domingo, 12 de enero de 2020

Un día



12 de enero de 2020, un día cualquiera. Un día más. Dentro de poco cumpliré 52. Ya no soy un chaval. He visto pasar el tiempo demasiado rápido últimamente. Dicen los expertillos que cuando se es muy joven o muy mayor, la sensación del paso del tiempo es la mitad que la real, el tiempo pasa muy lento. El resto, desde la edad adulta hasta llegar a la vejez, la sensación del paso del tiempo es el doble. El tiempo pasa volao. Desde que cumplí los 40 ha sido una cuesta abajo sin frenos. De navidad, a mi cumpleaños el 18-2, semana santa y ya el calor del verano, que cuando acaba huele a turrón enseguida. Y así están pasando los años, sin casi darme  cuenta.




También dicen que nuestro sistema solar tiene unos 4.5 mil millones de años. Y le quedan otros tantos. Así que unos 70-80 años de vida media de un ser humano es menos que un suspiro. Como especie nos creemos el no va más. Comprimiendo esos 4,5 mil millones de años en un año, los seres humanos aparecimos en los últimos minutos del año. Nada.




Nada somos. Nada soy. Un día todo se parará. La vida seguirá, !como no!, pero ya no lo veré. Espero que dentro de mucho pero a lo mejor, tú que lees esto ahora, nieta o bisnieta mía, ni sepas quien fui, que pensé, que hice en mi vida. Quiero creer que este blog sobrevivirá mucho después de mi marcha. O no. Mientras alguien me lea, se acuerde de mí, no habré muerto del todo. Pero ineludiblemente los años pasan muy rápido. Recuerdo como si fuera hoy a mi abuelo Faustino en su último día de aquel ya lejano 6 de agosto de 1980 y ya han pasado casi 40 años. Susurrando le dijo a aquel niño de 12 años: "Disfruta de cada día como si fuera el último. Y recuerda, cuando llega el final, despídete como los toros bravos, en medio de la plaza".




Como el tiempo pasa muy rápido, quiero dejar escrita mi última voluntad. Ni soy tremendista ni agorero, pero llegará. Y ni yo ni nadie podrá evitarlo. Así que llegada la hora oscura, solo os pido que:




- En caso de enfermedad irreversible, no me mantengáis conectado a máquinas para evitar mi muerte. No quiero que mis últimas horas, días, semanas o meses sean una sucesión de sufrimiento innecesario para mi cuerpo. Ni quiero sufrir sin opción de supervivencia ni quiero tener esclavizado a nadie a mi lado, velando un cuerpo que no se sobrepondrá.

- Tras la hora más oscura, no quiero que mis restos sean expuestos en un tanatorio o donde sean depositados. Prefiero ser recordado por mi familia como fui en vida, no un cuerpo inerte, grisáceo, inanimado y camino de la putrefacción.

- Nunca fui religioso. Muy a mi pesar no creo en la vida más allá de la muerte. Y digo a mi pesar porque durante toda mi edad adulta he sufrido la angustia de tener claro que llegará el día que con la muerte se acabará todo. A la mayoría que piensa igual que yo, parece que les da igual el después. Evidentemente el después no existe pero a mi me causa angustia pensar el que llegará un día en el que no existiré.

- Como no he sido religioso, no quiero que se den misas por mi eterno descanso ni misas anuales. Quiero ser consecuente con mi forma de pensar. No soporto los funerales. No tan solo por la pérdida humana que representan si no también por esa fraseología vacía, abracadabrante e incomprensible que destilan los curas. Ni creo que el tiempo que vivo sea un valle de lágrimas ni creo que tras la muerte me voy a reunir con nadie. Se acaba y ya está.

- Espero morir muy, pero que muy viejo, deseo que se done cualquier órgano que pueda ser de utilidad. A mi ya no me harán falta. Mi cuerpo estará ya muy gastado pero no por ello quiero ser pasto. Deseo que mis restos sean incinerados. 

- Quisiera que mis cenizas sean esparcidas en la orilla de la Primera Playa del Sardinero, en Santander. He viajado mucho, no tanto como quisiera, pero no debo quejarme. Espero haber viajado mucho más antes. Para mi viaje final, quiero volver a mi rincón favorito. Vuelta a casa para siempre.





- En ese momento tan solo quisiera que sonara Viento del Norte. Ningún rezo, ni discursos, nada. 




Marta y Julia. De toda mi vida, vosotras sois de lo que mas orgulloso me siento. Os quiero. La vida tiene sentido solo por veros crecer.  Espero que seáis muy felices, disfrutad de cada día como si no hubiera un mañana. No perdçeis tiempo en ser infelices. Cada día pasado, no vuelve, no os dan opción a repetirlo. Dejad a un lado lo malo y coged con la mano lo que os haga felices. No tengáis prisa, os espero eternamente.

 Inmaculada, te amé, te amo y te amaré siempre, incluso después.

Me veo en la Travesía Tantín, en los años setenta del siglo XX, jugando en la portilla con mi hermano Jose, subiendo a comprar luzmelas en el Obrador de Cipriano y Vicentón, escuchando Felicite con Música en la radio, leyendo aquellos novelucas de Enid Blyton de la serie Misterio con Fatty y los Cinco Pesquisidores y el tiempo pasó. Sombras y Cenizas. Haced que cada día valga la pena ser recordado. 




Disfruta de la vida hoy: el Ayer se fue y el Mañana quizás no exista.


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