lunes, 3 de octubre de 2022

Egipto, septiembre 2022 🇪🇬


Mis jóvenes y bellas como las estrellas, 

¡¡ Bienvenidos a Egipto ¡¡








1 Wahid  واحد 1

PROLOGO






Quiero creer que dentro de muchos años releeré los relatos de nuestros viaje. Espero que dentro de muchas-muchas décadas nuestras hijas podrán recordar a mamá y papá cuando ya no estemos. Les podrán contar los viajes de los abuelos a nuestros nietos. Dicen que en la vida hay dos muertes. La física y la última vez que alguien dice tu nombre. Alarguemos nuestro tiempo.

Este ha sido un viaje muy especial, regalo por nuestras bodas de plata para mi medio pomelo. Nunca antes preparé con tanto ahínco un viaje. Leí blogs de otros viajeros, visité webs y leí varios libros en dos meses. Antes de partir ya había escrito más de 9.000 palabras. Por y para Ella.


 

2 Ithnan  إثنان

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS



Fui un niño diferente. Leía mucho. Historia antigua. Egipto, Roma, Grecia. Vikingos, carolingios, bizantinos, britanos y celtas. Todo lo que caía en mis manos en aquellos años 70 sin Amazon. Con cada libro hacía un viaje al pasado imaginándome ser escriba en Tebas, centurión en las guerras galas, orador en el ágora ateniense, nórdico remando en un drakar, highlander en los montes escoceses o soldado en las mesnadas de algún rey Alfonso. Vivía tantas vidas como podía leer. Soñé, quizás sigo soñando, con hablar con el Cid, Julio César, Pericles, Carlomagno o Erik el Rojo. Deseé descubrir una espada antigua oculta bajo la tierra; una bota claveteada, siglos sin hollar el suelo; reflejar mi cara en un espejo que usaba alguien hace cientos o miles de años. Hablar con gente que comía, reía o lloraba hace siglos. Escuchar su vida. Darles vida de nuevo.



Cuando la inocencia llegó a su fin seguía siendo raro. Claro que quise ser Cruyff, Maradona o Arconada pero sabía que era un tuercebotas. Mientras los demás navegaban entre cerveza y celtas, yo volaba por el mundo a través de la Historia. Pala, pincel o cepillo eran mis armas imaginarias para descubrir templos perdidos, estatuas escondidas, historias olvidadas, inscripciones misteriosas. En tiempos de futbolistas, abogados, contables, actrices, yo quería ser arqueólogo. No pudo ser. Pero siempre he mantenido viva la llama de escarbar en la Historia, de volver al pasado. A falta de otra opción, viajo en pos de aquellas historias que me expliquen el sentido de la vida. Creo que no la tiene. Nacemos, vivimos, morimos, desaparecemos.

 



3 Thalatha  ثلاثة

DESTINO EGIPTO






En mayo, Paco, mi segundo padre, me dijo que me apuntara al viaje organizado a Egipto. Ya con anterioridad viajaron a Noruega y Dubai con la asociación de empleados Acremar de GCC. Me comentó que el resultado fue fantástico. Me insistió, que no me lo pensara. Y no lo hice mucho. Camino de Ronda para correr los 101 de la Legión contacté con Loren, organizadora de estos viajes y nos apunté a ambos.




Se formó un grupo de 24 personas de las cuales solo puedo decir cosas buenas. Algunos empleados de la entidad, otros amigos o conocidos de los compañeros de viaje. Cada uno de una manera. Pero el buen ambiente generado ha contribuido de forma capital al total éxito del viaje. El destino es espectacular pero la compañía ha hecho que un sueño se convierta en un recuerdo indeleble, no solo por lo visto, sino también por lo vivido, reído y disfrutado. Gracias a tod@s, nos veremos más o menos, pero ya ocupáis un hueco en nuestros corazones.




Gracias a Loren, la jefa, la organizadora, siempre pendiente de cada detalle. Mi total reconocimiento. Eres la principal responsable del éxito. A la par, su marido, Howard Alfredo Carter, siempre pendiente de Loren, dándole apoyo y cobertura. Pues yo me he reído mucho contigo.




 



4 Arba´a  أربع  

17/09/22 EN RUTA



4:45 de la mañana. Suena el despertador. Me dolía todo y solo era el comienzo de los madrugones por venir. Cerramos las maletas, las echamos al coche y camino del punto de encuentro en la Biblioteca Regional de Murcia. Nuestra hija Marta nos hizo de chófer. Cuando llegamos ya estaban allí tres compañeros de viaje. José Félix, al que conozco varios lustros de la entidad, un buenazo, siempre con la sonrisa preparada, con ganas de colaborar para que todo funcione, fiel escudero de Loren. David, amigo de José Félix, lo vimos pasar del blanco al rojo, abrasado por el sol egipcio. E Irene, tímida, dulce y sonriente. Arrastrando también su maleta personal, con ganas de disfrutar la vida. Y así ha de ser, la vida es muy corta para sufrir. Si una puerta se cierra, se abran otras. Después conocimos a Lidia, compañera inseparable de Irene. Sonriente. Con mucha conciencia social. Los cuatro formaron el grupo de los solteros.





Sobre las 6:15 nos recogió el autobús. Nos sentamos detrás de Paco y su Lola, a la que no soltaba ni a sol ni sombra. Conmovedora su dedicación. A Paco le conozco 20 años pero nunca tuvimos trato. Cometí el error de prejuzgarlo durante años por lo que decían otros. Coincidimos 10 meses en una oficina en 2021. Mis disculpas, Paco. Eres una persona especial. Haces que la vida sea una sonrisa perpetua en tu compañía. Que cada día valga la pena de ser disfrutado. A su lado, Lola, mujer de armas tomar. Una fuerza incontrolable. Puro fuego, de esas personas que agarra la vida, que no deja que nada la domine, que nadie tome decisiones por ella. Desde el primer momento la conexión entre Lola e Inmaculada fue total. 




A nuestra derecha, Conchi, Isaac y su hijo Rubén. Otros a los que conocemos hace tiempo. 28 años en el caso de Isaac. Trabajamos juntos en 1994. Estuvimos en su boda pero durante años no supimos nada de ellos. 

Conchi, un encanto de persona, siempre pendiente de los demás, de hacer fácil cada momento. Isaac, el rey de la ironía, jubileta odioso, con la frase justa en el momento exacto. Su Rubén, creo que en más de un momento prefería verse a miles de kms que estar al lado de tanto cincuentón. Con ellos viajaba Maca, amiga de Conchi. Diferente, personal, risueña, independiente.





Más adelante, Patricia y Mario, junto con Paqui y José Antonio, padres de ella. Mario, el reportero gráfico, tiró las mejores fotos. Patricia, con los ojos más bonitos del grupo. Paqui, que ha firmado un pacto con Satanás. José Antonio, el locomotoro, de fácil risa, socio capitalista de Sabathasa para la producción de mango egipcio en España con Conchi como artista. La mirinda, su pasión.




A su lado, Consuelo, prima de Paqui, estilazo en cada momento y su marido Juan, con cara de bonachón.




El autobús nos llevaba al aeropuerto. Así nos despreocupamos de casi todo desde el principio. Primera parada en el Hotel Restaurante Marino para desayunar algo y pasar a ver al Sr Roca. Al llegar a Madrid nos dejaron en la puerta de la terminal y tan relajado iba con la organización que ni sé desde que terminal despegamos. Tuvimos que hacer una larga cola, lenta, éramos casi 200 españoles camino del Nilo. Y es que Egipto estaba repleto de españoles. En cada templo, bazar, mercadillo, museo o lugar turístico, el castellano era la lengua oficial.




El vuelo, AMG Airlines, línea egipcia. Tres vuelos cogimos y los tres en el mismo avión. Que no sé si es que esta compañía solo tiene este avión. Despegamos a las 14:40 y el vuelo duró algo menos de 5 horas. Algo incómodo. El menú, para olvidar. La simpatía de la tripulación, a raudales. Empecé mi libro del viaje. “Venga a nosotros tu reino”, de mi admirado Javier Reverte, el reverte bueno, sin aspavientos ni trompeteo, sin suficiencia ni soberbia. Libro ambientado en la España de postguerra, años 50. Obispos, curas obreros, comisarios pérfidos, mujeres liberales para la época.




Aterrizamos ya de noche en Luxor. En Egipto tienen la misma hora que en España. Amanece poco después de las 4 de la mañana y anochece a partir de las 6 de la tarde. El aeropuerto de Luxor era muy pequeño. Allí empezaron los innumerables controles que nos hicieron pasar. En cada área turística, hotel, aeropuerto, barco, etc. Nos escaneaban cada vez. Al entrar, al salir. Era un aeropuerto pequeño. Se nos perdió Maca. Estuvimos esperándola hasta que ella sola apareció.




En destino se completó el grupo. Los hermanos Miguel y Manolo con María Dolores y Marisol. Los jubilados del grupo. Siempre con la sonrisa calada, aguantando el ritmo, incluso con ganas de fiesta.

E Inmaculada. Nunca podré dar gracias suficientes por estar en su vida. Siempre seré ese hombre al lado de mi gran mujer 



En Luxor nos estaba esperando nuestro guía toda la semana, Tarek, colaborador necesario en el éxito rotundo del viaje. Cariñoso y teatral. Preocupado y ocupado en que toda saliera perfecto. Desbordaba empatía, apasionamiento por su trabajo. Gracias también a ti, Tarek, no habría sido lo mismo sin tu presencia.




Y tú peculiar forma de contarnos cada vez quedará como bancada sonora.



Recogimos las maletas y empezamos a vivir el perpetuo intento de sacarte dinero de algunos egipcios. Dame un euro, te llevo la maleta y dame un euro, te subo la maleta y dame un euro. Fue la tónica de la semana. Pedir, pedir y pedir. Es agotador. En cualquier sitio, esquina, recodo, están a la que salta para sacarte el dinero. Inasibles al desaliento. Nos deben ver como ubres que ordeñar. 


Camino de la motonave, intuimos a través de las sombras de la noche, Tebas, la gran capital del Alto Egipto. Abordamos nuestro barco, M/S Concerto, de categoría Opción D. Sus glorias ya pasaron hace décadas pero fue un hogar confortable. La tripulación, siempre sonriente. Cada mañana nos dejaban un remedo de escultura hecha con toallas.




Quizás no supe apreciarlo en ese momento pero tras la visita a El Cairo, el sur me pareció el País de las Maravillas. El servicio de comida aunque algo repetitivo (arroz, chicken, fish y pasta, junto con dulces variados), era bueno. El salón estaba, por mitades, por debajo de la línea de flotación. Desde las ventanillas se divisaba la superficie del Nilo. El Nilo. El mítico Nilo. Sucio pero brillante, tranquilo, cariñoso, generoso, hogar de barcos añejos, lugar de trabajo para tantos egipcios, ancestro de cocodrilos e hipopótamos desaparecidos.






La motonave tenía una breve piscina que no usamos. La habitación, con camas muy cómodas, con el aire acondicionado muy fuerte. Los contrastes entre el frío del barco y el hotel, y el tremendo calor exterior, me han devuelto a España con tos y fiebre. Enfermo, tuve que renunciar la siguiente semana a correr la Volcano que llevaba cuatro meses preparando. Gran decepción.




 

5 Khamsa  خمسة 

18/09/22 VALLE DE LOS REYES





4:30, en pie. Primer desayuno. Mucha precaución con los alimentos. Aquellos que parecían muy especiados los desechamos. Nunca bebimos agua que no estuviera embotellada, abierta en persona. Incluso para lavarnos los dientes usábamos agua embotellada. No comimos verduras que pudieran estar lavadas con su agua. La alternativa podía condenarte a visitas continuas al Sr Roca.





Nos subimos al autobús desde el embarque de la motonave. Atravesamos Luxor a la luz del día. Un día esplendoroso. En la orilla oeste, las montañas del Valle de los Reyes (y de las Reinas), punteados con globos aerostáticos. Foto. El Nilo salpicado de coloridas barcas. Foto. Enmarcado por un cielo limpio de nubes. Foto. Y así hasta 2.000 fotos.





Luxor es una ciudad de las pequeñas de Egipto, con solo 400.000 habitantes. Viven del turismo y de la caña de azúcar. No sé si los egipcios son conscientes de su patrimonio. Sorprende lo totalmente descuidado que lo tienen todo. Suciedad, escombros, dejadez y desidia. Casas semiderruidas pero habitadas. Edificios sin pintar, sin acabar, con columnas en las azoteas para continuar la construcción de una nueva planta como vivienda para sus hijos. Es un perpetuo paisaje inacabado. Al lado de grandes templos incluso dentro, basura, aceras desconchadas, vegetación invadiendo el terreno. A lo que se suman los bazares en cada esquina para venderte todo tipo de recuerdos que luego pasarán años en un cajón. El horizonte del paisaje está moteado de minaretes desde donde llaman al rezo cinco veces al día según los preceptos musulmanes. Comienzan al amanecer. En la mezquita o a la intemperie. Sobre alfombras o cartones. Se arrodillan y rezan. De noche, destacan por las luces de colorines. 

En unos 40 minutos llegamos al Valle de los Reyes. Bonita carretera entre montañas de piedra.








Cuando llegamos al área arqueológica a las 7:30 el calor ya era sofocante. Es imprescindible el uso de gorro o sombrero, crema protectora y antimosquitos. Hidratarse, beber mucho líquido. Hace tanto calor que trabajan desde las cuatro de la madrugada hasta las nueve.




Antes de la entrada, La Boca del Lobo, así la llamaba nuestro guía Tarek. Mercadillo de cruce obligatorio. Si dudas, te paras, te giras o muestras el mínimo interés, estas perdido, van como las moscas a la miel. Si se tiene claro no querer comprar nada, la indiferencia es el arma. Mirada al frente y paso rápido. Tras picar los billetes de acceso, nos subieron en unos pequeños vehículos de 8/10 plazas. Entramos en tres tumbas.





La primera, la tumba de Rameses IX, XX dinastía, 1127-09 a.n.e. Era pequeña.

La segunda, de Merenptah, XIX dinastía, 1224-1204 a.n.e., más grande. Si, se oía el golpeteo de las herramientas excavando. Puliendo. Esculpiendo alto o bajorrelieves. Coloreando las escenas. El olor del aceite. La cháchara de los obreros. La definitiva oscuridad cuando sellaban las tumbas. La luz que volvía a iluminar la tumba tras años intacta, saqueadas por ladrones ¿lo oísteis?.





La tercera, de Rameses III, XX dinastía, 1184-53 a.n.e., la mejor de las tres, con sus vívidos colores, repasando la vida del faraón. Tuvimos opción de entrar en la tumba del peliculero Tutankamón pero no lo hicimos. Nos dijeron Irene, Lidia, David y José Félix, que sí entraron que era pequeña pero bonita. No digo nada, la maldición, mala cara se os está poniendo.




 



6 Sitta  ستة  

18/09/22 TEMPLO DE HATSHEPSUT



De vuelta, dejamos a ambos lados los pocos restos que permanecen en pie. A la izquierda, el Ramesseum, el templo que Rameses II construyó aquí. A la derecha, las tumbas de los nobles. No llegamos a verlas pero en esta área arqueológica también se puede visitar el Valle de las Reinas y Deir el Bahari, el poblado donde vivían los obreros que construyeron las tumbas. 




Rodeando la montaña en pocos minutos llegamos al templo de Hatshepsut. La rutina que ya nos acompañaría todo el viaje. Los billetes de acceso que en muchas ocasiones ni nos pidieron. El escaneo de las mochilas. Atravesar la boca del lobo entre un enjambre de egipcios prestos a colocarte sus mercancías.




Espectacular. Sé que repetiré este adjetivo hasta la saciedad pero no encuentro otra palabra que lo  defina mejor. En muy buen estado, sorprendente el acceso cercano a cada rincón. Y no solo a este templo, a cada zona arqueológica. Esto me ha permitido tocar piedras que te susurran, que te cuentan historias, que te cantan gestas, que te teletransportan a un pasado lejano pero esplendoroso. También se estropean.









En una de las terrazas, Tarek contó la historia familiar de la dinastía de Hatshepsut. La que lió. Fue sacando uno a uno a los personajes tomando a personas de nuestro grupo como fugaces actores.




La saga empezó con Tutmosis I, el abuelo de la saga, le tocó el papel a Isaac. Desapareció pronto de escena, murió pero dejó dos hijos, Hatshepsut y el Tutmosis II, Loren y Paco respectivamente, a los cuales casó siguiendo la tradición. Tuvieron una hija, Patricia Nefer-ura.





Paco Tutmosis II era enfermizo. Fue padre, con una esposa secundaria, del futuro Nacho Tutmosis III. Su hermana Loren Hatshepsut (Machús en el onírico mundo de Paco) le echó el ojo al arquitecto real Senenmut. La muy fresca le birló el trono durante 20 años al auténtico heredero, su hijastro Nacho Tutmosis III, un servidor. Me buscaron novia. No quería pero cuando la vi Patricia Nefer-ura, la prima joven y bella, me quedé prendado. Pobrecita, le tocó el viejales.

Fui buen faraón, guerrero, buen gestor pero no olvidé la usurpación de mi trono. Cuando pude borré el recuerdo de Machús Hatshepsut de su templo y de donde pude. 

La narración de Tarek con la representación de tan dispar elenco provocó la hilaridad del grupo. Me quedó el papel del malvado de la película para los restos porque lejos de mejorar, empeoró más adelante. Ya nos quedamos con la familia Osmosis.







Desde la terraza del templo podía divisarse el corte entre el vergel paralelo al Nilo y el desierto que lo flanquea. Nos sentamos a beber las primeras chispa-de-la-vida, para subir la tensión por el calor. En cada sitio nos cobraron lo que quisieron. Y te cobraban por el uso de los aseos. Y te hacían una foto, te pretendía cobrar. No dan nada gratis.



 

7 Sab´a  سبعة  

18/09/22 COLOSOS DE MEMNON





De vuelta por esas carreteras desconchadas llenas de baches que abundan en Egipto, parada para ver los colosos.




Al lado de los restos, chiringuitos, gente de ida y vuelta, coches mal aparcados, ningún vallado. ¿Despreocupación o desinterés? El tráfico es caótico. Ninguna norma, la única, sálvese quien pueda. No respetan cruces, señales, los semáforos son casi inexistentes, muchos coches de noche no llevan luces y si lo hacen, es de colores llamativos, horteras a más no poder. En las que llamaremos carreteras confluyen coches, autobuses, motos con tres o cuatro ocupantes, motocarros conducidos por niños, vehículos que van en dirección contraria, adelantamientos sin mirar si viene alguien. Están acostumbrados al caos.





Todo Egipto parece en estado de sitio. Puestos de policía cada pocos kms. Patrullas con las ametralladoras en posición. Seguridad e inseguridad a la vez. La una, al comprobar que vigilan. La otra, por no saber el motivo de tanta vigilancia. Casi a diario nos acompañaba un miembro de la seguridad, armado, que poco podría hacer en caso de ataque. En ningún caso tuvimos sensación de inseguridad o miedo. Es más, te agobian en el bazar, hasta ellos mismo lo repiten, “solo mirar, no agobiar” pero rara vez rebasan el espacio personal.

Los colosos, al borde de la carretera, a la mano de cualquiera. Sin más, como quien planta dos palmeras.

 


8 Thamaniya  ثمانية 

18/09/22 KARNAK





Retorno al centro de Luxor, la antigua Tebas, donde visitamos los templos de Karnak y Luxor.




Espectacular2. Apabulla desde el primer momento. Desde el pilono inicial, precedido por esfinges en los laterales. De asombro en asombro. En muy buen estado de conservación. Decenas de tremendas columnas muchas de ellas decoradas de figuras coloreadas, con capiteles en forma de loto o papiro. Los obeliscos. Los santuarios. En un lateral los restos de una estatua del escarabajo que representa la vida y poder, alrededor de la cual dimos tres vueltas. A decir de Tarek, al hacerlo se podía pedir un deseo no material. Loren dio vueltas y vueltas.






Tarek nos descubrió muchos secretos entre estas piedras, uno de ellos, un dios tieso 3500 años. Los sacerdotes, muy pillines, invitaban a las feligresas y con la excusa de que representaban al dios Emp Alm Aho, se las beneficiaban.

 






9 Tis´a  تسعة 

18/09/22 LUXOR





Tras el deslumbrante Karnak, en escasos 10 minutos estábamos en las ruinas de los templos de Luxor. Dos de la tarde, el sol golpeaba. Nos escondíamos tras cualquier sombra.







Esta área arqueológica es bastante más pequeña que Karnak. Desde el norte corre el camino vigilado por esfinges que comunicaba entonces Karnak y Luxor. Cierra los ojos. ¿Puedes oír el ruido de caballos tirando de carros, pies pateando la tierra, sopla el viento levantando la tierra? Si solo oyes el claxon de los coches, sigues en el presente.



Dentro de la propia Luxor fue construida una mezquita en el siglo IX que parece suspendida en el aire. Varias estatuas del ubicuo Rameses II nos vigilan.







 10 ´Ashra  عشرة

18/09/22 NAVEGACIÓN POR EL NILO




Fundidos, de vuelta al barco. Paso rápido por el aseo. Comida rápida. Y a dormir la siesta. Primera mañana y ya estábamos reventados. De repente oímos voces. “¡Hola¡ ¡amigo¡ ¡ más barato¡”. Barcas con egipcios cargados de chilabas, alfombras, turbantes abordaban los costados del barco. Lo que fuera. Te vendían cualquier cosa. Se acercaban, con cuerdas se enganchaban, e intentaban colocar su mercancía. Nos acompañaron durante horas. Conchi y Maca casi los adoptaron, solo les faltó comprarles la barca.





Primer anochecida. El Nilo. Contornos de casas decrépitas. Luces de colores. Olor a desierto y especias. Fiestas cercanas con música estridente. Un tren que corría paralelo al río. Barcos restaurante remolcados por pequeñas lanchas. Cacofonía de minaretes coloreados por luces rojas, azules y verdes. Perfil de pequeños templos escondidos. La locura del tráfico paralelo al cauce del río.




Alcanzamos la primera exclusa, en Esná. Subimos a la terraza y nos colocamos en proa para observar cómo se iba rellenando de agua para poder subir de nivel. Y ahí seguían las barcas, lanzando bolsas con sus mercancías. Si no se ofrecía el precio que querían, gritaban: “catalanes”. Nos sentamos a descansar. Buenas risas con la final del Eurobasket de fondo.



 

11 Ahada´ashar  احد عشر

19/09/22 EDFÚ




No hizo falta el despertador. A las 4:15 nos despertaron los cantos desde el minarete. La ruta empezó a las 7:00.



Para llegar al templo nos subieron en calesas. Sucias. Destrozadas. Mugrosas. Los caballos reventados. Los caleseros también sucios, destrozados y con mugre. Pidiendo un euro a cada momento. No cedimos fácilmente a la sangría que intentaban. Es necesario llevarse monedas para poder dárselas, que lo del cambio no lo quieren entender. Como les des un billete, lo viste.





Camino de ida, más tranquilo que la vuelta, pero entre calles que no recorrería a pie ni pagado. Sin asfaltar. Comercios ochenteros. Policías torvos. Niños renegridos por la falta de limpieza. Tráfico mortal. No. Ni pagado andaría por esas calles.





En el patio del templo, segunda gran representación. La fiesta del casamiento de Horus y Hathor, Rubén y Patricia respectivamente.






Tarek nos volvió a envolver en su locura con la historia de Horus y Hathor. En aquellos tiempos representaban la historia en el patio, como obra teatral. El malo de la película, el dios cocodrilo, Sobek. Pluriempleado, me volvió a tocar. Encasillado en el papel de malo. De ser Tutmosis III, destruyendo todo lo que podía, a ser el cocodrilo. Con Sobek me quedé y me metí tanto en el papel que pasé el resto del viaje dando bocados con unas mandíbulas simuladas por los brazos. “¿Cómo echán uchedessss?”




El templo, más pequeño que Karnak o Luxor, estaba a reventar. Subimos la escalera, para bajarlas de inmediato, no se podía salir a la terraza. En una de las salas volaban y dormían plácidamente varias decenas de murciélagos. Pasillos oscuros. Pequeñas salas. Incluso el lugar donde se puso la primera piedra. El santuario con su estatua. Se conserva gran parte del techo.







Nuestro calesero de vuelta era más rápido que un Ferrari como decía él, con su yegua Mónica. Discutió con todo el mundo. Discuten mucho los egipcios, parecen siempre cabreados entre ellos, puede ser por la supervivencia, por luchar por cada dólar o euro, o que son discutidores profesionales. El camino de vuelta fue terrorífico. Íbamos disparados. Se nos quitaron las ganas de reír. 30 puntos le tenían que haber quitado, incumplió todas la normas de tráfico aunque son difíciles de cumplir donde no hay ni señales, ni aceras, ni asfalto, ni línea pintadas. Solo un camino de tierra.








Navegamos. Me asomé por la ventana. Vi pequeños restos de templos, ganado, manglares pero no cocodrilos ni hipopótamos. No quedan en esta parte del Nilo. Durante muchos minutos me quedé absorto en el paisaje de fluía a través de la ventana de nuestra habitación.





 


12 Ithna´ashar  اثنا عشر 

19/09/22 KOM OMBO



A media tarde, nueva parada. Kom Ombo, La Montaña del Oro.




En el patio abierto se celebraba cada 15/03 la fiesta dedicada a Haroeris, el Horus viejo. 15/03, los Idus de Marzo, día del asesinato de Julio Cesar. Poco creo en las casualidades. Cada 15/04 hacían una segunda fiesta, sin música, celebrando la purificación del faraón, su paso de hombre a dios. En 1898 unos franceses llegaron de visita. Les gustó tanto el templo que decidieron apropiarse de un bloque. Ahora luce el hueco vacío.






Kom Ombo es mi templo, el templo de Sobek, el cocodrilo. En el aspecto maligno se le representa como un demonio del Más Allá. Se le asoció con Seth, identificado con el desierto y el trueno y se le asocia con la esterilidad, la violencia y el hambre. Seth creaba peligro y desorden. En alguna versión del mito de Osiris se dice que Seth se escondió en el cuerpo de un cocodrilo para escapar sin castigo por su crimen.




Nos enseñaron un nilómetro, profundo. A la salida, el museo dedicado a Sobek, con momias de cocodrilos.



Antes de volver a bordo paseamos por el mercadillo en el paseo. Te asaltan con sus mercancías. “Solo mirar, no agobiar” pero agobian. Compramos unas chilabas para la fiesta organizada en el barco. Al final del paseo, unos niños intentaban vender sus pulseras a hurtadillas. No debían tener permiso. Un policía malencarado los vigilaba. “Peligro, policía”. Infancias robadas, niños que son utilizados desde pequeños para vender y vender. Quizás detrás hay mafias que comercian con los puestos, con porcentajes, con cadenas de favores.





Cena temática oriental. La fiesta oriental, la montamos nosotros. El barco puso la sala y la música. Nosotros los que dimos color a la fiesta. Caí en la cama redondo sin pensar que a las 3:30 sonaría el despertador.







 

13 Thalatha´ashar  ثلاثة عشر  

20/09/22 ABU SIMBEL





3:15 en pie. Esto no es humano. Arrastrándome a la ducha para despegar las legañas. Un té gustoso y un trozo de bizcocho en el salón, de pie, y al autobús. Amaneciendo atravesamos Aswan. Manteniendo el estilo decadente y decrépito egipcio, sí que parecía de mejores hechuras. La Universidad. La catedral copta. Varios edificios oficiales. El estadio de fútbol, equipo de la segunda división que parece que se enredó en temas de corrupción fichando a jugadores de mierda como los definió Tarek.






Atravesamos la presa somnolientos. A las afueras de la ciudad, un punto de control en el que perdimos más de media hora. Poco más que un galpón, torre con un guardia con la ametralladora en ristre y cinco policías cansados de vivir con la permanente mirada torcida de las fuerzas de seguridad en este país. En la espera, varios conductores se bajaron de sus autobuses para la primera llamada a la oración.






Cuatro horas de carretera hasta Abu Simbel. Larga y  recta en mitad del desierto. Arena y piedras hasta el horizonte. Algunas casas aisladas, algún que otro puesto de policía. Ya llegando a destino, algunos ingenios de riego. Además de arena, el terreno parece tener tierra negra que lo mismo es fértil si se riega. La ciudad en los alrededores de Abu Simbel creció a partir de los años 60. Edificios de tres alturas. Comercios. Algún supermercado. Aeropuerto para tránsito de turistas. Larga carretera, repleta de camiones de mercancías, pendientes de permisos para continuar camino del Sudán, país en guerra.







Aparcado el autobús, se divisaba desde el promontorio el lago Nasser.




El interior de ambos templos era sofocante. Hacer fotos sin invitados inesperados fue tarea imposible. Todo parece enorme en su interior o nosotros somos pequeños. Recorrimos en interior entre la maraña turistas. Unos bancos y árboles en el exterior fueron el refugio de los sudorosos turistas.




 

14 Arba´a ashar  اربعة عشر 

20/09/22 PRESA DE ASWAN




Otra paliza de vuelta de casi 4 horas. Que es muy bonito, no cabe duda, y había que ir, pero ocho horas de carretera para poco más de una hora de estancia es para hacérselo mirar. La alternativa es ir en avión pero te clavan 200 € por persona. Un abuso en toda regla.




Siguiente parada, la presa. Prescindible. Trabajo de ingeniería. Encima anticuada. Es más destacable el gran esfuerzo por salvar joyas de la arquitectura que la propia presa y el lago. La presa les ha traído el control de la crecida. La generación de electricidad de tal forma que hasta pueden exportarla pero, por el contrario, el limo negro que antes fertilizaba las orillas del Nilo con cada crecida ahora ha de ser sustituido con fertilizantes con su consiguiente factura y unos cultivos no naturales. Y salvaron los templos más emblemáticos, muchos otros se ahogan bajo las aguas del lago.




La ciudad de Aswan en origen fue fundada como Swan, el Mercado. Era la puerta de Egipto desde el Sudán. Con la llegada de los árabes, al nombre se le añadió la A inicial. Nos dieron en ese día varios paseos donde vimos la ciudad. Edificios nuevos junto a chabolas. Niños en la calle. Bares repletos de hombres. Pocas mujeres y la mayoría totalmente tapadas. En el centro del Nilo a su paso por Aswan está la isla Elefantina, donde se construyeron varios templos durante el Imperio Medio pero donde ya había construcciones hace 5.000 años.




 

15 Khamsa´ashar  خمسة عشر

20/09/22 Philae



Excursión para la tarde. Espectáculo de luces en la isla de Philae.

 


Antes nos pararon en Gheve, gran salón para la venta de esencias y perfumes. Esencias que luego has de combinar por tu cuenta para crear el perfume. No soporto este tipo de coacciones mercantilistas. El viaje ya es suficientemente caro para que intenten sacarnos más y más. A la llegada al país nos pidieron 45 euros por cabeza para propinas que habría que ver cómo se las reparten. Al final de la presentación, un enjambre se nos colocó justo enfrente, sin respetar el espacio vital. Que corra el aire, le dije al que tenía enfrente. Su actitud, sin ser agresiva, al borde de la coacción. Sin dar explicaciones, cogí la mano de mi medio pomelo, y ganamos la puerta para dejar atrás el expolio.

De ahí, otra vez al autobús, camino de Philae.



Estos templos fueron salvados de la inundación por el lago Nasser. Más de 30 minutos nos tuvieron en la entrada, a la espera de poder entrar. ¿Qué hicimos? Pues dar vueltas en el impepinable bazar. Ya de noche, todos en unos tambaleantes barquichuelos camino de la isla. En el recorrido Tarek nos contó sus viajes por España, sus estudios, su vida. Esos momentos bucólicos son los recuerdos que perduran. La mano de Inmaculada. Las risas en grupo. La felicidad en las caras.



El espectáculo era algo pesado. Unas voces por los altavoces narraban la historia, tonos diferentes de voz para distintos personajes de diosas y dioses. Algo de música y juego de luces sobre los templos. Hasta el propio Tarek, tan chovinista, nos reconoció que han de mejorarlo mucho.






Todo se arregló casi al final. Una secuencia, varios personajes del pasado nos llamaban diciendo: “Yo estuve aquí”. Miles de años. Miles, millones de personas, y quedan sus recuerdos. Ellos estuvieron allí. Rameses II. Darío. Cleopatra. Trajano. Nosotros también. Disfrutemos el momento. Viajar abre la mente, revive el pasado, te enseña que nuestras vidas no pueden circunscribirse a lo que consideremos nuestra tierra. La batalla de nacionalidades, de banderas, es un error. Nacimos en tal o cual sitio por mera casualidad. Somos españoles, como podíamos haber nacido en mitad de la nada en Africa, o en un arrabal de Pekín, en las selvas de Borneo, o no haber nacido. Nadie es mejor por su lugar de nacimiento. Ni la bandera es nada más que un trapo. Suscribo completamente a Unamuno, “el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando”, porque es fascismo creerse mejor o superior por una partida de nacimiento.









Tornamos al hotel. Las calles nocturnas de Aswan, junto al Nilo, repletas de familias paseando, sentados en los parques, comiendo en el centro comercial o simplemente mirando la vida pasar. La vida, la familia, los amigos, da igual donde.

Tras la cena, liquidamos la cuenta del barco que abandonaríamos al día siguiente. Como a todos, nos la cuadraron al alza. Hablamos de céntimos, quizás algún euro, pero nos fueron sisando euro a euro en cada bazar, paseo o factura a pagar.





16 Sitta´ashar  ستة عشر

21/09/22 Pueblo Nubio




Primera hora, todos juntos en una faluca para rodear la isla Elefantina. En el barco, un par de animadores, música, baile, fotos y como colofón, mercadillo móvil. Durante la navegación se nos acercaban niños sentados en tablas de surf cantando en castellano Guantanamera y La Macarena para la inevitable propina de 1 euro. A los ingleses les cantarán American Pie. A los italianos, Ciao Bambino. Tendrán repertorio para cada nacionalidad. El negocio es el negocio.




Trasbordo a otra barca que nos llevó Nilo arriba hacia la orilla este para desembarcarnos en la playa donde nos estaban esperando unos dromedarios que nos conducirían al pueblo nubio. Los nubios eran la población de raza negra que vivía más al sur, en el actual Sudán. El poblado no deja de ser otro centro comercial a cielo abierto. Pero que colorido, que explosión de sensaciones. El paseo en dromedario, a prueba de culos y espaldas. Mi medio pomelo, que iba en el dromedario de delante, se empeñó en correr. Subir y bajar tiene miga, parece que te vas de bruces. Concierto de chillidos. Loren en la lejanía con cada vaivén. Isaac que con su perfil parecía uno de los caravaneros.






El poblado era una sucesión de tiendas, entre ellas el Carrefour nubio (ahahah), bazares y gentes a la caza de los euros del turista. Las casas construidas, arco iris, azules turquesas, verdes racinguistas. Todas bien encaladas. Les debe ir bien el negocio, se veían nuevas casas en construcción. Nos pararon en una de ellas donde nos hicimos fotos con una cría de cocodrilo y vimos al abuelo de ese cocodrilo totalmente grogui. Nos hicieron, por un euro, tatuajes con gena negra. El mío, poco después de acabarlo, lo destrocé al apoyarme en una barandilla sin acordarme que lo tenía fresco. Tomamos un té local, con respeto por el agua, pero de muy buen sabor. Nos llevaron a una escuela para aprender los números en árabe y nubio. Los repetimos varias veces, pero todo sonaba a sasa, carasa, sarasa, sabatasa. Tarek nos daba la lección en cada recuento pero no conseguimos aprenderlos.






Que dinero tan bien gastado. Fue una mañana especial. Recomendable. Retornando al barco, nos pararon al pie del hotel donde decían que escribió parte de sus novelas Agatha Christie en los años 20 del siglo pasado.







 

17 Sab´a´ashar  سبعة عشر 

21/09/22 Rumbo a El Cairo




Comimos en el barco, recogimos las maletas y camino del aeropuerto. Aeropuerto pequeño, para vuelos interiores, nos hicieron pasar por cinco controles. A Isaac y Juan les quitaron sus tijeras de uñas con las que iban a dar un golpe de estado. Seguridad extrema pero no profunda. Muchos controles pero no parecían totalmente pendientes. 




Corto vuelo de 55 minutos. Antes del despegue, última mirada por la ventana, no fuera a ser que el niño de Guantanamera estuviera ahí enganchado, cantado, pidiendo un euro, o libra, o dólar. Lo que se tercie. En El Cairo, otro chorro de controles. Más de una hora de espera para que el autobús partiera hacia el hotel. Toda la tarde perdida con el traslado.



Primeros contactos con la capital. Sucia. Ajada y dejada. Edificios sin terminar, habitados, adornados por antenas parabólicas y máquinas de aire acondicionado. La circulación infernal. Ya estaba echando de menos el sur, más apacible, más familiar.

Nuestro hotel, Intercontinental Cairo Semiramis, un cinco estrellas superior, perfectamente colocado en el centro de El Cairo, en la ribera del Nilo, frente al gran puente Qasr El Nil, de 1858 , el más antiguo de la ciudad. Enfrente, Cairo Tower, coloreada y espigada.





Lo del hotel fue una tras otra. Tras llegar, cansados, nos dijeron que la cena no estaba incluida pese a que iba en el programa y en el precio. Tuvieron que darnos de cenar. Lío con las habitaciones. Nos la tuvieron que cambiar. Nos dieron la cena la primera noche, de mala gana, con malas maneras. Nos pasaron la nota para la firma para cobrársela a quien correspondiera. Las bebidas, nadie nos dijo nada. Cuando ya estábamos en nuestras habitaciones, miembros del restaurante donde cenamos dentro del hotel, Pane e Vino, llamaron a algunas habitaciones e incluso llamaron a algunas puertas pasadas las doce para cobrar esas bebidas. Ni estilo ni profesionalidad. Cutres hasta decir basta. Al día siguiente presentamos una queja y fuimos espectadores del paripé que se montaron ante nosotros el director del hotel, el director de los restaurantes del hotel y el director del Pane e Vino. No sabemos que se dijeron pero fue en un tono feo, con aquellas miradas de acusadoras tan características. Les costó presentar excusas. Pero no contentos con su despropósito, al día siguiente, al liquidar la cuenta de todas las bebidas, sumaron todas y nos pasaron a cada uno la parte proporcional. Un cero total a este hotel. Al cierre de esta crónica ya había presentado sendas quejas tanto en la web del hotel como la del grupo al cual pertenece, IHG Hotels. Intolerable el trato.




Intentemos dejarlo a un lado que no olvidarlo. El hotel destilaba el glamour de las películas del Hollywood de mediados de siglo XX. James Bond corriendo hacia la puerta persiguiendo a un agente del Dr No. Grace Kelly del brazo de Cary Grant subiéndose en un descapotable. John Houston con su puro y su copazo tras el rodaje de algún drama épico. La habitación era enorme, cama comodísima, vistas al Nilo y a la piscina del hotel. Parecíamos de buena familia.

 



18 Thamaniya´ashar  ثمانية عشر 

22/09/22 Pirámides Giza




Tras el mal recibimiento, bajamos al desayuno, más calmados hasta conocer de boca de Lola y Paco el trato infumable que les dieron a media noche. Desayunamos y cenamos muy bien el resto del alojamiento en el hotel pero la sensación final es como la de los jugadores que fichó el equipo de fútbol de Aswan, “una mierda”. Y poco hizo Mina, nuestro guía solo para el hotel, al cual se le veía poco involucrado, nadando entre dos aguas.





Camino de las pirámides. El momento culmen. Todo lo visto había sido maravilloso pero ¿qué es un viaje a Egipto sin verse al pie de las pirámides?.







En poco más de 20 minutos ya estábamos en la llanura de Giza. Una vez más sorprende que ante tales monumentos, seguramente los más importantes de la Historia que se mantienen en pie, los alrededores sean sucios y descuidados.






La pirámide de Khufu (Kefrén) impresiona hasta emocionar. Estuvimos unos minutos con la lágrima bailando en el ojo. Nos acercamos a tocarla, a recibir su energía. 46 siglos lleva allí. Ya podemos decir, “yo estuve aquí”. Por más que lo intentas, no acabas de encontrar el plano para que te quepa entera en foto. Nos recomendaron irnos a uno de los lados. Dos fotógrafos egipcios, con nuestros móviles, nos tiraron una ristra de fotos por un euro. No teníamos más cambiado. Solo billetes. “Dame uno, que te cambio”. Sí, claro. No solté ni un billete. Una pena la falta de tiempo. Khufu merecería horas y horas recorriendo cada lado, tocando cada piedra, escuchando tantas historias en sus alrededores. Junto con el Colosseo de Roma ha sido el monumento que más me han impresionado en nuestros viajes.





En las cercanía, la pirámide de Khaefre (Kefrén). Entramos. Es un camino en pendiente, muy estrecho, no apto para personas con problemas respiratorios o claustrofobia. Se tiene que bajar y subir agachado. Nos contaron que hace años, en un grupo de Tarek, iban dos mujeres ancianas de más de 80 años. Una de ellas, 86 años, Inés para más señas, insistió en bajar. Tarek no se lo recomendó. Insistió y finalmente bajó bajo su responsabilidad. Al llegar abajo murió de un ataque cardíaco. La que se montó. Primero para sacar el cadáver. La policía, culpando a Tarek que se salvó por que el resto de turistas declararon que fue ella la que se empeñó en bajar. La hermana de la fallecida, ni se alteró. Cuando le dijeron de preparar el vuelo de repatriación dijo que ella se quedaba, que no podía hacer nada por su hermana y que ella llevaba años ahorrando para el viaje. Es más, cuando desde España la preguntaron sobre la fecha de vuelta para el entierro, les respondió a sus familiares que la enterraran ya, que no la esperaran, que total, muerta estaba.




Así que la bajada, se ha de estar preparado para sufrir. Con tanta gente es asfixiante y agobiante. Al llegar al final, una sala vacía con algunos jeroglíficos descoloridos y la sala del sarcófago de piedra vacío. Una listilla se metió dentro para hacerse una foto con la penosa excusa que se le había caído el móvil dentro. De vuelta a la superficie, al sol, hasta daba sensación de fresco.

La pirámide de Khaefre parece más grande que la de Khufu pero es un efecto óptico. 

En las cercanías hay una pequeña elevación desde donde se puede tomar la mejor foto de las pirámides. Ahí nos dejamos otros 10 carretes por pareja. En una botella echamos arena, de recuerdo, arena que lo mismo lleva allí miles de años, testigo muda de tantas historias, o que la ha arrastrado el viento desde el desierto profundo anteayer.




19 Tis´a´ashar  تسعة عشر 

22/09/22 Esfinge

 


Al pie de la estatua de Khaefre (Kefrén), la Esfinge.




En la entrada del recinto están los restos de los templos construidos junto a la pirámide. En el primero estudiaban las egipcias para ser plañideras durante 3 años. Mucho lloriquear es eso. El espacio para la foto era muy reducido e irregular, había que vigilar no caerse. En los alrededores de la Esfinge, un mercadillo auténtico, para los egipcios, con frutas, verduras, especias, todo tipo de productos.





Antes de comer, otra parada comercial, en una local de venta de papiros. Nos contaron la historia del papiro, nos mostraron su tratamiento hasta convertirse en material para el dibujo o uso de los escribas en la administración. De igual manera que con las esencias, no compramos nada.






 

20 ´Ishrun  عشرون

22/09/22 Menfis




Comida en un restaurante abierto, El Ezra, presidido por fotos de dos egipcios ilustres, ¡¡Mo Salah y Omar Sharif¡¡. Algo así como pollo braseado, una especie de dedos de carne picada de cordero, sucedáneo de pisto y una mus de vete-a-saber-que. Las comidas en exterior del hotel, ambos días en El Cairo, quitaban el hambre pero ni Masterchef ni mucho menos Chicote lo soportarían.








Por la tarde, recorrimos la ciudad de Giza camino de Memfis. Sucia, sucia y más sucia. Sobre Menfis, la gran capital del norte durante el Imperio Antiguo, había leído que quedaban pocas ruinas. De largo la peor zona que visitamos, por que llamarlo área arqueológica sería pretencioso. A la derecha, una estatua colosal de Rameses II, tumbada en el suelo, semidestruido. Ya en el interior, alguna estatua, cuatro piedras mal colocadas, un sarcófago solitario, una esfinge pequeña. Estado lamentable. Además de sucio, la vegetación descuidada e invadida de vendedores.







 21 Wahid wa-´ishrun   واحد وعشرون

22/09/22 Sakkara





En cambio, al otro lado de Giza, Sakkara lucía esplendorosa. Anticipada por un palmeral de decenas de miles de palmeras, la gran pirámide de Djoser reinaba en la planicie. La zona estaba bien definida, caminos bien marcados. Entramos en la pequeña pirámide del faraón Teti, otro subir y bajar no apto para cardíacos. Cargamos más arena.





La gran pirámide escalonada estaba protegida por una muralla, con un templo a la entrada donde se utilizó por primera la piedra para la construcción de las columnas. Cada columna es diferente, con el jeroglífico que representada cada nomo, cada provincia. No muy duchos o no confiados en sí mismos, las columnas estaban unidas a la pared.






En el patio ante la pirámide escalonada, se realizaba en la antigüedad la Fiesta Heb Sed, la fiesta del jubileo del faraón. Era la renovación del faraón, repitiéndose las mismas celebraciones que se realizaron en su coronación. Se solía llevar a cabo al cumplir 30 años de reinado aunque con el tiempo se fueron acortando los plazos. A lo largo de la historia, la fiesta Sed se llevaba a cabo en el lugar de residencia de cada faraón. Dicen las fuentes que Ramesses II tuvo 14 fiestas Sed. Algo se contó que el faraón debía luchar contra un toro para renovar su poder pero por más que he buscado información, nada he encontrado al respecto.




La pirámide de Djoser luce espléndida. Desde sus murallas se divisaban las pirámides de Snefru, su sucesor, con las pirámides y Giza y El Cairo al fondo. Otro instante mágico.




 

22 Isnan wa-´ishrun  وإثنان وعشرون

22/09/22 Cena navegando por el Nilo




Por la noche, cena en un barco mientras navegábamos por el Nilo a su paso por El Cairo. Una orquestra bullanguera nos amenizó la comida. La hija de Paco, a la que espera poder traer a Murcia para darle cuidados, realizó voluptuosos bailes del vientre. Que mareo. Qué manera de moverse. Detrás de nosotros, un jeque con una sonriente acompañante. Mas que un jeque parecía Antonio Ozores en una película de los años 70. Al salir del barco, el agotamiento pintado en las caras del grupo. Salvo unos pocos, la mayoría estamos en la cincuenta y unos pocos en los 60-70. Los horarios, madrugones, el calor, la tensión y el cansancio ya eran tónica.







 

23 Salasah wa-´ishrun   ثلاثة وعشرين

23/09/22 Museo Nacional




Ultimo día. Viernes, el día festivo para el Islam. Es el día de la familia. Se visitan en las casas. Visitan las tumbas de sus familiares. Por las tardes salen a las calles.



Seguro que queda mucho por ver. Dendera. Alejandría y el Delta. Bubastis, Avaris y Tanis. Monte Sinaí. Abiddos. Amarna. Pero será en otra vida. En una semana he quemado fuerzas para un mes. No sé quien viajó ya nueve veces a Egipto pero  hay mucho mundo que ver antes de volver. No dudo de las maravillas que nos dejamos sin ver pero también las hay en Canadá, Japón, Vietnam o Islandia, por ejemplo. Loren, toma nota.






El Museo, pegado al hotel, podíamos haber ido andando pero por motivos de seguridad nos subieron en el autobús con el vigilante vigilante. Están terminando el nuevo museo nacional egipcio. Ya están tardando. Sucio. Lleno de polvo. Las urnas llevan allí décadas sin mantenimiento. Solo nos faltó ver a Indiana Jones con unos folios tomando notas.









O la colección no es muy grande o la tienen en otro lugar o todo está entre Berlín, Londres, París, Boston e incluso Pensacola. Me pareció pequeño. Algunas obras de las que almacenan son auténticos iconos del arte y la arqueología, fotos ineludibles en nuestros libros de texto. Escribas. Faraones. La paleta del primer faraón, Narmer. Las Ocas de Meidum. Estatua de Khaefre en diorita. Diosas y dioses. Enanos. Las momias de Tuya y Yuya. Todo bien rebozado de polvo y sin la más mínima explicación. En los museos occidentales tendrían infografías, la historia detallada, su ubicación en el espacio y en el tiempo. Quiero creer que así será en el nuevo museo. La colección de Tutankhamon casi parecía amontonada en su pequeña sala.

 

24 Arbah´ah wa-´ishrun أربع وعشرين

23/09/22 Barrio copto




Visita que como la del pueblo nubio, no estaba en el itinerario y que pagamos aparte.






Para llegar, rodeamos el cementerio, la ciudad de los muertos, donde los pobres de solemnidad ocupan las tumbas para tener donde, nunca mejor dicho, caerse muertos al final de cada día, agotados de mendigar. La ciudad de los muertos, El Arafa, ocupa 7 kms cuadrados. Sin agua ni luz, literalmente ocupan el espacio de las tumbas, ya sea de familia propia o ajena. La ocupación de las criptas coincidió con el final de la guerra árabe israelí de 1967 que desplazó cientos de miles de personas desde el ocupado Sinaí. Dentro de las tumbas, nacen, crecen y mueren. En sus alrededores han crecido comercios y talleres. Es una simbiosis entre la vida y la muerte.



En el aparcamiento, mucha policía y militares fuertemente armados. Los coptos son una minoría del 10% de la población egipcia, hostigada de forma regular por los musulmanes radicales. De forma periódica son víctimas de ataques de fundamentalistas. El barrio es transitado en el libro del escritor Nagib Mahfuz, “Entre Dos Palacios”.






Por una gruesa puerta de madera, reparada hace décadas, accedemos al fortín copto. Un largo callejón jalonado de librerías en la calle que serpentean hasta la iglesia de San Sergio donde tiene su sede el Primado Copto, el homólogo del Pontífice de Roma. Esta catedral fue construida en el lugar donde la tradición afirma que se escondió durante 3 años la Sagrada Familiar tras su huida de Belén tras la matanza de los Santos Inocentes. En el interior un agujero enmarcado en el suelo indica el lugar donde milagrosamente manó agua para que la Sagrada Familia no tuviera que salir de su casa. De la comida nada se habla. Irían a Mercacopta.






Como en la mayoría de las confesiones cristianas no católicas, las estatuas están prohibidas y las únicas imágenes son los iconos que representan a varios santos o patriarcas. Es un templo oscuro, de rica madera decorada.





De vuelta por los recovecos, salimos a la fachada de la Iglesia Colgante, así llamada por estar construida sobre los restos de las puertas de la fortaleza romana. Cuelga poco, son anchos y gruesos paños de muralla la que los sustentan. Una escalinata de 29 escalones antecede al pasaje de acceso a la iglesia, dedicada a la Virgen María. Todas las iglesias coptas cuentan con un túnel excavado en el subsuelo para permitir la huida de los fieles hacia el desierto por las persecuciones de los musulmanes, de la misma manera que la iglesia católica persiguió durante siglos, y dio muerte, a judíos, musulmanes y supuestos herejes. La religión, el opio de pueblo, que tanto daño ha hecho durante siglos amparado en su jerarquía, en visión única de la vida y en esa excusa insustancial a la que llaman fe. Con ellos o contra ellos.




 

25 Hamsah wa-´ishrun  خمسة وعشرين

23/09/22 Mezquita de Mohammad Alí 




Comimos, que no es poco. Del Egipto milenario, incluso medieval, a la ciudad cosmopolita actual.



Se la ve desde cualquier rincón, rodeada por las murallas de Saladino. A la entrada era de obligado cumplimiento ponerse unos cubrepiés, previo pago. 




Muy grande. Con mucha luz. Con mucho aire. La parte inferior, la usan los hombres. La parte superior, las mujeres. No sea que les dé un sofocón en mitad del rezo. En tiempos de electricidad, las velas y las lámparas de aceite desaparecen, perdiendo el encanto. El aceite que usaban en esta gran mezquita, cuando iba a ser sustituido, lo regalaban a otras mezquitas menores, que a su vez lo donaban a otras más pequeñas. Reciclando. Mohamed Ali mandó construir el púlpito verde. El rey Faruk quiso dejar su huella y mandó construir otro más pequeño, con el mismo estilo de toda la mezquita. Al salir al patio, estaban preparando sillas y decoración para una gran boda.






No encontraba la tumba que se hizo construir en su interior Mohammad Ali, volví a entrar corriendo. Mi medio pomelo me siguió. Nos perdimos del grupo. Bajamos hacia el autobús donde nos reencontramos.




 


26 Sittah wa-´ishrun  ستة وعشرين 

23/09/22 Khan el Khalili




Nos dejaron en una zona cercada frente a la mezquita del sobrino del profeta, Al Husayn, construida en 1154. Al bajarnos del autobús los niños metían sus brazos a través de la verja para tocar nuestras manos, como si fuéramos deportistas de élite, artistas o bichos raros.







No sé las calles que tendrá el mercado. Solo recorrimos una arriba y abajo. La primera en la frente: “Antonio Banderas, aquí te engaño poco”. Y esa fue la tónica. Entrar y salir. Regatear. Si ofrecías poco: “Catalán, roñoso”. Van acelerados. La vista puesta en cada movimiento. Si te ven girar, se abalanzan para venderte su mercancía. Camisetas. Cruces ansatas. Ojos de Horus. Pirámides. Cajas de nácar. Lo que sea. Vender, vender. Más, más, más.





De vuelta a la zona del autobús, unas niñas se reían mirándome. No me había quitado los cubrepiés de la mezquita. Me acerqué a ellas para hacerme fotos. Reían como solo los inocentes son capaces de hacerlo. El futuro no será tan indulgente con ellas como este turista payasete. Media vuelta y me vinieron con sus móviles para más fotos. Que fácil y que poco hace falta para hacer feliz a un niño.





 

27 Sab´ah wa-´ishrun  سبعة وعشرون

23/09/22 Paseo El Cairo




Con dos horas libres antes de la cena, decidimos pisar las calles de El Cairo. Loca aventura. Dos o tres kms haríamos paseando. Maca a la cabeza cruzando aquellas calles de autos locos, sin señales, sin semáforos. Éramos los únicos occidentales por aquellas calles céntricas. Zona comercial pero de comercios tipo Todo a 100 o de comestibles.

 

28 Samaniyah wa-´ishrun ثمانية وعشرين

24/09/22 De vuelta




3:30 sonó el despertador. 21:30 entramos en casa. Por medio el traslado al aeropuerto. Desayuno del picnic que nos dieron en el hotel. Los precios desorbitados por un café que ellos se beberían. Otro vuelo en el avión de cabecera. Autobús en Madrid, con comida en el antiguo Marino. Tortilla de patatas que nos supo a gloria. Celebración del cumpleaños de Maca. Todo lo demás, ya es historia.

Al final, siempre queda lo bueno. Aquellos maravillosos atardeceres sobre el Nilo, la llamada a oración desde los coloridos minaretes, la Historia en su salsa, los templos por donde se pasearon hace milenios faraones y visires, la maravilla de las grandes pirámides de Giza, Imhotep construyendo la primera pirámide. Son imágenes que quedarán para siempre. Nosotros estuvimos allí.

Pero lo que será imborrable son los grandes momentos vividos con el grupo. Con el artista Tarek. Lo que hemos reído y disfrutado. Gracias a tod@s por ser tan especiales y hacer de esta experiencia “algo para recordar”. Nos veremos. Gracias, Inmaculada, por estar y ser siempre. Empieza la cuenta atrás para el próximo viaje. Sin destino ni fecha de momento. Pero lo habrá..











 

 

 















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