¡¡¡Cuandacabestooo¡¡¡
…y ocho días
después me acordé de la Falco Trail.
Viernes, 6,
ocho de la mañana. Cehegín, un grado….¡brrr, que frío¡. Pero, ¿qué hago yo
aquí?.
Saco mi carné
de baile, ¿qué toca hoy?. Falco Trail, 42 kms con 3.000 de desnivel positivo.
Chary, Ramón, Fernando, Antonio, Nacho, etc., ¡¡¡asakooo¡.
Ultima carrera
del año. Ya no tengo edad…ni ganas…ni tiempo para tantas carreras. Desde que
corrí aquella primera carrera en Santander a finales de los ochenta desde la Alameda
de Oviedo hasta las Llamas, mucho ha llovido, sobre todo en Santander.
En aquella
ocasión, sin haber llegado a cumplir los 20 años, con 15 kms por delante,
llegando a la zona de meta, de lo que antes eran la zona de meta, esto es, una
pancarta de Supermercados Alcosant y poco más, sin tanta parafernalia como
ahora….pues eso, llegando a la zona de meta, viví uno de esos momentos
oníricos, berlanguianos, surrealistas. “Esprin” a meta. Un atleta en silla de
ruedas. Un crío de corta edad. Y un servidor…..llegué el último. Verídico, de
los más de 200 que corrimos aquella carrera, con el dorsal de papel con el
número escrito con rotulador, vintage que se llama ahora, cutre en castellano
de toda la vida, fui el último corredor en llegar.
A lo nuestro, Cehegín.
Gorro,
guantes, dongildelascalzaslargas…echamos a correr.
Primeros kms
de tonteo…tanteo, quiero decir. Machitos, fuertotes, risueños. Vamos, lo que
viene a ser un derroche de la poca testosterona que me viene a quedar.
Primer terreno
liso, es más, cuesta abajo. Primeros 4.000 metros.
Hago piña con
Antonio de los Reyes y mi tocayo Nacho Gras…siempre me resulta extraño hablar
con alguien que lleva mi mismo nombre, máxime cuando conozco a muy pocos con
tan ardiente nombre.
Primera
subida. Todos en fila india. ¡Que tonto de mí¡…¿no que pensé que estaba
perdiendo el tiempo?. Vamos, si hubiera pensado una chispa, solo una chispa,
sabría que iba a ser la mejor subida de todas.
Sin problemas
corono, subida corta. En la bajada, aprieto, me dedico a estirar piernas, a
probar la estabilidad del día. Con mi facilidad para caerme solo, es básico
ante retos de este calibre, asegurarme que no tengo el día torpe….no parecía.
Km 8. Primer
avituallamiento. Mal rollo. Mordiendo una gominola, adiós al empaste de la
muela.
Empieza la
carrera de verdad. Recuerdo que la página güeb de la organización decía que el
recorrido no nos iba a dejar indiferentes. Pues no, mas de una vez me hizo
recordar a la madre de alguno, pero, indiferente, no.
Primeras
estibaciones de la cumbre As de Copas. Vertical. Me veo bien. En fila india,
pero a buen ritmo. Incluso me queda tiempo para guasapear con mi medio pomelo.
Voy bien, cielo.
Bajada rápida
y segundo avituallamiento. Como algo, pero no mucho. No tengo ganas…luego me
pesará.
Salimos a la
par Nacho y yo. No, no tengo desdoblamiento de personalidad…ni veo angeles
mientras hago el lenguaje de signos…de momento.
Subida hasta
la Media. No digo que fuera fácil, pero terreno accesible, senda amplia,
limpia. Llego a cumbre algo cansado, pero, ¡sorpresa¡, nos han hecho migas.
Poco amigo soy de comerlas, pero con la que llevo encima, me saben a gloria.
En la bajada,
¿que pasó?....¡premio¡….me caí de maduro. Bueno, siendo honesto, fue un
tropezón por la tierra suelta. No llegó la sangre al río.
Debería hacer
un ejercicio de reflexión y planificación antes de aprestarme a participar en
carreras de este estilo. Si hubiera leído el track, sabría que lo especialmente
duro empezaba en el 26, y yo tan feliz porque pasaba en menos de tres horas por
el 22. Ya me veía llegando a meta en menos de 6 horas. ¡Pobre tonto¡.
La Morra,
Collado de la Fuente y Campanario…eso era la maratón de verdad. Para mí,
digamos, Calvario 1, 2 y 3.
Si para hacer
la primera media tardé solo tres horas, para la segunda tardé cuatro horas. Del
km 26 al 32 se me fueron hora y media de sufrimiento extremo. De subidas
verticales, y de bajadas peligrosas. Y mucho guasap con mi medio pomelo,
“retransmitiendo la jugada”.
Por esa caraja
de mente me pasó de todo. No, no pensé abandonar, pero no por nada, sino mas
bien…¿Dónde?. No quedaba otra que seguir.
El dolor de
abductores fue tremendo. La falta de comida, fulminante. Me vine abajo
físicamente. Si las subidas eran duras, eternas, extenuantes. Las bajadas
eran…de juzgado de guardia.
Reflexión: Creo
que con el “boom” de este tipo de
carreras estamos entrando en una dinámica peligrosa. Recorridos muy duros,
difíciles, y parece que no basta con poner nuestros cuerpos al límite, sino que
arriesgamos innecesariamente. En varias ocasiones estuve a punto de caerme,
pero no una simple caída, sino de esas de acabar en el hospital. Tramos
demasiado peligrosos.
Cierto, nadie
me obliga, ni a mí ni a nadie, pero deberíamos recapacitar un poco. Cada vez
rizamos más el rizo, y espero que algún día no haya que lamentarlo.
Km 37, 3 horas
desde que pasé por la Media. Las migas, ni me acuerdo. Yo me quedé sin
cuádriceps hace rato. Ni mis grandes éxitos de eurovisión me animan. Como en
los avituallamientos, sin ganas. Una sola idea, ¿cuandacabestooooo?.
Ultima cota.
Veo un par de zagales. ¿Todo para abajo?. Todo, me responden. ¿Seguro?. Seguro.
Ultima bajada,
quizás no tan difícil, pero el peso de los bambos es enorme. Arrastro las
piernas. Me duele mucho la cabeza, pero ni ganas tengo de tomar ibuprofeno.
¡Arbitro, la
hora¡
Diviso Cehegín
a lo lejos. Tengo la sensación de estar rodeándolo, sin acabar de llegar.
Cualquier pequeña elevación del terreno se me hace un Everest.
A lo lejos
oigo los sonidos de línea de meta. Pero, ¡tan a lo lejos¡
Prietos los
dientes. Un pie. Otro. El primero. Otra vez el segundo. Ando. Corro.
Cagúeeeennnnnn…..pita ya.
Entro en la
larga recta a meta, pero larga, muy larga.
6:53:33.
Sufrimiento extremo. Muy dura, durísima, pero terminada.
Ni como ni
saludo ni nada, directo al coche y para casa. Desesperado. Desilusionado.
Decepcionado.
Esta vez no
cometo error de principiante. Dejo pasar los días. Rememoro.
A 8 días vista
pues….recorrido muy currado, bonito, duro pero lo que se dice duro, pero muy
bien trabajado. Algún tramo peligroso lo eliminaría, pero, por lo demás, gran
trabajo de la organización. Muy bien avituallada. No me perdí, que viniendo de
alguien que se pierde en el pasillo de su casa, indica que estaba muy bien
señalizada.
Lo dicho,
pasado los días. Orgulloso de haberlo conseguido. Terminé. Mal, cansado,
fastidiado por no haber “leído” bien la carrera, pero, de todo se aprende.
¿Qué falta?.
¡Ah, si¡……Roma Victrix¡¡¡¡¡¡
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