas. Habían pasillos finamente excavados, otros toscamente delineados. Cada pasillo se abría a zonas mas amplias con estatuas de personajes como Casimiro III el Grande; santos como Santa Kinga o Santa Kunegunda; o escenas de trabajadores del campo o de la propia mina. Pero sin duda, la cámara con la iglesia de 35 metros de altura, esculpida en la sal es una de la obras mas impresionantes que hemos visto nunca.









Fueron tres horas de recovecos y fotos. Es una visita imprescindible si vais a Cracovia.


Vuelta a la ciudad no fuimos a cenar a Babci Maliny. Ultima recomendación de Josemi. Es un local pequeño en la superficie. Unas mesas en el exterior. Tres o cuatro en el interior. Es grande, aunque parece que no, hasta que bajas. Repleto de fotos, decorado, mesas. El restaurante prometía. Fracaso absoluto. En la ciudad empezaba al día siguiente un congreso de comerciales de Herbalife y Babci Maliny estaba atestado de italianos. Todos hablando a voz en grito. A eso se sumó que tras pedir, tuvimos que esperar 50 minutos a que nos sirvieran, habiendo tenido que ponernos muy serios. Nos invitaron al postre pero el mal estaba hecho. Una pena pero el recuerdo será malo. Ya se lo he hecho saber a Tripadvisor. Mi valoración fue totalmente negativa.



Volvimos para el hotel algo cabreados. Tocaba hacer las maletas. A las 6 de la mañana en pie. A las 10 despegamos. A las tres de la tarde ya estamos en casa. Hasta siempre Cracovia. No te olvidaremos.



Se acabaron los viajes por 2023, creo. Espero que 2024 nos vea partir de nuevo, quien sabe, Estambul, Irlanda, Tallinn, Suiza, Burgos. El hecho es viajar.













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