Lugar: Sierra del Segura con salida y llegada en Riópar.
Distancia: 105 kilómetros.
Desnivel: 5.500 +.
Bueno, ya está aquí el primer gran reto del año. Y como se ve, un encefalograma taquicárdico.
Reconozco que he pecado. Sé que me presento a línea de salida muy justo. Acabé el año muy mal, con mucho cansancio acumulado que me hizo arrastrarme tanto en la Cartagena Trail como en La Vara Trail que, sin la compañía de Ricardo, habría sido fracaso absoluto.
Para empezar el año, y fiel a mi adictiva afición, fui a Sevilla a correr la maratón sin entrenamiento específico, así que, otra de arrastrada, tiempo más que discreto, muy lejos de mi ritmo habitual en la prueba y lo peor, una sensación de agotamiento no resuelto.
Pues, hete aquí que, sin pasar dos meses, me veo recogiendo el dorsal para una prueba al alcance de muy pocos. Sí, en las últimas semanas me venía encontrando bien, fuerte, pero para añadirle mas pimienta al reto, me fui solo. ¡Solo para hacerme esta paliza¡. De verdad, que alguien pare esta batidora en la que estoy metido. Si alguien tiene algo de raciocinio de más, que me mande un poco.
Viernes, 1, parto solo para Riópar. Sin compañero de viaje, ni de carrera ni de compañía. Mis tres pomelos se quedaron en casa. Dos horas de carretera. Llegué directamente a recoger el dorsal.
Por primera vez asistí a una charla técnica. El director de la prueba nos contó la extremada dureza de la prueba. El perfil asusta, pero oído de sus labios, conocedor de la zona, me mete el miedo en el cuerpo. Pero, ¿quién dijo miedo?.
Me fui a dormir al albergue con el ansia en el cuerpo y muchas dudas de lo que me esperaba a la mañana siguiente. Pongo el despertador a las cuatro y media. Me meto en la cama. Oigo trastear a alguien en otra habitación, supongo que un corredor, pero me duermo enseguida.
Sábado 4:30, suena el despertador y empieza la parafernalia habitual. Vaselina en la planta de los pies. Pantorilleras, medias y pantalones compresivos. No, no son sicólogos, te aprietan la musculatura. Bueno, te lo aprietan todo, tanto, que a veces ni lo sientes.
Tiritas en los pezones, por que no hay nada más desagradable que sangrar por el rozamiento durante horas y horas. Eso sí, cuando te las quitas horas después, depilado gratis. Camiseta y otra camiseta para el frío. Manguitos en los brazos, de sube y baja, un invento para no tener que llevar manga larga.
Guantes de ciclista, más que para el frío, para proteger las palmas de las manos, dada mi capacidad para irme al suelo y destrozarmen la piel. Eso sí, a primera hora de la mañana, con la helada, eché de menos el resto, tanto, que llevaba los dedos agarrotados por el frío.
Buff en el cuello, cinta en la frente para evitar que el sudor me irrite los ojos. Gafas, claro, para al menos ver por donde voy. Mochila, agua, reloj. Vamos, listo para ir a la guerra.
Justo antes de salir conozco a José Luis, compañero de albergue, vencedor de mil batallas, que, me confiesa, salió de la charla tan aco...ngojado como yo.
Bajo a línea de salida en la plaza del ayuntamiento. Tomo un té. Paso a ver al Señor Roca por segunda vez. Mensaje a Pomelandia, estoy bien.
6:00, salimos. Empezamos con una pequeña subida por asfalto y como siempre, cierro grupo. Empiezo a correr y noto el cansancio nada más empezar. No es posible. La cabeza empieza su trabajo de zapa. Está claro que mi cerebro es mas listo que mi corazón.
Enseguida nos metemos por una senda que llaneando y en fila india, nos lleva hasta el primer avituallamiento, en el km 4, en la Toma del Agua, curiosamente, donde estaba mi albergue. ¿Y si me paro y me meto a dormir?. Que sí, que lo pensé, pero solo una décima de segundo.
De ahí comenzaba la subida a la cresta de Gallinero. No muy técnica, sin mucho desnivel, pero sí muy continua, sin zonas de descanso.
Me amoldo un ritmo asequible, pero veo como uno tras otro, me van dejando atrás el resto de corredores hasta que formamos un grupito con un corredor de Lorca, otro madrileño que viene de los raid y este matao. Hablamos, nos consolamos de nuestras propias dudas.
Hacemos cumbre ya de día y las vistas son espectaculares. Lástima de cámara de foto. La bajada, un pedreguerío peligroso, pero, cosa rara, no me caí en ningún momento.
Tras un avituallamiento intermedio en el que el estómago me pidió reposo, llegamos de nuevo a Riópar en el km 11. Ahí repongo fuerzas. El agua, helada, plátanos helados, bocadillos helados. Solo faltó algo de helado de turrón, ya puestos.
Comenzamos una zona de llaneo para ir adelantando kilómetros, por que de largo, lo mas duro de estas carreras son las horas y horas que pasas en medio del esfuerzo y ves que el cuentakilómetros está casi parado, por que no es lo mismo 3 kms en llano, que 3 kms al 15% de desnivel por mitad del monte.
Tramo que supero con facilidad, a buen ritmo, hasta llegar al km 21 en el Campamento de San Juan. En este punto, me hago con un par de "bastones" para la subida a La Sarga, segundo punto importante de la carrera. Bueno, bastones, que cogí dos palos de buen tamaño, les quité las ramicas pequeñas y para arriba. Era la primera vez que lo hacía, y, si bien, creo que a mi espalda le vino bien, sobrecargué mis hombros y mis piernas no notaron la diferencia.
Poco después del primer cortafuegos señales contradictorias nos hacen dudar al grupo que formábamos. Un camino hacia la izquierda, otro a la derecha. Nos paramos. 10 minutos parados hasta que decidimos todos salir por el de la derecha, ya que, incluso habiendo llamado a la organización, no supieron decirnos el camino exacto.
En la bajada, trabo la hebra con un jumillano, que como yo, no tenía todas consigo de haber cogido el camino correcto. Tiro los "bastones" y corremos un rato. Hablamos de conocidos comunes y de carreras en las que hemos debido coincidir.
Cojo otros bastones para la nueva subida, cargo con ellos un rato pero viendo que es senda amplia, los tiro.
Al poco, empieza la subida a La Sarga. Echo de menos los "bastones". Que cosas, nunca los he usado y ya los echaba de menos.
La subida, sin ser especialmente dura, si que fue muy, muy, muy pero que muy larga. Casi dos horas de subida continua hasta coronar. Me quedo solo enseguida buscando mis nuevos bastones y esto me pasa factura.
La subida se me atraganta y el demonio cobarde que hay en mí me tortura. ¿Por qué estoy aquí? ¿Que necesidad tengo de sufrir tanto? ¿A quién quieres impresionar? ¿Tan narcisistas eres que tienes que someterte a este esfuerzo para luego contarlo en tus crónicas?. ¡Que duro es someterse a la tortura de tu propio yo¡.
Lo más curioso es que no me duele nada. Ni la espalda, ni las piernas, nada. Es una situación de cansancio general y desánimo que al final, tira de mi hacia abajo. No veo el final de la ascensión y al cabreo se suma la desesperación y las dudas de ir por el camino adecuado, por que no veo a nadie, ni por delante ni por detrás.
Corono La Sarga y otra vez, la vista, alucinante. La paz acogedora y el silencio atronador me trae algo de sosiego.
Empiezo la bajada, pero el efecto agotador de la subida ha hecho bien su trabajo. No puedo ni correr. Cometí un error de principiante, durante todas esas horas de subida, no comí nada por la gandulería de no sacarlo y estaba fundido.
Bajando empiezo a darle vueltas. Si solo llevo 30 kms, seis horas y media y estoy así, ¿como voy a poder superar el final, que, de largo, va a ser lo más duro?. Me desplomo anímicamente. Empiezo a hacer cálculos sobre los tiempos de paso. Veo que, de acuerdo con mi previsión, voy incluso mejor del tiempo esperado. Al llegar al primer punto de vida empieza una zona de 20 kms que en la charla nos dijeron que era para recuperarse, eso me llevaría al 50, mitad de carrera. Bueno, pienso, vamos a probar hasta entonces.
Llego al avituallamiento y sin decir nada, me espetan, "¿llevas encendido el móvil?. "Pues", respondo, "creo que sí, ¿por qué?".
"Te está buscando tu mujer, pero no te asustes, no es nada grave. Nos ha llamado para que te localicemos". Saco el móvil. Efectivamente tengo una llamada perdida. No veo mensajes dado que le había puesto en modo avión para ahorrar batería, y claro, no lo oí. Llamo a casa. ¿Que pasa?, pregunto.
Nada grave, pero si urgente. Tengo que volver a casa. Durante un momento pienso ¿que fue primero, la gallina o el huevo?. Yo bajaba tocado de la cabeza, con dudas, y con esa llamada se acababa todo.
Echo a correr hasta el avituallamiento de Villaverde. Se acabó. Tengo que cumplir con mi familia. A veces hago lo que quiero, el resto del tiempo, hago lo que debo, como decía Gladiator.
Me recogen, me llevan a meta, me dan mis cosas y tras la ducha, me voy para casa.
Me queda el sabor de la decepción. Decepción por haberme tenido que retirar en el km 37, decepción por que las sensaciones no fueron buenas y decepción por que creo que he perdido una oportunidad, pero, al final, lo primero es lo importante, lo demás, accesorio.
Como decía mi abuelo Faustino tras la enésima derrota del Rácing, "se pudo ganar, se pudo empatar, pero al final. se perdió".
Tras el golpe anímico a mi inconsciencia deportiva, la vida sigue...¡¡¡será por carreras¡¡¡.
Como es arriba es abajo...
¡¡Roma....Victrix??
Como decía nosequien, lo primero es antes y todo lo demás después. Un saludico, y espero no haya sido na grave.
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