lunes, 10 de noviembre de 2014

V Yeti Trail 08-11-14

Yeti Trail 08-11-2014

Ficha Técnica:


Hora de la Salida: 08:00                                                  Lugar: El Berro, Sierra Espuña

Distancia y desnivel : 44 kms y 2600+ (con 5.200 acumulado)

Precio de la inscripción: 31 euros (federado)

Número de Dorsal: 121           Total Inscritos: 184        Total Inscritos Veteranos Masculinos: 45

Primer Clasificado General: Juan Miguel Cuenca Martínez en 4:16:06

Primer Clasificado Veteranos Masculinos: Fulgencio Vilar Sánchez en 5:13:23

Mi tiempo: 7:11:14

Mi puesto en la General: 99 de 184 inscritos (126 finalizadores)

Mi puesto en los Veteranos Masculinos: 12 de 45 inscritos (22 finalizadores)







La última de la temporada. Yeti Trail. Tras 10 carreras, 430 kms competidos y mas de 2.500 de entrenamientos, esta es la última de 2014. Mi cuerpo lo pide a gritos y mi fecha de nacimiento, más. No estoy para tanta paliza, así que voy a dosificar para poder disfrutar un mayor número de años.

Ya desde hace dos años decidí no repetir carreras, salvo excepciones ocasionales. Quisiera participar en todo el calendario, para lo que cada año me he propuesto retos nuevos.

Para esta segunda mitad del 2014 me propuse la Ultra de Sierra Nevada, la Al-Mudayna y la Yeti Trail. 157 kms entre las tres, en un lapso de algo menos de dos meses. Mucha tela, los esfuerzos se pagan.

He llegado al final muy deteriorado y el Morrón Chico lo ha certificado.

No es la falta de "fuelle" lo mas preocupante, sino mi estado muscular, con calambres, tirones y sobrecarga general.

A mis casi 47 años, tengo que espaciar algo mas mis esfuerzos. Otros u otras podrán afrontar con mas asiduidad este tipo de carreras, yo no. No pasa nada, prefiero 4, 6 u 8 carreras buenas al año que sufrir en demasía, aunque ya lo dice mi medio pomelo, "palos con gusto no pican".


En esto de la ruta, y mas últimamente, con la variedad y los medios de información, no podemos negar que hay algo de narcisismo, de querer contar cada éxito o cada fracaso, pero hay una cosa innegable, que al final, la carrera la haces tú mismo, la sufres tú mismo, la dueles tú mismo e incluso, la lloras tú mismo.

Si, aquí va este ladrillo de crónica, pero para poder compartirla, antes hay que haberla sufrido. Cualquiera que se ponga los aperos de correr para afrontar pruebas de este estilo, ha vencido ya con el solo deseo de intentarlo, no digo ya, si sale a correr y si termina.



Ocho en punto, en el centro de El Berro, nos aprestamos a comenzar la batalla. A mi lado, dos grandes del fondo levantino, Rai y Fausto.





Estos dos sí que merecen el aplauso. El uno Rai, ha estado 6 meses parado y termina la temporada por todo lo alto, como el luchador que es. El otro, Fausto, que tiene mas kilómetros encima que el transiberiano, que pese a sus propias dolencias, no se pierde una y en todas da el máximo de si mismo. No sé si son leyendas de este deporte, pero si merecen el reconocimiento de este palmero, dado que tiene muchas y grandes gestas que contar.



Salimos de El Berro, puebluco coquetón al pié de la sierra, que nos acogió con cariño. Esto es lo que hace grandes a estos pueblos, se convierten en tu casa nada mas llegar.






Tras unos primeros kilómetros de llano, iniciamos la larga ascensión a la Peña Apartada y Las Cunas.

Subida sin un desnivel muy pronunciado, pero sí muy continuo. Intento marcarme un trotecillo continuo que me permita ver pasar kilómetros sin mucho desgaste.

El sendero, y en general, todo el recorrido, espectacular. Parafraseando a mi amigo Diego, era un entorno "bucólico pastoril" de primer grado. Pinares infinitos, veredas serpenteantes, arroyuelos colmados y sobre todo, paisajes espléndidos, que te hacen sentir minúsculo ante una naturaleza viva y milenaria.

Solo por ello ha valido la pena el esfuerzo. Son imágenes y sensaciones sin precio.




Ya no me pillan de novato, y desde la meta hago los deberes. Plátano en meta y llegando al avituallamiento del 7,5 me zampo la primera porción de membrillo, bebiendo agua cada 10 minutos a lo sumo. A lo largo del resto del recorrido, mas membrillo y orejones.

Me veo bien, quizás demasiado bien, y me confié. Creo, no, estoy seguro, subestimé mi estado de forma. Corrí de más al principio, y al final, las fuerzas que allí gasté las eché a faltar.




A por la primera cota, Las Cunas a 1.406 metros de altitud. Subo bien, trotando como he dicho, confiado.....¡¡¡¡ayayayayay¡¡¡¡....¿no hemos quedado que hay que pensar con la cabeza?.

Una vez en la cumbre, me asomo a disfrutar de la vista. Pese a que el día ha amanecido nublado, se ve todo el parque natural de Sierra Espuña en su esplendor otoñal. No hago fotos.

Si, la mochila está muy bien para llevar cosas, pero, ¡¡¡vaya follón cada vez que quieres coger algo¡¡¡. Suéltate esto, quitate lo otro, desata aquí, baja la cremallera allá......si, parece una escena caliente-caliente....pero no es mas que la lucha para sacar de la mochila el móvil o las almendras. Por pura pereza, dejas pasar los kilómetros.

En la bajada empieza a caer "calabobos", que siendo cántabro agradezco....ahora....luego, de gracias nada.

Bajada rápida. Terreno húmedo y resbaladizo, pero, hasta el momento firme.

Alcanzo el segundo avituallamiento, previo a la subida al Morrón de Espuña (1.586 metros) rodeando los pozos de la nieve.


Vista desde los pozos de nieve


Llevo mas de dos horas solo, así que busco un corredor de referencia. De rosa, no me preguntéis más, soy así de "despegau", ni le pregunté el nombre. Eso sí, era un veterano, me estuvo contando su últimos retos, y viendo su ritmo, no era una aprendiz de montañero.

Lo veo algo fuerte de más para mi gusto, pero me ciño a su ritmo.

En el avituallamiento....¡¡¡¡ayayayay, los avituallamientos¡¡¡¡. Si, he dicho que el recorrido era espectacular, no debo de olvidar que el balizamiento era perfecto, pero los avituallamientos, pobrones como mínimo. Es cierto que corro por que quiero, que la cuota de inscripción es secundario, pero no me gusta tampoco regalar por que sí. 

Por 31 euros, cuatro trozos de plátanos verdes, galletas duras que con el dolor de garganta no pasaban del "galillo", maiz tostado, agua e isótonico a morro (nos ahorramos hasta los vasos) en tres puntos en todo el recorrido, no es que me parezca poco, me parece misero.

Si a ello sumamos que en meta ni un detalle para los finalizadores salvo mas agua y arroz de hace media hora, pues, le hace a uno meditar, ¿que ha hecho la Organización con los fácilmente 10.000 euros en inscripciones?. Algo no cuadra, y no, no me vale que se me diga que el recorrido era precioso, que lo era, por que ese parque natural lleva allí miles o millones de años, y seguirá allí otros tantos hasta que exista el yeti de verdad. 

Llegamos al collado Mangueta




Empieza a llover de verdad. Saco la visera para, al menos, poder ver. Y empieza mi via crucis.

Bajada por el Barranco del Gallego. Camino muy estrecho, y cuando digo estrecho, es que en muchos casos el ancho superaba escasamente un metro, con caída lateral en caso de traspiés.

Vereda de piedra, que con la lluvia, era una pista de patinaje. Y, claro, como no iba a dar yo la nota. Por dos veces caí. La primera, con enganchada de pierna incluida, me fui de bruces al suelo. La segunda, la que más dolió. Heridas en brazos y piernas, que en principio, eran superables. Golpetazo tremendo en el culo, que te deja sin aire, y esto se nota al seguir corriendo, pero lo peor, y para quien corre largas distancias sabe lo duro que es, pinchazo en el isquio izquierdo por la contractura al caer.

Me levanto como un muelle. Heridas, bien; rasponazos, bien-bien; pero el dolor en el isquio ni se va, ni el músculo vuelve a su sitio.

Empiezo a caminar, y al isquio izquierdo, se le solidarizan el resto de músculos de las piernas.

Estiro como puedo, hago piña, y sigo.

Se palpa el miedo. Bajo con pies de plomo. Sufro mas resbalones, sin caídas, pero que ahonda el problema isquiotibal. Cualquier movimiento brusco, me provoca la sobrecarga del músculo.

Tropiezo con cada piedra, cada rama, torpe como un borracho de madrugada.

Si la subida a Las Cunas se me hizo larga, la bajada del Gallego hasta el parque de la Perdiz se me hizo eterna.

Tras lo que parecieron horas, llego al avituallamiento previo a la última ascensión, la del Morrón Chico.

Repaso la situación del "material" y sé que estoy liquidado. Las dudas llegan a su punto culminante. El cabreo conmigo mismo por estar en esa situación, busco una excusa, pero sé que todo es culpa mía. Llámadlo soberbia, llámadlo suficiencia, si decías estupidez no falláis.

Si, mi medio pomelo, "palos con gusto, no pican", y si, fue la imagen de Inmaculda, mi medio pomelo, diciéndome eso, la que me hizo seguir. Ya era por orgullo, testiculitis, chulería, o para poder contarlo después, pero, ahí vamos, a subir.




La primera parte de la ascensión, era un cortafuego de esos que le ves la punta, pero no atinas la distancia que es. Me viene a la memoria un clásico del cine, Ben-Hur, la escena de la batalla naval, la galera de Quinto Arrio....boga de ataque.....boga de ariete....yo pongo boga de no rendirme.

Un pié detrás de otro. Veo gente a lo lejos, parece que no los tengo lejos, pero no los volví a ver. Cada vez iban mas lejos.....lejosss....lejosssssss.

Los minutos son eternos. De repente llovía, como salía el sol. Las condiciones meteorológicas fueron muy dispares todo el día, y esto endureció mucho un recorrido ya duro de por sí.

En 40 minutos termina el cortafuegos. ¿Tanto hablar para ésto? ¿esto está "chupau"?. Voy viendo las Paredes de Leiva, es-pec-ta-cu-lar.


Paredes de Leiva


Cansado pero contento cojo la vereda de piedras. Resbalan. Miedo escénico no, lo siguiente. Me cuesta correr, tengo pánico a otra caída. Y la tercera tiene pinta de que sería la última ahora que me tiene acobardado el isquio traicionero.

Reduzco el ritmo a un trote poco mas que paseante.

Y cuando creo que va empezar la bajada me encuentro con esto....




...si, es lo que parece, un zig-zag extenuante, que junto con la humedad, el viento que soplaba fuerte por esos lares, el frío y mi agotamiento, me supuso un sobre-esfuerzo inhumano...."palos con gusto no pican".....pero en ese momento, si hubiera tenido fuerzas para llorar....nada, que se le va a hacer, un pasico tras otro. Es llegar allí y, a bajar.

Otros 30 minutos se me van en lo que debía ser escasamente 500 metros de subida, 750 a lo máximo.

Hago "cumbre" y veo un punto de encuentro en la bajada, y me "alegran" el momento, tengo que subir hasta arriba del todo para control de dorsal. 




Si me quedaba algo de isquios, cuadriceps, gemelos o lo que sea que hubiera por ahí dentro, aquí me rematé.

Cuando inicié la bajada, "no siento las piennassss", pura gelatina. Tropezones a mansalva.

Llegó al último avituallamiento y me dicen que 9 kms de bajada a meta. Y no mienten, así fueron, pero ahora se me suma el dolor lumbar. Me echo hacia adelante para ir mas cómodo, y se me cargan los abdominales. Me estiro, y me abrasan los lumbares. Alterno trote con paseo. No hay para más.

Si hubiera encontrado en ese momento al yeti-ese-de-las-narices, me lo como con patatas.

Final agónico, por una senda pedregosa que te machacaba tobillos y planta de los pies.

Salgo al fín de la tortura, para darme de frente con la policía local. En un tris de subirme al coche patrulla, para que me llevaran a meta. ¡Que harto¡.

300 metros a meta.

Venga, ahora sí. Veo el arco de meta, voy fundido, pero contento, por que, "palos con gusto no pican".

Meta. Mi reloj marca 7:11:14, mas tiempo del esperado, pero, tras el frío, viento, lluvia, por un lado, y mi cansancio por otro, gran triunfo. Se pudo hacer mejor, pero se pudo hacer peor.





Yeti conquistado.

Ni un mal coca-cola en meta, pese a que eran patrocinadores. Una camiseta entre amarillo y pistacho fea, pero fea-fea, y para casa. Lo dicho, Organización, carrera sí, negocio, no.

Ahora, a pensar en retos para 2015. No muchos 5 o 6, pero de los buenos.

En mente la GR10, la RDLF-111 si al final se hace, la Ultra de los Bosques del Sur (Ramonius, sabes que este año sí), y alguna maratón en asfalto.

Quizás algo más caerá, o no, pero eso, será el próximo año.

Y entonces, volveré a reír, disfrutar, sufrir, y gritar......


Roma Victrix¡









miércoles, 8 de octubre de 2014

IX Maratón Alpino La Almudayna 04-10-2014

Fecha; 04/10/2014

Hora de la Salida: 09:00

Lugar: La Almudema a unos 10 kms de Caravaca de la Cruz.

Desnivel positivo: 2.018 metros

Precio de la inscripción: 30 euros (federado)

Número de Dorsal: 47

Primer Clasificado General: Francisco José Díaz Pozo del CM La Unión Roller, en 3:44:38 a 5:29 el km., de la categoría Senior Masculino.

Total Inscritos: 114. Finalizaron 90 con 24 abandonos (26% del total)

Mi tiempo: 5:59:40 a 8:31 el km.

Mi puesto en la general: 45º.

Primer Clasificado en mi categoría Master 40 (de 40 a 49 años): Javier Salar Mayor del Club Senda, en 4:06:55 a 5:51 el km.

Mi puesto Master 40 (de 40 a 49 años): 10º de los 31 inscritos, y 25º de los que finalizaron (19% de abandonos).



Ya tengo el plan. Ya tengo el sitio. Y no es un sitio cualquiera: la serranía de Caravaca de la Cruz.

Para mas detalle, no dejéis de leer una reseña sobre la historia del pueblo y de la Vera Cruz....que si reunieran todos los trozos de la cruz de marras, podríamos crucificar a todos los polit....esto, que hay muchos trozos, no?.


Un año viví en ese bonito pueblo, por motivos laborales, 1995-96. Y guardo muy grato recuerdo tanto del pueblo en sí, como de las personas con quien lo compartí. Paco, Reque, MªFrancis, Raúl, Chema, Rosa. Fue un buen año.

Mi medio pomelo siempre me insinúa....

 -..."¿que harías tu allí, que cuando bajabas el fin de semana, te dormías a las primeras de cambio?".

Bueno, pues, con 27 años que tenía, tampoco era plan de "guardar ausencias". Bicicleta, fiestas patronales de los alrededores, mas de una mañana llegué a la oficina en "coma físico".

Ahora me pasa lo mismo, vamos, que me duermo, pero algo tienen que ver los casi 47 años.

*************

Dicen que todo en exceso no es sano. No digo que no, pero yo no me cansaría de viajar, disfrutar y otras cosas que acaban en ar, pero es cierto que, físicamente, el cuerpo tiene unos límites, y, a veces, creo que los traspaso, y me lo hace pagar.

Con solo tres semanas de descanso desde la USN71, donde tardamos 15 horas, mi recuperación fue mas lenta de lo habitual. Los años no pasan en balde.

Las semanas previas a La Almudayna fueron una suerte de montaña rusa, yendo de arriba a abajo sin suerte de continuidad. Unos días, fundido. Otros, pletórico. Mala señal. Para rematar la faena, a cuatro días vista, me cogí una "pájara" monumental en unos de mis entrenamientos que me dejó seriamente preocupado.

Así, a las siete de la mañana, pensando y cavilando iba en el coche de mi fiel compañero de fatigas, Pepe Gálvez, y también junto con mi amigo Adrian, cuando tras un par de frenazos, tres bancos de niebla y cuatro bandazos, se me olvidaron los malos pensamientos.

¡¡¡¡Pepeeeee¡¡¡¡....¡¡¡madre mía, que viaje¡¡¡. Que si no veía, que si había niebla, que si ponía las largas, que si de repente íbamos a oscuras......vamos, que si tenía algo de cansancio o sueño, Pepe me lo quitó de golpe....señor, señor....si estuve a punto de rezar el rosario entero.





Hemos llegado, que era lo importante. Recogemos el dorsal, chip y empieza lo mejor de cada carrera, que no es otra cosa que saludar a los compañeros y amigos.

Al "armario ropero" Paco Bravo, que no se pierde una.

Al "jefe", Manolo Rico, toda una institución, que a sus sesenta y esos, sigue dándole y dando lo mejor de sí para él y para los demás.

Al "mudito", Juanfran,  capaz de ir subiendo por la cuesta mas empinada y siempre algo te va contando.

Al "perdío", Pepe Navarro, que hacía, fácilmente, 20 años que no le veía.

Y otros tantos más. Nada, zagales, suerte y a disfrutar.




Tras un desayuno calentito de chocolate y una magdalena, era el momento de la verdad.

Pasamos por el taller. Dejamos lo innecesario y me "encasqueté" la mochila. Últimamente la llevo, no solo por la carga en si, sino mas bien, para que me tape la zona lumbar. Aprovechando el asunto, eché dentro orejones, almendras y membrillo. En esta no me pasa que me quede sin comida.


Caravaca de la Cruz, en medio de la Sierra, pensé, aquí va a ser difícil meter algo de la historia de Roma pero.....




....que hacían Gaius Longinus Barbatus y Lucius Cornelius Desmangatus aqui???.

Nada, antes de empezar, Ramón Iborra, ¡¡¡¡¡Roma Victriiiiiixxxxx¡¡¡¡¡...el año que viene te espero para los Bosques del Sur.

Bueno, al lío.

Salimos ya. Pequeña bajada, que me imagino que habrá que subir después (y si, tuve que subir en meta), y cogemos camino ancho.

Según la organización, la primera mitad del recorrido era llevadero. Espero que no sea "llevadero" como fue en la USN71, que casi me muero-matau-cadáver.

Si de algo tengo que estar satisfecho de esta carrera es del planteamiento. Le dije a Pepe que tirara si se veía bien. Que yo iba a empezar tranquilo. ¡¡Y lo cumplí¡¡.

Desde los primeros metros me voy quedando. No tanto por cansancio, que también, ni por pesadez de piernas, que también también, si no por miedo. El camino es largo, no conozco el recorrido y no me quiero arriesgar a fallar.

Voy a mi ritmo. No fuerzo. A lo lejos diviso la camiseta naranja de Pepe, cada vez mas lejano.

Tras unos primeros kilómetros de tanteo, la primera subida. Es corta, pero está claro que las piernas están algo trabadas. La USN71 pasa factura.

Pero, es ahí donde recorto distancia a Pepe. Le veo coronar cuando yo voy a mitad de camino.

En la bajada, descanso y mucho resbalón. El terreno está húmedo después de las últimas lluvias y se me van los tobillos con facilidad.

Vuelta al llano, alcanzo a Pepe en el km 8. Va bien acompañado de Paco y otro corredor, y muy bien acompañado por Esther Sánchez.

Chapó. Esther nos contó que la semana pasada había hecho la UM Bosques del Sur, 18 horas, y aquí la tengo, a mi lado, como si tal cosa. Ella a su ritmo, su marcheta. En los avituallamientos, casi no se para. No va rápida, pero va muy constante. Síguela si puedes, yo no puedo. Acabó como primera fémina, la 25º en la general y me sacó, "solo", 51 minutos....y la semana pasada había hecho 125 kms. Bárbaraaaa¡¡¡¡.

En la zona de camino ancho vuelvo a hacer la goma.

Pepe aprieta el ritmo, yo me quedo. Diríamos que regulo, pero, la verdad, es que me quedo. Me pesa todo.

En cada avituallamiento bebo mucha agua. Si, soy muy exigente, quizás, pero los ví algo escasos de variedad, aunque no de cantidad. Y el remate fue la falta de otra cosa que no fuera fanta o agua al final, y encima, la organización se justifica diciendo que "llevaba dando coca-cola" desde la 10. Entonces, para que pagamos los corredores, para organizarles las fiestas a otros?. Suspenso.

Alcanzo a Pepe. Los siguientes 4 o 5 kms vamos juntos otra vez.

En 2:15 pasamos por Torre Jorquera, casi mitad de camino, donde empieza la ruta de los andarines, y donde el terreno se empina.

Tras una bajada rápida, la primera rampa es corta, pero dura y dificil. Toca andar. A lo lejor diviso a Esther que mantiene su marcheta. Lo dicho.....bárbaraaaaa¡¡¡¡.

El terreno era irregular. Mucha piedra grande, mucha piedra de punta que hacía peligrosa la carrera, máxime cuando no vas con la confianza de estar al cien por cien.

Y llegamos a la famosa Sierra de las Cabras. Bueno, famosa para quien la conozca.




Subida vertical. Se me hizo muy, pero que muy dura. A mitad del camino, tenía que pararme. Pies de acero. Articulaciones de plomo. Runfo como una cafetera vieja. Pero me mantengo.

Pepe se va quedando. Lo suyo no es subir. En llano, no puedo con él, pero cuesta arriba, pues, le cuesta....arriba.

Corono muy cansado. Miro el reloj. Esto va a ser eterno. ¿Para que me tengo que meter en estos jaleos?.

De verdad, "esta el la última".....¿cuantas veces me he dicho a mi mismo esto en estas situaciones, para luego volver a caer en el pecado?. Creo que lo llaman masoquismo. Yo prefiero calificarlo como mi droga dura, mi carga de adrenalina, mi subidón. Cada reto que me propongo, es como un galón en mi autoestima. Si, no es nada, nada que no se consiga con entrenamiento. Sé que hay cosas mucho mas difíciles e importantes en la vida, pero, ese momento de duda, de cabreo, de lucha y superación no tiene igual. Imprime carácter. Te hace ver muchas cosas de distinta manera. Por que estás solo, sin que nadie te obligue, sometiendote a un esfuerzo extenuante, y cuando lo superas.....¡¡¡hay que vivirlo en primera persona¡¡¡.

Así que decíamos, empieza la bajada. Pepe, definitivamente se queda. Creo que empezó demasiado alegre, pero cada cual va a su carrera. Se quedó sin agua. Lo pasó mal. Al final, llegó, casi en 7 horas, sufriendo de forma indecible, pero llegó.

La siguiente bajada tiene, lo que se viene a decir, mala leche. Pero ya voy cogiendo gente de los andarines y del resto de pruebas.

La palmada en la espalda. La palabra de ánimo. Gracias a todos. No tiene precio.

Collado del Canalón. Collado del Puerto. Y de nuevo, otra subida dura, corta, pero dura, al Collado de Juego de Bolos. Y, aunque cansado, me va haciendo efecto mi medicina. Tranquilidad, paciencia. algo de membrillo, mucha agua, y testiculina. Voy a acabar.

Bajado el Monte Catalán, nueva subida, Alto del Pinar.....¡¡¡¡Jiuston, Jiuston, tengo un problema¡¡¡.



El cuadriceps me pegan un trallazo en la pierna izquierda. El de la pierna derecha, se suma por solidaridad, creo. No puedo moverme. Me paro. Estiro las piernas, y ahora, son los isquios quienes se suman a la fiesta.

Ya está. Aquí me quedo. Se acabó.....¡¡¡no¡¡¡....dos seguidas no voy a parar. Tiro de talón, de tacón, de esa testiculina, y se me pasa el tirón, aunque no el dolor. Aprovechando el avituallamiento, me meto dos vasos de coca-cola, recordando la experiencia de Zampamillas en la USN71 y como un plátano, que no hace milagros, pero me recupera.

Chirr....chirr...chirr....chirrían mis piernas, lentamente, empiezan a reaccionar. Puedo moverme. Vale. Intento correr. No, cuesta arriba es imposible. Hagámoslo andando.

Mando el primer mensaje a mis pomelos. Estoy en el 36.

He pasado lo peor, pero me quedan 6 duros kilómetros, sin cuadriceps, sin casi isquios, me queda gemelos y mucha voluntad.

Chirr...chirr...chirr....adelanteeee, hasta el infinito y mas allaaaa...Buslailliar.

Cojo mi propia marcheta, corro, increíble, pero sufro menos corriendo que andando.

Empiezo a ver la cara amarga de las carreras.

Corredores tirados en los caminos. con tirones, desfondados, agotados, finiquitados. Yo podía ser otro más, pero me niego a parar.

Chirr...chirr...chirrr....llego a la cuesta de las banderas.

La tercera, la de mi adorada Cantabria....que por mor de causas políticas, es una bandera marinera, en mi corazón, siempre republicaneará el lábaro




Empezando la cuesta, con dolores por todas partes, veo a una zagala, veintipocos, con la bicicleta a cuestas, no puede. Y, no sé de donde sale el ánimo, que me veo llevándosela hasta arriba. Tiene la pierna llena de heridas. Cuenta que se cayó y le duele todo. Suerte. En bici. Pues llegará antes que yo.

En la bajada alcanzo a Adrián, Evaristo y Bartolo. Adrián dice que tiene un tirón. Le doy una pastilla de ibuprofeno y reflex, para ver si puede seguir. Acabó, como el campéón que es.

Ya veo a lo lejos la meta. Otra prueba superada. 

Chirrr...chirrr...chirrr...no te confíes. Miro el reloj, casi seis horas.

Llego a meta. Además de los amigos...María Antonia, Adrián hijo y Jorge, la familia de Adrián....solo veo a mi pequeña Julia. Mis otras dos pomelos, pues se habían ido a ver no-se-qué.

Meta. Centuriones a un lado. Venga, ¡apartad¡....Roma Victrix y esas cosas para mas tarde.

Una lozana morena me pone la medalla. Final.

Otra prueba superada. Otro reto cumplido. Otra experiencia mas.....mas...necesito mas.

Ahora toca hacer las cosas bien.

Descanso de 10 días. Si o si.

En noviembre, si me veo bien, haré la última del año, Yeti Trail en Sierra Espuña y esperando tener por fiel aliado al gran Fausto, ahora de bajón, pero que fenixeará seguro.

Roma Victrix¡¡¡¡




lunes, 15 de septiembre de 2014

Ultra Sierra Nevada 13-09-14: ¿Corrible y Llevadero?

Cuando me propuso Richi a mediados de Mayo participar en la Ultra de Sierra Nevada, no supe decir que no, ni me lo planteé. Iremos, claro.



Hice los deberes. Entrené durante el verano en jornadas maratonianas. Pero a veces, solo a veces, algunas veces, bueno, casi siempre, no se debe dejar las cosas que "surjan". Al menos, en una ultra trail, no.

Cometí un error, gran error, y en mi caso, garrafal error. Y digo en mi caso, por que el que sufrió las consecuencias de él, fui yo mismo. No dormí la noche de antes.

Con una distancia de 86 kms por delante, y un desnivel acumulado de casi 10.000 metros, no se puede acercar uno a la línea de salida sobrestimando al rival: la montaña.

"Si tengo que estar en línea de salida a las dos, ¿para que un hotel?".

Intenté dormir un rato, pero, sin una cama decente, el descanso fue imposible.

A veces, solo a veces, algunas veces, bueno, casi siempre, me las doy de superhéroe. Me creo invencible. Me creo mas que humano. Y no, no lo soy. 47 años, en febrero.


Organización, 1 - Nacho, 0.


Dos de la madrugada, Plaza Nueva de Granada. Junto con Fernando, Salva, Richi y Pepe, preparados para salir. Hacía mucho frío. El pasillo que se formaba provocaba una corriente helada que calaba los huesos.




Al final del todo estaba, como siempre, salí el último.

Antes de salir, los efectos del cansancio ya me avisaban. Tras haberme levantado a las 6:30 como todos los días. Trabajado mis 7 horas en la oficina. Otras tres horas de coche, y, otras tantas de paseo y cena por Granada, lo menos que podía sentir en ese momento era cansancio.

Me senté en el suelo, que cosa rara, debido al fresco de la noche, estaba caliente. Si me dejan dos minutos mas, me duermo.

Tres de la madrugada, hora de salida.

Estampa para no olvidar. Granada, al pie de la Alhambra, los palacios nazaríes, el Albaicín. Judios, moros y cristianos, sus ecos nos retrotraen a una historia milenaria.




Pistoletazo de salida.

Según la Organización, la primera mitad del recorrido era "corrible"....bueno, si ellos lo dicen.


Primera etapa. Granada a Cerro del Sol (9,8 kms)



Atravesamos la Alhambra por un lateral, subiendo una cuesta de adoquines que ya nos rompe a sudar. Adiós al cortavientos.

Con el frontal como faro y las piernas del corredor de delante como única referencia, transitamos por una ruta que al pasar los kilómetros se transforma de un camino amplio a una senda angosta y en muchos tramos, de difícil tránsito.

Tan solo divisamos los perfiles de las montañas gracias a la luz de una gran luna, que ya en su decadente fase menguante, nos ubica en la sierra. Siguiendo la hilera de luces titilantes en movimiento de la cadena de participantes, podemos imaginarnos el recorrido, subiendo, subiendo, subiendo.

Tras casi una hora, primer avituallamiento. Esto va mas lento de lo esperado. ¿Corrible?. Si, algo se corrió, pero en muchos tramos, no tan solo por la pendiente sino mas bien, por un terreno quebrado, roto, arañado, con mantener la vertical, era suficiente. Tenías que vigilar cada paso para no irte al suelo.




Melón, sandía, plátano y poco mas. Esta fue la tónica de los avituallamientos. Para un recorrido muy exigente de dureza extrema, muy poca cosa fue. Eché en falta algo mas contundente, como frutos secos, bocadillos, chocolate, gominolas, vamos, hidratos y calorías para el cuerpo. ¡Error¡.


Organización, 1 - Nacho, 1.


Richi, el "chaval"...fue el alma de la prueba. De él surgió la idea. Es todo voluntad. Pese a no llegar entrenado, tuvo la testosterona suficiente para no dejarse amilanar, y con un corazón tan grande, ya tenía la medalla asegurada, aunque la Organización no se lo quisiera reconocer. Gracias por hacer posible esta aventura.


Segunda etapa: Cerro del Sol a Quéntar (12,6 kms)



La carrera se empina. La participación se disgrega. Pero nuestro grupo va bien.

Primeras dificultades de verdad. El camino se reduce a una senda de menos de un metro de ancha, sobre un precipicio...o eso parece.

Mucho polvo. Escuece la garganta. Dosifico mi agua y cada cinco minutos, un pequeño trago.

Mucho sube y baja. Zarzas, cruzamos riachuelos usando troncos de árboles como puentes.

Salva se cae. Primera de la noche. Se lleva un buen golpe, pero lo mas preocupante es un molesto dolor de cadera que dice, no lo deja correr.

Durante todo el trayecto vemos luces de pueblos, mudos, silenciosos, que no sabemos si son nuestra Meca particular, por que ya no hay Veleta o Pradollano en mente, solo el final de cada etapa.

¿Donde está Quéntar?. Se divisa al fondo, pero parece que damos vueltas y vueltas sin llegar. Dos horas y cuarto para la segunda etapa.

Nuevo avituallamiento, y aunque algo mas nutrido, sigue siendo demasiado pobre.

Eso sí, una fuente de agua, de esas de toda la vida, con un agua, que sabía a agua de verdad. Fría y limpia.

Me lavo la cara, me mojo la cabeza, y me bebo, sin exagerar un par de litros.

Vamos 22 kms.


Tercera etapa. Quéntar a Fuente de la Teja (9,3 km)


Salimos despacio. Salva probando su cadera. Le duele. Le doy un ibuprofeno para el dolor, pero le asaltan dudas de poder seguir. Que coraje, al final, llegó a Pradollano, y seguro que si no le freno, habría acabado.

 Al salir de Quéntar, musica de fondo durante horas. Está claro que a las personas les gusta la fiesta en cualquier punto de la geografía. No es necesario ser presuntuoso pensando que la diversión está solo en Madrid, Marbella o Cádiz. En Quéntar había fiesta para todos.

¿Corrible hemos dicho?. Empezamos a subir, y no lo dejamos de hacer durante casi dos horas. Pendiente dura, durísima, rematado con un cortafuegos a mas del 30% que te obligaba a usar las manos.

Amanece y tenemos casi coronado el Alto de los Jarales. No quise mirar para abajo, dado mi vértigo, seguro que no lo habría aguantado.

En la bajada, ya tengo los tobillos de plastilina. Tropiezo en varias ocasiones, caída incluida, pero mas por evitar las zarzas que por torpeza....por una vez.

Llegamos al avituallamiento. Ya llevamos 31 kms, primer mensaje a Pomelandia. Tras casi 7 horas, solo en el 31, mi medio pomelo preocupada, pero, claro, no había visto el recorrido "corrible".


Organización, 1 - Nacho, 2


Salva, el "analista"...no se altera, sopesa los pros y los contras. No dice una palabra mas alta que la otra, salvo cuando lo sacan de quicio....¡¡¡ese chófer¡¡. Equilibra al grupo. Es el compañero que siempre se necesita a tu lado. Creo, no, estoy seguro que estuvo muy tentado de llegar hasta el final...si Fernando hubiera llegado antes....ésta, te la debo. Gracias, Salva.



Cuarta Etapa: Fuente de la Teja a Güejar-Sierra (11,5 kms)


Iniciamos la última etapa antes de llegar a mitad de prueba. Nos cuentan que el terreno es mas suave, de subida al Alto del Calar.

Y en principio, así era. Camino amplio, con mucha vuelta y revuelta....vamos, "llevadero" dije....y todavía se están riendo mis socios de aventura.

Tras un par de kilómetros "llevaderos", se acabó lo bueno, y durante casi 5 kms no dejamos de subir y subir y subir hasta coronar el Calar. ¡Que no acaba nuncaaaaa¡.

No era una pendiente muy larga, pero se hizo eterna, una hora de subir y subir y subir....si, esto ya lo he dicho antes.



Eso sí, a plena luz del día, las vistas eran impresionantes. Entonces no lo valoré, pero los paisajes, los caminos y veredas, cada lugar recorrido, es algo que no se te olvida, te queda en el recuerdo.




Pasamos el control a mitad de la bajada del Calar. Aunque no sé para qué, por que, aunque "fiché" en todos los controles, mi ficha de meta está incompleta.


Organización, 1 - Nacho, 3.


Atrás se quedan Salva, Richi y Fernando. Richi está mal, se queda en la bajada. Al final de esta etapa, acabó su participación. No, me niego a llamarle abandono. Sencillamente, esa fue su carrera. Al ponerse en la línea de salida, ya había ganado.

Bajada rápida hacia Güejar Sierra, técnica, pero que a la luz del día era "llevadera". Entrando en el pueblo, cogemos un camino de tierra donde....¡caramba¡....¡¡¡Pablo Tudela haciendo fotos¡¡¡....fotertroter, o como sea. Gracias por el reportaje, chaval.




Tras una bajada sobre una carretera de cemento, matadora, entramos en el pabellón. Buenos, pues tras 8 horas, ya estamos a la mitad del recorrido. Maratón.

Se me acumulan los güasás. Respondo los que puedo.

Segundo error de la jornada. Alargué de mas esta parada. 45 minutos de reloj.

Si, nos reagrupamos, hablé con la gente, la Organización, pero mi cuerpo empezaba a pedir una cama, y la parada tan larga...¡¡¡¡error¡¡¡.


Organización, 2 - Nacho, 3


Eso sí, esperaba un avituallamiento con comida de verdad. Y además del consabido melón-sandía-plátano....alguna galleta, un poco de tomate, unos trozos de pan y lonchas de jamón de York de marca nisu....ni su padre la conoce.


Organización, 2 - Nacho, 4


Salimos a las 11:45....y yo tenía hambre.

Nuevo error, y van....tenía arándanos, almendras y orejones en la mochila y por pura vagancia, no comí ninguno.


Organización, 3 - Nacho, 4



Quinta Etapa: Güejar Sierra a Hotel del Duque (9,4 kms)


La mas bonita de todas. Cogimos la vereda del río, por donde antiguamente iba el tranvía de Sierra Nevada.

El río a un lado, túneles, puentes colgantes, agua, arboles, desfiladero. Lo dicho, lo mas bonito de recorrido. Tanto, que ensimismado como iba me salté una de las balizas e hicimos unos cientos de metros fuera de recorrido, ida y vuelta.




Cuando nos tocó subir, fue de verdad. Terreno innecesario no ya por duro, sino por su estado.

Plagado de zarzas, nos destrozamos las piernas. Sendero roto, muy peligroso, mojado y embarrado. Creo que no es necesario darle pistas al mal fario para buscarle la ruina a algún corredor. Se podía evitar estos tramos, pero, como me dijo uno de la Organización, esto es lo que había desde el principio.


Organización, 4 - Nacho, 4


Salva, con buen criterio, hizo esta segunda parte con bastones. Tomo nota para próximas pruebas.

A veces, algunas veces, muchas veces, bueno, casi siempre, cuando me veo en esta tesitura, me cabreo con el mundo. Me cabreo con la Organización por endurecer innecesariamente un recorrido ya duro de por sí. Me cabreo con la montaña, por ser tan dura. Y me cabreo conmigo mismo por dejarme convencer.

Pero esta vez, y este es mi gran premio, venció la mente sobre el corazón.

No fuí obligado. Sabía por el desnivel que iba a ser extremadamente dura. Así que me tocaba aguantar.

Avituallamiento del Hotel del Duque, mas de lo mismo, salvo otra fuente de fría y milagrosa agua de la sierra.


Fernando, el "volkswagen"...nunca tendrá un podium, ni saldrá en la foto de la élite, ni será nominado a premio al mejor corredor, pero es del todo fiable. Con sus altibajos, sabe aguantar lo que le echen, fiable como coche alemán, fue el único que se atrevió a cumplir, y cumplió. Fernando, gracias por dejarme acompañarte, tu eres nuestro campeón.



Sexta Etapa: Hotel del Duque a Dornajo (5,4 kms)


De largo, la etapa mas dura del recorrido. Casi todo en subida, con desniveles medios, seguro, superior al 30% a 35%, tardamos hora y media en hacerla.

No había senda, ni camino, ni vereda. Tan solo seguir las balizas por un montón de piedras deslizantes, raíces peligrosas, troncos y árboles partidos.



Si, sabía a lo que iba, pero, en el momento, me acordé de la madre de la Organización....como siempre, a día pasado, me da nostalgia recordar esos momentos. Si, es un sentimiento ambivalente. Odio sufrir tanto, odio que me machaquen tanto, que me pongan tanta traba en el camino, pero a todo pasado, sé que disfruté de cada momento. ¿Masoquismo?....espero que no, ya sufro demasiado con mi Rácing.

A partir de este momento, mirando el reloj, tengo claro que no voy a llegar a la meta del 86 con luz de día. Y la idea empieza a tomar cuerpo. No voy a llegar hasta el final.

Para colmo, en el avituallamiento de la etapa mas dura, tan solo agua.


Organización, 4 - Nacho, 5



Séptima etapa: Dornajo a Cruce A-395 (9,1 kms)


Terremo engañoso. Nos dicen en el avituallamiento que el terreno mejora.

Y si, lo hace. Camino ancho.

Fernando no se encuentra bien. Dice que necesita dormir, aunque sea media hora. Se nos queda, se nos queda.....al final, encontrará a otro corredor con quien, tras beberse un cola, subidón de azúcar, concluirá tras mas de 20 horas de esfuerzo.

Trotecillo de bajada...y la idea de coronar en Pradollano se asienta en mi mente.

Tras varios kilómetros, empezamos por un terreno que si no muy duro, machaca por el sube y baja, agachándome muchas veces para no clavarme unas zarzas.

Salva me va cantando cada kilómetro, pero aunque mis piernas aguantan, mi mente manda un mensaje claro. Basta. Todo tiene un límite, y no es necesario pasar la línea.

Etapa dura, pero mas que física, mentalmente.

Al llegar al avituallamiento, km 67, nos dicen que quedan cuatro kilómetros para la meta de la USN65, medalla y camiseta.

Me enzarzo en una discusión con la Organización, mas fruto del agotamiento que de otra cosa. Es cierto que era excesivo el castigo físico, pero, lo dicho nadie me obliga.


Organización, 5 - Nacho, 5


Pepe, el "abuelo", a su 58 años, me descubro ante él. Discreto como pocos. Nunca una mala cara, ni una mala palabra. Si le hubiera dicho de seguir, lo habría hecho, aunque ya me dijo en la etapa anterior que no podía más. De leyenda lo que hace con la edad que ya acumula. Gracias por estar al lado.


Octava etapa: Cruce A-395 a Pradollano (3,6 kms)


Comienza con una subida "criminal". Me arrastro, sigo ciego los pies de Salva.

Estómago vacío. Desfallecido.

Hago cálculos. Nos dicen que hace mucho frío y viento en el Veleta. No voy a llegar de día....y recuerdo. Soy muy dado al estudio de las casualidades. No existen, pero como las meigas, haberlas, haylas.

23 años atrás, otro 13 de septiembre, bajando en mi vespa hacia mi playa del Sardinero tuve un accidente. Me empotré contra un coche que le dió por dar marcha atrás sin mirar.

64 puntos debajo de la rodilla izquierda. Clavícula izquierda rota. Heridas por todas partes. Dos meses de recuperación.

Hoy hacía 23 años de mi segunda oportunidad....las casualidades no existen, pero, ¿y si....?.

No, hoy no es el día. Hoy si que no me voy a arriesgar. Será por carreras....

...hay que saber donde está el límite.

He hecho muchas carreras, en los últimos cinco años hasta 64, de ellas 7 ultramaratones y 7 maratones, y por primera vez, decido no llegar hasta el "infinito y mas allá".

Me voy a conformar con la medalla de plata. Algo me dice que no tengo que arriesgarme.



Y no solo es por mí, es por Inmaculada, mi compañera en esta vida, al que le debo mucho más de lo que sabré agradecerle. Es por Marta y Julia, mis hijas, que como todos, necesitan un padre, aunque el suyo, sea yo. Es por mis padres, hermanos y amigos. Seguro que no soy el mejor hijo, hermano o amigo, pero creo que no se merecen un disgusto así.

No, no es ser melodrámatico, pero hoy no me la juego. No me siento fracasado, no es fácil llegar a los 71 kms tras casi 15 horas. Para sufrir, lo dicho, ya tengo...




Decidido. Hago meta en la USN65. Es mi triunfo, no dejar que un arranque de testiculitis, soberbia o chulería venza a una decisión, meditada, que veo correcta.

Si, tu que eres corredor y lees esto, sabes que le sigo dando vueltas a por que no seguí. Que lo tendré clavado ahí, y que a lo mejor, o a lo peor, la carrera me da otra ocasión....¡¡o no¡¡...¡será por carreras¡¡...pero tengo la certeza, la total seguridad que hice lo que tenía que hacer.

Cumplí un reto, no el que me había marcado, pero sí el que mi cuerpo y me mente podía asumir.

De todo se sale, y de todo se aprende, y es necesario algo así para saber que estamos en esto por placer. No, tampoco es cuestión de abandonarse, pero hay que saber medir el riesgo.

Calleja, no, te repito, no se puede preparar una maratón en altura en 3 semanas. Tú lo sabes también como cualquier corredor. Yo iba preparado para todo. Eche muchas horas, y al final, la última etapa, otros 11,3 kms allí se quedó. Piénsalo la próxima vez que quieras hacer pedagogía barata.

Entrada en meta. Veo a Richi, y le digo que es el final. Recojo medalla y camiseta. Aviso a casa. Estoy bien, he terminado por hoy.



Final del partido.Empate. ¿Habrá partido de vuelta?

De momento, el 4 de octubre, Maratón Alpina de la Almudayna, en Caravaca, 42 kms nos espera, Pepe, habrá que recuperarse lo antes posible.


Roma Victrix¡




jueves, 31 de julio de 2014

El Abuelo

Veo pasar los años, corren, vuelan. Echando la vista a atrás, mi vida se va difuminando. Empiezo a olvidar muchos momentos. No sé si es por la edad o por esa facilidad del ser humano para dejar de lado lo que no es primordial. Pero es que para mi, esos momentos si eran primordiales. Y se me van olvidando. Eran parte de mi vida. Y se van.




En un ya remoto pasado veo a aquel niño que dibujaba con tiza un circuito para jugar con los ciclistas del "Pulgoso", para nada más terminar, tras largo rato de bregar, pringarse y arañarse las rodillas, comprobar como todo se iba al traste por el inevitable chubasco santanderino.




Aquel juvenil melenudo con pendiente que a lomos de su vespa negra se creía la beldad de la ciudad cuando no era más que un pobre proyecto de hombre a medio cocinar.




Aquel ilusionado trabajador de banca que pensaba cambiar el mundo. 30 años
 después, nada ha cambiado y si lo ha hecho, ha sido a peor.

Por entonces emprendió la gran aventura de su vida abandonando su amada patria cántabra por el amor de una mujer. De eso, nunca se arrepintió.





El enérgico treintañero, con el futuro profesional definido tras diversos vaivenes geográficos, que afrontaba el reto del matrimonio y de la paternidad.



El maduro cuarentón que empezaba a desengañarse de la vida. Fue consciente de cuanta razón tenían sus padres en todo lo que le decían de la vida. 

De joven no les quiso hacer caso pensando que eran "cosas de viejos". La vida os dio razón papá y mamá.




Llegando al cincuentón actual que ve pasar la vida, paralelo a su decaimiento físico que intenta esconderlo tras sufridas hazañas montañeras. Sabe que tiene perdida su lucha contra el reloj. 

Inexorable. Sentado delante de esta pantalla, deja la mente volar para volver a aquel agosto de 1980 en el que su abuelo Faustino le regaló la  Lección de su vida que nadie más le ha podido ofrecer:





El olor a hojas agostadas, las algas marchitas, el aroma de lluvia cercana, los coches de los turistas que iniciaban la vuelta a casa. 
Era una de esas tardes de verano, inusitadamente calurosa, que aventaba el otoño.


Aquel niño bajaba a paso tranquilo a casa de los abuelos. Mirando sin ver. Sin fijarse en los detalles. Solo caminaba. Mamá se lo dijo sin muchas explicaciones:


- Vete a ver a los abuelos y espérame allí hasta que vaya con Papá.



Caminaba. El bar del vasco con su peste a vino rancio. La tiendas de monedas extranjeras al lado del cine Roxy. La plaza del Ayuntamiento donde campeaba la estatua ecuestre de aquel viejo militar que murió cinco años atrás. Lleno de cagadas de paloma. Merecido destino el suyo.






Enfiló el túnel del Pasaje de Peña.  Como siempre, a mitad de camino no podía respirar por el humo de los tubos de escape de los coches y como siempre, el último tramo lo terminó corriendo. 


La Plaza de las Estaciones, bulliciosa de viajeros. El bar San Mamés, de tan futbolero recuerdo. Los Seat 1.500 negros en su parada de taxi. Llegó al portal y de puntillas llamó por el telefonillo.


- ¿Abuela?, abre, soy yo.





Subió las escaleras de tres en tres. La puerta de la casa estaba abierta. Nadie le esperaba. Extrañado, cerró la puerta con cuidado. Empezó a buscar. Finalmente entró en el dormitorio. Allí estaban todos alrededor del Abuelo.


El niño, curioso, se asomó entre la nube de batas. Lo vio en su silla. El Abuelo sudaba copiosamente. La tía Carmen lo abanicaba, pero no parecía hacerle efecto. El resto de sus tías estaban también en la habitación.






- ¡Acércate¡, - oyó que le decía, en un susurro.


Su voz, siempre firme e imperiosa, sonaba débil, entrecortada, lejana.  El niño se sentía actor dentro de uno de esos dramones, como los llamaba su padre.


- Acércate, repitió el Abuelo. ¿Cómo estás?.


- Bien, - respondió el niño, tan parco en palabras como siempre.


El Abuelo bebió un trago de agua del vaso que le puso en los labios la Abuela. Trabajosamente se pasó un pañuelo para secarse la frente perlada de sudor. 

El niño no reconocía a su Abuelo. Si, era él, pero no era el abuelo que él recordaba. Su Abuelo era eso que sus tíos llamaban un "hombre de orden". 





- ¿De orden?, se preguntaba el niño, si nunca le he visto dejar nada en su sitio, todo lo hace la Abuela. 


Ahora, ahí estaba, enfermo, en manos de las mujeres de la familia. Como si el Abuelo lo hubiera ordenado, en ese estilo suyo tan peculiar de mandar sin decir nada, se hizo un silencio.


- Chaval, recuerda siempre una cosa, llegado el momento, que llegará, sé valiente y muere como los toros bravos en medio de la plaza. Nunca sufras por cumplir años, piensa en la alternativa.





El Abuelo se calló. Mamá y Papá entraron en la habitación.


- Mamá, ¿que le pasa al Abuelo?,-  le dijo a bocajarro a su madre.


Toda la familia giró la mirada hacia su madre, con esa cara de "Esther, ¿no sabes hacer que tu hijo no hable a destiempo?".


- Nada, el Abuelo está un poco malito. Corre a casa, que tu hermana te dará la cena.


Dicho y hecho. No se sentía cómodo en ese ambiente claustrofóbico. No sabía el qué pero ahí pasaba algo raro. Se acercó a darle un beso al Abuelo. Antes de irse, cuando tenían ambas caras pegadas y en un nuevo susurro, el Abuelo repitió.


- Recuérdalo, como los toros bravos, en medio de la plaza.

- ¡Vale¡, pensó el niño.


 A la mañana siguiente, cuando bajó a desayunar, Mamá no estaba.


- Techu, ¿dónde está Mamá?, preguntó despreocupado.





 Su hermana-,  este-crío-no-se-entera-de-nada, - le respondió.


- Está en casa de los Abuelos, el Abuelo murió anoche



Pasaron los años y aquel niño sigue oyendo al abuelo Faustino constantemente. Consciente de su inmediato final, le regaló la mejor lección sobre la vida...como los toros bravos. 

Desde entonces, intento disfrutar del día a día, sabiendo que cada día pasado no vuelve, no se repite, cada día dedicado a ser infeliz es tiempo perdido que no volverá, porque, pese a lo que nos creamos, el Tiempo no pasa, somos nosotros los que pasamos. 

Sed felices.