miércoles, 4 de enero de 2023

Cantabria (VIII), Enero 2023 💢

 


31/12/22


El almendro vuelve a casa por Navidad, una vez más.

Como en las últimas ediciones de este clásico de rutas por Cantabria, lo escribo casi en tiempo real, sin correcciones más allá de faltas ortográficas.

Otro año sólo. Las oposiciones al EIR son lo más importante. Yo no puedo faltar, pero no quiero arrastrar a mi hija en este momento.

Seis de la mañana. Harto de dar vueltas en la cama desde las dos, me levanté, ducha rápida, besos de despedida y a las 7:10 ya en el coche. 845 kms por delante 😞.

Pero este viaje fue sorprendentemente llevadero. Encendí la radio y me acompañó casi todo el día. Primero, la aventura de Antonio de la Rosa por la Antártida. Después, las cuatro horas y media de No es un día cualquiera, de Pepa Fernández.

Pasado Albacete, 230 kms, el estómago y la vejiga me obligaron a parar. Y ya que estamos ...



Y desde allí, 400 kms del tirón. Buen día para conducir. Poca circulación. Rápida circunvalación a Madrid. Entrevistas y risas con Pepa Fernández. Burgos y al coger en dirección León, segunda parada el Olmillos de Sasamón.




La tortilla de patatas protocolaria. 30 años pasando por aquí y nunca le hemos dado un vuelta al pueblo. Pues hoy era el día.







Pues tiene su visita.

De vuelta al coche, último tramo antes de ...




Besos y abrazos. De vuelta en casa. Soy muy feliz en Murcia pero Santander siempre será mi casa.

Salí a airearme un rato, a estirar un poco las piernas, tras la sentada.

Me acerqué a ver la San Silvestre pero le faltaban dos horas.

Comencé a pasear por mi lugar favorito, el Sardinero.





Y andando, andando...







Se me iba haciendo de noche pero no quise dejar de andar 




Y para rematar, la ciudad con la iluminación navideña.







De vuelta a casa. A pasar el fin de año con mis padres y mis hermanas, la razón del viaje, la familia. Poco después de las uvas, a dormir, agotado por el día.


01/01/23


Todavía de noche, en pie, desayuno rápido y de ruta.

A 45 kms, Ramales, para subir a la Ventana Relux.

Junto al río Asón aparqué el coche. Primer intento en la ruta por Gibaja, Riancho y Pondra, paralelo al río Carranza. La subida estaba impracticable, tuve que volver por donde vine y buscar otra ruta.







Al coche, atravesé Ramales, plagado de borrachones zigzagueantes por las calles. Subida hacia los picos, parada en la cueva de Covalanas, con los Picos Busta y Sam Vicente a mis pies.







Subida a las antenas para la senda al Pico Reluso y Pico Manzo. Día muy ventoso, senda pedregosa, peligrosa, pero balizada con señales pintadas de azul sobre las piedras.






Trabajosamente llegué a la Ventana Relux, auténtica ventana con vistas al Valle de Trasmiera, con Santander y el Cantábrico al fondo. Allí tiré una foto, literal, la tiré, cuando la vi a la vuelta, no se veía nada. Ahí va una de internet.




De regreso al coche, Spotify me regala un momento de locura. Obus me devolvió a 35 años atrás.




Tras la comida de Año Nuevo, tarde familiar viendo la que mi padre rebautizó como Suspiros y Lágrimas 🥳


02/02/23


6:15 ya despierto. 7:00 en el coche. Aquí amanece más tarde y se nota.

Camino del valle de Cabuérniga, en concreto a Ucieda. Crucé el pueblo, noche cerrada. Cuando aparqué, amanecía. La noche anterior había llovido y estaba todo mojado, húmedo y brillante.

Como siempre, empecé la ruta casi a ciegas, con los datos de internet. Como no había cobertura me tuve que fiar de la intuición.




Tras algo menos de 1 km, cruzando varios puentes, a mano derecha subía una pista, al principio asfaltalda, después pedregosa. El sendero está perfectamente señalado con carteles indicadores. Imposible perderse.

Pista ancha, con el silencio atronador solo roto por el discurrir de ríos y regatos.

Tras 3'5 kms, muy indicado, empieza la Senda de los Puentes. Senda preciosa de 9 kms, estrecha, alfombrada de hojas, jalonada de robles y hayas. 




Durante el recorrido, múltiples postes indicadores de la ruta de los 10.000 del Soplao.




Durante el serpenteante y ondulante recorrido de la Senda de los Puentes se alternaban tramos desprovistos de vegetación, espacios recubiertos de musgo, robledos y hayedos, y puentes de madera para cruzar los cursos de agua.







Pasado el Roble Tumbao, un cruce a la izquierda vuelve al punto de salida. Al frente, camino mas largo hasta el Haya de la Llana de Olar. Si hay que ir, se va. Cogí el camino mas largo, claro.






Con 13 kms de ruta, de vuelta a una pista forestal que me llevó hasta el coche, paralelo al río Bayones, con varios puentes y algunas casas, que en un lugar idílico, pero tan lejos de cualquier parte que casi mejor, no.

De vuelta a Santander, el ritual de cada visita.




Por la tarde, paseo magical king. Agotador.


03/01/23

Camino de nuevo. Hoy ruta doble. Barcenillas, pasado Ruente y su Fuentona, a la entrada del valle de Cabuérniga. Al aparcar, empezaba a amanecer. Tremendo frío en la primera hora. Los praus blancos de la escarcha nocturna. No sentía los dedos, los llevaba congelados.




Pista de cemento, ancha, sin posibilidad de equívoco. Tras 3'5 kms, desvío por un senda a las Cascadas de Úrsula, mas conocidas como de Lamiña. Paraje de fábula. Que hablen las fotos.







Zona con mucho barro, resbaladiza, sube y baja. Hay que ir con cuidado para no acabar en el río. Y no es por no mojarse, es por no congelarse. Ese silencio solo roto por el fluir del agua. Que barato es ser feliz. Solo una pega, no tener a mi lado a mi medio pomelo ni a mis pomelitas.
En lugar de retornar, subí hasta alcanzar la senda, camino de la pista forestal de vuelta.




De vuelta, pasé a la vera de la Ermita de San Fructuoso, de los siglos XVII-XVIII, con restos funerarios en su interior del siglo IX.




Desde allí, rápida bajada para atravesar Lamiña y Barcenillas. Al coche.





Como no debí tener suficiente, desde Barcenillas cogí dirección a Cabuérniga, para llegar a uno de los pueblos mas bonitos de España. Bárcena Mayor. Recuerdo aquellos baños de río en el Cambillas hace más de 40 años. Aquellos parajes están prendidos en mi niñez.






Y si que es bonito, pero más en esta época, vacía, sin el tormento de turistas ni el mercadeo de sus mesones. Sus preciosas casonas montañesas. Sus alrededores al río Argoza. Sus múltiples rutas hacia la montaña. Por aquí pasé en los 10.000 del Soplao, siempre presente con los postes indicadores.
Saliendo del río, cogí la subida al pico Ozcaba, haciendo parada en la ermita del Carmen.





De vuelta a Bárcena Mayor, pista paralela al río hasta el área recreativa de Braña Castrillo desde donde sale una pista al Alto de las Cruces. Ya cansado, con la hora encima, llegué hasta la Poza Negra, y volví camino del coche. A Santander.






Buena comida. Alubias con chorizo y morcilla para reponerme de los 21 kms y casi 4 horas entre ambas rutas.
Paseo vespertino y de vuelta a casa. Muy bonita Santander con la iluminación navideña.


04/01/23


Cuarto día de ruta y ya me cuesta levantarme. 115 kms acumulé en mis piernas en estos días.
Tercer día en el valle de Cabuérniga. Pasado Renedo, a la izquierda, subida al pueblo de Viaña.



Un perro follonero me acompañó en la cuesta hacia el río. Senda embarrada, en muchos tramos vadeable sobre piedras, con pequeños saltos de agua en el primer tramo.







Tras un primer tramo sencillo, tuve que estar pendiente de la senda cubierta de hojas y barro, hasta el Vado de las Torcas.




Desde allí, subida corta pero intensa, con barandilla con cuerda. No hay que arredrarse, vale la pena llegar al Pozo del Infierno. No hay foto que mejore la vista a sus pies. Espectacular.





Recorrí la zona, pero terreno peligroso con mucho espino.
De vuelta por Vado Picoldorro, mirando en alto el río.
De regreso a Viaña, foto a la iglesia de San Andrés.



Al coche. Siguiente episodio, Viaña a Llendomozó por la ruta de los Foramontanos. Los Foramontanos, como dice su nombre, son los de fuera de las montañas. Es una ruta que recorre el valle del Saja para acceder a la meseta castellana. Empezaron a usarla mis antepasados cántabros a partir del siglo IX para repoblar los territorios ocupados tras la conquista a los árabes y moros que ocuparon la península desde el siglo VIII. Pues, yo también soy un foramontano.






Senda pedregosa, embarrada, quebrada, pindia, con restos de las piedras que formarían la calzada. Subida larga y dura hasta llegar a un reventona pradera verde.




Bajada a Llendemozó, pueblo abandonado desde hace décadas pero que alguno quiere revitalizar comprando casas para uso turístico.




Camino de vuelta al coche y a Santander. Y otra tarde reyeando.

De vuelta al hogar, que será siempre donde estén mi mujer, Inmaculada, y mis hijas Marta y Julia. Santander y Cantabria, en mi corazón. Volveré aunque aún no se cuando.






















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