martes, 1 de diciembre de 2015

IX Cartagena Trail - 2015



Lugar Sierra de La Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, en las cercanías de Cartagena.

Hora,sitio de salida y llegada: 8:00 horas del domingo 29-11 desde la Torre de Santa Elena en La Azohía con meta en Canteras.

Tiempo máximo: 10 horas.

Distancia y desnivel: 43 kms con un desnivel positivo de 2.200 y un coeficiente FEDME de 103.

Cotas: Máxima de 545 metros. Mínima del nivel del mar.

Precio de la inscripción: 40 euros.










Número total de inscritos: 200                              Mi dorsal: 123
                               
Primer Clasificado: Francisco José Diaz Pozo en 4:19:30

Mi clasificación: Puesto 141 de 184 que terminaron. 49º en la categoría de veteranos, de 74 que terminaron en 7 horas y 48 minutos.







La vida sigue su curso inexorable. Nos creemos inmortales, pero no, nada de eso. Me viene a la memoria la típica cadena de mensajes navideños en la cual se compara a la vida con un tren. 






Hasta hace poco solo viví la parte del viaje en la que veía subir gente a mi tren. Es cierto que algunos de que los que me han acompañando ya se han bajado pero era por que llegó su parada tras muchos kilómetros recorridos.


Hace poco más de tres semanas se bajó de mi tren una persona buena, que se subió a mi tren hace 22 años. Durante todo ese tiempo la tuve a mi lado, llegando a ser como otra madre para mí. Nunca pensé, y me cuesta aceptarlo todavía, que le tocara ya el turno de su parada, pero...la-vida-sigue-su-camino- inexorable. Hasta siempre, Madre.


Y aquí estoy en una nueva aventura, con su recuerdo presente, listo para disfrutar del momento por que la vida es así, dura lo que dura. Mis amigos los romanos ya lo decían, "carpe diem", disfruta el momento, por que nunca sabes cuando te llaman a tu parada.





4:45 del domingo 29 de noviembre levantándome de mi cama para empezar mi nueva aventura. Desayuno frugal de zumo de naranja con pomelo (el de verdad, a mi medio pomelo la dejo durmiendo) y alguna galleta. Enseguida al coche camino de Cartagena, a la barriada de Canteras, donde nos reunimos los tres macedonios del día. Ricardo, Fernando y éste Centurión.






Sin casi tiempo para recoger el dorsal, nos suben a los autobuses que nos llevan a La Azohía, donde estaba situada la línea de salida.





Saludo a los pocos conocidos que veo. Paulino, Juanjo y Juanfran. Que como no podía ser de otra manera, terminaron, mas o menos perjudicados, pero hicieron meta.


Tras meses de entrenamientos, a poco más de 2 semanas, el recorrido fue totalmente modificado. Nos informaron que era muy similar al final de la Ultra de la Fortalezas que hicimos en primavera, pero, una vez terminada, pues no digo que algún tramo no fuera igual, pero fue casi todo muy diferente.


Casi con puntualidad británica iniciamos la carrera en la Torre de Santa Elena en la ya mencionada La Azohía. Fresquito, muy soleado y con un brillo especial del mar. Un día ideal para sufr.....digo, para correr.





Primer barullo. El omnipresente Footer Troter, con su cámara voladora, nos fue retratando a todos a lo largo y ancho de la ruta. A Fernando le daba risa y Ricardo....¿pero que balaba Ricardo?. Todavía llevaba mi botellín, que luego quedaría hecho añicos. Juanjo detrás no sabía el castañazo que se iba a dar, pero terminó.





A partir de ahí, empezamos la ruta camino de la Batería de Castillitos. Si en la Ultrafort era por la subida de los Siete Cucones en este caso, al borde del mar. Ritmo tranquilo, con senda estrecha y algo pedregosa, pero segura....hasta que cuando llevábamos poco más de 5 kms, la primera caída. El botellín de agua, destrozado. Tragedia. no tenía más reserva de agua. La mano izquierda magullada por que una vez más, me dejé los guantes en casa. 


Me levanto y sigo ruta, pero vuelvo a tener dos amagos de caída. Como siempre, soy el hazmerreír del trail, cayéndome a cada paso.


Mas o menos entero llegamos a Castillitos. Primer avituallamiento en el km 6. Agua, fruta y poco más.





Al verme la mano ensangrentada, me echaron agua en la herida y como no tenían tiritas me dieron un guante de látex. Así que salgo con mi único guante cual un "maiquelyakson" cualquiera. 


Bajamos por pista amplia, pedregosa y de ese tipo de camino que tienes que ir con todos los sentidos puestos en lo que haces. Fernando no prestó atención a esta explicación y en una curva se fue todo lo largo que es al suelo caída que mas adelante le obligaría a retirarse.


Bordeamos varias calas espectaculares, nada que envidiar a los paraísos lejanos. Agua azul turquesa y cristalina. Si no fuera por las prisas y por que el agua debía estar que cortaba la respiración, casi para capuzarse.


Antes de llegar al segundo avituallamiento, segunda caída. Guante de latex destrozado, me lo quito y la mano otra vez ensangrentada. Ya no me la limpio, dejo que haga "masa".


Tras varios sube-y-bajas, oímos unos cencerros. Alguno que se había escapado del frenopático más cercano azuzaba con violencia el badajo hasta casi dejarnos sordos. Empinamos la subida con escaleras y ya estamos en el avituallamiento del 14, el Cuartel de Bolete.





Fernando ya se ha quedado atrás, no lo vemos pese a que lo esperamos. Justo antes de salir del avituallamiento lo oimos a lo lejos y nos dice que sigamos, que no se encuentra bien.


Comenzaba la larga subida a La Muela. Primer tramo exigente, estrecho, que va marcando. Y aquí es donde me vienen a ver mis dos némesis del día, mis centuriones fustigadores. Sartorio y Abductor.





Tras subir bastante bien el tramo inicial, cuando empezaba a suavizarse la pendiente empiezo a sufrir los primeros pinchazos y dolores en ambos sartorios, tanto derecho como izquierdo. No era la primera vez, ya me pasó en alguna otra prueba, pero en esta carrera han sido demoledores. Tuve que luchar durante 20 kms, más de 4 horas con dolores que en el punto álgido me obligaban a parar.


Seguro que lo inteligente, ante las señales que me estaba mandando mi cuerpo, era parar, descansar un rato y estudiar el abandono. Pero eso sería lo inteligente. Como ya sabrá mi sufrido lector, no me gusta repetir carreras, así que quiero acabarlas a toda costa para no tener que volver.


Seguí andando hacia la cumbre. Empecé a ralentizar a Ricardo que se le veía mucho más fresco. Mira que le dije que siguiera solo hacia adelante, pero no me hizo caso. Gracias zagal, sin ti seguramente habría terminado también, pero a tu lado aguanté mejor el castigo. Me lo tenía merecido. 


Muchas palizas este año, Salí a participar con la GR10 (96 kms), Subida al Portazgo (27 kms), Maratón de Barcelona (42 kms), Ultrafortalezas (111 kms), Dragon Challenge (31,6 kms) y UTBS (125 kms) en mis piernas. Al final, el cuerpo dice basta y en la CT Trail he pagado todos mis delitos contra mis piernas.





Terminado el primer tramo de subida, había unos kms de cresteo para dar la vuelta a La Muela y acometer la cumbre por la zona izquierda, para a su vez, salir por la derecha camino de El Portús.


Esta zona la superé mas o menos bien, con pequeños dolores, pero soportables, pero el tramo final fue insufrible. El dolor se intensificaba por minutos y no encontraba la postura para sobrellevar los pinchazos. Eso sí, durante todos estos kms de sufrimiento, solo una idea, llegar. Nunca me planteé la opción de abandonar, tan solo pensé en no reventar ni romperme.


A esto tenía que sumar que no tenía agua. Recordemos que reventé el botellín en el km 5. Lengua reseca, garganta cerrada, que si le sumas que te duele hasta el desmayo los músculos te pinta una paisaje dantesco.


Coronamos. Y nos hacen bajar por una escalera. En mitad de la cumbre, cuando menos era curioso. ¡Que vértigo¡.




Atravesada la media maratón, cogemos senda camino de El Portus. Nos agrupamos con el maestro, Juande, que con sus taitantos años se conserva de forma espléndida y que un domingo sí y otro también, se hace una de estas como el que va a la compra. ¡Chapó¡, yo con una cada dos meses ya voy más que sobrado.


En la bajada de La Muela, en el avituallamiento, aparece otro de mis ángeles de la guardia del día, Chary Ortín, que me deja su botellín de agua. Me dio la vida el resto de la carrera. Parece increíble que algo tan simple pueda ser tan importante, de beber cuando quieres a cuando puedes va un trecho largo. Muy cariñosa como siempre. Sigue lesionada pero mas pronto que tarde la veremos correr y adelantarnos por esas sendas del trail.


Al trotecillo, bastante recuperado de mis dolores, llegamos al avituallamiento del El Portus, que era el mejor dotado de todos, hasta migas tenía. Comí algo de fruta, empanada y chispadelavida. Pero es que el problema no era físico, que me encontraba muy bien de motor, si no muscular, y contra eso, poco o nada se puede hacer.


Venga, a por la segunda o tercera subida de la jornada. Escarihuelas.




De Fernando, nada sabemos. En meta, leyendo sus mensajes, conoceremos que se retiró en el km 20.


La subida a Escarihuelas, ya la conocía. No es especialmente dura, pero si pesada y larga. Tras las primeras estribaciones, vuelven a la escena mis centuriones Sartorio y Abductor. Me paro en un par de ocasiones. No podía seguir el ritmo de Ricardo, so pena de reventar.


Como ya conocía la subida, lo mantuve a la vista hasta que llegamos a la asomada de El Roldán donde empezamos a bordear en dirección hacia la playa. Mal rollo, si tenemos que hacer cumbre en El Roldán y nos llevan hacia la playa, kms y kms, la última va a ser criminal, ¿no?.


Mejor no pensarlo. Ruta de los Jabalíes, con cuidado, bien de piernas, disfrutando del paisaje. Vamos, mucho mejor, parece que los centuriones se han quedado atrás definitivamente.


Al fondo se ve la Batería de La Parajola. Pero está muy lejos, no creo, ¿no, verdad?.





Pues fue que sí. Nos hicieron bajar hasta la playa. Y cuesta abajo, volvieron mis némesis a darme castigo. Llegué a la playa algo más que tocado, pero moralmente intacto. Insensata es la palabra adecuada para definir mi actitud. Bien de motor, bien de cabeza, no vi peligro en ningún momento ante mis persistentes dolores. Felizmente no pasó nada, pero pabernosmatau.


Cruzamos la playa por la orilla. Y era de esas playas de piedra que me recordaban algo...






....y no sé, no me viene a la cabeza de que me suena esta playa....




...bueno, cuando me acuerde, lo diré.


Al final encontramos a un voluntario que nos dijo que íbamos por el km 30, a 10 de meta. Durante los siguientes 5 kms, a decir de los voluntarios, estabamos siempre a 10 de meta. Ainssss, si supieran lo que se sufre al final, intentarían ser concretos.


Este voluntario nos dijo que era una pequeña subida a la Parajola y la subida final al Roldán y, desde ahí, todo cuesta abajo. Eterno, se me hizo eterno. Sin ser un terreno especialmente duro en otra situación, se me hizo eterno. Salvo algunos tramos, era "llevadero" hasta el avituallamiento de la pista militar de El Roldan, pero mis centuriones no me dieron tregua.


Ricardo se iba con facilidad. Yo ya no podía sufrir más. Cada vez que tenía que elevar la pierna  más de un palmo, se me rebeleban mis amigos Sartorio y Abductor, ahora ya ambos a la vez y de ambas piernas. Muy durísimo como diría aquel ciclista ochentero.






Ya no me preocupo de Ricardo. Ahora solo de dar un paso tras otro. De intentar poner las piernas de forma que los pinchazos disminuyan. Ya se que no desaparecerán hasta que acabe, pero al menos, que me permita terminar. 


Avituallamiento del 33, y veo la pista. Espero que sea por ahí, no puedo subir mas sendas. ¿Que por donde tengo que subir? ¿Por ahí? ¿No sería más fácil la pista en lugar de la senda esa, que llaman del perro?. Vale, vale, pero ¡¡que perros¡¡.


Fueron escasamente 300 metros, pero que mal lo pasé. Cada paso fue un suplicio. En esa distancia, Ricardo, con el que había contactado antes del avituallamiento me sacó cinco minutos en nada de espacio. Llegué a la pista, pero ¡¡como me costó¡¡.


Relax, dentro de lo que cabe. La pista hasta coronar el Roldán fue soportable, pero, en el último momento, el gracioso de turno añadió unos 100 metros por un pedreguerio de cuidado. Pisando uvas por no decir una grosería.





Corono. Pese a todo el sufrimiento, correr, andar o pasear por las fortalezas de Cartagena es una experiencia especial. Me encanta correr por esta zona. Lo que es una lástima es la desidia y dejadez de las autoridades, ya sean civiles, ya sean militares, que dejan derrumbarse todo este patrimonio histórico. Hay cosas que deben estar por encima de los intereses partidarios que es el interés general y estos caminos, sendas y baterías de costa deberían ser cuidados y mantenidos para el uso y disfrute de todos. Y si no, que lo vean como negocio turístico, pero que lo cuiden.


Empezamos la bajada por el zig-zag, a buen ritmo, Ricardo marcando zancada. Con cuidado de no echar a perder en 30 minutos el esfuerzo de siete horas.


Tras un par de cambios en el recorrido habitual de las Fortalezas, vemos Canteras al fondo.






Un kilómetro a meta. Al fin asfalto, estaba mas que harto de piedras. En ese momento me viene a la cabeza mi comentario al comienzo de la carrera de que "el recorrido está al alcance de cualquier corredor". Pues a lo mejor si, pero ya te digo que no. Mucha senda, sin zonas de descanso, sube-y-baja continuo, piedra a tutiplen, es una carrera caníbal. Va devorando a los corredores.


Meta a 200 metros, aparecen los hijos de Ricardo que vivirá su momento mágico de terminar junto a su familia. Allí veo a Paulino, que acaba de terminar, eso me dijo. A Juanfran y Juande, que entraron justo a continuación de nosotros. Chary a la que devolví el botellín...¿o no?. Y al gran Ramón Iborra, convaleciente de sus lesiones que nos lo tienen demasiado alejado de las carreras. 


Final, 7 horas y 48 minutos. Pudo ser mejor, pero estando como estaba, pudo ser mucho peor.


Ahora toca confirmar el alcance de mis dolores, los motivos, si tengo que entrenar distinto, mas, menos, variar el tipo de carrera, espaciarlas, no sé, pero hoy no....¡¡¡mañana¡¡¡.


Gracias a la organización por un recorrido que si bien muy exigente y con algún pequeño tramo prescindible, hizo de la prueba un paseo de foto. Gracias a los voluntarios que se desviven por ayudar. Gracias a los corredores que te dan ánimos cuando te ven flaquear. Gracias a la marina americana por haber hecho posible esta película. Y sobre todo, gracias a Ricardo, que sin su ayuda, no habría acabado esta aventura.






A lo largo de toda la carrera, no dejé de pensar y comunicarme con mi medio pomelo. En este caso, con remordimiento por la salvajada de seguir adelante pese a que mis centuriones ya me habían dado el alto. Finito...




2 comentarios:

  1. Como siempre, espectacular crónica

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  2. Bueno bien esta, pero sigo pensando que hasta que no os hincheis no vais a parar, eso vuestro no pue ser weeeeeeenooooooo jeje. Un saludico.

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