sábado, 31 de mayo de 2014

Alharabe Trail Race Ultra 70 kms

Moratalla 15.03.2014 




         ¿Cómo resumir casi 11 horas de carrera en tres líneas?. Imposible. Si te cansan los largos relatos, abandona ahora. Para mi estas crónicas suponen un ejercicio de recuerdo de cada reto, que releo de vez en cuando para rememorar estos momentos.

“Disfruta y usa la cabeza”, - ese fue el consejo de mi entrenadora personal, mi medio pomelo.

Y por una vez, le hice caso.

Cuatro y media de la mañana. Suena el despertador. Un  nuevo día esperado ha llegado. Atrás dejo tres meses de preparación exhaustiva.  Pico del Buitre, San Jorge y Peñarrubia Lorca fueron las piedras de toque; horas y horas de entrenamientos solitarios en Los Polvorines y en el Valle; además de una escapada con Fernando por Carrascoy, que habrá que repetir.

Parece mentira, pero tras años de paternidad, se me olvida que hay vida nocturna. Cuando salí de casa, vi coches yendo y viniendo. La vida sigue.

Seis y cuarto de la mañana. Recojo el dorsal, esta vez el 278.


Comparto en la línea de salida los momentos más simpáticos con grandes corredores, pero, y sobre todo, grandes personas. Fernando Patas Largas, Ramón, Chary y Manolo Lorente.

Vivimos el momento maniquí. Corredor haciéndose una foto con todos los gadgets posibles. Vamos, llevaba encima 300 euros en material. Eso debe considerarse doping materialicio.


Control de material. Va todo. Agua, comida, luz, cámara…..¡¡¡acción¡¡¡.

Pistoletazo de salida a las 7:20, sin miedo, pero con el recuerdo de lo tantísimo que sufrí en la Falco Trail, y “sólo”  eran 42 kms. Recuerda: “disfruta y usa la cabeza”.

Poca gente entre el público, no son horas, pero sus aplausos deben ser el comienzo de un día a recordar. Antonio, que sí, que te vi.

Salida en grupo a través de las calles de Moratalla, pueblo de singular belleza que he redescubierto últimamente tras lustros sin pasear por sus calles.

En los primeros kilómetros, tanteo del “material”. Voy cómodo de calzado, ni muy apretado ni muy suelto. No me duele nada. ¿Estómago?, bien desayunado….y demás.

Mi idea era correr en grupo el mayor número de kilómetros posibles, pero desde muy pronto, sin buscarlo, me encuentro solo. Cierto, no era el escenario planificado, pero, es lo que había. Estaba solo.

Y en estas carreras, en las que durante mas de 10 horas estas solo ante tu propio yo, la auténtica batalla no se libra físicamente (que también) sino principalmente, síquicamente. De nada valen las baladronadas de corredor…”no vengo fino…voy a probarme…a ver como voy”. Estás solo y nadie te escucha, nadie te oye, nadie. Estás solo. Es muy duro luchar contra el propio yo. Ahí no hay engaños posibles, eres tú contra ti mismo.

Iniciamos pronto la primera ascensión a Los Frailes. Fue un acierto participar en la edición del Pico del Buitre, porque me sirvió para conocer esta ascensión. No es muy larga, y el tramo realmente duro es de escasamente un kilómetro, así que me marco un marcha que sin ser lenta, la veo holgada, coro "progresando adecuadamente". La vez anterior, me costó mucho más.

Si, disfruto con cabeza.

Bajada técnica a ratos. Todavía no aparece el “síndrome del kilómetro perdido”, que es como llamo a esos kilómetros en tierra de nadie que no coordinas la respiración, que no sabes si te duele algo, si llevas los bambos o muy sueltos o muy apretados, que te acumulan cansancio innecesario.

Primer avituallamiento en el km 10, algo no va bien. Noto ya el cansancio, y, es muy pronto. Tengo como punto de referencia a otro veterano que dejé en la subida pero que me rebasó en la bajada. Su cara reflejaba que iba bien, la mía, debía ser un poema….¡¡y solo quedan 60 kms¡¡.


Según me dicen, el primero ya me saca 20 minutos en solo 10 kms.

Abandono el avituallamiento y comienzo el ascenso consecutivo a Los Alamos y La Escalera,  que según el plano son verticales, pero que supero, digamos, bien.

La bajada de La Escalera, de película. Nada más empezar, me encuentro con dos tramos verticales que tengo que bajar por una cuerda. No era mucha la distancia, pero mi torpeza habitual acaba con sendas heridas en ambos brazos.

Continúo la bajada. Atención, atención, Jiuston, tenemos un problema. Poco más de 20 kms y me veo fundido. Dolores por todas partes. Ahora empieza la batalla. Tal como aquellos dibujos animados de antaño veo un diabluco y un angelico en cada hombro. El diabluco, me azuza con ganas….¿qué necesidad tenemos de estar aquí así?.

Ahora no hay de quién ni de que tirar. Si, es verdad, estoy solo.

Plan B. Enciendo la música para “distraer” las dudas. No, esta vez no entró Eurovisión…lástima…pero tuve repertorio variado, Barricada, Danza Invisible, Radio Futura, y, Europe….”is de fainal caundaun, ninonino”…verídico.

La enciendo y la apago a ratos. Hago caso del consejo de Fernando de 6 días antes y paso muchas horas sin música, disfrutando de la naturaleza en silencio. Es colosal la sensación de paz y sosiego que se siente desde una cumbre, mirando los montes pelados o los plagados de pinos.

Y rula rulando, llego al segundo avituallamiento. Que me perdonen quienes me lean, pero el niño que nos recibía, con los gritos que daba, además de darme un soberano…no, soberano no, digamos, republicano…dolor de cabeza me hizo buscar el teléfono de Herodes….mala prensa.

Era el km 25. Primer mensaje a mis pomelos. Voy cansado pero bien. Para que preocupar a nadie. A fin de cuentas, corremos por que gusta, porque queremos, nadie obliga.


No me entra la comida. Buenos los avituallamientos, pero el "sangüich" se me quedaba pegado a la garganta y el plátano, ¡que hartura¡, cuanto plátano.

La bajada hasta el punto intermedio entre la maratón y la ultra la hago francamente mal. En una zona mojada, pues, ¡cómo no¡ me mojo los pies de pura torperza.

Llegamos al punto de separación entra la ultra-70 y la maratón. ¿Llegamos, digo?. Si, el diabluco, el angelico y yo.

Miro la cuesta que tengo que subir camino de Las Lomas y por un instante se me pasa por la cabeza tirar recto. Pero no, no era el día de abandonar, como cantan los navarros de Barricada…”situación límite, aguantar, reventar”, y hoy era el día de aguantar.

Tras un terreno semiarbolado, entre Las Lomas y La Muela se nos aparece un paisaje pedregoso y lunar. Solo falta una compañía de legionarios perdidos para rematar el panorama.

Justo antes de empezar la subida a La Muela, tercer avituallamiento. Me siento en una silla. Descanso. Oigo hablar a otros corredores de los gritos del niño…si ya lo decía yo….¡¡¡Herodessss¡¡¡¡.

La madre de todas las papardas. Tras abandonar este avituallamiento, alguien, algún, un, bueno, lo que fuera, había quitado las marcas del camino. Perdido en mitad de vete-tu-a-saber-donde.

Coincido con el veterano que me llevaba ventaja y otros dos corredores. Tras mirar entre todos, no vemos baliza alguna del camino. Damos vueltas, trepamos y de casualidad volvemos a encontrar el sendero. Nos alcanza un corredor con un “peaso gepese” que nos milimetra el camino hasta la cumbre de La Muela, donde estaba uno de los controles.

Como se me había acabado el agua, relleno la “camel bag”, pero, el diabluco me la juega, y por mor de las ¿prisas? cerré mal la bolsa….de bajada, me iba chorreando todo el agua. Toda la espalda calada y, si, el culo empapado. No, no voy a caer en llamarlo “donde la espalda pierde su bello nombre” o “el trasero”…llevaba el culo calado…y me empezó a rozar todo, y cuando digo todo, es todo.

Pero cosas de las carreras. Me vine arriba. La bajada, de lo mejor que he corrido creo que nunca. Desde el km 38 en el que estaba La Muela al siguiente avituallamiento, el 45, bajé en poco más de 29 minutos. Adelanté a varios corredores, los cuales ya no me dieron alcance.

El diabluco lo había intentado pero conseguí superar el abatimiento y la negación, y sobrellevé el cansancio, marqué un ritmo cómodo que mantuve hasta meta, siendo la segunda parte del recorrido un ejercicio de superación. Si para hacer los primeros 38 kms tardé 6:15 horas, los restantes 32, tardé 4:35.

Si, había más llano y bajada, pero también la subida final y las piernas cargadas.

Tras el avituallamiento de la bajada de La Muela, transité por la parte más bonita del recorrido. Una vereda pegada al rio de unos 6 kms. Estrecha, juguetona, selvática. Si me hubieran plantado allí sin decirme donde estaba, nunca hubiera dicho que estaba en la Región de Murcia.


Agua verdosa cristalina. Caminos encerrados entre paredes de piedra, arbustos, solo faltaba un cervatillo para que aparecería Blancanieves. Estos parajes son dignos de ser visitados, pero chist, no lo digáis muy alto, que lo plagan de “madrileños domingueros”, lo desgracian o a lo peor, hacen un campo de golf…os.

En esos momentos, no tenía ni idea de por dónde iba. Saliendo de un recodo, veo gente, casas, jardines…era el camping de La Puerta. Tras rodearlo, vadeé el río y no quise desaprovechar la ocasión y arrodillado metí medio cuerpo en el rio….brrr, ¡¡ que fría¡¡.

Avituallamiento del 50, el ánimo por las nubes. Además de seguir corriendo (calculo que llegué a correr unos 50/55 kms del total), disfruto del silencio, de los verigüetos, del entorno. Ahora sí, estaba solo, solo, pero, mi medio pomelo, como disfrutaba en ese momento. Cabeza.

Nuevo avituallamiento. La Celada. Una casa rural en medio del campo, a escaso kilómetro y medio del río, “regentado” por un grupo de zagalas guapetonas y simpáticas que viéndome con mi banderola del mejor equipo del mundo, me preguntaron…”¿eres de Santander?”. Si, cántabru de pura cepa y racinguista hasta la muerte.

Leo los mensajes de ánimo de casa. Bien. Está todo perfecto. Si, sirven y de mucho.

Al salir sé que tengo por delante 20 kms con la subida final.

Repaso el plano y veo una primera subida. Con 8 horas largas en las piernas, se me hace eterna.

Me da alcance una chica, poco más que una zagala, bonito bamboleo (viejo verde me estoy convirtiendo), pero no tuve forma alguna de ir a la par. Me dejó clavado en un par de minutos.

Otro rato de música. Ahora todo consiste que marcar una cadencia de zancada, pero, es que me he quedado sin agua. Llevo la garganta hinchada. La lengua pegada. Necesito beber. No paro. Si lo hago, a lo peor no puedo seguir. La ausencia de agua me marea. Concentración. Disfruta y usa la cabeza.

Eso hago. Decido contar los pasos de 20 en 20 para evadirme de mi situación. Noto calambres en la pierna derecha. No veo bien. Me duele la cabeza. Sudo a mares. La pájara no tardará en llegar.

Tras una rampa vertical, la suerte me acompaña, ¡¡avituallamiento¡¡.

Bebo como un cosaco. Relleno la bolsa y me aseguro de cerrarla bien. No tengo ni dodotis ni creminas para mas escoriaciones.

Km 59. “Has pasado lo peor”, me dicen….pa´matarlas. Nunca he entendido esa afición de la gente a querer dulcificar la realidad. Si lo que queda es peor, prefiero saberlo, porque al final, te vienes abajo a la mínima. Como veo el mapa, y tras las experiencias anteriores, no me fío.

Empiezo la subida. Según el plano, 4 kms. Y no es que fuera más dura que otras que haya hecho, no. El problema que además de dura, era larga, enrevesada…y con 60 kms en las piernas.

Confieso que en más de un momento me acordé de la santa madre del que diseño el recorrido..pido perdón…pero es que era larga hasta la desesperación…desesperante de tan larga.

Tras casi 45 minutos de subida, no me lo creía cuando veo la bajada, sabiendo que era ya la última a meta.

Frente alta. Mente fuerte. Cuidado de no caer.

Ya los dolores eran generalizados. Muchos tropezones. Me costaba levantar los pies. Tobillos de mantequilla. No encontré enchufe alguno para conectarme y recargarme la batería, así que, me comí…¡¡orejones¡¡.

Km 65 último avituallamiento. Agua y coca-cola calentorra…ahí os lucisteis.

Los últimos kms se me hacen eternos.

Llegando ya a Moratalla me alcanza un corredor que por la camiseta era cartagenero, Pablo según ví en la clasificación, con el cual discurro el último km hablando de lo divino y lo humano.

Oimos la meta. Si, está aquí, es cierto, lo he conseguido. Palmotazo a Juanjo que está en la entrada y esprín a meta.

Final.

10:54:20

91 de los 149 que terminaron de los 281 que salieron. 14 en mi categoría de veteranos. Increíble lo del primero, poco más de seis horas. Cuando yo llegué, ya estaba en su casa viendo la tele.

Estadísticas.

Ha sido una experiencia maravillosa. No fue la carrera en grupo que esperaba, pero, me aportó aplomo y paciencia, saber sufrir y saber disfrutar en su momento.

Mi reconocimiento a todos los que se atrevieron a correrla, mi felicitación a los que pudieron acabar, mi agradecimiento a los que compartieron minutos o kilómetros, y muy especialmente para Ramón, Fernando y Chary. Esta aventura era con ellos, pero la acabé, sin ellos.


Ahora, a pensar en nuevos retos….porque siempre habrá otra oportunidad para “situación límite, aguantar, reventar”.

Y no quiero terminar sin dar otro dato. Como siempre digo, las casualidades existen o no. El día de la carrera eran los famosos Idus de Marzo….”guárdate de los idus de marzo, César”….2058 años después del asesinato de Julio César……..ROMA VICTRIX¡¡¡¡¡

Gracias a Inmaculada, Marta y Julia, mi vida sin vosotras no tendría sentido. Gracias por soportarme y apoyarme en mis locuras. 

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