lunes, 8 de octubre de 2018

90K Murcia - Caravaca de la Cruz 2018











Hoy no os voy a aburrir demasiado, creo. II 90K Murcia a Caravaca de la Cruz. Alguna historieta, reflexión, debate, risas y dolores pero sin mucho donde rascar. Ocasión especial para comprobar si mi carrera de ultrafondista tiene o no futuro. Llevo  casi un año con la mosca detrás de la oreja. Salvo en contadas excepciones, en ninguna carrera me he encontrado bien. Las dudas me están carcomiendo sobre si es el momento adecuado de decir basta ya o va a estallar.









Octava carrera del año. ¿Demasiadas carreras (con ésta, 100 en menos de 10 años), la edad me empieza a pasar factura, mi cuerpo se resiente, mas kms de los que necesito o menos calidad?. De todo habrá. Necesitaba buenas sensaciones. Creo haberla preparado bien, con varias tiradas largas. Sabía que no era mi tipo de carrera, muchos kms para correr, siempre para arriba, pero con pendiente pequeña, engañosa, que invita a correr....si las piernas te lo permiten.








Cuatro de la mañana, levantá. Desayuno no copioso, con zumo de pomelo y mandarina, y, dos tostadas de cereales. Cinco de la mañana, nos recoge Paco, que nos hace de guía hasta línea de salida. No la corrió pero nos hizo el gran favor de llevarnos hasta Murcia, añadiendo la motivación. Recién sentados en su coche enchufa la música....¡sin comentarios¡. Gracias Paco, hiciste que llegara a la línea de salida con una sonrisa.








Cinco y media, Plaza del Cardenal Belluga, Murcia, frente a la catedral que lleva ahí más de 6 siglos. No somos nada. Me abruma la Historia. Saber que por esas calles durante siglos han paseado sus alegrías, penas, miserias y cotilleos miles de personas de las que no queda ni el recuerdo me convence de que hay que disfrutar el aquí y ahora, porque no somos mas que sombras y cenizas.



En los aledaños saludé a varias personas, buena gente...no quiere decir que al que no saludara no lo sea, es que no tengo el gusto de conocerlo o conocerla...o no lo vi.








Manolo Rico, incombustible a sus taintantos. Jaguar y su peculiar peinado. Megías, así me lo presentaron, hola a la salida y saludo en la meta. Por allí coincidí con Antonio de los Reyes, Oscar Correbirras y alguno más. Y como no, no podía faltar algún hermano macedonio. Salva y Pepe (que iban disfrazados de esloveno y bosnio respectivamente), que me sacaron 1 y 2 horas....pero con final feliz. 







De los más de 1.500 que la corrieron el año pasado en su primera edición, en este, según la Organización, se entregaron 1.190 dorsales. Personalmente creo que en línea de salida no habría más allá de 500 personas. Van a tener que darle una vuelta a la carrera por que si no, será de las que sin mucho tardar acabará desapareciendo por falta de personal. 



Justo antes de empezar el estómago me pide paso. Así que empezó mi letanía, hasta el km 18, con cinco paradas para balizar. Increíble. Estuve mas tiempo ando que corriendo. La parte buena fue que a partir de ese momento, fui como la seda, sin ninguna molesta estomacal, que son harto molestas. Seis y diez, salida. Llego corriendo del balizado y salgo el último, detrás de todos los andarines. Primeros metros por el centro de la ciudad para coger enseguida la vereda del Río Segura. Noche cerrada. Obligatorio el frontal pero como había tanto corredor y iluminación externa de casas y barrios colindantes, no encendí el mío. 



Podría hacer una larga exposición de los 93 kms, pero lo principal se reduce al largo recorrido, aburrido en muchos casos, bien avituallado y bonito final. Sólo desde el principio, decidí marcarme un ritmo asequible, que no me exigiese de más. La cabeza funcionó bien y mantuve un ritmo constante casi toda la carrera. Media de 7:20 durante los 65 kms que corrí. Media de 9:40 los que anduve. Como llegaba a línea de salida con sobrecarga muscular por los entrenamientos previos, especialmente del isquio derecho, no forcé en ningún momento. A base de ibuprofeno y pastillas de sales minerales, pude navegar con los dolores justos. 







Primeros 30 kms, breves paradas en los avituallamientos, marqué ritmo diésel, que me vendrá muy bien como entrenamiento para los tramos corribles de las carreras de alta montaña, las que más me gustan. Con muchos corredores hacía la goma. Me pasaban, les pasaba. En la mayoría de los casos apretaban un rato y andaban otro tanto. Creo que es mala estrategia por que antes o después, ésto lleva al desfondamiento y a arrastrarse hasta meta o al abandono. Mejor un ritmo constante, incluso mas lento de lo que las piernas te pidan. 93 kms es una distancia muy larga para estar muerto en el 50. Pero, claro, es mi opinión. Resumiendo. Hasta Torre Alta donde ya amaneció, camino conocido. Sin problemas. Sin mucho calentamiento salvo los balizamientos. De Molina a Alguazas, algunos recodos graciosos, algún puente rojo sobre el río. Como tenía el estómago vacío, no dejé de comer algo en cada avituallamiento, pero sin excederme, De hecho, alguno me lo salté. Preferí tirar de mis geles, vamos, un par de bocadillos de chorizo de Pamplona. Mano de santo.



La zona Campos del Rio - Albudeite hasta Mula, fea hasta decir basta. Reseco, tierra blancuzca, camino sin vistas, el calor que empezaba a marcar. Me puse la visera y a sufrir. La parte mas dura para mí. Empecé con los cálculos, pensando en acabar en 15 horas por el ritmo más parsimonioso que el calor me obligaba a llevar. Dudas para nuevos retos, no así acabar, que me veía con piernas para hacerlo, aunque fuera todo andando. 








Fue el momento de conectarme la música para intentar evadirme y enseguida, Bella Ciao, que para aquellos que la cantan sin saber, no es la BSO de nada, 75 años de antigüedad. «È questo il fiore del partigiano, morto per la libertà!»








Me costó llegar al km 52, Mula, la bolsa intermedia, fisio y avituallamiento mas grande. La bolsa ni la abrí. La cogí y se la entregué a la Organización para que la subieran a meta. El fisio, pues lo pensé, pero también el tiempo que perdería, así que lo deseché. En cuanto al avituallamiento, esperaba algo mas sustancioso, pero como venía haciendo los deberes en los anteriores, comí poca cosa pero me faltaba algo.








Saliendo de Mula los macedonios me preguntaron como iba. Descubro que Salva y Pepe me llevan casi 2:15 de diferencia. Decepción. Sé que son más rápidos que yo, y más en ese tipo de terreno, pero entre el calor, el tiempo que parecía que me quedaba a meta y el dolor en la planta del pie izquierdo me desmoralicé un poco. Fui rumiando mi desgracia hasta El Niño de Mula, donde descubrí ese algo que me faltaba. Como me torcí de la ruta, un miembro de la Organización me chilló: "¿Donde vas?". "¡Al bar¡", respondí. Ese algo era una chispadelavida y una empanadilla. Salí con ambas y me las fui bebiendo y comiendo tranquilamente.








Casi enseguida me encontré con Alberto, "el Sombrilla", clásico de las carreras. Nos tiramos los siguientes 20 kms hablando de todo un poco. Política, deporte, religión, sociedad, no dejamos ningún palo sin tocar. Comprobé gratamente tener muchos puntos en común. Siempre gusta ver que tu forma de pensar tiene parangón en otras personas. Gratísimo recuerdo que me llevo de esas horas de charla. De hecho, sin darme cuenta, me vi en el km 80. En un momento dado hizo una parada y me encontré solo hasta meta. Gran persona Alberto "el Sombrilla". Una vez en meta, con las prisas por coger el autobús no le pude volver a ver para darle las gracias por su compañía. Me cambió toda la carrera. Ya tan cerca, tenía la moral por los aires al verme todavía fuerte pese a la tralla en el cuerpo.








Y he aquí que volví a echar a correr. Tras más de 11 horas de carrera, mis piernas respondieron. A un ritmo algo menor que al principio, pero acerqué la meta más rápido de lo esperado. De hecho, el km más rápido de toda la carrera fue el 84, a 5:50. El paisaje ayudaba, la zona más agradable del recorrido. Una lástima los que llegan a esa zona de noche. No diré que es un vergel, pero sí que entre las sombras del arbolado y los caminos al pie de las montañas, disfruté de los mejores momentos.








Cehegín, último pueblo antes de meta. Saliendo del avituallamiento, a mano izquierda veo un grupo de niñas de la edad de mi hija Julia, 10-12 años. Varias de ellas, con esa voz que solo puede salir de la inocencia me dijeron: "Holaaaa". No pude resistirlo, las respondí con el estribillo de la canción: "Mira que bien que estoy solaaaaa". Entre risas se arrancaron a cantar el resto. Me puse a bailar. Sus risas atronaban. Cuando salí de Cehegín llevaba cara de bobo de la felicidad de verlas reír diciendo: "Mirad como baila ese señor". ¡Ahahahah¡, gracias por recordarme que esto es aquí y ahora. Valió todo el esfuerzo por ese momento de candidez perdida. En tiempos de pacata autocensura moralista, recordar el valor de la sonrisa de unos niños no tiene precio.













Caravaca de la Cruz al fondo. No dejaba de rebasar corredores. Ultimo km, subida al Arco. Meta. Recibido por el mismo que me despidió, Manolo Rico. 










Mi objetivo eran 13-15 horas. A lo largo de la carrera pensaba que 15-16. Final apoteósico, corriendo. 13:24, que sin ser un tiempazo, si lo es para mi forma de correr. Subidón a mi moral maltrecha de ultrafondista. Finalmente Salva me sacó 2 horas y Pepe, una. De menos a más. No sé si será suficiente para que en noviembre, en la ultra de la Sierra de Aitana, la moral me lleve a meta, pero lo vamos a intentar. Ya veis, como os dije, no os iba a aburrir....demasiado.







ROMA VICTRIX ¡¡¡





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