De Madrid a la Meta.
6:15 de
la mañana, suena el despertador. ¿Donde estoy?. ¡Ah¡, ya recuerdo. Madrid, 22
de Abril. Hoy es el gran día.
Sigiloso para no despertarla, me pongo el "uniforme", pero mi torpeza
habitual me hace parecer un elefante en una cacharrería....no, Juan Carlos, no,
¡¡baja el rifle!!.
Es
la hora del desayuno. Decenas de caras, todos con la camiseta para luchar y
vencer. Rostros tensos. Si, lo hacemos por diversión, pero nadie quiere fallar.
Todos queremos llegar, y en cada bocado nos vas la gasolina para la carrera.Veo
al keniata, ¡¡comiendo huevos revueltos¡¡¡, ¿como puede hacerlo?....ganó, tomo
nota.
Zumo, tostadas, té....bueno, un poco de chocolate no viene mal, un
brownie...venga, dos.
Subo
de vuelta a la habitación. Es el momento del recuento. Camiseta para las
grandes ocasiones. Bambos, cremas, mp3 cargado, gafas de sol, gel de frutas,
creo que lo llevo todo. No, vuelve atrás, no te vayas sin el móvil, por si ella
te tiene que ir a buscar a mitad de carrera.
Me
subo al autobús que me lleva a la salida. Ahora no hay vuelta atrás, pero nunca
la hubo, nunca hubo dudas, es lo que estaba deseando hacer desde hace meses.
Gracias Enrique por meterme el gusanillo de las carreras.
Plaza de Colón...como diría el abuelo...¡¡¡que mano gente¡¡¡...directo al
mástil con la bandera española (¿no era tricolor?), allí veré a los compañeros
de batalla, Ricardo y Marcos. La edad es importante. Les veo nerviosos. Yo
no..¿debería estarlo?. ¡Debería estarlo¡.
Preparación final, vamos, ultima visita al aseo, y van...
Trotecillo para calentar, pero, ya habrá tiempo de empezar. ¿Donde estás
Marcos?. Hemos perdido a uno.
Entramos en nuestro carril, Jose Antonio mas tranquilo que unas pascuas.
"Me conformo con hacerla en 4 horas". Ahí está un tío que no se
altera.
Suena el disparo de salida. Tras meses de palizas, ahí estamos. Me quedan más
de tres horas corriendo.
Ricardo me lleva, está fuerte, muy fuerte, me marca el camino, vamos, que si
bajáramos un poco el ritmo, bueno, no, mejor así, hasta que pueda.
El
que diseñó el perfil debe haberse inspirado en una etapa del Tour por que esto
es un sube y baja sin fin. No son duras las cuestas, pero tanto subir y bajar.
Mira tu, uno con tres camisetas....¡¡¡anda, se ha quitado la técnica, y la ha
tirado al suelo¡¡¡¡....pa´matarlo.
Pasando por el kilómetro 12 los oigo, ella, y mis dos amigos, ¡¡Nacho,
Nacho!!...voy bien, feliz les sonrío y levanto la mano. Que lujo correr por el
centro de Madrid. "Vamos genial", dice Ricardo...si, lo vamos, tú al
menos, a mi me sobran 15 segundos por kilómetro, pero aguanto.
Tras
varios sube y baja, salimos a la Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, C/Mayor y
Palacio Real. Dos kilómetros para recordar. Los pelos de punta. Ambientazo
tremendo, notas el calor del apoyo de la gente, te sientes una estrella, parece
que corres solo, que vas a ganar, todo el mundo te apoya. Y ya estamos en el
20.
Bajamos. "Al final de esta calle te voy a enseñar el sitio donde mejor se
come en Madrid", me cuenta Ricardo. Vamos, que si tengo que comer algo
ahora, lo vomito.
Al
fondo la entrada en la Casa de Campo, kilómetro 25. Otra vez ella está ahí. No
lo sabe, pero verla, y ver a mis amigos, me ha dado las fuerzas para continuar
por que he entrado en la crisis sicológica de "no se si podré".
Puedo y podré.
Km
28, Ricardo sigue fresco como una lechuga. De algo me deben servir las dos
neuronas del cerebro. Ya lo dijo la cantante, "yo te dejé marchar".
Me amoldo a un ritmo más cómodo, queda mucho por delante. Aun sufriendo,
disfruto de correr por zona arbolada.
Salimos de la Casa de Campo, y veo a lo lejos la marca del 32. Recuerdo por el
perfil que a partir de aquí empieza la subida hasta meta. Ya lo sé, no es el Tourmalet,
pero entre el calor que llevo, los kilómetros en las piernas, ahora me faltaba
esto.
Y
por tercera vez, allí estaba ella. Omnipresente en todo el reto. Antes, durante
y después.
Antes, apoyando mi reto de correr la maratón, pero con los dos dedos de frente
que a mí me faltan, ¡¡come, descansa, no hagas locuras¡¡.
Empieza la cuesta del 33, ¡¡uf, uf¡¡, que duro, ¿me paro un poco?. No, hasta el
final, puedo conseguirlo.
El
recuerdo de su ánimo me lleva en volandas. Luego me lo dijo, ¡¡¡que mala cara
tenías en el 32¡¡¡. Cierto, lo pasé muy mal. Pero saber que confiaba en mi, que
ella y mis amigos confiaban en mí, me dió la dósis extra de fuerzas que ya no
me quedaban.
34,36, 38...y noto el dolor en la rodilla izquierda, y ¡¡¡como duele¡¡¡.
¿Paro?. Si lo hago, seguro que no podré volver a echar a correr. Si no lo hago,
a lo peor, reviento. No paro, lo tengo ahí.
Durante, ella sabía que lo iba a conseguir.
40,
subida desde Atocha, con una de esas curvicas que matan.
41,
¡¡que acabe ya, que acabe ya¡¡. Veo el Retiro, no que queda nada.
Subo
por el carril, rodeado de gente. Lo tienes ahí, ya llegas...si, se lo dicen a
todos, pero, yo me lo tomo como personal. Me animan a llegar.
Entro en el Retiro. Al fondo, la meta....¡¡hay que ver que lejos se ve la meta
en el último kilómetro¡¡¡. Hago lo que siempre he soñado, sonrío, sonrío,
disfruto del momento. Entro en meta, si, lo he conseguido. La vidad es un
"valle de lágrimas", pero hay momentos de felicidad que no se
olvidan. Llegué a la meta.
No
la he visto, quería haberlo compartido con ella, y con ellos, pero no les dió
tiempo. Recojo mi medalla.
Encuentro a Ricardo, nos fundimos en un abrazo. Noto su emoción. Esta fue mi
segunda medalla, el placer de haberlo disfrutado con un amigo. Llega Marcos, lo
hemos conseguido los tres. Mas tarde lo hizo Jose Antonio, pero, de él, no
había dudas.
Pasan los días, y recuerdo cada paso, cada kilómetro, cuanta felicidad.
Después, "Nacho" - me dice ella - "¡¡estoy muy orgulloso de
tí¡¡". Gracias, te quiero.
Sin vosotros, Inmaculada, Irene y
Carmelo, no lo habría conseguido, no habría sido lo mismo.
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