Hola Madre:
Un año ya de tu ausencia y aún me sigue costando creerlo. Sigo entrando en tu casa con la esperanza de verte cosiendo en la cocina, mirando por encima de tus gafas, liada entre madejas, agujas, ropa y dedales. Me parece oírte trasteando pucheros, cocinando tus inigualables berenjenas con crema. Quisiera escucharte reír con alguna charada de programa de la televisión. Más solo veo ese maldito sofá en el que sobrellevaste tu enfermedad.
Oí todo tipo de condolencias y frases cariñosas que buscaban disfrazar el dolor pero la realidad fue dando paso a la dura certeza de lo irrevocable. Quise creer aquella metáfora de que una nueva estrella brillaba protegiéndonos desde el cielo, pero, es que ¡¡ya hay millones de estrellas, no hacía falta una más¡¡.
Otros decían aquello de "ha dejado de sufrir". Tampoco me sirvió. Sí, literalmente dejaste de sufrir, pero es que lo que no puedo entender es porqué tu, precisamente tú, bondad infinita, fuiste sometida a tan cruel destino.
El primer cumpleaños, la primera navidad, el primer evento familiar, tu primer cumpleaños, el primer verano. Cada uno soportó cada primer momento a su manera. Tu recuerdo volvía una y otra vez, con esa canción que tarareabas, aquella película que tanto te gustaba, aquel helado que comías para enmascarar la leche que nunca pudiste tolerar. Hubo momentos buenos y malos, sonrisas y lágrimas.
Tu marido, tus hijas, tus nietos, tus hermanos iniciamos un viaje sin retorno en busca de algo a que agarrarnos, perdidos en la angustia, intentando encontrar el rumbo de nuevo. Desorientados, simplemente seguimos.
Dicen que con el tiempo todo se cura pero es falso. Este dolor no se va a curar nunca, aprendes a vivir con él, sobrellevarlo, quizás a mitigarlo, pero nunca desaparecerá. La vida es así. Cruel, feroz y brutal pero a la vez maravillosa, divertida y fascinante. Vale la pena vivirla. Los momentos de pena, tristeza y congoja corren paralelos a los instantes de placer, júbilo y felicidad.
Veremos tus fotos, tus imágenes, te recordaremos e intentaremos esbozar una sonrisa para, después, mirar a nuestro alrededor y continuar, por que la vida es un regalo que no debemos malgastar por que no hay segundas oportunidades, cada día pasado y desaprovechado, ya no vuelve.
No te olvidaremos, no podríamos. Tu recuerdo nos acompañará guiando nuestro devenir, iluminando el lado bueno de las cosas, disfrutando tanto de los pequeños como de los grandes momentos. No será fácil, somos humanos, erramos y perdemos las ocasiones de ser felices.
Quisiera creer, pero no puedo. Allá donde estés, para mí dentro de mi corazón, asegurarte que lo intentaremos, porque el tiempo no pasa, somos nosotros los que pasamos.
Te quiero, no te olvido, te recuerdo cada día, vela por todos nosotros.
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